¿Quién mató a Rafiq Hariri? - Espías, mentiras y la muerte de “Señor Líbano”
Rannie Amiri
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
04/06/09
“Hay agentes, como Mahmoud Rafea, quien confesó haber entregado bolsas con explosivos. Otros colaboradores han confesado que han realizado misiones de reconocimiento del terreno. Otros han facilitado el ingreso y la salida de israelíes después de haber cumplido sus misiones. Es lo que se quiere decir cuando se habla de agentes ejecutivos. Hay que abrir ampliamente la puerta... este camino israelí debe ser examinado a fondo para llegar a un sitio donde podamos encontrar información sobre muchos crímenes, particularmente a partir de 2005.”
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– Sayyid Hasan Nasralá, en un comentario sobre la reciente ola de arrestos de espías israelíes, durante un mitin para marcar el noveno aniversario del alejamiento de las tropas israelíes del Líbano, 22 de mayo de 2009.
Israel sufrió dos derrotas en el Líbano, y ambas fueron contra Hezbolá. La primera ocurrió en mayo de 2000 cuando las tropas israelíes fueron expulsadas (o se retiraron, dependiendo del lado de la frontera en el que uno se encuentra) del sur del Líbano después de 22 años de ocupación. La segunda fue la premeditada, pero desastrosa, guerra de 34 días librada en el verano de 2006. Puede haber logrado arrasar el Líbano pero ciertamente no venció a Hezbolá. Enfrentó al poderoso ejército israelí hasta lograr un empate, y en las mentes de muchos esto en sí constituyó una victoria.
Israel nunca ha perdonado ni olvidado esas pérdidas. Para ellos, la guerra contra el Líbano y Hezbolá no terminó en 2000 o en 2006, sino continúa actualmente, pero de modo diferente. Y los eventos de las últimas semanas revelan exactamente lo que ha estado haciendo Israel.
Espías
Siempre ha habido ciudadanos libaneses que han actuado como espías para Israel, pero eso no debiera sorprender a nadie. Después de todo combatieron por su cuenta durante dos décadas, como miembros del ahora difunto Ejército del Sur del Líbano durante la ocupación del sur.
Aunque inicialmente recibió poca atención, una razzia contra esas redes de espías comenzó a fines del año pasado. Evidentemente han ocurrido rápidos progresos en su desarticulación, ya que docenas de sospechosos han sido detenidos desde abril.
“Si las autoridades libanesas dicen que han capturado a espías israelíes, es muy probable que así sea,” dijo Shlomo Brom, ex jefe de planificación estratégica de las fuerzas armadas israelíes.
El gobierno libanés retiene actualmente a 30 sospechosos y ya ha acusado a 21 de espionaje para Israel en una investigación que se amplía continuamente. Los detenidos incluyen a un coronel del ejército, a un general en retiro, un vice-alcalde, un conductor de camión y un vendedor de teléfonos móviles, mientras dos lograron escapar a través de la frontera hacia Israel antes de que pudieran ser capturados. Posteriormente se hizo una exposición en la Seguridad Interna Libanesa de equipamiento confiscado de alta tecnología y electrónica utilizado para transmitir informaciones al Mossad.
Ya que la información suministrada por ciertos agentes puede haber llevado a un aumento de la destrucción en la guerra de 2006 (en la que murieron 1.200 libaneses, en su vasta mayoría civiles), Nasralá pidió la pena de muerte contra los que sean considerados cómplices. Como declaró en su discurso en el “Día de la Resistencia y la Liberación”:
“Pido en vuestro nombre y en el de las familias de los mártires y de los heridos, en nombre de aquellos cuyas casas fueron demolidas y de los que pagaron impuestos para reconstruir su infraestructura, exijo que los colaboradores que suministraron al enemigo los datos que causaron todo esto, sean sentenciados a muerte.”
Mentiras
En medio del desenmarañamiento y del desmantelamiento de esas redes de espionaje en el Líbano, apareció un informe escrito por Erich Follath en el semanario sensacionalista alemán, favorable a Israel, Der Spiegel, implicando a Hezbolá en el asesinato en 2005 del primer ministro Rafiq Hariri. La afirmación fue inmediatamente rechazada por Hezbolá que afirmó que no era más que un intento de mancillar su imagen antes de las elecciones parlamentarias de junio, así como de sembrar la discordia entre suníes y chiíes.
¿Pero tiene algún mérito?
No se presentó ni un poco de evidencia verosímil para sustanciar la afirmación de Follath. No se identificaron las fuentes, no se presentaron documentos y el Tribunal Especial para el Líbano encargado de investigar el asesinato de Hariri negó haber llegado a esas conclusiones (y que siquiera las haya discutido con Follath).
“No sabemos de dónde la revista Der Spiegel obtuvo su información y no sabemos de dónde sacaron esa historia. Nadie en la oficina del fiscal ha hablado con la revista alemana sobre ningún tema,” dijo la portavoz del Tribunal.
Según Nasralá: “Los israelíes y los estadounidenses se preguntaron cómo poder sabotear la elección e influenciar su resultado. Der Spiegel fue su respuesta.”
El caso contra Hezbolá no es sólo endeble, sino probablemente fue inventado por las “fuentes” anónimas del autor. Fue descartado o simplemente ignorado en el Líbano, incluso por los oponentes a Hezbolá; Saad Hariri se negó a comentar y Walid Jumblatt advirtió que podría “descarrilar la justicia.”
Recomendamos a los lectores el penetrante informe del doctor Franklin Lamb, quien denunció con claridad los inmensos vacíos, y las preguntas sin respuesta en el artículo de Follath.
“Señor Líbano”
Es importante que se aprecie que el asesinato de “Señor Líbano” en febrero de 2005, conmovió al país y terminó por llevar a la creación de las dos alianzas opuestas 8 de marzo y 14 de marzo. Dividió profundamente al Líbano siguiendo líneas sectarias y condujo a recriminaciones mutuas y a una prolongada parálisis política.
La confluencia de los eventos mencionados – el descubrimiento de la extensión de las redes de espionaje israelíes en el Líbano, seguido por la publicación del artículo en Der Spiegel dos semanas antes de cruciales elecciones, acusando a Hezbolá de ordenar el ataque contra Hariri – no es una coincidencia.
¿Cómo se relacionan ambos eventos?
Nasralá lo dijo con franqueza:
“Es una acción preventiva de los israelíes antes de que se descubriera que sus redes de espionaje estuvieron involucradas en asesinatos en el Líbano.”
¿Es posible que la información pasada de Israel a un periódico alemán amigo haya tenido el propósito no sólo de fomentar la tensión entre suníes y chiíes antes de la elección de junio o desviar la atención de la implosión de una red de espionaje, sino para ocultar el papel de Israel en el asesinato de Hariri (que podría ser revelado por sus espías capturados)?
A diferencia de su hijo Saad en la actualidad, Rafiq Hariri tenía en general buenas relaciones con Nasralá y Hezbolá – hechos que Follath pasó convenientemente por alto – lo que hace que su participación en su asesinato sea especialmente improbable.
Pero la división y la desestabilización en el Líbano benefician a Israel, y su modus operandi ha sido siempre la instigación del desorden político y del caos civil. Por cierto, las consecuencias del asesinato de Hariri casi provocaron otra guerra civil.
Sin embargo, si Israel estuviera implicado en su muerte, todos los partidos políticos y grupos confesionales del Líbano se unirían instantáneamente en su contra.
Los casos contra cuatro generales pro-sirios de los que se supuso que estuvieron involucrados en el crimen y que fueron detenidos durante cuatro años sin acusación, fueron recientemente descartados por el Tribunal Especial por falta de evidencia y por testimonios repudiados. Una vez que quede claro que el caso contra Hezbolá también carece de mérito y las redes de espionaje israelíes que operan en el Líbano sean totalmente desenmascaradas, el Tribunal Especial no debiera perder tiempo e investigar a Israel por su posible participación en el asesinato del primer ministro Rafiq Hariri.
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Rannie Amiri es un comentarista independiente sobre Oriente Próximo. Para contactos, escriba a: rbamiri AT yahoo DOT com.
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