Los recortes en la ayuda humanitaria agravan la situación de los refugiados iraquíes

Suha Philip Ma’ayeh
The National
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
31/05/08

La cola en el centro de distribución de ayuda en Zarqa se extendía por toda la calle; en medio de ella, Narjas Assem espera pacientemente su paquete de comida junto a las docenas de depauperadas familias iraquíes que, al final de cada mes, llegan masivamente a ese centro situado en el noroeste de Jordania.

Después de una larga espera, la Sra. Assem, madre de tres niños, muestra a los voluntarios que trabajan en el centro su tarjeta del ACNUR (siglas en inglés de la Alta Comisión de Naciones Unidas para los Refugiados), en el que se indica su estatuto de refugiada, que le hacen entrega de una caja marrón que contiene un saco de arroz, azúcar, leche, lentejas, latas de atún y otros productos alimentarios básicos.

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También recibe un paquete de productos para la higiene que incluye dos tubos de pasta dental, jabón, detergente y compresas. Y lo más importante, se le entrega una cantidad de dinero en efectivo de 210 $USA (770 dinares).

“ Es un día de alegría para nosotros cuando recibimos los paquetes y el dinero”, dijo la Sra. Assem. “La última vez compré plátanos para mi marido, que estaba en el hospital. Su nivel de potasio es bajo y necesita alimentarse bien”.

Para la Sra. Assem, de 43 años, que tiene un marido diabético y tres niños a los que alimentar, la ayuda del programa del ACNUR es su único medio de supervivencia.

En Zarqa, al igual que en otros lugares, el ACNUR coopera con las ONG locales para proporcionar ayuda a los iraquíes que están en situación de mayor vulnerabilidad por haber tenido que desarraigarse de su patria a causa de la guerra.

La inmensa mayoría de refugiados en Siria y Jordania son dependientes de la ayuda sanitaria, alimentaria y financiera que se les pueda prestar.

El pasado mes, en Jordania, según la agencia de las Naciones Unidas, más de 30.000 refugiados iraquíes recibieron ayuda alimentaria y casi 19.000 atención sanitaria subvencionada, mientras que en Siria, más de 128.000 refugiados iraquíes recibieron ayuda alimentaría y cerca de 40.000 atención sanitaria subvencionada.

Pero todo eso puede cambiar porque el ACNUR, que se enfrenta a una financiación muy precaria, declaró este mes que corren el peligro de tener que cancelar muchos de sus programas de asistencia. En enero, el ACNUR pidió 261 millones de dólares USA para sus operaciones en favor de los 4,7 millones de personas desarraigadas por el conflicto de Iraq, pero tan sólo recibió 134 millones. Se teme que la reducción de los programas de distribución en ambos países hará que se extienda la desnutrición.

“Esta es la única ayuda que conseguimos”, dice la Sra. Assem, que se angustió mucho al oír que la agencia podría reducir su asistencia. “Si nos la quitan, mis niños tendrán anemia. Tendremos que vivir como vagabundos”.

Intissar Edwan, coordinadora de la Alianza Nacional Jordana para la Lucha contra el Hambre y la Promoción de la Seguridad Alimentaria, organización socia del ACNUR en el programa de reparto de ayuda, dijo que su teléfono no paraba de sonar en cuanto se retrasaba la distribución de alimentos, aunque fuera un solo día. “Los iraquíes esperan día a día el paquete de comida”, declaró. “Me llaman para decirme que no les queda nada”.

Sin medios para conseguir ingresos, la Sra. Edwan dijo que las familias iraquíes dependen completamente de la ayuda. “Si la cortamos, no van a poder sobrevivir; la situación será desastrosa”, dijo, añadiendo que el grave aumento sobrevenido en los precios de los alimentos en Jordania, y en muchos más lugares, está exacerbando la situación.

Se estima que hay entre 500.000 y 750.000 iraquíes viviendo en Jordania y que el ACNUR tiene registrados 54.000 iraquíes que buscan asilo desde los primeros años de la década de 1990. La mayoría tienen el visado caducado y en esa situación no se les permite trabajar. Hay muchos refugiados graves problemas financieros y cada vez se les hace más difícil sobrevivir en un país donde la inflación subió un 11% en el primer trimestre del año, la más alta en dos décadas.

El aumento global en los precios de los alimentos no ayuda precisamente. El precio de los productos lácteos y de los huevos subió un 31% en el primer trimestre de este año, y la fruta subió un 23,4%, si se compara con el mismo período del pasado año. El azúcar subió también un 2,7%.

“ Estamos siendo doblemente golpeados, no sólo por el incremento del coste de los alimentos que proporcionamos y de las necesidades básicas para una familia en particular, sino que ahora hay más familias que se acercan a pedir ayuda a causa de los altos niveles del índice del coste de la vida”, declaró este mes al The Jordan Times Imran Riza Riza, representante del ACNUR en Ammán.

Hakima Husseini, una viuda de 29 años y madre de tres niños, vive en un destartalado hotel en el centro de Ammán, donde un amigo le paga los 7 $USA diarios que cuesta la habitación.

Hakima es otra refugiada que depende casi enteramente de lo que le proporciona el ACNUR. “Mis niños sólo tenían pan para cenar anoche y hoy no teníamos nada para desayunar”, dijo la Sra. Husseini, cuyo marido murió asesinado hace cuatro años en Iraq. “Nadie nos ayuda, he intentado contactar con el ACNUR para pedir socorro, pero hasta ahora no he conseguido que me atienda nadie”.

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