John F. Kennedy, Petróleo, y la Guerra contra el Terrorismo

Laura Knight-Jadczyk
Sott.net
20/11/06
Traducción: El Averiguador


El 20 de noviembre de 1963, entre las 11:30 y 11:40 a.m., el presidente John F. Kennedy se reunió con Lena Horne, Carol Lawrence, el Director del DNC John M. Bailey, y otros.

Comentario: Décima entrega de una serie de artículos escritos en el año 2006 conmemorando el 43 aniversario del asesinato de JFK.

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El rápido deterioro de la economía global y las distracciones generadas por el circo de las elecciones, ha retirado de las primeras planas a esos sucios extremistas islámicos que ‘nos odian por nuestras libertades’.

Ahora los medios han estado ocupados recordándonos que la falsa ‘guerra contra el terrorismo’ sigue adelante. Ahora Barack Obama es objeto de los insultos del departamento creativo de las Agencias de Inteligencia:

El segundo en la cadena de comando de la red militante islámica al-Qaeda, ha pedido a los musulmanes que hieran a la América
“criminal”. En un mensaje, supuestamente de Ayman al-Zawahiri, el adjunto de al-Qaeda acusó al presidente electo Barack Obama de traicionar sus raíces musulmanas.

Lo comparó a un “esclavo” – que había elegido alinearse con los ‘enemigos’ del Islam. El Sr. Obama ha dicho que aplastar a al-Qaeda “de una vez por todas” será una gran prioridad durante su administración. El domingo, dijo que capturar o asesinar a Osama Bin Laden era “crítico” para la seguridad de EEUU.

También prometió reforzar la presencia estadounidense en Afganistán – una política que podría fallar, según dijo el adjunto de al-Qaeda. EEUU comentó que el mensaje no envió señal alguna de un aumento de la amenaza contra EEUU.

Según hemos comentado respecto a esta última pieza de propaganda, sí, Obama ha demostrado su lealtad a Israel en más de una manera. Se deduce que si ciertos partidos intentan dañar al presidente Obama, y en consecuencia desestabilizar a EEUU, entonces el trabajo de campo esta al menos mínimamente establecido. Desafortunadamente, la creatividad de aquellos que diseñan el trabajo de campo, habitualmente, está ausente.

Durante el encuentro del G20, los mismos servicios de inteligencia indicaron recientemente quienes son los verdaderos enemigos del estado:

Las autoridades dijeron que estaban más preocupados por los
manifestantes enfurecidos, como por ejemplo, trabajadores que perdieron sus trabajos debido a la crisis financiera, que de los terroristas.

La mejor opción de Barack Obama para conducir el Departamento de Seguridad Nacional es la gobernadora de Arizona, Janet Napolitano. Positivamente, como gobernadora, firmó un proyecto que prohibió la implementación del REAL ID en Arizona:

“Todos piensan que el REAL ID es para protegernos contra el terrorismo”, dijo el co-sponsor Senador Karen Johnson (R-18). “Pero realmente representa una vaca de dinero para las compañías de tecnología, así como también del nacimiento de la tarjeta Nacional de Identificación, con toda la información biométrica que la tecnología puede soportar, reconocimiento del rostro, huellas dactilares, etc.”.

Quizás esta designación significa un acercamiento más realista respecto a la política nacional. Sin embargo, la política exterior americana, se está delineando para verse asombrosamente similar: La ‘Guerra contra el terrorismo’ de Bush permitió la invasión de Irak, Afganistán y el saqueo de valiosos recursos petrolíferos. Obama está a favor de movilizar las tropas de combate norteamericanas fuera de Irak hacia Afganistán (para proteger tuberías de petróleo y el lucrativo comercio de la droga).

John F. Kennedy, petróleo, y la guerra contra el terrorismo

Luego ese mismo día, realizó una declaración en la Conferencia Extraordinaria Administrativa Radiofónica para Ubicar Bandas de Frecuencia con propósitos de Comunicación de Espacio Radial, en Ginebra, Suiza desde el 7 de octubre al 8 de noviembre de 1963. Invitó a otros países a participar para establecer un sistema de comunicación satelital global. Habló de “un sistema mundial
pacífico.

Seguido a eso, John Kennedy envió al Congreso el informe anual N°17 sobre la participación de EEUU en las Naciones Unidas, y luego firmó el proyecto de ley (HR2073) para permitir la entrega de tierras sumergidas a Guam, las Islas Vírgenes, y a Samoa Americana, de ser necesarias para el desarrollo económico o por otra razón. Los archivos de la biblioteca presidencial John F. Kennedy.

Al final del día, le quedaban solo 48hs de vida...

Hoy, 43 años después, un miembro de nuestro foro publicó un enlace a un artículo de The Guardian:

La guerra contra el terrorismo ‘puede durar 30 años’

Existen “todas las probabilidades” para que la Guerra contra el Terrorismo dure 30 años o más, declaró un comité de expertos en seguridad.

El informe del Oxford Research Group indicó que los recientes cambios políticos en EEUU harían “muy poca diferencia” en los conflictos en Irak y Afganistán.

En las elecciones del período legislativo de EEUU, los Demócratas le arrebataron el control de la cámara del Congreso a los Republicanos. El informe señaló que EEUU ahora se enfrenta a un dilema. Si se retira de Irak, grupos del Jihad podrían operar “sin restricciones” en esta “importante región petrolífera”.

Pero si deciden quedarse, los soldados americanos podrían convertirse en un “imán” para grupos radicales, transformando a Irak en un campo de entrenamiento para nuevas generaciones de paramilitares.

Escrito por el profesor Paul Rogers, consultor en seguridad de la ORG y profesor de Estudios de la Paz de la Universidad de Bradford, el informe analizó los eventos en Irak y Medio Oriente del año pasado, observando de qué manera la guerra contra el terrorismo se había transformado en lo que ha sido denominado como la “Extensa Guerra” por la administración de Bush. [...]

Lo que se necesitaba era una reevaluación completa de las políticas actuales, señala el informe. Sin embargo, el Prof. Rogers dijo que era improbable que sucediera, ya que aunque los Demócratas ahora controlan ambas cámaras, virtualmente no había un compromiso para retirarse de Irak.

En lugar de ello, el informe del Prof. Rogers descubrió que había varios movimientos para modificar la política, como por ejemplo retirarse de las ciudades y mantener una presencia en unas pocas bases, es decir, ningún cambio sustancial.

Comentando acerca de los cambios necesarios, el Prof. Rogers dijo: “La mayoría de la gente cree que las elecciones recientes marcan el comienzo del final de la era de Bush, pero que eso no se aplica a la guerra contra el terrorismo. En realidad, no habrá cambios hasta que EEUU no se enfrente a la necesidad de una reevaluación de sus políticas. Hasta el momento, incluso con los resultados de las elecciones, no existe una verdadera señal de esto”.
En resumen, lo que escribí hace algunos días en mi artículo, Revisión de la realidad luego de las elecciones, parece dar en el blanco: “Conozcan al nuevo jefe, igual que el anterior”.

Pero no tenía que ser de esta manera. El lector probablemente piense, habiendo leído esta serie de artículos sobre John Kennedy y sus planes para llevar el barco del Estado Norteamericano hacia aguas más calmas, “Oh, ¡que mundo tan diferente sería si John F. Kennedy hubiese sobrevivido y hubiese terminado su trabajo!”.

Y es verdad. Porque la misma cabala que fue responsable de su muerte, es la cabala que maneja el planeta hoy en día a través del gobierno títere de EEUU, y con sus tentáculos establecidos casi en todos los gobiernos del planeta. Estamos, efectivamente, enfrentandonos a 30 años de guerra sin fin de la cual pocos de nosotros emergerán con vida. Estamos viviendo en un planeta con un estado policial virtual, con terror en cada esquina, un terror que no es consecuencia del odio musulmán derivado de nuestras ‘libertades’ – que buen chiste – sino debido a todas las maquinaciones y manipulaciones de la gente malvada en puestos elevados, cuya codicia por dinero y poder no conoce límites.

Y eso es lo que la élite adinerada quería: Guerra y más guerra para hacer dinero y más dinero. Y sus controladores – aquellos que mueven los hilos detrás de escenas solo querían poder y más poder y utilizaron la codicia de los Titanes Ejecutivos, la Mafia y el Imperio Petrolero para alcanzar sus fines. Pero, pronto llegaremos a eso.

Parece ser cierto que si la vida de JFK no hubiese sido tomada brutalmente hace 43 años, no existirían los denominados terroristas (sean de variedad islámica o elitista), ni habría una guerra contra el terrorismo. Es una tragedia que no veamos otro JFK en el horizonte, con el cerebro e inteligencia para sacar nuestros traseros del fuego.

En nuestros días, casi todos saben que se trata del petróleo. Pero lo que mucha gente no sabe es cómo comenzó todo. Entonces, el extracto de Farewell America de hoy nos llevará de regreso al comienzo de la Cuestión del Petróleo.

Petroleros

“La Rosa de la Belleza Americana solo puede perdurar a ese grado de esplendor y fragancia que nos gusta, sacrificando los otros brotes que crecen a su alrededor. En el mundo de los negocios, la misma operación es el resultado, no de una tendencia poco saludable, sino simplemente de la ley de la naturaleza y de Dios”. John D. Rockefeller, Jr.

El petróleo es la sangre de la civilización moderna. Provee combustible para nuestros aviones, barcos, camiones y nuestros 180 millones de automóviles, y es la fuente de unos 300.000 productos petroquímicos. El petróleo representa más de la mitad del volumen de carga marítima, y alimenta a más del 60% de la energía del mundo. Hoy en día es la industria número uno del mundo.

El presupuesto de la industria del petróleo es más grande que el presupuesto del gobierno de EEUU. Las ganancias de la empresa más grande de petróleo, Standard Oil de Nueva Jersey, son mayores que las ganancias del gobierno de Canadá. Directa o indirectamente, a través de la producción nacional Americana (1) así como también de grupos internacionales, la industria del petróleo americana controla el 80% del mercado mundial. (2)

A través de su dominio internacional y el crecimiento
sostenido del mercado del petróleo en los últimos cincuenta años, las grandes empresas han crecido mucho más. (3) Sin embargo, sus intereses no siempre coinciden con los de los continentes y los pueblos que controlan. Europa, que consume el 25% del petróleo producido en el mundo, representa solo el 0.7% de las reservas mundiales y solo el 1.4% de la producción mundial. En la próxima década y probablemente hasta fines del siglo, el mayor problema de la Europa Occidental será de qué manera obtener petróleo. (4)

El petróleo ya no es un bien exclusivo del capitalismo. El Consorcio Internacional (principalmente americano) que domina el mercado mundial, luego de intentar sin éxito obtener el control de los recursos rusos, luego de la primera guerra mundial, los vio pasar bajo control soviético. En 1962, La Unión Soviética (con una producción anual de 1300 millones de barriles) tenía poco excedente para exportar, pero desde entonces la situación ha cambiado. La producción soviética en 1968 se estima en más de 2100 millones de barriles. Simultáneamente con su transformación ideológica y política, la USSR está convirtiendo su industria del carbón (incluyendo su industria de las armas) en una industria consumidora de petróleo. En pocos años más tendrá la misma proporción de consumidores de industria pesada que los países de Europa Occidental. Su deseo de expansión comercial internacional y su necesidad por la moneda extranjera, han llevado a la Unión Soviética a abandonar su política petrolera socialista. Las consecuencias de estos cambios son:
- un aumento en la producción con el objetivo de exportar más petróleo;

- la creación de una red de distribución que, debido a que la USSR posee relativamente pocas cisternas, es mayormente dependiente de la tubería de COMECOM que llega hasta el corazón de Europa Occidental; (5)

- el ajuste, con ciertas excepciones (trueques como los practicados con Italia, o acuerdos basados en consideraciones políticas, como con Cuba) de los precios soviéticos para alinearse junto a los precios del Consorcio.
En el presente, la USSR se está abriendo camino en el mundo del mercado del petróleo. Esto ha llevado a un cambio en su política respecto al Medio Oriente gracias a una serie de fallas constructivas en el área. Los neo-soviéticos han llegado a comprender las reglas de la industria del petróleo, y su influencia en el Medio Oriente está en aumento. Para 1980, se esperaba que la producción de petróleo soviético excediera los 3500 millones de barriles. A través de la red de tuberías, proveerá un mayor porcentaje de consumo europeo occidental. Pero antes de eso, el conflicto de intereses entre la Unión Soviética y el Consorcio Internacional será resuelto o llegará a un punto crítico. En el último caso, habrá una guerra económica; en el primero, EEUU y la Unión Soviética dejarán de lado los principios revolucionarios para repartirse el mercado de petróleo mundial entre ellos.

Si la expansión soviética continúa a su ritmo actual, el mercado del petróleo en los 1980’s será dominado por un cartel comunista-capitalista que arrasará a Europa Occidental mientras que continuará haciendo malabarismos con Medio Oriente. Ya que debajo de las arenas del Gofo Pérsico están las reservas de petróleo más importantes del mundo, $300 mil millones (en términos de precios actuales), de los cuales el Consorcio espera ganar $75 mil millones a su cuota habitual de comisión.

Cerca de un cuarto del precio del petróleo refinado llega a las compañías del Consorcio con claras ganancias. En el Medio Oriente, otro cuarto va hacia los países que son dueños de las concesiones. La mitad restante no solo cubre el costo de producción, transporte y refinamiento, sino que provee ganancias comparables con aquellas obtenidas en otras industrias.

El petróleo como industria es una clase particular. Ninguna otra actividad económica ofrece semejantes ganancias, con el perjuicio de sus consumidores y de los países productores. En el Medio Oriente, el pueblo no gana nada por las riquezas extraídas de su suelo. Las regalías pagadas por el Consorcio van a los gobernantes y sus parientes, las clases dirigentes, elevados funcionarios del gobierno, y unos pocos ejecutivos locales. En apoyo de los emiratos del golfo Pérsico y protegiendo sus gobernantes, Inglaterra, ahora reemplazada por EEUU, ha contribuido a la preservación de estructuras sociales arcaicas y allanando el camino para la revolución. (6)

En 1968, las inversiones extranjeras de compañías petroleras americanas totalizaban $30 mil millones (casi 40% de todas las inversiones norteamericanas en el exterior). (7) Los gigantes de la industria del petróleo no solo controlan el mercado mundial, sino también a los gobiernos y la política exterior y militar. En EEUU, los Republicanos y una porción del Partido Demócrata obtienen gran parte de su financiamiento de parte de la industria del petróleo. El Departamento de Estado y la Casa Blanca y una gran parte de la prensa brindan un apoyo
sistemático a la industria. Incluso a los universitarios graduados en busca de trabajos se les advierte del peligro de oponerse a la misma. (8)

En 1966 cuatro compañías petroleras fueron clasificadas entre las diez corporaciones más grandes de América: Standard Oil de New Jersey, en tercer lugar (detrás de General Motors y Ford), Socony Mobil, cuarta, Texaco, séptima, y Gulf Oil, décima. Pero esta lista es cuestionable. Omite tomar en cuenta el factor más importante de la economía, las ganancias.

Aunque el personal en conjunto de estas cuatro compañías petroleras sumaban solo 346.846 (388,016 personas son empleadas de General Motors), sus ganancias netas, $2.661.684.000, excedían a las de la industria automotriz en su totalidad ($2.603.638.000) – en otras palabras, las ganancias combinadas de General Motors, Ford, y Chrysler, que juntas emplean cuatro veces más personas. Pero General Motors, Chrysler, y Ford, junto con American Motors agobiada por el déficit, engloban casi la totalidad de la industria automotriz americana. El decimocuarto, decimoquinto y decimosexto lugar en la lista de los mejores 500 son para Shell Oil, Standard Oil de Indiana, y Standard Oil de California, cuyas ganancias combinadas exceden los $1000 millones, y más abajo en la lista hay 15 otras compañías petroleras cuyas ganancias suman otros mil millones a las ganancias de la industria. Puede decirse que las ganancias conjuntas de la industria petrolera norteamericana son mayores que la facturación anual de General Motors. (9)

Standard Oil de Nueva Jersey es un símbolo de la industria del petróleo. También es su líder moral. De primera impresión, solo parece una compañía más. En teoría, es lo que queda del imperio creado por John D. Rockefeller, que quebró gracias a la ley antimonopólica en 1911. (10) Pero medio siglo después, Jersey Standard, que teóricamente no produce ni refina, ni transporta ni vende petróleo, controla un quinto del mercado mundial. Es dueña de la flota privada de cisternas más grande del mundo (126 barcos con un total de 5.096.000 toneladas), ubicada en la posición 12 en 1967 en una lista de flotas, junto a las flotas nacionales de Panamá, Suecia, Dinamarca y España. Posee un departamento de seguridad ocho veces más grande que el departamento de seguridad de General Electric, empleando a unos 30 agentes especiales graduados de la CIA o del FBI. Sus 14 ejecutivos más importantes controlan más de 300 empresas subsidiarias, un tercio de las cuales están ubicadas entre las más grandes corporaciones del mundo. (11)

La historia de Standard Oil es la historia de la industria del petróleo, que nació hace poco más de medio siglo en Titusville, Pensilvania en 1859. (12) Sin embargo, el petróleo, siempre ha existido. En tiempos antiguos fue utilizado para antorchas permanentes, pero nadie pensó alguna vez en comercializarlo. Hasta el siglo 19, el comercio se basaba en granos, y allí se gestaban las fortunas de las personas y donde se ganaba el poder.

Standard Oil fue fundada en 1860, y durante casi medio siglo la industria del petróleo y la vida de John D. Rockefeller fueron una. Durante 51 años, Standard eliminó a sus competidores mediante todos los medios a disposición, corrompiendo funcionarios públicos y violando o evitando las leyes, hasta que fue disuelta en 1911.

Alrededor de 1890, su monopolio comenzó a hundirse. El grupo Ruso-Sueco Nobel inauguró sus operaciones en el Cáucaso, y entre 1891 y 1901 la producción rusa superaba a la de EEUU. Los ingleses Rothschilds, tomando en cuenta las futuras posibilidades del petróleo, en particular con respecto al transporte moderno, ayudó a la Royal Dutch Company a escapar del control de Standard y conquistar algunos de los mercados de Rockefeller en el Lejano Este. (13) En 1907, Royal Dutch se fusionó con la Shell Transport and Trade Company, que hasta entonces se especializaba en madreperla.

Con el apoyo de la Oficina de Exteriores y los privilegios con los que contaba en las colonias británicas y holandesas en el exterior, la compañía Anglo-Holandesa, liderada por Henry Deterding, se expandió rápidamente. Contrariamente a Standard, que había establecido sus políticas comerciales luego de los principios aislacionistas de Theodore Roosevelt y Taft y solo buscaba mercados en el exterior, Royal Dutch Shell condujo exploraciones y extendió sus operaciones a través del mundo. (14) En 1912, comenzó a operar en EEUU y pronto controlaba la mitad de la producción americana. También logró abrirse camino en México, donde compró el grupo Pearson en Potrero del Llano, con una producción de 91 millones de barriles. Para el año 1921, la producción mexicana era igual al 40% de la producción de EEUU, pero las empresas extranjeras (inglesas y americanas) sacrificaron todo y devastaron las reservas mexicanas. Se perdió la presión de gas y el pozo de Golden Way en las cercanías de Tampico fue invadido por agua de sal. Para 1930, la producción mexicana se había quedado muy atrás, y rápidamente fue eclipsada por su vecino del sur, Venezuela. En 1963, la producción mexicana igualaba solo en un 4% de la producción americana y un 20% de la iraní.

En el Medio Oriente, donde las reservas de petróleo eran al menos 100 veces más grandes que las de EEUU, un aventurero británico, William Knox d'Arcy , obtuvo una concesión por parte del Shah de Persia en 1901 abarcando cinco sextos de sus tierras. En 1908, se fundó la Anglo-Persian Oil Company (llamada luego Anglo-Iranian Oil Company, y más tarde British Petroleum, o BP). La Marina Británica justo había cambiado a barcos que quemaban petróleo, y Winston Churchill, Primer Lord del Almirantazgo, persuadió al gobierno de Su Majestad para adquirir una participación mayoritaria en la nueva compañía. (15) En ese mismo momento, América y Europa descubrieron el automóvil. En 1908, Henry Ford comenzó a producir su famoso Modelo T. La carrera había comenzado. En 1911, había 619.000 automóviles. Para 1914, había 2 millones, y para 1924, había 18 millones, 16 millones de ellos en EEUU. Ese año, solo EEUU consumió más petróleo que lo que Europa consumió en 1960.

La guerra reveló la importancia estratégica del petróleo. No solo contribuyó a la victoria aliada, sino que se volvió parte de las apuestas del juego. Wilhelm II deseaba destruir el dominio británico del petróleo y darle a Alemania una participación del petróleo mesopotámico. Construyó el tren Berlín-Basora (vía Constantinopla y Bagdad) para competir con la ruta de las indias. Una vez que Alemania fue derrotada, los británicos y franceses dividieron el petróleo del desaparecido imperio turco. (16) En 1920, Royal Dutch Shell abarcó todo el globo. Tenía subsidiarias en EEUU, México, Venezuela, Trinidad, Guayanas Holandesas, Ceilán, Rumania, Egipto, la Península de Malay, China del Sur y Norte, Siam, Filipinas, y Burma. En asociación con otras compañías británicas adquirió concesiones en Colombia y América Central, e intentaba establecerse en el canal de Panamá. Pronto extendería sus actividades a Honduras, Nicaragua, y Costa Rica. También adquirió los bienes de los Rothschild en Rusia por mucho menos de lo que valían. El banquero Sir Edward Mackay declaró que “…todos los
pozos petroleros conocidos, probables o posibles fuera del territorio de EEUU eran propiedad británica, estaban bajo dirección o control británico, o financiados por capital británico”, y agrego que “el mundo estaba sólidamente protegido contra un ataque de intereses americanos”. (17)

Jersey Standard se dio cuenta que la política aislacionista de Woodrow Wilson y del pacifismo representaba una amenaza a su futuro. A. C. Bedford, Presidente de Jersey Standard, declaró, “Lo que necesitamos es una política exterior
agresiva”, y la Comisión Comercial Interestatal recomendó que EEUU brindaría apoyo diplomático para la adquisición y explotación de propiedades petroleras en el exterior, por empresas americanas. El Departamento de Estado despachó una serie de notas diplomáticas, el tono de las cuales creció más y más violentamente, demandando que le dieran a EEUU una participación en los bienes turcos y alemanes.

En 1922, comenzaron las charlas entre Bedford y Sir Charles Greenway, Presidente de Anglo-Iranian. Gulf, mientras tanto, había obtenido una concesión en la isla de Bahrein (que luego cedió a Standard de California) que los geólogos británicos, de alguna manera, habían pasado por alto. Al mismo tiempo, Socony Mobil (que cuando Standard Oil fue disuelta en 1911 había heredado la mayor parte de los intereses asiáticos) y Shell se involucraron en una batalla a muerte en la India. Su guerra de precios llevó a una caída en todo el mundo. En 1928 Sir Henry Deterding (fundador y promotor de Royal Dutch Shell) invitó a Sir John Cadman de Anglo-Iranian y a Walter C. Teagle, nuevo presidente de Jersey Standard, a su casa en Escocia. Como conclusión de lo que se conoció como la Conferencia Achnacarry, se convino que la descarada competición había dado como resultado una sobreproducción excesiva. Los Tres Grandes decidieron:
1. Mantener el status quo de 1928 (en otras palabras sus respectivas posiciones) en el mercado mundial;

2. Contrarrestar la sobreproducción y los desechos de nuevas instalaciones no-competitivas;

3. Arreglar precios de producción de manera uniforme;

4. Proveer a mercados desde su fuente más cercana, a través de una serie de acuerdos recíprocos entre empresas;

5. Evitar generar en exceso de la demanda.
Las compañías que firmaron explicaron que esas medidas fueron diseñadas para proteger a los consumidores de subidas de precios, resultantes de una multiplicidad de operaciones separadas. De hecho, delinearon los fundamentos para un arreglo en el que los miembros del cártel internacional cooperarían en la explotación más rentable de las reservas mundiales. Dieron por finalizada la guerra entre Shell y Socony haciendo posible el arreglo de los precios en la India, y previniendo una nueva guerra de precios en México. Se trazó una línea de demarcación entre las zonas de influencia británicas y americanas. Era nada menos que un monopolio.

La legislación antimonopólica americana no era un problema. Fue estipulado expresamente que el Acuerdo de Achnaccary no se aplicara dentro de EEUU. Pero en 1929, 17 empresas se unieron a la Asociación de Exportadores de Petróleo, que estableció cuotas y precios alineados con los costos más altos en el país, aquellos que prevalecían en Texas y el Golfo de México. Los británicos no objetaban este arreglo, ya que les permitía obtener grandes ganancias sobre su crudo de bajo costo proveniente de Irán e Irak. Para las empresas americanas, que ya obtenían buenas ganancias de la producción nacional, intensificaron sus exploraciones en el exterior, que les daría mayores ganancias.

El acuerdo “Línea Roja” finalizó en 1929 concretando el ingreso de EEUU en el Medio Oriente. Los bienes de Turkish Petroleum fueron nuevamente divididos, esta vez entre cuatro socios que se unieron para conformar la Iraq Petroleum Company: Anglo-Iraní (todavía controlada por el gobierno británico), Royal Dutch Shell, la Compagnie Francaise des Petroles, y Standard Oil de New Jersey (en asociación con Socony Mobil). Cada una obtuvo un 23.75% de participación en el negocio. (18) El acuerdo Línea Roja estipuló que los cuatro socios mantuvieran los mismos porcentajes en todos los países que encerraba una línea roja en el mapa. La Línea Roja delimitaba todo el Medio Oriente.

Al momento de la fundación de la Iraq Petroleum Company, Irak era el único país productor de petróleo en la región. Pero Standard de California descubrió petróleo en el borde del mar en la concesión que había adquirido por parte de Gulf en Bahrein. Debido a que no poseía red de distribución en Oriente, firmó un acuerdo con Texas Company (convirtiéndose en Caltex en 1936). Standard de California también comenzó a operar en Arabia Saudita, en el territorio de El Hasa que el Rey Saudí había arrebatado a los príncipes beduinos. Con Texaco conformó la Arabian American Oil Company (Aramco).

Caltex y Aramco
demostraron rápidamente a Standard y Socony que las reservas de sus concesiones superaban por mucho a las de Irak. Las últimas dos empresas lamentaron haber firmado un acuerdo de participación en sus futuros descubrimientos con los franceses y británicos. Pero la solidaridad americana y el poder de Jersey pronto superaron ese obstáculo. Jersey Standard, Caltex y Socony se unieron a Aramco, excluyendo a Royal Dutch Shell, Anglo-Iranian y la Compagnie Francaise des petroles. Inglaterra ya controlaba suficientes recursos en Irán, Venezuela, la Península de Malay, y Burma. Francia era tradicionalmente un país no-comercial, y no tenía una política petrolera. Al igual que Gulbenkian, le brindaron inmunidad.

La Iraq Petroleum Company se vio enfrentada al difícil problema de los impuestos a los ingresos. Con el objetivo de beneficiarse al máximo de las provisiones impositivas americanas y británicas, que favorecían a las actividades de sus empresas en el exterior, se decidió que toda ganancia no iría a la IPC, sino que en su lugar aparecerían en los balances de las empresas constituyentes. Obviamente, esto iba en contra del gobierno de Irak. IPC vendió petróleo a consumidores iraquíes con los precios habituales de Texas, y la empresa no estaba dispuesta (o quizás incapacitada) de calcular su verdadero costo neto, que hubiera llamado la atención del gobierno iraquí por sus excesivas ganancias. (19)

Al momento de la segunda guerra, el mundo había sido dividido entre los Siete Grandes (Jersey Standard, Royal Dutch Shell, Socony, Texaco, Gulf Oil, Standard de California, y BP). La guerra causó algunas molestias menores, y había preocupación a medida que los alemanes se acercaban al Cáucaso y Egipto, pero el comercio del petróleo estaba desarrollándose. (20)

Sin embargo, los requisitos de la guerra llevaron a los aliados a imponer cuotas sobre las mercancías en todo el mundo, e incluso se controló la distribución de petróleo. Los expertos en el Consejo de Producción de Guerra demandaron que a Naciones Unidas les dieran el poder de administrar las reservas mundiales de mercancías, y en Inglaterra el Partido Laborista propuso un plan similar. En 1945 en la Conferencia de Washington, Sir Anthony Eden y el Secretario de Estado Cordell Hull legalizaron y completaron el antiguo Acuerdo Achnacarry que dividió las reservas mundiales de petróleo entre Inglaterra y EEUU. Altamente disgustada, ese mismo año la Unión Soviética firmó el Acuerdo de Moscú con Francia.

En 1947 la Alianza Cooperativa Internacional propuso que la industria del petróleo en Medio Oriente fuera nacionalizada para eliminar la creciente rivalidad entre Rusia y Occidente, elevar el estándar de vida de los árabes, y bajar el precio del petróleo para el consumidor. Propuso que la ONU creara una agencia especial para controlar los recursos petroleros del Medio Oriente, y admitiera a todos los compradores de igual manera de acuerdo con el Gráfico del Atlántico. Pero cuando el Consejo Social y Económico de Naciones Unidas votó por la medida el 12 de agosto de 1949, solo Noruega y Colombia la apoyaron. Ocho miembros se abstuvieron (incluyendo los estados comunistas), y otros ocho votaron en contra, incluyendo a EEUU, Inglaterra y Holanda. (21)

El cártel internacional del petróleo estuvo en gran peligro cuando en diciembre de 1952, la Comisión Económica y Financiera de las Naciones Unidas aprobó una resolución conjunta Iraní-Boliviana a favor del derecho de nacionalización. EEUU fue el único país que votó en contra.

Irán era el dominio privado de Inglaterra. Sinclair (la empresa Americana N°42 en 1966, con $1,377 billones en ventas) y Standard habían llevado a cabo algunas exploraciones allí, pero se habían retirado por insistencia de Londres. En 1959, el primer ministro iraní, Mossadegh, demandó un aumento de las regalías, cuyo porcentaje había permanecido congelado desde antes de la guerra, así como también una división del 50-50 en las ganancias. Anglo-Iranian se opuso, con lo cual Mossadegh nacionalizó la empresa, (22) y la crisis comenzó. Las empresas americanas se beneficiaron de la operación. La producción de Aramco aumentó de 196 a 280 millones de barriles, la de Kuwait de 126 a 266 millones. En 1955 Irán comenzó a exportar petróleo en pequeñas cantidades y a precios reducidos a países no-productores como Italia y Japón. Pero el Consorcio consideró a Irán como una mala señal. Para su tranquilidad, la CIA entró en acción, y Mossadegh fue reemplazado por Zahedi. (23)

La intervención americana generó una lluvia de sentimientos de ira contra EEUU que todavía no se ha disipada. Los iraníes reclamaron que habían sido explotados por Anglo-Iranian durante cuarenta años. (24) John Foster Dulles traspasó el problema iraní a Herbert Hoover, Jr., quien formó una alianza de cinco grandes compañías (Jersey Standard, Socony, Texaco, Gulf, y Standard de California) que formaron un frente común en las interminables negociaciones con los ingleses y demandaron que los bienes iraníes fueran divididos equitativamente entre Anglo-Iranian y ellos. La nueva empresa fue llamada Iranian Oil Participants, Ltd. Los ingleses (que recibieron una indemnización de $510 millones) mantuvieron su mayoría con un 54% de las acciones (40% fueron a Anglo-Iranian, ahora BP, y 14% a Shell), mientras que los cinco intereses americanos obtuvieron el 8% cada uno. (25) El nuevo acuerdo fue firmado el 21 de octubre de 1954, y ratificado por el parlamento iraní, que reconoció la validez del nuevo Consorcio por un período de 40 años. (26)

Pero las empresas americanas independientes estaban irritadas. Percibieron que los Cinco Grandes los dejaban fuera
de sus cofres del tesoro internacionales deliberadamente, mientras continuaban beneficiándose de los precios de ventas locales por su crudo de bajo costo del Medio Oriente y Venezuela. (27) Sin embargo, el consorcio estaba más preocupado por la reacción de los otros estados ricos en petróleo que estaban controlando cuidadosamente cada cláusula del acuerdo firmado con Irán. Este último país no había obtenido más que un 50% de participación en las ganancias, lo mismo acordado por los otros estados productores, además de la promesa de un aumento gradual en la producción. Este nuevo acuerdo elevó la participación en la producción Americana de petróleo del Golfo pérsico a un 55% en 1955 (comparado al 14% en 1938). Los ingleses y holandeses estaban perdiendo poder.

En 1956 llegó la crisis de Suez. El 26 de julio, Egipto nacionalizó el canal. Desde esa fecha, el Medio Oriente se ha convertido en campo de batalla de varios intereses (28) en donde los países miembros del Consorcio, EEUU, Inglaterra y Francia, peleaban por el predominio bajo el interés de los rusos, cuyos problemas eran más simples porque, a diferencia de los franceses, tenían suficiente petróleo para cubrir sus necesidades, y a diferencia de los ingleses que su poder no dependía de su posición en el Golfo Pérsico y a diferencia de los EEUU no estaban sujetos a las presiones de la industria privada.

La USSR se contenta con relajarse y observar mientras las grietas se agrandan entre el poder occidental y los estados árabes, y entre los estados árabes mismos. En 1956 la mitad del petróleo consumido en Europa se importaba desde el Golfo Pérsico, y el 60% se transportaba a través del Canal de Suez. (29) Inglaterra y Francia se arriesgaron a comenzar una guerra para asegurar el control de sus provisiones de petróleo, y solo la intervención de EEUU los detuvo. Durante el invierno de 1956 - 1957, las compañías americanas tomaron ventaja del recorte europeo para aumentar el precio del combustible a $1.50 por tonelada, y el precio del crudo a $2 por tonelada. El aumento del precio afectó también a los consumidores americanos. Le costó $1125 millones a los americanos y $500 millones a los europeos. Suez le generó $100 millones de ganancias adicionales a Jersey Standard. Los Cinco Grandes superaron todas las ganancias marcadas durante el primer cuarto de 1957. Las ganancias de Jersey Standard aumentaron 16% (comparado con el último cuarto de 1956), Texaco 24% y Gulf Oil 30%. (30)

El Golfo Pérsico le generó al Consorcio más de $1000 millones por año. Continuando con la política del Departamento de Estado desde 1920, John Foster Dulles brindó su apoyo a las grandes empresas petroleras americanas, y cuando fue necesario, los servicios de inteligencia y los militares lo apoyaron. El Medio Oriente estaba prácticamente rodeado, e Inglaterra estaba perdiendo su fuerza. En 1957 el Rey de Jordan, hasta ese momento subsidiado por los ingleses, modificó su compromiso hacia los americanos. El Rey de Arabia Saudita renovó el acuerdo de su país con la Fuerza Aérea americana y el Comando Aéreo Estratégico a cambio de $10 millones en armas. El London Times señaló, en cierta forma maliciosa, que “La extraña combinación de una gran compañía americana (Aramco) y un reino feudal antiguo constituye una verdadera amenaza a la corporación Anglo-Americana en el Medio Oriente”.

Las crecientes demandas del Rey de Arabia Saudita no eran el único problema que enfrentaba el Consorcio. Se las había arreglado para fortalecerse en el Sahara, (31) pero quedó profundamente preocupado cuando la empresa italiana ENI (Ente Nazionale Idrocarburi) propuso un acuerdo entregando al gobierno de Irán una participación del 75% de las ganancias (en un momento en que un 50-50 era la norma en el Medio Oriente). (32) El presidente de ENI, Enrico Mattei, tuvo el coraje de desafiar al Consorcio. Declaró: “Las empresas han construido su poder concentrando el control de la producción y distribución en unas pocas manos, manteniendo una relación de proveedor a cliente con los consumidores en un mercado cerrado y rígido, rechazando garantizar compensaciones que no sean ganancias fiscales a los países dueños de las reservas, excluyendo todos los acuerdos y arreglos entre estados para una organización más racional del mercado, pero también han creado las condiciones para la bancarrota del sistema o para su transformación bajo la presión de nuevas fuerzas y nuevos problemas... El precio del crudo no se basa en costos de producción del Medio Oriente, sino en los costos mucho más elevados de EEUU... Como resultado de la rivalidad entre los varios países y las empresas petroleras occidentales, el petróleo se ha vuelto un elemento de desorden e inestabilidad que da lugar a demandas nacionalistas en los países ricos en petróleo y genera el celo de aquellos estados que no lo poseen.

“Italia, Francia, Bélgica, Alemania y Japón están ansiosos por liberarse de su sumisión y la de los consumidores con la organización tradicional de la industria del petróleo…Por primera vez en un siglo tenemos la posibilidad de sustituir un mercado de compradores por uno de vendedores. Necesitamos un mercado ordenado si vamos a modificar el orden establecido por las grandes empresas internacionales. La supremacía del denominado cártel internacional no es un ‘tabú’, e Italia no está obligada a respetarlo cuando esta supremacía es violada en todos sus aspectos por iniciativas públicas y privadas.

“El petróleo es un recurso político por excelencia. Lo que ahora debe hacerse es ver que existe para servir a una buena política que sea libre de toda reminiscencia imperialista y colonialista, dedicada a la preservación de la paz, al bienestar de aquellos que hacen uso de él en su industria”. Poco tiempo después, en 1962, Enrico Mattei, fue asesinado en un accidente con su avión privado. (33)

A comienzos de los sesentas, los problemas del Consorcio se multiplicaron. La evolución del mercado reveló una creciente competencia, (34) pero lo que era incluso más severa fue la oleada de revueltas populares. Afortunadamente, por cada México (35) había dos o tres Venezuela, (36) pero otros países en todo el mundo se estaban volviendo concientes de la importancia de los minerales de sus suelos. Aquellos que fueron pasados por alto por la naturaleza se dieron cuenta que el balance de su economía dependía de la seguridad de sus suministros. El Consorcio sabía que la italiana ENI, la francesa ERAP, la mexicana Pemex, y la argentina YFP podían ser copiadas fácilmente en algún otro lugar. Comenzó a prestar especial atención a sus fuentes de suministros en el Medio Oriente y a sus principales clientes en Europa Occidental. (37) Sin embargo, su odio hacia los extranjeros que agotaban su suelo no era lo suficientemente fuerte como para obligar que los pueblos del Medio Oriente formaran una poderosa y unida comunidad.

En enero de 1968, los principales países exportadores de petróleo en el Medio Oriente – Arabia Saudita, Kuwait, Irán, Irak, Qatar, Siria y Libia – se unieron a Indonesia y Venezuela para formar una organización para comercializar el petróleo de sus estados miembros, para defender sus intereses económicos y comerciales, y para investigar formas de desarrollar la industria y sus derivados. El principal objetivo de este acuerdo era elevar los precios y crear una flota de cisternas y una industria petroquímica bajo el control de los mismos países productores.

El Consorcio peleaba en todos los frentes, pero comenzaba a darse cuenta que sus días en el Medio Oriente estaban contados. Por el otro lado, tenía el suficiente poder político para mantener su posición por el momento en Venezuela. Sin embargo, la cautela los llevó a concentrar sus esfuerzos de exploración en Sudamérica y África, donde los campos de petróleo de Libia, del Sahara, Nigeria, y Gabon producían más de 700 millones de barriles. Para Jersey Standard, el futuro estaba en África.

El Consorcio también tenía problemas en Europa. En 1966, Europa Occidental consumía 2900 millones de barriles, de los cuales solo 126 provenían de su suelo. Inglaterra es miembro del Consorcio. Su política petrolera se alinea a la de EEUU, y a pesar de la promesa de importantes descubrimientos de petróleo en el Mar del Norte, permanece dependiente de sus concesiones en el Golfo Pérsico y todavía no ha resuelto su problema con el carbón. (38) El Mercado Común es un gran dolor de cabeza para el Consorcio. Alemania solo produce 56 millones de barriles por año, más un adicional de 14 millones de barriles en Libia, pero las redes de distribución en Alemania están casi completamente dominadas por intereses americanos. (Texaco fue capaz de comprar DEA, una importante empresa alemana, con solo un cuarto de sus ganancias anuales.)

Italia es menos agresiva pero igual de realista que Francia. Su política petrolera es la definida por Enrico Mattei, y está conectada a la tubería soviética de COMECOM en Trieste. Los italianos han conducido exploraciones en el Adriático, Somalia, el Sinaí, el Golfo de Suez, Túnez, y el Golfo Pérsico. En diciembre de 1967, obtuvieron una concesión de 12,000 Km. cuadrados en Rub El Khali, Arabia Saudita, con un permiso para construir un complejo petroquímico.

En Francia, el primer ministro de Agricultura y ex primer ministro Edgar Faure, escribió en 1939 que “Si el gobierno posee una política petrolera, los líderes de la industria petrolera tendrán una política en el gobierno”. Hasta 1939, Francia también estaba dominada por el Consorcio. Desde la llegada de De Gaulle al poder en 1958, y en particular desde 1963, Francia se había mantenido en directa oposición a los intereses de la industria petrolera americana. El gobierno francés ya controlaba una porción de la tercera compañía no-americana más grande del mundo, la Compagnie Francaise des Petroles, e invirtió varios miles de millones de dólares buscando petróleo en el Sahara. Cuando las consideraciones políticas obligaron a De Gaulle a devolver el Sahara a los algerianos, el gobierno, deseoso de obtener la independencia petrolera, comenzó a buscar en otras direcciones. Una empresa estatal petrolera, ERAP, fue creada y hoy se ubica en el puesto 17, y sus actividades y políticas en el Medio Oriente (principalmente en Irak e Irán) van en contra de los métodos e intereses del Consorcio Internacional. (39) Hoy en día, Francia es el partidario más activo de la idea de una organización petrolera de Mercado Común. Para Europa, es algo indispensable, pero es contrario a los intereses del Consorcio, en otras palabras, a los intereses de las grandes empresas norteamericanas. (40)

En noviembre de 1966, Walter J. Levy, un experto americano, publicó un informe confidencial de 52 páginas a la Comunidad Económica Europea (Mercado Común). Levy notó que “dieciocho por ciento de las importaciones de petróleo del Mercado Común están controladas por las empresas del Mercado Común. (41) Como están las cosas en la actualidad, este número está destinado a disminuir. Levy recomendó la adopción, a través del Mercado Común, de medidas fiscales del tipo que ya existen en Francia, que están enfocadas a estimular las exploraciones de petróleo. Estas medidas están dirigidas específicamente a la industria del petróleo y son casi tan favorables como los privilegios impositivos de las compañías petroleras en EEUU, con la diferencia que en Francia cualquier monto deducible de impuestos debe ser reinvertido dentro de los cinco años en exploraciones o actividades relacionadas. Levy sugirió que esta provisión sea incluida en todas las medidas fiscales adoptadas por los países del Mercado Común.

Este informe, que fue enviado al Dr. Walter Hallstein, fue un indicio de la preocupación del Mercado Común con el desarrollo de la industria del petróleo de sus estados miembros con el objetivo de poder competir con el Consorcio. (42)

Esta orientación de la política petrolera del Mercado Común fue mal recibida por el Consorcio. La batalla estaba encendida. (43) Las medidas propuestas por Francia y Walter J. Levy para permitir que el Mercado Común retome su independencia petrolera eran idénticas a aquellas que habían permitido a EEUU a ganar el control del mercado.

La industria del petróleo ha dominado la economía Americana durante casi 40 años. (44) La crisis del 30 le permitió eliminar a los componentes independientes y posibilitó el establecimiento de controles federales y especialmente estatales que no existían en ninguna otra industria, y que tuvieron el efecto de mantener precios artificialmente elevados para productos petrolíferos. No encontrarás mención alguna de las fluctuaciones en el precio para el crudo y para el gas en ninguna publicación financiera. Casi todas las mercancías del mundo figuran en el intercambio de acciones, a excepción del petróleo. (45)

El mercado del petróleo no es más libre en EEUU que en el resto del mundo. (46) Las reglas que gobiernan las actividades del Imperio del Petróleo dentro de EEUU son particularmente ventajosas para exploradores y terratenientes, (47) lo cual explica el porqué hay más de un millón de pozos de petróleo en territorio norteamericano, y porqué 400.000 de ellos producen, o les permiten producir, solo 10 barriles por día (mientras que un pozo en México tiene una producción anual de 7 millones de barriles, y varios pozos en Irak producen más de 500.000 barriles por año).

Mackay, el hombre del petróleo británico, dijo una vez, “Los americanos están acabando con sus recursos naturales”. Bajo las reglas que han gobernado la industria petrolera americana durante casi 40 años, dos tercios de las reservas de EEUU han sido desechadas. Henry M. Bates, Dean de la Universidad de Leyes de Michigan, dijo en 1935 que “las pérdidas resultantes del manejo de todo descubrimiento de petróleo perteneciente al dueño de la propiedad pueden estimarse en varios miles de millones de dólares y constituye la más despiadada e injustificada destrucción de nuestros recursos naturales jamás perpetrados por el pueblo americano”.

Sin embargo, la industria petrolera justifica su posición apuntando a la necesidad de conservar las reservas americanas de petróleo, gran parte de la riqueza de la nación y una necesidad estratégica en tiempos de guerra. Pero, según indica Harvey O'Connor, la palabra “conservación” debe tomarse con pinzas. Cuando los petroleros hablan de conservación, hablan de la conservación de sus ganancias.

El problema surgió por primera vez en 1930, cuando las inmensas reservas de los campos petroleros de East Texas perturbaron el balance del mercado. Se decidió que la producción se estableciera mensualmente según la demanda. Se fijó una cuota nacional y en cada estado productor de petróleo se creó un cuerpo especial para asegurar que esto se respetara. (48) En Texas, esta tarea fue asignada a la comisión Texas Railroad, que había sido creada en 1891 para regular los ferrocarriles. En 1919 su autoridad se había extendido a la industria del petróleo. Dada la dominante posición del estado de Texas en el Imperio del Petróleo, la Comisión de Texas Railroad sirve como modelo para los otros cuerpos regulatorios estatales. Las variaciones anuales en la cuota no tienen relación a las técnicas de conservación científicas. (49) Los consumidores tampoco están representados en estas comisiones. El sistema es, en efecto, un monopolio, y permite a la industria del petróleo estar por encima de todas las demás industrias americanas en ventas por empleado (50) y mantener una elevada tasa de ganancias a pesar de la situación económica nacional y los eventos internacionales. (51)

El sistema de "apuesta de precios" es uno de los pilares de la industria. Estos precios no representan el costo neto aumentado por un margen normal de ganancias. En lugar de ello, son determinados por el Consorcio. Mientras que es difícil determinar el verdadero costo neto del crudo, puede estimarse en un décimo del precio de ventas totales. Las empresas del Consorcio y las empresas líderes locales (en Venezuela al igual que en el Medio oriente) embolsan la mayor parte de la diferencia. (52) Las ganancias del Consorcio fueron y son excesivas cuando se calculan sobre los costos de producción en Texas, pero en el último, que ya incluye las ganancias para los operadores locales, son cuatro o cinco veces más elevados que los costos netos en el Medio Oriente, y tres veces más altos que los costos netos en Venezuela.

Los productores independientes americanos constantemente demandan cuotas de producción más elevadas para ellos mismos. En 1954, veintinueve empresas fueron obligadas a bajar su producción como resultado de la competencia del petróleo extranjero. Incluso Standard de Indiana se quejó de que las importaciones habían aumentado un 35% entre1951 y 1954, mientras que al mismo tiempo su producción de Texas se había recortado un 35%. (Fue como resultado de estas quejas que los miembros del Consorcio acordaron vender a los independientes un 5% de las acciones en sus operaciones iraníes). Pero las protestas de los independientes tuvieron poco efecto. Las grandes corporaciones tenían amigos en Washington. En 1952, un tratado comercial concluyó con Venezuela estableciendo el impuesto a las importaciones para el petróleo venezolano a un 2% de su valor, en lugar del 20% requerido por los productores americanos. El Consejo de Recursos de Seguridad Nacional, apoyado por la Agencia de Seguridad Mutual, recomendó que los impuestos a las importaciones fueran abolidos “de ser necesario”.

En 1955, el gobierno consideró limitar las importaciones de petróleo a un 10% de la producción nacional, pero las grandes corporaciones prometieron no exceder su nivel de importación del año anterior, y aparentemente esto satisfizo a Eisenhower. En realidad, Jersey Standard y los otros miembros del Consorcio tenían poco que temer de cualquier restricción impuesta por el Congreso. Su mercado extranjero estaba creciendo sostenidamente, y habían diversificado sus intereses dentro de EEUU. Sus importaciones de petróleo extranjero les generaron súper-ganancias, pero hicieron dinero de sus operaciones integradas en Texas, Oklahoma, y Louisiana también.

Los intereses en conflicto rara vez pueden solucionarse. Texas y Venezuela parecían destinados a chocar, pero los hombres de Jersey Standard estaban bien versados en el arte del trato más provechoso. Las grandes corporaciones integradas generan ganancias en los cuatro sectores de sus actividades: extracción, transporte, refinería y ventas finales. A veces la distribución va a pérdida y las ganancias de las tuberías son, en gran parte, ficticias. Refinar es una operación intermedia indispensable de la cual los independientes son privados deliberadamente. La extracción es la fuente principal de ingresos, pero son las operaciones entrelazadas como un todo las que proveen las ganancias. (53)

Los márgenes de ganancias de las pequeñas empresas productoras son extremadamente precarias, particularmente en el caso de las refinerías independientes, que están a merced de un pequeño incremento en el costo del crudo o un pequeño descenso del precio de la gasolina. (54)

Los productores independientes integrados y los pequeños productores de crudo están, de cierta manera, en una mejor posición. Se benefician no solo de los precios apostados, sino también de los privilegios impositivos especiales acordados con la industria del petróleo en su totalidad. Estos privilegios fiscales permiten a los Cinco Grandes a obtener colosales ganancias mientras garantizan súper-ganancias a las grandes empresas independientes e integradas. También proveen grandes ganancias para los medianos intereses, particularmente productores, y es para ellos que los pequeños productores, que en cualquier otro sector de la economía americana hubieran sido engullidos hace mucho tiempo, deben su supervivencia. (55)

Un informe titulado “Evaluación de la industria del petróleo en EEUU”, publicado en 1965 por la Oficina de Petróleo y Gas (liderada por el Almirante Onnie P. Lattu) dedica solo una línea de las 96 páginas a los subsidios por el agotamiento de las reservas petróleo. (56) Pero Milton Friedman, que apenas puede acusársele de ser socialista, escribió un artículo sobre el tema el 26 de junio de 1967 para Newsweek:

“Pocas industrias norteamericanas vociferan los lineamientos de la libre empresa más fuerte que la industria del petróleo. Aún así pocas industrias confían tanto en favores gubernamentales. Estos favores se defienden en nombre de la seguridad nacional. Una fuerte industria petrolera nacional, se dice, es necesaria porque las perturbaciones internacionales pueden rápidamente interferir con el suministro de petróleo extranjero. La guerra Israelí-Árabe ha producido una perturbación semejante, y la industria del petróleo apunta a una confirmación de la necesidad de favores especiales. ¿Hacenlo correcto? Yo creo que no.

“Los principales favores especiales son:
"1. Porcentaje por el agotamiento de las reservas. Esta es una provisión especial del impuesto federal a los ingresos bajo la cual los productores de petróleo pueden considerar hasta el 27.5% de sus ingresos como exentos de su impuesto al ingreso – supuestamente para compensar por el agotamiento de las reservas. Esta denominación es equivocada. En efecto, esta provisión simplemente otorga a la industria del petróleo (y a algunas otras que se les extendió similar tratamiento) un rango de impuestos más bajo que otras industrias.

"2. Limitación de la producción de petróleo. Texas, Oklahoma, y otros estados productores limitan el número de días por mes en que los pozos petroleros funcionan, o la cantidad que pueden producir. El objetivo de estas limitaciones dicen que es la ‘conservación’. En la práctica, han llevado a la poco económica perforación de múltiples pozos en un mismo campo. Y la cantidad de producción permitida ha sido determinada principalmente por las estimaciones de la demanda del mercado, y no por las necesidades de diálogo. Las autoridades regulatorias del estado simplemente han estado conduciendo un cártel de productores para mantener el precio del petróleo.

"3. Cuotas de importación al petróleo. Los elevados precios nacionales generados por la restricción de la producción se vieron amenazados por las importaciones desde el exterior. Por lo tanto, en 1959, el presidente Eisenhower impuso una cuota a las importaciones marítimas. Esta cuota todavía está vigente. Actualmente es apenas un tanto más de 1 millón de barriles diarios (bajo un quinto de nuestro consumo total).

“El petróleo extranjero puede ser situado en refinerías East Coast entre $1 y $1.50 por barril menos que el costo del petróleo nacional. Las empresas suficientemente afortunadas como para obtener permisos de importaciones lo hacen obteniendo subsidios federales de este monto por barril – o un total de $400 millones al año aproximadamente.

“Estos favores especiales le cuestan a los consumidores norteamericanos de productos del petróleo algo más de $3500 millones por año. (Gibert Burck, Fortune, abril de 1965). Este asombroso costo no puede justificado por su contribución a la seguridad nacional.

“Los siguientes puntos indican las bases para este juicio:

"1. Restringir las importaciones podría promover la industria local, ¿pero porqué pagar un subsidio de $400 millones a los importadores de petróleo? Una tarifa de $1.25 por barril podría limitar las importaciones a ese nivel – y para el gobierno norteamericano que recibiría la renta. (No estoy a favor de semejante tarifa pero sería menos perjudicial que una cuota).

"2. Petróleo de Venezuela – detrás de EEUU, el mayor productor de petróleo en el mundo - es menos probable que sea cortado por perturbaciones internacionales que amenacen nuestra seguridad nacional. Aunque también está cubierto por la cuota de importación.

"3. Las restricciones sobre la producción nacional de petróleo tienen, al menos, la virtud de que la producción nacional puede expandirse rápidamente en caso de necesidad. Pero tales restricciones son una manera extremadamente costosa para adquirir flexibilidad.

"4. La industria mundial del petróleo es altamente competitiva y distante y continúa con esa tendencia. La crisis del Medio Oriente ha dejado a grandes áreas productoras sin inconvenientes. Es más, los mismos países árabes no pueden permitirse el lujo de rechazar vender durante mucho tiempo. Solo una Tercera Guerra Mundial podría producir severas perturbaciones en el suministro – y luego la emergencia probablemente sea breve.

"5. Si se abandonaran todos los favores especiales de la industria petrolera, los precios para el consumidor descenderían bruscamente. También disminuiría la producción nacional – pero entonces nuevamente, si la industria fuera liberada de todas las ayudas artificiales que aumentan los costos y ahogan la iniciativa, la producción aumentaría en lugar de disminuir. En cualquier caso, una industria nacional vigorosa y extensiva continuaría su curso protegida por la barrera natural de los costos de transporte.

“Si la producción nacional hubiera bajado, deberíamos protegernos contra una emergencia almacenando petróleo, pagando por mantener pozos de reserva a disposición, produciendo planes para reducir el consumo innecesario, o de otras formas. Medidas como esas proveerían respaldo a una pequeña fracción de los $3500 millones por año que el consumidor americano paga en la actualidad.

“El poder político de la industria petrolera, no la seguridad nacional, es la razón de los actuales subsidios a la industria. Las perturbaciones internacionales solo ofrecen una excusa conveniente. Efectivamente, la industria petrolera americana disfruta de un extraordinario poder político.


Cuando Kennedy entró a la Casa Blanca, el sistema fiscal americano, y en particular el sistema de subsidios al agotamiento de las reservas del petróleo, ha permitido a unos pocos operadores en la industria, como H. L. Hunt, a amasar en pocos años la clase de fortuna que obtuvo Rockefeller.

Si una persona tuviera suficiente capital, la especulación en operaciones de petróleo no conllevaría prácticamente ningún riesgo. Podría tomar el capital que normalmente le hubieran aplicado impuestos a una tasa del 90% e invertirlo en nuevos pozos. Un especulador con $900,000 en este tramo fiscal podría explotar nueve pozos (a un costo promedio de $100,000). Las probabilidades eran que un pozo de los nueve sería productivo. Los ocho pozos secos le hubieran costado $100,000 cada uno, todos libres de impuestos, y el noveno le habría generado una fortuna. Con un poco de perseverancia, cualquier especulador puede hacer un millón.

Los grupos o empresas conjuntas permitieron a ciudadanos con ingresos más modestos, pero que todavía eran objeto de impuestos en un 90%, hacer lo mismo. Estas personas compraban intereses fraccionales en un pozo petrolero. Algunos de ellos ni siquiera llegaron a ver “su” pozo, pero cada dólar de impuestos que invirtieron representaba una ganancia de aproximadamente 25% de su capital. Durante la guerra y en el período inmediatamente posterior a ella, las inversiones en la industria del petróleo fueron una de las más obvias y atractivas formas de reducir impuestos de ganancias personales. Para los no-profesionales este sistema era todavía, hasta cierto punto una especulación, pero no era lo mismo para las grandes empresas, que empleaban a experimentados geólogos y manejaban capitales ilimitados.

Estos privilegios especiales constituían una anomalía internacional, y costaban a la nación varios miles de millones de dólares cada año. Se ha calculado que la abolición de estos favores habría permitido al gobierno evitar el aumento de impuestos de 1951 que se aplicó a contribuyentes que ganaban la mínima cifra de $4,000 al año. Los petroleros, concientes de la importancia de estos privilegios, siempre señalaron que su abolición podría obstaculizar las nuevas exploraciones. Pero el fantástico número de pozos explorados en EEUU representa una pérdida de recursos naturales.

En 1963, los petroleros avanzaron con otros argumentos. Notaron que el mercado para crudo Americano había crecido desde mil millones de barriles en 1930 a casi 2 mil millones en 1950 y casi 3 mil millones en 1963, e hicieron saber su “preocupación” sobre un futuro recorte. Sus cautelosos y aparentemente pesimistas pronósticos no fueron confirmados por expertos independientes. El profesor A. I. Levorsen de la Universidad de Stanford había declarado en 1949 que las reservas mundiales de petróleo eran suficientes para cubrir las necesidades del mundo durante los próximos cinco siglos, y otros científicos calcularon que solo un l/1,000 de la superficie de la tierra y mar habían sido explorados hasta el momento.

Los petroleros también se quejaron de que se estaba volviendo más y más difícil encontrar petróleo en cantidades suficientes que sea más fácil de extraer y que genere ganancias de igual manera que en el pasado. Entre 1956 y 1967, hacía falta el doble de nuevas perforadoras para lograr que una sola exploración fuera exitosa comparado con los últimos 10 años antes.

Estos argumentos se convirtieron en la canción principal del Consejo Nacional del Petróleo, el único lobby representante de los intereses privados que disfruta de reconocimiento oficial. Fue fundado en 1949 y está compuesto por representantes de las principales oficinas de las grandes empresas. Elige a su propio presidente, define la política petrolera del gobierno federal, según el espíritu de la máxima de John Jay: “El país debería ser gobernado por aquellos que son sus dueños”. El presidente de EEUU no interfería.

Hace medio siglo, los petroleros no tenían influencia en la Casa Blanca como sí la tenían en el Congreso. Miraban al presidente con sospecha. Para ellos, el país se estaba yendo al demonio desde McKinley. El poder del lobby petrolero era una preocupación para todo presidente que ingresaba a la Casa Blanca luego de la ascensión al poder de Jersey Standard y sus pequeños hermanos y hermanas. En 1920, el presidente Harding fue electo con el masivo apoyo de la industria petrolera. Dos miembros de su gabinete eran petroleros (Hughes de Standard y Fall, un asociado de Sinclair). Coolidge, y luego Hoover, no hicieron nada para molestar a los magnates petroleros. El día de la muerte de Franklin D. Roosevelt, un petrolero de San Antonio hizo una gran fiesta para celebrar. Sin embargo, Roosevelt, no ha sido particularmente agresivo hacia la industria del petróleo. El clima pre-guerra era apenas favorable, y la guerra, que todavía estaba vigente al momento de su muerte, produjo un boom en el negocio del petróleo.

En 1950, el presidente Truman examinó el sistema de subsidios al agotamiento de las reservas, y los petroleros supieron que el presidente pensaba que la exoneración que suspendía semejantes montos del Tesoro no era equitativa. Ese mismo año Hubert H. Humphrey, en aquel entonces un neófito político y considerado como liberal, introdujo una enmienda del proyecto de impuestos que reduciría los subsidios al agotamiento de as reservas. La enmienda fue rechazada. Fue reintroducida en 1951 pero rechazada nuevamente por un margen de 71 a 9. En 1952 el presidente Truman volvió al tratar el problema, pero cualquier decisión que pudiera tomar estaba a merced del Congreso, y a Harry Truman le gustaba la vida tranquila. Sin embargo, durante sus últimos días en el cargo adoptó una de las ideas de Roosevelt y declaró que la plataforma continental (una extensión de la costa americana) formaba parte de las reservas nacionales y debía ser ubicada bajo control del Departamento de Defensa. El valor del petróleo debajo del mar se calculó en $250 mil millones, y Truman pensó que sería una locura dejar que este petróleo, vital para la defensa nacional, caiga en manos privadas obligando al gobierno a comprarlo nuevamente a elevados precios.

En 1952, Eisenhower recibió gran apoyo financiero por parte de la industria petrolera en su campaña contra Adlai Stevenson. Ike sabía como dar las gracias. Cuando el proyecto de Truman llegó al Congreso, la Cámara lo rechazó a favor de una medida que reconocía los derechos de propiedad de los estados sobre todo petróleo descubierto dentro de las 10 millas y media (12 para Texas y Florida) de su línea costera. El gobierno federal se quedó solo con un derecho de prioridad sobre los recursos de su antiguo territorio. El proyecto se convirtió en ley por el Senado.

En 1954, la tímida ofensiva del senador Humphrey fue aceptada por los senadores Douglas (Illinois) y Williams (Delaware), que ambos introdujeron enmiendas respecto a los subsidios a las reservas del petróleo. El senador Douglas notó que en 1953 una empresa con un ingreso neto de $4 millones solo había pagado $404 en impuestos, que otra no había pagado nada sobre sus ganancias de $5 millones, y que una tercera empresa con ganancias de $12 millones había recibido un subsidio de $500,000. Las enmiendas fueron rechazadas.

El 27 de marzo de 1957, el senador Williams introdujo nuevamente una enmienda que reduciría los subsidios al agotamiento del petróleo desde 27.5% a 20%. Explicó al Congreso que este privilegio había sido instaurado durante la primera guerra mundial, cuando era solo de un 5%. Luego aumentó al 12.5%, luego al 25%, y finalmente al 27.5%. Originalmente había sido un descubrimiento de reservas, permitiendo la recuperación de la inversión, “pero el actual ritmo de agotamiento de las reservas del 27.5% obviamente otorga una ventaja impositiva a la industria por encima de los demás contribuyentes”. Agregó que cuando la presente tasa de 27.5% fue adoptada en 1926, la tasa impositiva corporativa había sido aproximadamente de 14%. Por lo tanto, los subsidios al agotamiento del petróleo no representaban una gran suma de dinero. Pero en 1957, “con nuestro actual ritmo corporativo, esta deducción de ventas brutas del 27.5%, o subsidios al agotamiento del petróleo, representa una tremenda bonanza libre de impuestos”.

“La importancia del porcentaje de reservas se enfatiza más claramente en conexión con las operaciones de las empresas extranjeras”, continuó. “El Departamento del Tesoro emitió tres ejemplos sobre cómo funciona esto. La Empresa A con un total de ganancias aproximado de $200 millones informó una obligación fiscal de $103.887.000. Pagaron impuestos extranjeros que son deducibles de los impuestos norteamericanos por el monto de $103.323.000, quedando con una obligación fiscal de $564.000. Esta empresa posee una reserva total de $91.879.000.

“La Empresa B informó un ingreso de aproximadamente $150 millones. Su reserva total fue de $123.977.000, e informaron una obligación fiscal de $78.961.000. El informe de impuestos pagados a países extranjeros por la Empresa B sumó un total de $98.319.000, y el crédito permitido por los impuestos extranjeros pagados fue de $77.087.000, dejando una obligación fiscal, luego del crédito de impuestos extranjeros, de $1.874.000. La Empresa C informó un ingreso de aproximadamente $33 millones. La reserva total permisible de la Empresa C fue de $44.895.000. La obligación fiscal de esta empresa fue de $17.325.000, y los impuestos extranjeros pagados fueron del mismo monto, con el crédito otorgado por todo el total, dejando a la Empresa C sin obligación fiscal”.


El senador Williams citó e insertó en el Registro del Congreso el testimonio del Sr. Paul E. Hadlick, del consejo general de la Asociación Nacional de Mercaderes del Petróleo, ante el Comité Financiero del Senado. El Sr. Hadlick había preparado una lista de los ingresos e impuestos pagados por las 23 mayores empresas petroleras. Sus números indicaron que Humble Oil había pagado $30 millones en impuestos federales sobre un ingreso neto de $145 millones, la Socony Vaccuum Oil había pagado $51 millones de un ingreso neto de $171 millones, la Standard Oil de California pagó $40 millones sobre un ingreso de $174 millones, y que la Texas Company pagó $47 millones en impuestos sobre un ingreso de $181 millones.

El senador Barrett (Wyoming) contestó que el “agotamiento de las reservas se basa en el gran riesgo involucrado en explorar y descubrir petróleo”, y llamó la atención del senador Williams ante el hecho que “nuestra primer línea de defensa residirá en el poder aéreo, pero los aviones no serán capaces de llevar las bombas sin combustible de alto octanaje”. El senador Carlson (Kansas) declaró: “Nosotros que estamos familiarizados con las reservas estamos en posición de saber que los productores deben tener un 27.5% de las reservas y cualquier otra ayuda que puedan tener, o EEUU perderá millones de barriles de petróleo, que nunca volverán a salir del suelo”. Los senadores Monroney (Oklahoma) y Martin (Pensilvania) se sumaron al coro. El senador Williams citó una declaración del Secretario del Tesoro en 1937: “Esta es la laguna legal más evidente de nuestra actual ley de ganancias”. Sin embargo, señaló que el agotamiento no se debatió durante las conferencias de 1937, y el comité no había realizado ninguna recomendación en su informe sobre el tema “debido a falta de tiempo”.

“Sr. Presidente”, continuó el senador Williams, “hoy escuchamos el mismo argumento: falta de tiempo”. El senador Williams habló durante otros 15 minutos y luego llamó a votar. El senador Johnson (Texas) sugirió la ausencia de quórum. Pero había quórum, la votación tuvo lugar, y la enmienda fue rechazada.

El senador Douglas de Illinois luego introdujo su enmienda, que mantenía el porcentaje del 27.5% sobre ganancias que no excedieran el millón de dólares, pero lo bajó al 21% para ganancias de entre 1 y 5 millones, y a un 15% para ganancias superiores a 5 millones. El senador Aiken (Vermont) apoyó la enmienda de Douglas. “Creo que cuando se otorgan estos enormes subsidios al agotamiento de las reservas a un segmento de nuestra economía, significa que otras personas deben hurgar en sus bolsillos para compensar”, dijo, agregando que en 1955, “las deducciones totales de las reservas fueron aproximadamente de $2.800.000.000. Ya que el impuesto corporativo hubiera sido del 52%, esto derivó en un ahorro de impuestos de $1.500.000.000 para las empresas petroleras. “Mi enmienda”, continuo, “ahorraría aproximadamente $700 millones para el Tesoro. Me gustaría enfatizar nuevamente que no impactaría al pequeño explorador. El peso caería casi completamente sobre las grandes compañías. Siguió adelante citando ejemplos de empresas petroleras que no pagaron ni un centavo de impuestos (de $7 millones en ganancias), o 1% de impuestos (de $1.800.000 en ganancias), o 6% (de $95 millones en ganancias), mientras que otras empresas en otras industrias les imponían impuestos a una tasa de 52%.

Comenzó el desfile de lobbystas de la industria petrolera. El senador Long (Louisiana) declaró: “Debo oponerme a esta enmienda. En muchos aspectos es un absoluto epítome de la inequidad e injusticia. Esta es una enmienda que propone decir: Los petroleros ricos pueden ganar y recibir un millón por año y aún así retener el 27.5% de los subsidios al agotamiento de las reservas. Por el otro lado, la abuela Jones, quien no posee la importancia o prominencia de un petrolero independiente, tiene $200 en acciones de una empresa petrolera, y recibe $20 al año por esa membresía. . . A mi me gustaría proteger el pequeño dividendo de $20 de la abuela Jones”.

El senador Johnson (Texas) sugirió nuevamente la ausencia de quórum. El legislativo llamó a votación. Ochenta y siete senadores estuvieron presentes. Hubo quórum. Entonces el senador Douglas preguntó por los si y por los no, pero este pedido no fue suficientemente apoyado. Los si y los no no estaban ordenados, y la enmienda fue rechazada. El Senado decidió examinar una enmienda respecto a los impuestos de transporte, que se consideraban demasiado elevados para los estados del Oeste.

Al año siguiente, el 11 de agosto de 1958, el senador Williams introdujo su enmienda una vez más. Fue obligado a esperar cuatro horas hasta que hubiera suficientes senadores presentes. Les recordó lo que el senador La Follette había dicho en 1942: “En mi opinión este porcentaje de reservas es uno de los peores puntos del proyecto, y ahora lo están extendiendo. Estamos apoyando intereses que luego se convertirán en una plaga para nosotros. Si vamos a incluir todas estas cosas, ¿por qué no las ponemos en arena y grava? ¿Por qué no proveemos por la merma que sufre el agricultor gracias a la erosión del suelo de su cultivo?”.

El senador Taft había acompañado a la declaración del senador La Follette con una de su parte: “Creo, al igual que el senador de Wisconsin, que el porcentaje de agotamiento es, en cierto sentido, un regalo. . . un privilegio especial más allá de lo que cualquiera pueda obtener”. El senador Dirksen (Illinois) realizó un extenso discurso declarando que el problema de las necesidades de defensa nacional y la precariedad de los suministros de petróleo en el Medio Oriente “vale mucho más que una cuestión de si las empresas petroleras ganan unos millones más o menos... las empresas petroleas”, agregó, “que han dado lo mejor de sí para el país”.

El senador Williams recordó que “siempre es popular defender a los pequeños, ¿pero que tiene de pequeño un hombre con un ingreso de un millón de dólares?”. Remarcó que en 1955 las deducciones de agotamiento para todas las empresas sumaban un total de $2.805.500.000, y que el 67% de estas deducciones habían beneficiado a empresas con ganancias netas de más de $100 millones. Preguntó porqué la deducción del agotamiento de petróleo no era la misma que para el metal (15%) o para el carbón (5%). Concluyó: “Uno de los verdaderos vacíos jurídicos más grandes en el código de impuestos es el método mediante el cual las ganancias de capital puedan ser aplicadas al petróleo y al gas”, y creó un documento que explicaba exactamente porqué los líderes de la industria del petróleo y del gas se oponían a la reducción en la tasa de impuestos para los que más ganancias obtenían. Semejante reducción, que era apoyada por la mayoría de las empresas y contribuyentes del país, significaría una disminución en los ingresos de los petroleros.

La enmienda del senador Williams fue sometida a votación y derrotada por un margen de 63 a 26. Una similar pero menos liberal enmienda introducida por el senador Proxmire (Wisconsin) fue también derrotada, esta vez por una mayoría de 58 a 43. El senador John Kennedy (Massachusetts) votó en contra de la enmienda de Williams y a favor de la enmienda del senador Proxmire. Cuando se anunció la votación sobre la segunda enmienda, el senador Johnson (Texas) señaló, “Sr. Presidente, creo que no deberíamos pedirle al Senado que se quede más tiempo esta noche”.

Los petroleros y sus representantes en el Senado estaban preocupados por estas enmiendas ya que 1957 había sido un año récord en la producción de petróleo en el Medio Oriente, y todo indicaba que la expansión continuaría. (De hecho, la producción en el Medio Oriente rozó desde los 6000 millones de barriles en 1958 a los 9700 en 1963). En 1959 el presidente Eisenhower impuso cuotas de importación al petróleo extranjero. Los precios de venta del petróleo norteamericano, que aumentaban continuamente desde el fin de la Depresión y que habían caído en 1959, se mantenían en 1960.

El 18 de junio de 1960, el senador Douglas reintrodujo su enmienda. Indicó que los subsidios al agotamiento del petróleo total podían sumar $4000 millones ese año. Presentó a sus colegas del Congreso 20 hojas de documentos, remarcando que si los demás senadores no lo escuchaban (solo había tres personas), al menos podían leerlo. Al día siguiente, 20 de junio, su audiencia era mayor. El senador Douglas describió su enmienda como “un intento muy moderado por reducir el mayor fraude impositivo en todo el sistema de ingresos norteamericano. Posiblemente se pueda decir”, continuó, “que los subsidios al agotamiento de las reservas de petróleo, otorgadas a la industria del petróleo y del gas, ahora suman más de $2500 millones al año. He incluido en el registro a 28 empresas petroleas – que no menciono, solo identificándolas con letras, pero que bien podría nombrar – que muestra que hubo una empresa que en 5 años obtuvo ganancias netas de $65 millones y no solo no había pagado impuestos, sino que había recibido $145.000 por parte del gobierno. Existen muchas otras empresas con un similar registro de favores.

“Mi propuesta es modesta. No propongo abolir los subsidios al agotamiento de las reservas. No propongo reducirla. Simplemente propongo la introducción de una reducción moderada y gradual. Sobre el primer millón de ganancia bruta no habría reducción. Permanecería en el 27.5%. Sobre ingresos brutos de $1 millón a $5 millones, los subsidios serían del 21 por ciento. Sobre ingresos brutos de más de $5 millones, los subsidios serían de 15 por ciento. Esta es una propuesta muy moderada.

“Sr. Presidente, este tema ha enfrentado al Senado y a la Nación por más de una década. Y ahora nuevamente. Debemos tomar una decisión. Es hora de poner nuestro sistema fiscal en orden. En nuestro sistema fiscal algunos pagan mucho porque otros pagan muy poco. Ha llegado el momento de tratar el tema. El subsidio al agotamiento de las reservas de petróleo puede continuar ilimitadamente. Sucede luego de haber permitido la depreciación. Mientras que el petróleo y el gas sigan existiendo, el subsidio al agotamiento de las reservas de petróleo puede continuar existiendo. Existen casos en los cuales la cantidad de subsidios es numerosa, varias veces el costo original, que ya ha sido deducido bajo la práctica de la depreciación. Creo que los senadores están al tanto de los peligros. Me gustaría decir a la industria del gas y del petróleo, que ha estado luchando en contra de esta enmienda durante años, que si nuevamente son victoriosos en rechazar esta enmienda, como bien podría suceder, probablemente surja una tormenta de indignación en el país”.


Pero la indignación no es una emoción común en el Senado. La enmienda del senador Douglas hubiera resultado en una pérdida de $350.000.000 para la industria petrolera. Su llevó a cabo la votación, y la enmienda fue rechazada 56 a 30. El senador John Kennedy (Massachusetts) votó a favor.

En la Convención Demócrata de 1960, los representantes de los estados petroleros, liderados por Sam Rayburn, apoyaron la candidatura de Lyndon Johnson, pero Kennedy ganó la nominación. En la primavera de 1961, el Sr. Morgan Davis indicó en una reunión privada, “Es imposible llevarse bien con este hombre”.

Como senador, John Kennedy no había sido popular con los petroleros, pero no le tenían miedo. Sabían que su padre Joseph había invertido gran parte de su fortuna en el negocio del petróleo, y no podían concebir que su hijo, incluso si llegara a convertirse en presiente, se atrevería a tomar una posición contraria a los intereses financieros de su familia. H. L. Hunt expresó la misma opinión cuando dijo a Playboy en 1966, “Los católicos son conocidos por ser anti-comunistas, y nunca he visto evidencia de irresponsabilidad fiscal en la familia Kennedy”.

Los petroleros estaban equivocados. El nuevo presidente decidió abordar el tema. Aunque no fue tan lejos como John Ise, sintió, al igual que Roosevelt, que no se permitiría que el control de la economía nacional continuara en manos de unos pocos, sino que debería ser expandida para incluir a millones de ciudadanos o ser manejada por el gobierno, que en una democracia debe responder al pueblo. Pero también sabía que cualquier reexaminación de los principios de producir ganancias y de la libre empresa desde el punto de vista moral, social o incluso nacional sería rechazada no solo por los petroleros, sino también por un buen número de ciudadanos por considerarlo un ataque en contra del modo de vida americano. En el pasado, tales ataques por parte de la administración y del Departamento de Justicia habían sido derrotados.

La única oportunidad para la modificación de las estructuras del Imperio Petrolero reside en una crisis mayor, interna o externa – una crisis económica o una guerra. Pero el presidente Kennedy trabajaba para la expansión de la paz y de la economía, y sabía que sus objetivos no podrían lograrse a menos que los principios de la autarquía americana fueran reexaminados y que su acción destructiva fuera progresivamente detenida.

Un año después de ingresar a la Casa Blanca, el nuevo presidente estudió los informes de sus asesores y decidió actuar. Había reaccionado con violencia ante los dictados de la industria del acero; en el caso del petróleo, delineó sus planes más cautelosamente. En octubre de 1962, una ley conocida como el Acta Kennedy eliminó la distinción entre ganancias repatriadas y ganancias reinvertidas en el extranjero para el caso de empresas americanas con operaciones en el exterior. Ambas eran sujeto de impuestos americanos. La ley también buscaba distinguir entre “buenas” ganancias resultantes de operaciones comerciales normales, y ganancias “sospechosas” desviadas en algún punto del circuito comercial por empresas subsidiarias localizadas en paraísos impositivos en el exterior.

Esta medida apuntaba a la industria americana como un todo, pero particularmente afectó a las empresas petroleras, que poseían las más diversas y más grandes actividades en el exterior. A fines de 1962, los petroleros calculaban que sus ganancias, sobre inversiones de capital extranjero, que en 1955 eran del 30%, caerían al 15% como resultado de estas medidas.

Pero la segunda medida de Kennedy era mucho más importante e infinitamente más peligrosa. No solo afectaba a las compañías con inversiones en el exterior, sino a todas las compañías que, de una manera u otra, se beneficiaban del estatus privilegiado de la industria petrolera. Cuestionó tanto el principio y las tasas de los privilegios fiscales, el inapropiado uso de los dólares de impuestos, y el agotamiento de reservas. Si se adoptaba, minaría todo el sistema bajo el cual el Imperio del Petróleo estaba fundamentado.

El 24 de enero de 1963, presentando su proyecto al Congreso, el presidente Kennedy declaró, “Ahora es el momento de actuar. No podemos permitirnos ser tímidos o lentos”. Para él, el hecho de que sería difícil de llevar a cabo hacía más necesaria la acción. Pero el Imperio del Petróleo no era la industria del acero. Sus líderes tenían otra determinación. Ludwell Denny había dicho, “Peleamos por petróleo”. Al meterse con los petroleros, Kennedy comenzaba su último año de vida. Consideraba a sus medidas fiscales como el primer paso de una gran reforma nacional.

Como George Washington dijo a Henry Lee el 31 de octubre de 1786, “Los precedentes son peligrosos”. Los petroleros pensaban lo mismo. “Pensar” es el lema de los hombres de negocios. Una vez que han determinado qué hacer, se sientan a elegir su lugar de batalla y a establecer meticulosamente sus planes.

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