Argentina: Una herencia exigente

Marcela Valente, IPS (25-10-2007)

Néstor Kirchner asumió en 2003 la presidencia de una Argentina desvastada y en poco tiempo logró afianzar un modelo de crecimiento económico que permitió recuperar el empleo y bajar la pobreza. Ahora, quien lo suceda en diciembre tendrá desafíos más amplios y ambiciosos.

Unos 27 millones de argentinos están convocados a las urnas el próximo domingo para votar por el candidato o candidata que más le convenza. Los sondeos coinciden en que la senadora Cristina Fernández, esposa de Kirchner y candidata del centroizquierdista sector gobernante del Partido Justicialista, puede llegar a la presidencia sin necesidad de segunda vuelta.
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Kirchner estaba habilitado para postularse para un segundo mandato consecutivo, pero prefirió cederle el lugar a su esposa y se va con una imagen positiva muy alta, tanto que esa opinión llega a 70 por ciento de los consultados en la mayoría de las encuestas.

Este nivel de adhesiones resalta aún más si se tiene en cuenta que llegó al gobierno con apenas 22 por ciento de los votos logrados en la primera vuelta electoral, gracias a que su contrincante de entonces, el ex presidente Carlos Menem (1989-1999), del mismo partido pero en las antípodas ideológicas, se retiró sin competir cuando se sintió perdedor.

Durante su gestión, Kirchner renegoció el grueso de la deuda externa en cese de pago desde fines de 2001, cuando el país colapsó, y canceló las obligaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El déficit fiscal, una constante en los años 90, devino desde 2003 en un superávit que se mantuvo a lo largo de los cuatro años y medio que lleva de gobierno.

La recesión, que se adueño del país de 1998 a 2002, viró en crecimiento continuo.

Acompañado por un mercado internacional demandante y un mercado interno en franca recuperación, el producto interno bruto creció a un ritmo de ocho por ciento anual. La pobreza, que persiste, se redujo a la mitad, y la tasa de desempleo bajó de 17 a 7,7 por ciento de la población económicamente activa.

Pero a medida que mejoran los indicadores también crece la exigencia. Si bien hubo recuperación de salarios y jubilaciones, los trabajadores y pensionistas reclaman más aumentos y los expertos denuncian que alrededor de 45 por ciento de los empleos son precarios y sin la correspondiente seguridad social.

El economista Ernesto Kritz, de la consultora laboral SEL, dijo a IPS que el reto más importante del gobierno que asumirá el 10 de diciembre es "una reducción significativa de la informalidad", que a su juicio "está en la base del desempleo y la pobreza" remanentes.

"El último empleo de la mayoría de los desocupados es informal, y en los hogares pobres los ingresos provienen de ese sector. En la medida en que se pretenda crecer con equidad, una condición imprescindible será encarar este tema", advirtió.

"A mi no me gusta Cristina", sentenció para IPS Alicia Fernández, una jubilada de 84 años. "Me parece mejor Lavagna", expresó aludiendo al ministro de Economía en el primer tramo del gobierno de Kirchner y que compite por la presidencia.

Tras 11 aumentos salariales otorgados por Kirchner, esta mujer consiguió duplicar sus ingresos, pero no votará a la esposa del presidente.

La mujer cree que, si bien el aumento de sus ingresos es bienvenido, los gastos de supermercado y de medicamentos se tragan la diferencia. "Parece que el dinero alcanza menos porque todo cuesta más", alertó.

Para el analista político Rosendo Fraga, si se cumple el vaticinio en el que coinciden todas las encuestas, el primer reto de la hoy senadora Fernández será "lograr que su gobierno sea percibido como un primer mandato", dijo a IPS, sin el lastre que pueda dejar el ocaso de la administración de Kirchner.

Las demandas difieren según la procedencia social de los interlocutores. Los votantes parecen estar en general preocupados por el aumento de los precios en el último año y por la persistente desigualdad. Datos oficiales arrojan una inflación anual de 8,6 por ciento, pero estimaciones privadas duplican el número.

El precio de los alimentos está al tope de la agenda de los candidatos, de los consumidores y es titulo principal de los principales medios de comunicación.

Grandes empresarios expresan su temor por una espiral de aumentos de precios y salarios. También están preocupados por la falta de energía para enfrentar este problema.

En otro orden, la inseguridad ciudadana, la corrupción, el atraso en educación y salud públicas, la morosidad de los juicios por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura (1976-1983) y sobre todo la ausencia de garantías de seguridad para los testigos de esos procesos, también son temas que inquietan en la campaña electoral.

Con un discurso contra la impunidad, Kirchner se ganó la simpatía de líderes de las organizaciones defensoras de los humanos más emblemáticas como las asociaciones Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, entre otras. Pero recibe críticas de otras entidades por la lentitud de los juicios y la inseguridad de los testigos.

Si bien se valoran los cambios que introdujo en la selección de magistrados para la Corte Suprema de Justicia, que garantizaron que haya hoy un tribunal prestigioso, organizaciones cívicas recelan por la falta de acceso a la información pública, el arbitrario reparto de publicidad oficial y la pobre relación del gobierno con la prensa.

Las entidades ambientales también creen que el crecimiento económico tiene enormes deudas con los recursos naturales y las comunidades. Hasta último momento procuraron, con éxito dispar, comprometer a los candidatos en una legislación que permita avanzar en un crecimiento más sustentable.

Pero para la mayoría de los votantes, la economía es el principal asunto a atender, sobre todo por el impacto que esto tiene en la vida cotidiana de la mayoría de los 38 millones de argentinos.

"En materia económica y social hay dos desafíos fundamentales", indicó a IPS el economista Alejandro Vanoli, vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores y miembro del Grupo Fénix de economistas de la Universidad de Buenos Aires, que plantea un modelo de desarrollo distinto del neoliberal que imperó en los años 90.

"Hay que consolidar un cambio en la matriz productiva para ir hacia un perfil más diversificado, que permita aumentar el empleo y que no sólo se base en el área agropecuaria o en la explotación de hidrocarburos, que son industrias de capital intensivo", explicó.

"Hoy el crecimiento y el empleo dependen mucho del precio de las materias primas que se negocian en el mercado internacional, y eso tiene que cambiar", alertó.

El segundo reto es propiciar un cambio en la matriz distributiva, señaló. Si bien destaca que con Kirchner hubo recuperación de indicadores sociales, señaló se requiere una reforma impositiva y la profundización del gasto social "en cantidad y calidad" a fin de quebrar esa desigualdad.

En cambio, el economista se resiste a colocar al tope de la agenda otros temas vapuleados por dirigentes que rivalizan con la candidata del oficialismo: el aumento de precios, la falta de energía, o la falta de acuerdo para una renegociación de la deuda externa de 6.000 millones de dólares con el Club de París.



"Es importante tener una inflación controlada, pero me resisto a colocar ese tema en el tope de la agenda", opinó. "Lo principal es mantener el crecimiento económico, y en Argentina, tras el argumento de la inflación, se persigue muchas veces un enfriamiento de la economía y el achicamiento del gasto" público, advirtió.

Respecto de la deuda, Vanoli tampoco consideró que sea un tema prioritario. "Sería bueno un acuerdo con el Club de París siempre que no implique tener que aceptar condicionamientos del FMI (Fondo Monetario Internacional)", explicó el experto.

Y sobre los tenedores de bonos de deuda soberana que no aceptaron entrar al canje propuesto por el gobierno hace tres años, remarcó que el Congreso Nacional legislativo debería debatir si reabre la negociación. En caso afirmativo, hay que hacer una oferta que no supere la que ya hizo el gobierno en la primera tanda.

De todos modos, a su juicio, la resolución de estos temas que heredará el sucesor o sucesora de Kirchner no son un requisito para atraer inversiones. Según su visión, Argentina creció en los últimos años sin recurrir al crédito internacional, sobre la base de políticas autónomas y confió en que seguirá en ese camino.

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