Europa en rojo: La crisis y la desocupación amenazan con explosiones sociales
IAR Noticias
03/06/09
La crisis financiera recesiva exportada originalmente de EEUU ya se expande por toda Europa y el colapso financiero con desaceleración económica y desempleo se contagia aceleradamente tanto por las economías centrales del euro como por los países del Este que afrontan crecientes huelgas y protestas sociales con "amenaza a la gobernabilidad".
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La crisis recesiva con desempleo masivo que azota con dureza extrema a la primera potencia imperial, EEUU, ahora arrasa también con las economías centrales de la zona del euro donde se registran huelgas y protestas sociales que barren con la estabilidad de los gobiernos desde Francia, Reino Unido, España, hasta Bélgica e Islandia.
A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta social y sindical gana la calle en cada vez más países, para expresar el descontento.
El malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, alimenta y exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alienta las huelgas y protestas sociales que comienzan a extenderse por toda la geografía europea .
En su Panorama Económico Mundial, publicado el 23 de abril último, el FMI advertía que Europa enfrenta una recesión más profunda y una recuperación más larga que EEUU y el resto del mundo.
Como resultado, la Unión Europea (UE) se ha convertido en la región donde las perspectivas de que la crisis llegue pronto a su fin son más distantes, estimaba el FMI.
Los últimos datos confirman dramáticamente esas previsiones, y revelan que la crisis recesiva con desocupación se expande por toda Europa y el colapso financiero con desaceleración económica y achicamiento del consumo se ensaña con las poblaciones periféricas tanto de las zonas ricas como de las áreas más marginales de Europa del Este.
La desocupación en la zona euro trepó a finales de abril el 9,2%, la tasa más alta en diez años. Estos datos fueron difundidos el martes por Eurostat -la Oficina Europea de Estadísticas, dependiente de la Comisión Europea.
Los números oficiales señalan que la desocupación creció durante ese período en casi 400.000 personas en la eurozona y en más de medio millón en el conjunto de la UE, donde ya hay 20,8 millones de desempleados.
Desde septiembre de 1999 no se alcanzaba una tasa similar, la más alta desde la existencia del euro como moneda europea. En el conjunto de la UE el desempleo se sitúa en el 8,6% de la población activa.
Las principales economías europeas vieron aumentar el número de desempleados y solamente en España se destruyeron casi 800.000 empleos en el primer trimestre del año.
Los países europeos con menos desempleo son Holanda (3%), Austria (4,2%) y Chipre (5,4%). Los peores situados, además de España, son Letonia (17,4%) y Lituania (16,8%). El desempleo subió en 24 de los 27 miembros de la UE, todos salvo Rumania y Grecia. Francia está en el 8,9% y Alemania en el 7,7%.
Según las previsiones de la Comisión Europea, el desempleo alcanzará a finales de año al 9,9% de la población activa de la eurozona y al 11,5% en 2010, el nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial. Para el conjunto de la UE, Bruselas estima que 8,5 millones de personas perderán su trabajo antes de finales de 2010.
En el primer trimestre de 2009, el producto interior bruto en Europa, comparado con el del año anterior, disminuyó un 4,4 por ciento.
Potencial explosivo
"La crisis económica podría tener consecuencias socialmente explosivas en Europa si el desempleo sigue aumentando", señala Jean Claude Juncker un alto funcionario de la UE que coordina desde hace años las políticas económicas del bloque.
Juncker, primer ministro luxemburgués y jefe del Eurogrupo, que reúne a los ministros de Economía de la zona euro, considera que Europa está en el corazón de la crisis económica y financiera y vamos "hacia una crisis social de potencial explosivo".
La opinión coincide con los señalado recientemente por el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien sostuvo que "hay un grave riesgo de crisis social" en los países más ricos.
Durante una entrevista con el diario español El País, Zoellick explicó: "Lo que empezó como una gran crisis financiera y se convirtió en una gran crisis económica, ahora está derivando en una gran crisis del desempleo. Si no tomamos medidas, hay riesgo de que llegue a ser una grave crisis humana y social, con implicaciones políticas muy importantes".
Los pronósticos oficiales coinciden en que Europa se encamina hacia niveles de desempleo inéditos desde el final de la Segunda Guerra Mundial y a que la salida a la crisis global se ve incierta. Algunos, como Juncker y Zoellick, empiezan a dar la señal de alarma.
El líder de los socialistas europeos, el danés Poul Nyrup Rasmussen, pedía a principios de mes en Bruselas un plan de reactivación económica del continente similar al estadounidense. "Con 26,5 millones de parados bajo el brazo, los conservadores que presiden Europa difícilmente podrán pretender que han hecho ya suficiente", señalaba Rasmussen.
Jean Claude Juncker estima que la UE debe concentrarse en políticas que hagan aumentar el empleo de forma sostenible, como la formación a lo largo de toda la vida laboral y semanas laborales más cortas.
Al tiempo, pide a los empresarios que hagan todo lo posible para evitar despidos masivos y que cumplan un papel de "responsabilidad social" porque "millones de europeos se ven empujados por la crisis hacia la desesperanza".
Juncker sostiene que "muchos políticos subestiman el fenómeno", y teme que se disparen los déficits públicos, ya afectados por la caída de los ingresos fiscales, los multimillonarios planes de reactivación y los rescates bancarios.
En los primeros día del año 2009 (y como clara señal de que el planeta ya había ingresado en la "crisis estructural"), se reafirmó la ola de de despidos laborales que certifica la presencia de una recesión a escala planetaria, cuyo centro gravitante y expansivo se encuentra en EEUU y Europa, potencias directrices del sistema capitalista a nivel global.
Tras empezar por el sector de la construcción inmobiliaria y del sector financiero, el proceso de despidos en Europa -al igual que en EEUU- ya se proyecta con fuerza en los sectores industriales y de servicios.
El diálogo entre sindicatos y empresarios, apoyado por el Gobierno, evita por ahora huelgas en España, pero Francia ha sufrido tres huelgas con grandes movilizaciones desde principios de año y se ha puesto de moda secuestrar a los patrones de grandes empresas para forzarles a negociar y que se comprometan a no despedir.
Además, por el efecto retardado que tiene la crisis sobre el empleo, según la Comisión Europea, el proceso de desocupación masiva debería crecer más de aquí a fin del año 2009.
La periferia pobre
Los economistas advierten que la zona euro corre un riesgo mucho mayor de un deterioro más profundo que otras regiones debido a la aguda crisis económica, fiscal y política en Europa del Este, así como el deterioro en la calidad de los activos de sus bancos.
Las turbulencias económico financieras, y los disturbios sociales y sindicales ya se llevaron puestos a los gobiernos de Bélgica e Islandia, y comienzan a generar inestabilidad y principios de caos social en las primeras potencias del euro, como Francia y Reino Unido, además de arrasar con las ex naciones comunistas de Europa del Este, donde se han registrado algunas de las mayores movilizaciones de los últimos 20 años.
Veinte años después del reestablecimiento del capitalismo, los ex países de la URSS hoy miembros de la Unión Europea del Este, han iniciado una etapa de progresivo colapso económico y social.
Los países de Europa oriental se han visto especialmente afectados: en los Estados bálticos, el PIB se ha desplomado entre el 10,9 y el 18,6 por ciento.
En los nuevos países miembros del la UE de Europa del Este, los gobiernos han pactado con los bancos y empresas trasnacionales de Europa y EEUU para privatizar las empresas estatales (del ex régimen socialista) a cambio de corrupción y enriquecimiento personal, mientras la población periférica se hunde en la pobreza masiva y en un creciente estado de indigencia.
Como consecuencia de la explotación de las potencias del euro sobre los países periféricos del Este, en el ámbito de la Unión Europea se estableció una creciente brecha entre países ricos y países pobres.
Una hora de trabajo en Escandinavia, Alemania, Gran Bretaña y Francia se paga entre 30 y 35 euros, en Polonia, 5, en los países bálticos y Eslovaquia, 4, en Bulgaria, que ingresó en la UE a principios de 2007, sólo 1,40.
Hay un punto central de fricción entre las naciones desarrolladas del euro y los países del Este: Los bancos y corporaciones trasnacionales de las potencias centrales del euro son auxiliados con subsidios y proteccionismo estatal, en tanto que sus filiales situadas en Europa del Este no reciben esos beneficios y en consecuencia sufren la peor crisis recesiva de la región despidiendo trabajadores y deteriorando las condiciones laborales y el poder de consumo de las mayorías.
Las tensiones que salieron a flote en las últimas cumbres dejaron de manifiesto la dificultad de forjar una estrategia coherente para combatir una recesión que ha golpeado a los 27 miembros del bloque con fuerza desigual. Incluso los líderes de Europa Central y del Este, la zona más afectada por la crisis, mostraron divergencias acerca de los "planes de rescate".
En verdad el mayor peligro que enfrenta Europa Occidental, aparte de sus propios desequilibrios debidos a la crisis, es el enorme agujero en que se han convertido los países del Este. La región le debe a la banca de las naciones centrales europeas más de 1,5 billones de euros.
La crisis recesiva empieza a ejercer presión sobre los presupuestos de algunos gobiernos del euro, y en general de los países del Este, que aumentan sensiblemente sus gastos para estimular su economía en medio de una caída de sus recaudaciones tributaria por la desaceleración económica.
En ese escenario, las potencias dominantes del euro, cuyos bancos centrales y redes de bancos privados lideran el negocio con los rescates y "salvatajes financieros" entre los miembros del bloque, se muestran cada vez más renuentes a prestar dinero a los países cada vez más "insolventes" de Europa del Este.
La UE y todos los gobiernos europeos (tanto centrales como del Este) están aprovechando la crisis social y la desocupación masiva parar ejecutar despidos, o chantajear la continuidad laboral a cambio de baja de salarios y recortes sociales.
El euroescepeticismo
A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta social y sindical gana la calle en cada vez más países, para expresar el descontento.
En ciudades como París, Atenas, Varsovia o Roma, en los viejos barrios obreros y de inmigrantes de Amsterdam, Londres, Berlín o en la región alemana del Rhur, la desocupación y la pobreza son dos o tres veces mayores que la media desarrollada en todo el ámbito de la Unión Europea
La dinámica de este proceso ya genera bolsones de "ingobernabilidad" producidos por los conflictos sociales y sindicales como respuesta a los despidos laborales detonados por la paralización económica.
La desocupación es la matriz de la pérdida de gobernabilidad por una razón esencial: Los despidos masivos de obreros y empleados son el barómetro y marcan el momento exacto en que la crisis se sale de la "superestructura" económico financiera y se mete dentro de la sociedad.
En este panorama, las elecciones al Parlamento europeo del 7 de junio van a celebrarse en medio de la más profunda crisis del capitalismo desde los años 1930 y en una situación social extremadamente tensa.
A su vez, a este escenario económicosocial, se suma un "tercer factor" de índole psicosocial producido por la falta de expectativas personales y laborales que genera la crisis: El "escepticismo social".
Según la encuesta del Eurobarómetro (sondeos de opinión pública), encargada por el Parlamento Europeo, divulgada a mitad de abril, la confianza en las instituciones de la UE se desploma con la crisis financiera recesiva que se expande como un virus tanto por las potencias centrales como por la periferia subdesarrollada de la Europa continental.
De acuerdo con el estudio, sólo el 34% de los ciudadanos tiene intención de votar en las elecciones europeas que se llevarán a cabo en el mes de junio.
En este contexto, la medición encargada por la UE parece agregar a la "crisis económica" (producida por la recesión), y a la "crisis social" (producida por las huelgas y conflictos sociales) un tercer actor: El "colapso psicosocial" reflejado en las tendencias del escepticismo generalizado sobre las instituciones del sistema.
Paradojalmente, esa tendencia al "euroescepeticismo" se agrava en el escenario de las potencias centrales más ricas, como Alemania, Reino Unido, Francia y España.
Este "tercer factor" (el descreimiento social en el sistema europeo) producto del desarrollo de los procesos combinados de la "crisis económica" y la "crisis social", que se retroalimentan entre sí, es lo que más temen los gobiernos y las autoridades de la Unión Europea.
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