Se dice y no se hace

Juan Gelman
Página 12
10/08/09

El Código de Etica de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) establece, entre otras cosas, que sus soldados deben “observar las leyes del Estado y las normas de la dignidad humana, y honrar los valores del Estado de Israel en tanto que estado judío y democrático”. Más adelante abunda en el concepto y subraya: “Las FDI y sus soldados están obligados a proteger la dignidad humana. Cada ser humano tiene valor, con independencia de su origen, religión, nacionalidad, género o posición” (dover.idf.il). Un vocero de las FDI declaró no hace mucho a los medios israelíes que “las FDI tienen más moral que cualquier otro ejército del mundo” (www.haaretz.com, 22-7-09). Qué bien.

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El comentario del vocero salió al paso de un folleto que contiene 54 testimonios de 30 efectivos israelíes que operaron durante la segunda Intifada en los territorios palestinos ocupados. Fueron recogidos por Rompiendo el Silencio (RS), una organización de veteranos de las FDI preocupados por “la profundidad de la corrupción que se extiende en las filas militares israelíes” (www.shovrimshtika.org, 15-7-09). Señalan que los soldados a los que dan el alta y regresan a la vida civil “descubren la brecha entre la realidad que conocieron en los territorios (ocupados) y el silencio que impera en sus hogares... la sociedad israelí continúa haciendo la vista gorda y negando lo que ocurre en su nombre”. Los entrevistados por RS conservan el anonimato para evitar sanciones y sí hablan de lo que ocurre en esos territorios.

Relato de un sargento de la unidad blindada 401: “Tirar con armas automáticas por toda la ciudad, a casas y puertas, era algo que todos hacían, no únicamente yo. No sé por qué lo hice. No pensaba. Portaba un arma. En el ejército nunca pensaba. Hacía lo que me decían que tenía que hacer. Y además, todos lo hacían. Era la costumbre, los oficiales y demás, todos lo sabían”. De un sargento primero del Batallón de Artillería 55: cuando su unidad “volvía de operar, arrojábamos granadas de estruendo y de humo a las panaderías que estaban abiertas de 4 a 5 de la mañana porque la gente nos tiraba piedras... Una vez disparé 1500 tiros de ametralladora a las casas de la ciudad”. La ciudad era palestina, desde luego.

Un fatigado argumento que las FDI utilizan para justificar el bombardeo indiscriminado de poblaciones enteras sostiene que los militantes de Hamas se escudan en civiles. “A veces –informa un soldado israelí– la fuerza entra con un civil delante que lleva en las espaldas unos cañones de fusil, se ingresa en la casa usándolo de escudo humano.” ¿Proyección en el otro de lo propio?, diría un psicólogo. RS registra testimonios del uso ilegal de fósforo blanco en vecindades palestinas densamente pobladas. Un soldado señala: “Durante el entrenamiento nos enseñan que no se emplea el fósforo blanco porque es inhumano. Uno ve documentales, observa lo que les pasa a las personas alcanzadas y se dice a sí mismo ‘eso lo hacemos nosotros también’... es inesperado, yo pensé que pertenecía al ejército más humano del mundo”.

Durante la Operación Plomo Fundido que las FDI realizaron en Gaza del 27-2-08 al 18-1-09, en la que además bombardearon instalaciones de la ONU, el asesinato de civiles fue regla. Describió el jefe de un pelotón de Infantería: “El francotirador (israelí) vio a una mujer y a niños que se le acercaban traspasando la línea que nadie podía cruzar según se le había indicado. Les disparó de inmediato. En todo caso, lo que ocurrió es que finalmente los mató. No creo que se haya sentido muy mal por eso. Después de todo, en lo que a él se refiere, hizo su trabajo siguiendo las órdenes que se le impartieron... La vida de los palestinos, digamos, es algo mucho mucho menos importante que la vida de nuestros soldados” (www.haaretz.com, 15-7-09). Una ligera contradicción con el Código de Etica de las FDI.

Dos tácticas para allanar casas se enseñan a los efectivos israelíes, la “seca” y la “húmeda”. En Gaza sólo se empleó la última, es decir, hacer fuego graneado con misiles, proyectiles de tanques, ametralladoras, granadas, todo. En el terreno, las órdenes de allanamiento húmedo significaban “disparar al entrar en (una casa) o habitación para que nadie nos pudiera disparar”, testimonia un soldado. Y otro: “Se demolían las casas en todas partes con un tremendo poder de fuego. Ni una quedaba intacta”; los bulldozers D-9 arrasaban con todo “en el área que se nos había asignado. Era espantoso, como en esas películas sobre la Segunda Guerra Mundial en que nada queda en pie. Una ciudad totalmente destruida”.

“Eso es y fue lo tan bonito de Gaza. Uno ve a una persona en un camino y se le puede disparar sin más”, declaró un efectivo de las fuerzas armadas que “tienen más moral que cualquier otro ejército del mundo”. Señaló el periodista israelí Gideon Levy (www.haaretz.com, 22-7-09): “Esto sólo cambiará cuando reconozcamos que los palestinos son seres humanos”.

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