El espionaje de Washington vía Bogotá
Hernando Calvo Ospina
Rebelión
02/11/09
El Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, es un organismo de investigación y espionaje político que depende directamente del presidente de Colombia. Si en años anteriores estuvo involucrado en magnicidios, torturas y otros delitos, nunca había llegado a los niveles actuales: narcotráfico a gran escala, coordinación con paramilitares para el asesinato de cientos de personas y complot para desestabilizar a gobiernos vecinos. Todo ello confesado por altos ex funcionarios ante autoridades colombianas y estadounidenses.
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El ministro del Poder Popular para las Relaciones Interiores y Justicia de Venezuela, Tarek El Aissami, acaba de denunciar lo que ya se sabía: el DAS actua en Venezuela y Ecuador contra los gobiernos de estas naciones hermanas. Los complots se denominan Falcon y Salomon, respectivamente, según documentos hallados a dos agentes del DAS capturados hace pocos días en Venezuela. Estrategias de Washington que Bogotá ha asumido con dedicación.
Lo nuevo es que también existe el plan Fénix dirigido contra la revolución cubana.
Pero, ¿será nuevo? Desde 1999 el ex coronel Julio Londoño Paredes es el embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Colombia en La Habana. Londoño es el diplomático colombiano con más experiencia, al haber ingresado al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1969, llegando a ser canciller en 1986 y durante cuatro años. También fue jefe de la delegación ante la ONU, en Nueva York.
¿Qué tanta importancia tiene Cuba para que Colombia enviara a tan relevante diplomático?
Por la gran actividad de solidaridad, cultural y política desarrollada, Cuba es meta de muchos progresistas y miembros de la izquierda latinoamericana y mundial. Algo muy importante a espiar para Washington. ¿Y quién más apropiado que el gran aliado colombiano?
Justo en 1999 se inaugura la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba. Entre miles de latinos llegan cientos de colombianos, becados por el gobierno revolucionario. Poco a poco se supo que muchos de ellos eran hijos de padres vinculados con el narcoparamilitarismo. Tras la fachada de actividades culturales, la embajada empezó a organizarlos para que vigilaran a otros estudiantes, cuyos padres militan en organizaciones de oposición, sindicales o campesinas.
No solo eso. Quizás... desde el momento en que son ubicados en las diferentes ciudades, sirven, tal vez sin que todos lo sepan, a una red que escudriña a la sociedad cubana. Y esta es una de las estrategias de Washington.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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