Desenchufados

Layla Anwar
An Arab Woman Blues
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
17/10/07

Recuerdo una vieja broma que escuché hace algún tiempo… Decía así: “¿Cuántos californianos se necesitan para cambiar una bombilla?” “Diez. Uno para cambiarla y nueve para compartir la experiencia.”

Supongo que se inventó esa broma porque los californianos son célebres por estar muy interesados en compartir experiencias. Ya saben, se quema un poco incienso, se enciende una vela y a hablar sobre sus chakras… Reuniones de meditación a la luz de la vela. Profundas, muy profundas.

En Iraq, también nos reunimos para meditar a la luz de una vela. Pero eso se llama aquí NO HAY electricidad.

Hay un chiste que circula por Bagdad:

“El niño: ¡Mama, mama! ¡Papá fue electrocutado!”

“La madre: Ah, ¿ya ha vuelto la electricidad?”

Radhi, en Adamiya, no cuenta más que con tres horas de electricidad al día.

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Una por la mañana, dos al empezar a anochecer. Y eso, los días con suerte.

Por la mañana, su mujer desenchufa el frigorífico para poder enchufar el ventilador. Y al atardecer, enchufa el frigorífico antes de que la comida se descongele y desenchufa el ventilador…

Radhi era también “miembro” de un generador de “barrio”. Pagaba alrededor de 175 dólares al mes para conseguir unas cuantas horas extras de electricidad. Pero el tipo que llevaba ese muy lucrativo negocio les estafó. Se embolsó el dinero y les dejó sin electricidad.

Por eso, Radhi recogió algún dinero de entre los familiares y compró su propio generador. Pero para que pudiera funcionar el generador, el problema se planteó entonces con el diesel.

Así pues, Radhi se arriesga a salir cada dos días para comprar unos cuantos galones de diesel. Eso le cuesta más de 200 dólares extras al mes, si quiere tener al menos siete horas de electricidad.

He dicho que se arriesga, porque un riesgo es aventurarse a salir de casa.

Adamiya es conocida por sus francotiradores, sus infiltrados de las milicias sectarias, sus mil y, francamente, Radhi se está traumatizando mucho al andar constantemente tropezando con cadáveres que aparecen tirados por toda la barriada. ¿No les pasaría lo mismo?

Por eso, aventurarse a salir fuera para comprar diesel es toda una empresa que necesita una planificación meticulosa y cuidadosa.

Además, Radhi está en paro y no puede continuar pidiendo dinero prestado por todas partes.

La última vez que hablamos me dijo que, sencillamente, ya no se pueden permitir más ese generador personal. Por eso, él y su mujer se han convertido en expertos profesionales en temas eléctricos. Lo saben todo sobre vatios, bombillas, circuitos, cables y sobre cuánto consume cada electrodoméstico cuando se enchufa. Se han convertido en expertos en ahorrar electricidad.

Alguien debería darles el Premio Nóbel de Ecología. Ya saben, Greenpeace, Save the Planet, WWF…

En cuanto a la tía Samira, que vive en Karrada, la situación es un tanto más compleja.

Karrada está dividida ahora en dos partes. La parte alta y la parte baja. La parte alta está controlada por las Brigadas Badr del partido SCII de Al-Hakim. Una pandilla infame y vil. Tienen sus propios controles y métodos de registro.

La parte baja, por otra parte, está controlada por la panda de psicópatas del Ejército del Mahdi. Ellos tienen también sus propios controles y métodos de registro. La taladradora es el favorito.

Ahora, oigan lo que sigue. Por ejemplo, si la tía Samira quiere ir a la parte alta de Karrada, debe llevar una autorización ESCRITA del Mahdi y presentarla a las milicias Badr. Y viceversa. La mala suerte de tía Samira es que vive justo en el medio de Karrada. Por eso, nunca está segura de a quién debe informar, si al Badr o al Mahdi.

El asunto se va complicando… Si algún miembro de su familia necesita ir a comprar diesel, tienen que llevar dos autorizaciones escritas. Una de cada milicia. Si algún miembro de su familia necesita algún papel oficial que se obtenga en algún ministerio, entonces necesitan cuatro autorizaciones escritas…

Bien, tomemos ahora el ejemplo de Nadia en Ameriya. Nadia tiene que pasar, y no estoy exagerando, a través de siete controles en su propio barrio. Y en cada ocasión tiene que soportar que la cacheen. Hace cola durante horas bajo el sol, y está ayunando desde que empezó el Ramadán, en espera de que le llegue el turno para que la cacheen.

Hace unos pocos días necesitaba algo de keroseno y diesel y, desde luego, ningún taxi quiso llevarla hasta el interior del barrio.

¿Saben lo que tuvo que hacer? Cogió una carretilla de madera con ruedas y la fue empujando durante dos horas antes de llegar a casa. ¿Conocen esas viejas carretillas de madera con dos ruedas de la Edad Media? Sí, esas mismas…

También me contó que su carretilla está muy solicitada. Los vecinos se la pidieron prestada el otro día para llevar urgentemente a un paciente al hospital.

Creo que deberían empezar a desarrollar hospitales también con ruedas. Y casas con ruedas. Y generadores eléctricos con ruedas… Así todo iría más rápido en los puestos de control.

Antes de la invasión y durante los años de las draconianas sanciones, en las barriadas citadas y en todo Bagdad se disponía de seis a veinticuatro horas de electricidad al día.

Y eso, a pesar de la carencia de piezas de repuesto para los aparatos, al haber sido de nuevo prohibidas por el comité de sanciones. Pueden confiar en la ingeniosa mente iraquí cuando se trata de reparar cosas.

Cuando los “liberadores” aterrizaron, la electricidad cayó a dos horas diarias y eso con suerte. ¡No se extrañen que se necesiten diez estadounidenses para cambiar una bombilla!

Pero la cifra oficial de electricidad es de seis horas al día, según un estudio llevado a cabo en Estados Unidos. Ahora bien, ¿cómo demonios puede saber eso el Instituto Brooking? (*)

Como exclamó un vecino: “¿Seis horas? Si fuera verdad, sería un regalo de Dios.” (*)

Pero, hey, tenemos buenas noticias: “El Ministerio iraquí para la Electricidad tiene un plan… que hará que todo el país, para el año 2010, tenga electricidad las veinticuatro horas”. (*)

Promesas, promesas…

“Yo creo que no es más que un sueño lejano”, dijo Hussein. “Eso puede que ocurra en un futuro tan lejano que ya seré viejo y estaré jubilado” (*). Hussein tiene 18 años.

En efecto, un sueño lejano…

Todo se ha convertido en algo muy complicado para el ciudadano de a pie de Bagdad en los ghettos de la Zona Roja. Peligrosamente complicado.

Ir a trabajar es complicado, ir al colegio es complicado, visitar a un doctor es complicado, comprar es complicado, las reuniones sociales son complicadas, todo es complicado, todo es peligroso… tan complicado y tan peligroso que casi nadie se atreve a aventurarse fuera de su hogar a menos que sea absolutamente necesario.

Por eso, para matar el tiempo y luchar contra la oscuridad, los iraquíes están perfeccionando sus habilidades en Ingeniería Eléctrica, a la luz de la vela, en espera del año 2010.

P.S.: Lean el artículo entero. Radhi, la tía Samira y Nadie corroboran su exactitud.

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