Retrospectiva. Espía chino ‘durmió’ en Estados Unidos durante veinte años

Joby Warrick y Carrie Johnson
The Washington Post (03-04-2008) / Traducción: mQh
31-05-2008

La fiscalía llamó a Chi Mak el "agente durmiente perfecto", aunque difícilmente lo parece. Durante dos décadas, el miope ingeniero nacido en China llevó con su mujer una apacible vida en un suburbio de Los Angeles, compró una casa y encontró trabajo fijo con un contratista para la defensa norteamericana, que lo recompensó con ascensos y una posición que le permitía eludir los controles de seguridad. Sus colegas lo recuerdan como un esforzado trabajador que a menudo se llevaba trabajo a casa para procesarlo en la noche.

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Finalmente su trabajo le dio a Mak acceso a planes secretos para la construcción de buques, submarinos y armas de la Armada, los que copió furtivamente y envió por correo a China -cumpliendo una misión que según funcionarios norteamericanos había estado planeando desde los años setenta.

La semana pasada Mak fue sentenciado a 241 y medio años de prisión por un juez federal que describió la extraordinaria sentencia como un aviso a China para que "no envíe agentes aquí a robar secretos militares norteamericanos". Pero puede haber sido demasiado tarde: De acuerdo a funcionarios de la inteligencia norteamericana y del ministerio de Justicia, el caso de Mak representa sólo un pequeño aspecto de una operación de recabamiento de datos de inteligencia que fue iniciada hace largo tiempo y está creciendo en tamaño y sofisticación.

El gobierno chino, en una empresa que un alto funcionario comparó con una "aspiradora intelectual", ha desplegado una variada red de espías profesionales, estudiantes, científicos y otros para recoger sistemáticamente know-how norteamericano, dicen funcionarios aquí. Algunos son adiestrados en modernas técnicas electrónicas para fisgonear transacciones por ordenador inalámbrico. Otros, como Mak, son técnicos expertos que han estado operando durante años, fundiéndose con las comunidades donde viven.

"Chi Mak reconoció que había estado operando en Estados Unidos desde hace más de veinte años, para introducirse en la industria de la defensa y robar sus secretos", dijo Joe Brenner, el director de contraespionaje de la Oficina del Director de la Inteligencia Nacional, en una entrevista. "Delata una profunda paciencia", dijo, y es parte de un programa.

Otros casos recientes ilustran el alcance del problema. Mak, cuya sentencia puso fin a una pesquisa criminal de dieciocho meses, fue el segundo ciudadano norteamericano que debió comparecer ante un juez federal en las últimas dos semanas después de ser encontrado culpable por cargos de espionaje.

El lunes, Gregg W. Bergersen, ex analista del ministerio de Defensa, se declaró culpable en Alexandria de la acusación de que entregó información clasificada sobre ventas de armas norteamericanas a un empresario que compartía esos datos con un funcionario chino.

En marzo, la compañía WaveLab, de Reston, se declaró culpable de violar las leyes de exportación cuando envió a China amplificadores militarmente sensibles, de acuerdo a documentos del tribunal. Un abogado de la compañía dijo que no solicitó los permisos apropiados, pero que no hizo nada "turbio".

Dongfan Chung, un ingeniero de Boeing detenido en febrero por entregar documentos clasificados sobre el transbordador espacial y proyectiles a funcionarios chinos, fue acusado, según documentos judiciales, de actuar por órdenes de Pekín desde 1979 -convirtiéndolo en el segundo agente durmiente.

Ayer, fiscales federales en Chicago acusaron a un ingeniero de software por robar secretos comerciales y tratar de apropiarse de más de mil documentos de papel y en formatos electrónicos de una compañía de telecomunicaciones en un viaje de ida a China el año pasado.

Los casos se encuentran entre las -al menos- doce investigaciones sobre espionaje chino que han resultado en cargos criminales o en declaraciones de culpabilidad el año pasado. Desde 2000, funcionarios del Servicio de Inmigración y Aduanas han iniciado más de 540 pesquisas sobre exportaciones ilegales de tecnología a China.
Hace poco el FBI aumentó sus operaciones de contraespionaje contra actividades chinas en Estados Unidos después de que el director, Robert S. Mueller III, mencionara "una seria preocupación" por los agresivos intentos de utilizar a estudiantes, científicos y "firmas ficticias" para adquirir secretos militares.

Juicios recientes indican que agentes chinos han infiltrado sensibles proyectos militares sobre misiles nucleares, tecnología de propulsión de submarinos, visión infrarroja y adiestramiento de pilotos de guerra -todos los cuales podrían ayudar a China a modernizar sus programas mientras desarrolla tecnologías contra los avanzados sistemas balísticos utilizados por Estados Unidos y sus aliados.

"Los servicios de inteligencia de la República Popular China representan una importante amenaza tanto a la seguridad nacional como para críticos recursos nacionales norteamericanos", dijo William Carter, portavoz del FBI. "La República Popular China seguirá siendo una amenaza durante largo tiempo, mientras trata de desarrollar su capacidad militar y su economía para competir en la economía mundial de hoy".

Aunque la tecnología militar parece ser el principal objetivo, los intentos chinos también se dirigen hacia las tecnologías comerciales e industriales, que a menudo no son bien protegidas, dijeron varios funcionarios. "El espionaje era un problema para el FBI, la CIA y las fuerzas armadas, pero ahora es un problema para las compañías", dijo Brenner. "Ya no es una cosa de capa y espada. Se trata de la arquitectura informática y de la solidez de los sistemas electrónicos".

Nuestras llamadas a la embajada china en Washington para pedir sus comentarios sobre los recientes casos de espionaje no fueron contestadas. Pero funcionarios chinos han negado repetidas veces que su país esté robando tecnología militar. "Hemos reiterado muchas veces que las acusaciones de que China robó secretos militares norteamericanos carecen de fundamento y obedecen a otros motivos", dijo en una reciente rueda de prensa en Pekín el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Qin Gang, comentando el caso de Mak.

Pero funcionarios de la inteligencia y defensa norteamericanos dicen que China ha utilizado tecnología de origen estadounidense en una nueva generación de destructores navales avanzados y en submarinos silenciosos.

Algunos de esos secretos pueden haber sido obtenidos con la ayuda de Mak, un ingeniero electrónico de 67 años que se naturalizó norteamericano en 1985, con su esposa, Rebecca Chiu Mak. Los dos se asentaron en California del Sur, donde Mak finalmente aceptó una posición en Power Paragon, un contratista de defensa especializado en tecnología de propulsión naval avanzada. En 1996, Mak obtuvo una autorización de seguridad que le permitía acceso a información "secreta", por lo que pudo conocer sensibles detalles de ingeniería de buques y submarinos norteamericanos.

En 2003, Mak fue objeto de una intensa pesquisa federal que incluyó interceptaciones autorizadas por la corte, allanamientos secretos y la instalación clandestina de una cámara de video en el interior de su casa. Con esa vigilancia, los agentes del FBI descubrieron que Mak estaba copiando miles de páginas de documentos técnicos en discos de ordenadores, que enviaba a China utilizando como correos a sus cuñados.

De acuerdo a documentos judiciales, los Mak cifraron los discos para evitar ser detectados y utilizaron palabras en código para fijar un lugar donde dejar los discos para que fueran recogidos por un operativo de la inteligencia china. En una conversación telefónica, el hermano, Tai Wang Mak, reveló que viajaría con su esposa y una tercera persona a la que describió como su "asistente" -una referencia, dice la fiscalía, a los discos ocultos en su equipaje.

El plan fue desbaratado el 28 de octubre de 2005. Los agentes arrestaron a Tai Wang Mak cuando se preparaba a abordar un avión en el Aeropuerto Internacional de Los Angeles. Chi Mak y su esposa fueron arrestados en su casa ese mismo día.

Un elemento clave en la evidencia fue una lista de tareas de lo que son aparentemente blancos de inteligencia, escrita en chino. La nota, que había sido picada, fue retirada del tacho de basura de Chi Mak y recompuesta meticulosamente para revelar lo que la fiscalía dice que son instrucciones de Pekín sobre los tipos de tecnología que Mak debía tratar de conseguir.

Mak, que declaró en su defensa en el juicio que duró seis semanas, negó ser un espía y dijo que la información que copiaba estaba disponible en fuentes no clasificadas en internet. Testigos de la defensa dijeron que la mayoría, si no todos, los documentos obtenidos por Mak no eran clasificados, aunque su transmisión a China la prohibían las leyes de exportación estadounidenses. El abogado de Mak, Ronald O. Kaye, dijo que su cliente era un chivo expiatorio de otros fracasos de la inteligencia norteamericana y un "símbolo de la guerra fría del gobierno contra los chinos".

En otro caso reciente, el ex científico de Northrop Grumman, Noshir Gowadia, que ayudó a construir el bombardero B-2, fue acusado en el otoño pasado de compartir datos sobre misiles de crucero con el gobierno chino durante una media docena de viajes a China. Deberá comparecer en octubre.

Un abogado de la defensa de Gowadia no devolvió nuestras llamadas, pero la familia de Gowadia en Hawai dijo a periodistas locales que las acusaciones son un malentendido.
Robert Clifton Burns, un abogado de Washington que se especializa en casos de exportación, dijo que la adquisición china de tecnología estadounidense sofisticada "está saliendo rápidamente de debajo del radar" a medida que las autoridades reprimen esos envíos hacia potencias extranjeras. Pero Burns, que estudia cuidadosamente los juicios en la zona, dijo que a veces el gobierno exagera los riesgos de la exportación de artículos estadounidenses.

"La gente que viola las leyes de exportación debería ser encarcelada, sin ninguna duda", dijo Burns. Pero agregó que también hay personas que "sería mejor que pagaran una pequeña multa".

Julie Tate contribuyó a este reportaje.

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