Dick Cheney – Evidencia torturada

Joe Quinn - SOTT.net
19/05/2009
Traducción: El Averiguador

Al igual que la mayoría de la gente, después de 100 días de la administración de Obama, tenía la esperanza de que los locos de la era de Bush, como Dick Cheney, se habrían retirado respetuosamente del ojo público y, en última instancia (e idealmente) terminarían en un hogar para ancianos donde el personal los golpearía un par de veces al día. Pero, al igual que una pesadilla recurrente, el Sr. Cheney no parece dispuesto todavía a hacer desaparecer su perturbadora figura.

Leyendo sus despotriques hacia los planes de Obama de difundir más fotografías de abusos a prisioneros y prohibir las intervenciones de lineas telefónicas ilegales, cerrar Guantánamo, etc., nos da la impresión que detrás de la furia de Cheney existe un temor (estoy presumiendo generosamente que realmente hay algo más que un puro enojo primitivo). ¿Pero qué podría provocar temor en un hombre cuya idea para la resolución de conflictos es volarte la cara con su revólver?

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Mientras que Dick está indudablemente frustrado ante el pensamiento del fin del vicario placer que seguramente experimenta en su participación personal de la práctica de la tortura del submarino, o de la sodomización, o de simplemente matar a golpes a gente inocente, por no mencionar el fin de su escuadrón personal de asesinatos, la diferencia entre una orden proveniente de la oficina del vicepresidente y el cuarto de ‘interrogatorios’ donde está la ‘diversión’, aseguran que Cheney no teme caer en prisión por sus ‘pequeños delitos’ (especialmente bajo el cada vez más pusilánime Obama, alias 'La Cabra de Judas').

Al igual que tantos debates políticos de los últimos, digamos, 2000 años, el debate sobre los méritos de la tortura para intentar extraer información valiosa de supuestos sospechosos en la guerra contra el terrorismo, es arrogante.

En el año 2002, la administración de Bush, se preparaba para lanzar una invasión y ocupación ilegal de Irak para generar ganancias (y por Israel). A la CIA, en aquel momento, se le asignó la tarea de dar una justificación en forma de ‘evidencia’ de que Saddam poseía conexiones con "al-Qaeda". Bajo la dirección de la oficina del vicepresidente y del Secretario de Defensa, la CIA comenzó a torturar a individuos que habían elegido al azar en redadas en Afganistán y Pakistán (y en Irak luego de la invasión).

Gracias a experimentados sádicos como Cheney y los altos miembros de la CIA, quedó claro que lejos de ser una manera confiable de extraer información valiosa de un prisionero, la tortura era el mejor método para obligar a un prisionero a declarar algo que no era verdad – prisioneros como Ibn al-Shaykh al-Libi (que en coincidencia parece haberse suicidado recientemente en una prisión en Libia) y Abu Zubaydah que actualmente permanece en Guantánamo.

Se informó que Al-Libi fue torturado en varias oportunidades, incluyendo la práctica del submarino en Egipto y luego en Libia. También fue encerrado en un ‘ataúd’ de 50 cm. de altura durante 17 horas y luego fue golpeado durante 15 minutos antes de encontrar, finalmente, la inspiración suficiente para dar la ‘respuesta correcta’ acerca de aquellas ‘conexiones entre Irak y al-Qaeda’. En el caso de Abu Zubaydah, a pesar del hecho que poco después de su captura por agentes del FBI y de la CIA en Pakistán en el 2002, fue diagnosticado como esquizofrénico y fue sometido a no menos de 85 sesiones de submarino. Como resultado de su tortura, ambos hombres se sintieron con la obligación de finalmente acordar que efectivamente existían conexiones entre al-Qaeda e Irak. Al-Libi luego se retractó, pero no antes de que su confesión fuese utilizada como evidencia por Colin Powell en su infame discurso de marzo del 2003 ante Naciones Unidas.

No resulta complicado conectar la reciente muerte de al-Libi's en prisión con la difusión de los memorandos de tortura de la era Bush y la posibilidad de que la administración de Obama haya planeado exponer más detalles insalvables sobre abusos a prisioneros creando una mayor consciencia pública sobre la razón de la misma – la creación de evidencia para una invasión a Irak. También existe la posibilidad de que el líder general de Libia, el General Gaddafi, estuviera cada vez más ansioso de que se hiciera pública su complicidad en la guerra norteamericana contra el terrorismo, según informó recientemente Newsweek:
“al-Libi ha sido identificado recientemente por sus abogados defensores en EEUU como un importante testigo en cualquier juicio futuro de sospechosos de terrorismo, sea en comisiones militares reformadas o un cortes federales norteamericanas. Brent Mickum, un abogado norteamericano que representa a Abu Zubaydah, dice que recientemente comenzó a tratar, a través de intermediarios, de dialogar con Libi. 'El momento me resulta extraño', dice Mickum”.
“¿Un momento extraño?”. Sí, muy extraño. Casi podría decirse que fue tan extraño que deja a la idea de que al-Libi murió de una enfermedad o que cometió un suicidio no asistido como totalmente risible, especialmente teniendo en cuenta que, según Reuters, un investigador de Human Rights Watch lo vio el 27 de abril en aparente buen estado de salud pero reticente a hablar, solo diciendo: “¿Dónde estabas cuando me estaban torturando en prisiones americanas?”.

Lo que necesitamos comprender (y francamente es asombroso que tanta gente parezca incapaz de hacerlo) es que la guerra contra el terrorismo comandada por EEUU fue (y sigue siendo) una guerra basada solamente en el deseo que poseen los guerreros norteamericanos, ingleses e israelíes de expandir su influencia e imperio. En consecuencia, y con el objetivo de vender su guerra inmoral al pueblo, la justificación ‘moral’ para ella debe ser fabricada, la realidad tuvo que ser ‘creada’, según dijo perversamente un anónimo neoconservador en Washington hace unos años. Esa ‘realidad’ incluyó la creación de una “amenaza terrorista” en casa y en el exterior.

En casa fue suficiente, para los políticos, evocar repetidamente al 9/11 y emitir alertas frecuentes de “amenaza terrorista”. Sin embargo, de vez en cuando emplearon las mismas tácticas utilizadas en el exterior y reclutaron a individuos mentalmente inestables para dar vida a su pervertida realidad de “terrorismo local”.


"Tan solo unos muchachos con mala suerte"

Uno de esos casos fue el de la “célula terrorista de Miami” en el 2006. Este grupo de cinco artistas marciales e inmigrantes musulmanes, sionistas y cristianos llamados ‘Mar de David’, vivían silenciosamente en un almacén en Florida a la espera del cumplimiento de la profecía bíblica del fin de los tiempos, cuando cierto día un agente encubierto del FBI llegó y:

Les ofreció $50,000.

Los inició en "al-Qaeda" (con juramento incluido).

Los equipó con botas militares y una cámara de video.

Sugirió que querían hacer explotar ciertos edificios gubernamentales y la torre Sears en Chicago.

El líder de este grupo de improbables terroristas, Narseal Batiste, necesita ayuda psiquiátrica, según su padre, e incluso autoridades del Departamento de Justicia, reconocieron que el grupo no tenía los recursos para llevar a cabo el plan”, según Knight Ridder:

“El Departamento de Justicia reveló los arrestos en una serie de conferencias de prensa orquestadas en dos ciudades, pero la severidad de los cargos en comparación con la aparente naturaleza amateur del grupo generó preocupación entre defensores de derechos civiles”, que notaron que el grupo “no tenía armas ni explosivos”, y aún así, el gobierno considera a los arrestos y al caso un “gran anuncio”.
Dos activistas familiarizados con el caso y el grupo resumieron:

Se montó un gran espectáculo sobre las botas militares que usaban…resultó ser…que el FBI les había comprado las botas. Si observas la acusación, la mayor evidencia…es que el grupo había tomado fotografías de gran cantidad de objetivos en el sur de Florida. Pero los individuos no podían comprar sus propias cámaras, así que el gobierno federal se las facilitó... El gobierno federal les alquiló los vehículos que necesitaban para dirigirse al centro y tomar las fotografías. Sumado a eso…los hombres proveyeron al informante del FBI una lista de cosas que necesitaban para hacer explotar estos edificios, pero en la lista no incluyeron ningún explosivo ni materiales que podrían ser utilizados para fabricar explosivos. Así que ahora todos en Ciudad Libertad están bromeando con que los muchachos iban a derribar el edificio del FBI con sus botas nuevas, ya que no tenían ningún tipo de dispositivo que pudieran utilizar para hacer explotar algo.
A pesar de esto, en un hermoso ejemplo de lo falso que se ha vuelto el sistema judicial norteamericano. Los hombres fueron acusados de “¡planificar llevar a cabo una guerra absoluta contra EEUU!” Y sólo en caso que alguien todavía albergue ilusiones acerca del Sr. “¡Si Podemos!”, la semana pasada y en contra de toda razón, los miembros de la ‘célula terrorista de Miami’ fueron sentenciados:

5 individuos en Miami condenados por complot para atacar la Torre Sears
13 de mayo de 2009

MIAMI (AP) – Cinco hombres fueron sentenciados el jueves por planear una unificación de fuerzas con al-Qaeda para destruir la Torre Sears de Chicago y plantar bombas en oficinas del FBI con la esperanza de iniciar una insurrección anti-gubernamental.

El jurado de Miami absolvió a otro miembro de los denominados “Seis de Ciudad Libertad” en el sexto día de deliberaciones. Dos juicios previos fueron anulados cuando los jurados no pudieron ponerse de acuerdo sobre la culpabilidad o inocencia de los individuos.
Comentario: Aquí vemos el problema; ¡si esos jurados hubiesen sido sometidos al submarino unas cuantas veces, seguramente habrían sido condenados!
Fueron arrestados en junio del 2006 por acusaciones de planificar actos terroristas con un informante encubierto del FBI que creían que era de al-Qaeda. Los abogados defensores señalaron que los diálogos de los terroristas registrados en decenas de cintas del FBI no eran serios y que los hombres solo querían dinero.

El líder Narseal Batiste, 35, fue el único declarado culpable de los cuatro, incluyendo del cargo de proveer material de apoyo para terroristas y conspirando para fomentar una guerra contra EEUU. Batiste, que aparecía en los cientos de grabaciones del FBI, enfrenta una condena de hasta 70 años de prisión. [...]

Una pieza clave de evidencia es un video del FBI en el que se observa a todo el grupo realizando un juramento de lealtad, o "bayat," a al-Qaeda y a Osama bin Laden en una ceremonia dirigida por un informante del FBI representando al “Hermano Mohammed” de al-Qaeda.

Pero Batiste, que prestó declaración en los tres juicios, insistió en que solo seguía la corriente de Mohammed para poder obtener $50,000 o más para su negocio de construcción y un naciente programa de alcance comunitario. Batiste era el líder de un secta en Miami conocida como al Templo de Ciencia Moorish, que combina elementos de cristianismo, judaísmo e islamismo y que no reconoce la autoridad del gobierno norteamericano.

Los abogados defensores también declararon que el caso fue una creación del FBI conducido por informantes que manipularon al grupo.

Este es un crimen manufacturado”, dijo la abogada de Batiste, Ana M. Jhones, en el juicio.
Otros casos que valen la pena señalar incluyen el de José Padilla, quien fue arrestado en el 2002 con acusaciones de planear detonar una ‘bomba sucia’ (esta acusación fue luego desestimada por la completa falta de evidencia) y sentenciado a 17 años en una cárcel de Florida en el año 2007. Padilla fue torturado durante casi los tres años y ocho meses de su detención ilegal.


José Padilla – miembro de una pandilla – chivo expiatorio

Los abogados de Padilla señalaron que fue “detenido durante 1.307 días en una celda de 3 por 2 metros, aislado durante días o semanas, sufriendo agresiones físicas y bajo amenazas de ejecución y demás clases de violencia, fue privado del sueño mediante luces y sonidos, y obligado a tomar drogas para alterar su mente, posiblemente PCP o LSD”. Claramente esta tortura no fue diseñada para extraer información valiosa, sino más bien para persuadir a Padilla de que realmente era el terrorista que Cheney necesitaba.

Zacarias Moussaoui es otro caso a tener en cuenta:

Moussaoui es el supuesto “secuestrador N°20”, a pesar del hecho de que originalmente negó participación alguna en los ataques del 9/11. Durante su juicio exhibió señales claras de desorden mental. Cuando su abogado le preguntó porqué había firmado su declaración de culpabilidad como el “secuestrador N°20”, Moussaoui respondió: “Porque todos se referían a mí como el secuestrador N°20 y era algo divertido”.

En una de las mociones que registró en la corte mientras se representaba a si mismo, declaró que el FBI dañó su ventilador para molestarlo: “¿Dónde está mi ventilador? Debe ser revisado por un forense antes que me maten”.


Moussaoui – el perro pavloviano de Cheney

También declaró: “Poseo un master en Administración de Bombas Internacionales de la Universidad de Bombas Limitada. Mi maestro es el Jefe Ejecutor de la Compañía de Terror Mundial”.

Cuando su madre viajó desde Francia para asistir al juicio él la ignoró. Esa fue la diferencia entre el hombre en el estrado y el hombre que ella recordaba como su hijo. La madre de Moussaoui se quebró y declaró “ese no es Zachary”, indicando que su valiente hijo debió haber sido drogado para lucir tan sedado.

El periodista de NBC, Pete Williams, sugirió que a Moussaoui le habían colocado un “cinturón de shock” sus carceleros del gobierno Americano para mantenerlo ‘a raya’. Según Amnistía Internacional:
“Los oficiales pueden utilizarlo para amenazar a un prisionero, y parece haber sido diseñado para humillar y degradar a un prisionero... La información acerca de otras armas de electro-choque indican que choques de 50,000 volts durante ocho segundos podrían resultar en daños físicos y mentales a largo plazo”.

Khalid Sheik Mohammed

Y por supuesto, no podemos olvidar al “cerebro” del 9/11, Khalid Sheik Mohammed, cuyo juicio sigue en proceso. Oficialmente, Mohammed fue capturado por la CIA en Pakistán en el 2002, sin embargo existen numerosos problemas con el relato de su arresto:

Testigos dicen que Mohammed no estaba presente cuando ocurrió la redada.

Existen diferentes relatos sobre cuál fue la casa donde lo arrestaron.

Existen diferentes relatos acerca del lugar donde él se encontraba antes del arresto y sobre cómo lo encontraron las autoridades.

Algunos relatos indican que estaba durmiendo cuando ocurrieron los arrestos.

Existen relatos contradictorios sobre quién lo arrestó – paquistaníes, americanos, o ambos.

Existen relatos previamente publicados que indican que Mohammed podría haber sido asesinado en septiembre del 2002.

Existen relatos que indican que fue capturado el año anterior.

De hecho, hubo tantos problemas con la historia que un informe de UK Guardian señaló:
La historia parece ficticia casi en su totalidad
Y esa queridos lectores, parece ser la esencia de la ‘guerra contra el terrorismo’ – ficción, aunque una ficción escrita con la mismísima sangre y sufrimiento de millones de personas inocentes. Desde los chivos expiatorios torturados de la CIA, MI6 y del Shin Bet que mencionamos aquí, hasta las multitudes de civiles iraquíes, afganos y paquistaníes, cuyas vidas se acabaron en un segundo por pilotos de la fuerza aérea, o por los felices soldados de gatillo fácil norteamericanos, israelíes y británicos del imperio.

Quizás ahora comprendemos qué es lo que está enfureciendo a Dick Cheney; ¿que la CIA torturó personas bajo sus órdenes? No le importa. ¿Que la CIA torturó a personas bajo sus órdenes para justificar una invasión a Irak? Él encoje los hombros con indiferencia. ¿Que, como el más poderoso vicepresidente de la historia de EEUU, utilizó la tortura y el asesinato para fabricar evidencia para la realidad de la ‘guerra contra el terrorismo’, y que fue utilizada como evidencia de que terroristas islámicos llevaron a cabo los ataques del 9/11, cuando en realidad, fueron llevados a cabo por una cábala de psicópatas israelíes y norteamericanos, entre ellos Cheney mismo? Bueno, eso lo lleva a hacer algunos gruñidos públicos, y no tan sutiles señales hacia la administración de Obama de que, si bien está fuera de su cargo, Cheney no es el chivo expiatorio de nadie.


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