Mientras la justicia busca condenarlos, los jerarcas sionistas se disputan el poder
Hernán Mena Cifuentes
ABN
19/02/09
Mientras Tzippi Livni y Benyamin Netanyahu se disputan el cargo de premier que daría al vencedor “carta blanca” para proseguir con la espiral de muerte y destrucción que el Estado sionista de Israel perpetra impunemente desde hace siete décadas contra el pueblo palestino y así seguir burlando a la justicia, la Humanidad busca apagar su sed de sangre, llevándolos junto con el reto de su clan de asesinos ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
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Y es que a pesar de todos los esfuerzos realizados por la prensa mercenaria para desviar la atención del crimen de lesa humanidad cometido por el sionismo en Palestina hace un mes, dándole prioridad a otros hechos noticiosos de menos trascendencia para que se olvide lo ocurrido en Gaza, en la memoria colectiva de la humanidad entera ha quedado grabado para siempre esa masacre y un clamor de justicia se extiende por un mundo indignado donde millones de voces claman por justicia.
Porque, la conciencia planetaria, horrorizada ante la reciente matanza de niños y mujeres perpetrada durante 23 días por la aviación y el ejército israelí contra un pueblo indefenso, se alzó en protesta a la vista de tanta barbarie, tomando acciones como las adoptadas por los presidentes, Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales, de Bolivia que las condenaron y condujeron a la ruptura de las relaciones diplomáticas de sus gobiernos con Tel Aviv y anunciar su decisión de acusar a sus dirigentes ante el TPI.
La incursión militar fue inútil, porque, a pesar del infierno que desde el cielo desató su aviación y desde tierra sus soldados, los sionistas no alcanzaron la victoria, y como en Líbano, fueron obligadas a retirarse, condenadas por el mundo y frustrado su objetivo de destruir a Hamás, que salió airoso y fortalecido con el apoyo irrestricto del pueblo, y ahora Israel, acusado por los crímenes de guerra cometidos por sus militares se enfrenta a la espada de la justicia.
Las agencias internacionales de noticias, entre éstas ABN, dan cuenta de que “el Tribunal Penal de La Haya está estudiando la posibilidad de procesar a dirigentes políticos y jefes militares israelíes por crímenes de guerra que podrían haberse cometido durante las tres semanas que duró la operación Plomo fundido en la Franja de Gaza. Las organizaciones palestinas argumentan que Israel utilizó bombas de fósforo blanco en zonas prohibidas por la legislación internacional.”
“El fiscal general del TPI, -destaca ABN- recibió material de las organizaciones palestinas acerca del uso de fósforo blanco en la ciudad de Gaza y está esperando el material adicional que están reuniendo la Liga Árabe y Amnistía Internacional. Durante el bombardeo israelí sobre Gaza se emitieron imágenes del uso de bombas de fósforo blanco en zonas densamente pobladas. En un primer momento Israel lo negó, pero posteriormente se presentaron tantas pruebas que acabó reconociendo que así había sido.”
Israel no sacó ningún provecho de esa criminal incursión que devino en fracaso al no cumplirse el objetivo de sus estrategas militares, como era el la destruir los túneles por donde llegan los alimentos, medicinas y el combustible cuyo acceso le niegan los sionistas al pueblo desde hace casi dos años y tampoco neutralizar los bases de lanzamiento de los cohetes artesanales que Hamás dispara contra el sur del país, que no causan mayor daño pero que los sionistas tomaron como excusa para atacar Gaza.
Y, aunque se nieguen sus autores a aceptarlo, además de un fracaso militar, fue una derrota moral, propiciada por la condena y repudio generado en el mundo por lo cobarde e inhumano de su acción bélica y una frustración muy grande al no poder vencer a un enemigo que, como lo hizo Hezbolá en Líbano, recurrió a la guerra asimétrica combatiendo como un fantasma que sobrevivió ileso y dispuesto a seguir luchando en defensa de la patria Palestina.
Las acusaciones presentadas ante el TPI, provienen también de organizaciones defensoras de DDHH y de 350 de organismos pro palestinos que consignaron sus denuncias en la Unidad de Prueba de la Oficina del Fiscal del TPI y de un grupo de abogados europeos que estuvieron a punto de lograr mediante un recurso legal, la detención de Livni el mes pasado mientras ella visitaba Bélgica acción legal que pudo prosperar y que habría sido evitada por su intempestiva salida del país.
Otra de las acusaciones provino de Richard Falk, relator especial de la ONU para los DDHH en Gaza, quien manifestó que “Israel cometió crímenes de guerra durante la ofensiva, incluso, -dijo- aún antes del conflicto, al aplicar durante 18 meses un bloqueo ilegal de comida, medicamentos y combustible, y lo que hace aún mas grave dicho crimen, es el hecho de que el 70% de los pobladores de Gaza son menores, por lo que la guerra se libró contra los niños.”
Lo que hace más digna y meritoria la denuncia del alto funcionario de la ONU, lo constituye el hecho de que Falk es judío de religión, credo profesado por la mayoría de los judíos en el mundo, pueblo que ama la paz, la armonía y la convivencia, valores totalmente ajenos a la ideología del sionismo, que propicia el odio, la muerte, el racismo y las guerras de expansión para adueñarse de otros países, como lacayo del proyecto de dominación mundial que adelanta su amo, el Imperio yanqui.
Y, es que todo ese clamor de justicia originado por Chávez Frías y Morales, constituido por su gesto en pioneros de un mensaje de dignidad y solidaridad humana que causó la admiración del planeta y la gratitud pueblo palestino y del resto del mundo árabe, se ha extendido por un mundo que observa complacido, cómo a través de esa acción colectiva, se está fracturando el muro de impunidad tras el que se escudaban los asesinos sionistas bajo la protección del constante veto de su amo imperial.
Porque, ningún ser humano ni país donde se respete el derecho a la vida, pueden tolerar actos de tal bajeza, negación de la condición humana, como la carnicería que los aviones, helicópteros y “drones” sionistas perpetraron noche y día en Gaza, y la invasión por tierra apoyada tanques y otros blindados que dejaron centenares de niños y mujeres muertos, cuyo saldo superó más de la mitad de todas las víctimas de ese crimen.
El resto de las más de 1.300 víctimas fatales, fueron ancianos y civiles no combatientes y, sólo perecieron unos 50 guerrilleros de Hamás, según revelaron sus líderes, en virtud de la exitosa guerra asimétrica con que respondieron al invasor, cuyas bajas, nunca se sabrán, pues cargaron con sus muertos y solo admiten haber perdido 13 efectivos.
Mas el brutal y letal accionar de la fuerza aérea sionista con sus bombas y misiles no sólo causó la muerte de tantos inocentes, sino que además desplegó una monumental espiral de destrucción que devastó la casi totalidad de la infraestructura urbana y vial de Gaza, dejando un aterrador paisaje de desolación y muerte con miles de viviendas y edificios en ruinas, en cuyo interior yacen centenares de cadáveres aun no recuperados.
Los habitantes de Gaza vivieron durante esos días un capítulo de la más terrible historia de terror que haya padecido pueblo alguno, solo comparable con otros crímenes de lesa humanidad perpetrados en los últimos 70 años por las hordas del fascismo, en una macabra danza de la muerte de 3 semanas segando vidas de la forma mas horrible, como niños y mujeres destrozados o mutilados por las bombas de racimo y la piel de sus rostros calcinada por el fósforo blanco.
La matanza ha dejado como saldo 1.300 víctimas fatales, 416 eran niños y 256 mujeres, muchas de ellas embarazadas, mas de la mitad de la totalidad de muertes; 5 mil viviendas destruidas y otras 20 mil dañadas, miles de familias sin hogar, a la intemperie y bajo el frío, deambulando por las calles sin saber a donde ir, o viviendo en refugios improvisados; 20 mezquitas, lugar de oración diaria del pueblo de Gaza, arrasadas y carencia de fondos para la colosal tarea de reconstruir la devastada ciudad y sus alrededores.
Ni los mitológicos personajes Dédalo y su hijo Ícaro, que usaron alas para escapar del Laberinto en busca de la libertad, ni los pioneros de la aviación que liberaron al hombre atado durante siglos a la tierra, viendo con envidia el vuelo libre a las aves, habrían pensado que esa prodigiosa creación, producto de la mente humana sería usada para destruir vidas, pueblos y ciudades, como se hizo por primera vez durante la Primera Guerra mundial y después, utilizada con frecuencia y crueldad por el fascismo.
Fue en Nicaragua, el primer país de América Latina, donde el 17 de julio de 1927, el Imperio yanqui, utilizó la letal arma de la guerra aérea, enviando contra los combatientes de Augusto César Sandino, “El General de Hombres Libres”, su bandada de buitres, cinco aviones DHavilland, que lanzaron bombas y metralla sobre el pueblo de Ocotal, asesinando a más de 300 hombres, niños y mujeres, “proeza” aplaudida por la prensa imperial y por su presidente, quien condecoró al comandante, autor de la masacre.
La humanidad se resiste a olvidar también, el baño de sangre desatado diez años después en Guernica por la aviación de Hitler y Mussolini durante la Guerra Civil Española, donde los Junkers de la Legión Cóndor nazi, asesinaron a 1.600 de sus pobladores, niños y mujeres también en su mayoría, tragedia inmortalizada por Piccaso en la más famosa de sus obras, crimen que quedó para la historia como sinónimo de crueldad y de barbarie.
Aquel genocidio solo sería superado en brutalidad 8 años más tarde, cuando el fascismo yanqui lanzó el 6 de agosto de 1945 su carga de muerte sobre Hiroshima, tranquila ciudad de un Japón vencido y, 3 días después otro bombardero estadounidense hizo lo mismo en Nagasaki, asesinando en total a unas 200.000 personas, crimen que fue el nacimiento de la Era del Terror Nuclear, dejando a la vez como herencia una secuela de más muerte a futuro, producto de la radiación que aún sigue matando gente.
Tampoco Vietnam escapó de la espiral de muerte desatada por el Imperio fascista yanqui que lo invadió en la década de los años 60 y cuya aviación bombardeó indiscriminadamente pueblos y ciudades, tratado de vencer la resistencia de un pueblo heroico e invencible, que le propinó la más grande derrota que haya sufrido EEUU en una de sus tantas guerras de conquista y el síndrome que el fracaso sufrido en dicho conflicto aun padece el pueblo estadounidenses, y que está repetiéndose en Irak y Afganistán.
Fue en la diminuta aldea vietnamita de May Lai, donde la bestialidad de las tropas yanquis, llegadas en helicópteros protagonizaron el 16 de marzo de 1968, una de las masacres mas horribles que recuerda la historia de las guerras imperiales, cuando con sus bayonetas abrieron los vientres de niños y mujeres inocentes, las violaron y estallaron granadas introducidas en sus genitales y, para cerrar ese negro capítulo de la historia humana, quemaron las viviendas creyendo que así borrarían la huella de su genocidio.
Pero, como había ocurrido tres décadas antes, cuando un periodista denunció el genocidio de Guernica, otro comunicador social dio a conocer al mundo ese otro crimen de lesa humanidad, lo que obligó al ejército imperial a juzgar a dos de los jefes responsables de la masacre, que quedó no obstante impune, cuando uno de ellos fue absuelto y el otro en libertad a los pocos meses de haber sido encarcelado.
El ensañamiento y la brutalidad demostrada por la aviación fascista en todo ese tiempo, no se detuvo ni un solo momento a pesar del rechazo, repudio y condena con que la humanidad respondió ante esos crímenes, pues su macabro prontuario criminal siguió ampliándose, ya que el Imperio no ha cesado un solo instante en mostrar su irrefrenable vocación de muerte.
Lo volvió a hacer nuevamente en Afganistán, donde saturó de bombas ciudades, pueblos y montañas, donde mató y aún sigue exterminando a decenas de miles de inocentes, según dicen, para capturar a un hombre, Osama Bin Laden, quien por más de siete años ha burlado la cacería humana desatada en su contra y sigue vivo y luchando contra su ex aliado, el Imperio, convertido en su más acérrimo enemigo a raíz del 11 de septiembre.
La furia Imperial se incrementó meses después, esta vez invadiendo y ocupando a Irak, donde hasta hoy ha causado más de un millón de víctimas fatales, como siempre, en su mayoría niños y mujeres, ratificando esa constante que es el quehacer delincuencial de sus gobernantes, sean alemanes nazis, sionistas israelíes o imperialistas yanquis ya que ellos no distinguen ni discriminan al momento de segar vidas.
Y, el sionismo fascista, como apéndice del Imperio, sufre de esa misma sed insaciable de matar, y en nombre y con el apoyo irrestricto de su amo, ha vuelto una vez más con su aviación de muerte a asesinar a cientos de niños y mujeres inocentes en Gaza, esa franja de la tierra Palestina donde durante mas de 60 años adelanta su macabro proyecto de exterminio, conocido como La Solución al problema palestino.
Sin embargo, encontraron la misma resistencia que ha siempre demostrado ese heroico pueblo y, pese a la magnitud del crimen, no pudo tampoco en esta oportunidad derrotarlo, enmudeciendo al cabo de 23 días el mensaje de muerte de las bombas y misiles de su aviación de muerte que, junto con su ejército asesino, debió retirarse, haciendo gestos fingidos de victoria para ocultar su frustración y su derrota frente a un Hamás agigantado y tras perpetrar un crimen similar a los de Ocotal, Guernica, May Lai y Faluya.
Ahora, el mundo espera que el genocidio de Gaza, no quede en la impunidad, porque la conciencia planetaria despertó del letargo en el que vivió sumida durante tanto tiempo mientras se cometían esos crímenes, y que está en busca de un mundo posible, donde prevalezca el amor sobre el odio y la paz sobre la guerra, ha dicho “basta”, en rechazo y repudio esa ofensa imperdonable a la vida, como lo son las brutales guerras desatadas por el Imperio y su peón sionista.
Y mientras Livni y Netanyahu se disputan el cargo de premier, para continuar con la espiral de violencia y destrucción que el sionismo ha desatado sobre un pueblo indefenso, en el Tribunal Penal Internacional, la conciencia planetaria está abriendo esa brecha de esperanza que permita a la Justicia sentarlos en el banquillo de los acusados junto con el resto de su clan de asesinos para que jamás vuelva a repetirse el horror que sembraron durante 23 días en Gaza al matar a más de 600 niños y mujeres inocentes.
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