Davos, deuda y denegación - En una era de ilusión, la verdad se viste a menudo de herejía
Darryl Schoon
ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
19/02/09
La reunión de las élites económicas del mundo en Davos, Suiza, es un reflejo de la dinámica del poder reinante en el mundo moderno. Intitulado oficialmente, Foro Económico Mundial, Davos es patrocinado por las corporaciones más poderosas y acaudaladas del mundo y se presenta como una entidad “sin fines de lucro.”
Sin embargo, si uno cree que la reunión anual en Davos no tiene fines de lucro, probablemente también cree que John Kennedy murió de causas naturales mientras paseaba por Dallas. Los que asisten a Davos – los davotos de Mammon – son los ganadores en el juego del capitalismo, un juego basado en deuda controlada por banqueros mediante su emisión de crédito.
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Los banqueros de inversión gracias a su posición privilegiada en los grifos del crédito han acumulado para sí con el pasar de los años una tajada desproporcionada de la riqueza del mundo. La mejor descripción de su riqueza proviene de un banquero: Sir Josiah Stamp, en sus días, en 1927, el segundo hombre más rico de Inglaterra y ex jefe del Banco de Inglaterra.
La banca fue concebida en la iniquidad y nació en pecado. Los banqueros son dueños de la tierra. Si se les quita, pero se les deja el poder de crear dinero, con un golpe de pluma crean suficientes depósitos para volver a comprarla. Sin embargo, si se les quita, todas las grandes fortunas como la mía desaparecerán y deberían desaparecer, porque así éste sería un mundo mejor y más feliz para vivir. Pero, si uno quiere seguir siendo esclavo de los banqueros y pagar por el coste de su propia esclavitud, dejemos que sigan creando dinero.
El hecho de que en 2008 los banqueros se hayan convertido en víctimas del juego creado por ellos tiene profundas implicaciones para el propio capitalismo. El capitalismo, que comenzó en 1694 con la emisión de dinero basado en deuda por el Banco de Inglaterra, ha llegado ahora, trescientos años después, a su última y final etapa.
El capitalismo no termina porque los esclavizados por los banqueros se hayan rebelado. El capitalismo termina porque la insaciable codicia de los banqueros destruyó el mecanismo mediante el cual los banqueros endeudan a otros. La triste verdad es que los esclavizados por la deuda siguen deseando ser los esclavos de los banqueros y pagar el coste de [su] propia esclavitud [y] dejar que ellos [los banqueros] sigan creando dinero.
Aunque los deudores esperan fervientemente que continúe el sistema de deuda de los banqueros, no tendrán nada que decir en el asunto. Tampoco los banqueros. Davos nunca volverá a ser lo mismo.
DAVOS Y EL ÚLTIMO SUSPIRO DEL CAPITALISMO
El Foro Económico Mundial en Davos fue fundado en 1971, el mismo año en el que todas las monedas se convirtieron en “fiat”, es decir no respaldadas por oro o plata. Tal vez sea por coincidencia. Tal vez no.
A pesar de ello, Davos será siempre asociado con el fin del capitalismo en el que la charada del papel moneda del banquero reveló ser lo que es: una estafa en la cual todos – incluidos los banqueros – terminan por perderlo todo.
La charada/estafa comenzó realmente en 1694, cuando el Banco de Inglaterra obtuvo el derecho a emitir las monedas de Inglaterra en la forma de dinero papel. El dinero papel fue declarado tan bueno como monedas de oro o plata. Evidentemente, no lo era; pero al principio fue mucho mejor de lo que pasó después.
Antes de 1694, los banqueros eran conocidos como orfebres que se beneficiaban cobrando interés por el préstamo de monedas de oro y plata. Después de 1694, los orfebres, ahora llamados banqueros, se beneficiaron cobrando interés por el préstamo de papel moneda, y así nació la verdadera alquimia de las finanzas modernas.
La sustitución del “dinero” papel por oro y el cobro de interés por semejante “dinero” es el secreto de la riqueza del banquero. También es el secreto del capitalismo, ya que es el proceso mediante el cual los banqueros endeudan a otros (negocios, consumidores, gobiernos, etc.) mediante el préstamo de “dinero” papel creado por bancos centrales, que resulta en pagarés, los que luego son revendidos como inversiones a los ahorristas, es decir a todos los que tienen que proteger el valor de su “dinero” papel contra la erosión por la constante inflación del suministro de papel moneda por los banqueros.
El que un sistema semejante haya durado más de trescientos años es extraordinario, pero el vínculo entre el papel moneda y el oro comenzó a fallar recién en el Siglo XX, cuando los problemas inherentes en los sistemas de dinero papel se hicieron más aparentes.
Inglaterra, el mayor receptor y beneficiario del papel moneda de los banqueros durante los doscientos años anteriores, había tenido mucho cuidado de mantener la ficción de que el dinero papel era igual de bueno que el oro o la plata. Pero en el siguiente, el Siglo XX, EE.UU. el sucesor sustituto de Inglaterra, iba a ser mucho menos considerado con el “regalo” considerable y cuestionable que le habían legado los banqueros ingleses.
En 1933, el gobierno de EE.UU. confiscó por orden ejecutiva el oro de todos los estadounidenses, terminando así con la creencia de que el dinero papel era intercambiable por oro y plata y por lo tanto constituía un medio fiable de intercambio.
Esta confiscación de oro por EE.UU. fue posteriormente repetida en el ámbito internacional. Pero en lugar de sólo obligar a los estadounidenses a abandonar el oro como lo había hecho en 1933, en 1971 EE.UU. obligó a todo el mundo a hacerlo.
LA CONFIANZA EN EL DINERO PAPEL SE CONVIERTE EN UN TIMO
A fines de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. había acumulado la mayor cantidad de reservas monetarias en oro de la historia; y bajo el Acuerdo de Bretton-Woods de 1944, el dólar de EE.UU. se convirtió en convertible en oro a pedido y todas las monedas fueron vinculadas al dólar de EE.UU. Por lo tanto, mediante el dólar de EE.UU. convertible en oro, el sistema monetario internacional fue estable y respaldado por el oro.
Pero en 1971, los gastos de EE.UU. habían excedido todo su acopio de oro. Sólo en 1958, las reservas de oro de EE.UU. cayeron en un 10%. El motivo es que entre 1949 y 1971, los gastos militares de EE.UU. en el exterior y la expansión en el extranjero de las corporaciones de EE.UU. habían dejado muchos más dólares en manos de naciones extranjeras que los que EE.UU. podía cambiar por oro.
En su libro “The Commanding Heights” [Los Puestos de Mando] (1997 ed., pp. 60-64), Daniel Yergin y Joseph Stanislaw explican lo que sucedió después:
Pero el creciente déficit de la balanza de pagos de EE.UU. significaba que gobiernos extranjeros estaban acumulando grandes cantidades de dólares – en un volumen total que excedía de lejos la reserva de oro del gobierno de EE.UU. Esos gobiernos, o sus bancos centrales, podían presentarse en cualquier momento ante la “ventanilla del oro” del Tesoro de EE.UU. e insistir en cambiar sus dólares por oro, lo que precipitaría una corrida bancaria. El problema no era teórico., En la segunda semana de agosto de 1971, el embajador británico se presentó ante el Departamento del Tesoro para pedir que 3.000 millones de dólares fueran convertidos en oro.
Había que cerrar la ventanilla del oro. Arthur Burns arguyó a gritos en contra, advirtiendo: “Pravda escribirá que esto es una señal del colapso del capitalismo.” Hicieron caso omiso de Burns. La ventanilla del oro se cerraría. Pero hacerlo acentuaría la necesidad de combatir la inflación, porque el cierre de la ventanilla del oro debilitaría al dólar respecto a las otras monedas, aumentando así la inflación al aumentar el precio de los bienes importados. El abandono del estándar oro y la renuncia a los tipos de cambio fijos constituyeron un paso trascendental en la historia de la economía internacional.
Hay que repetir la frase anterior: El abandono del estándar oro y la renuncia a los tipos de cambio fijos constituyeron un paso trascendental en la historia de la economía internacional.
Yergin y Stanislaw tenían razón. Fue un paso trascendental - y en última instancia fatal – porque como resultado del incumplimiento por EE.UU. de sus obligaciones internacionales en oro, todas las monedas del mundo se convirtieron instantáneamente en dinero fiat.
La seguridad que el oro y la plata daban al uso de papel moneda dejó de existir – y cuando se maneja un timo, nada, absolutamente nada, es más importante que la confianza.
La parte final y más crítica en la charada cuidadosamente construida por los banqueros fue eliminada por EE.UU. cuando gastó más de la cuenta todas sus reservas de oro despojando al sistema monetario internacional de todo valor intrínseco. Sólo el impulso monetario y el resto de confianza permitieron que las economías capitalistas basadas en papel funcionaran hasta que se eliminó el último vestigio del oro en 1971.
Ahora, las consecuencias destructivas postergadas, pero inevitables, de 1971 están a punto de hacer que la demolición de las Torres Gemelas del World Trade Center y del Edificio 7 parezca un día de primavera en París. Un colapso de economías mundiales causado por el default de billones en dólares de deudas y obligaciones de papel nunca ha ocurrido. No tardará en ocurrir.
Las consecuencias serán tan devastadoras como generalizadas cuando sean eliminados los ahorros personales. Ahorros personales confiados a bancos han sido invertido en los mismos pagarés sic bonos, de propiedad de fondos de pensión, fondos de inversión, y compañías de seguros en todo el mundo.
Los ahorristas, obligados por la constante depreciación del papel moneda, han entregado sus ahorros a bancos, fondos de pensión, compañías de seguros, y fondos de inversión en la esperanza de proteger el valor de esos ahorros. Pero esas esperanzas resultarán ser falsas a medida que el creciente colapso financiero revele que esas inversiones, es decir pagarés corporativos, gubernamentales y de consumidores tienen cada vez menos valor.
Los gobiernos que permitieron que ocurra esta crisis se verán obligados a indemnizar esas pérdidas para mantener el orden civil y social. Pero, cuando haya sido hecho, la indemnización de billones de dólares en ahorros perdidos llevará a que se derrumbe lo que quede del sistema monetario internacional.
El “dinero” papel no es más que un tigre de papel y cuando sea expuesto a los desastres gemelos de la deflación económica y de la híper inflación del banco central, el “dinero” fiat terminará por volver a su valor intrínseco – cero.
LA CAJA DE PANDORA Y EL ASCENSO Y CAÍDA DE DAVOS
Las economías basadas en el crédito y la deuda son inestables por naturaleza. Atrapadas entre ciclos de expansión y contracción, son también vulnerables a los caprichos humanos y a los dictados de la naturaleza, es decir guerra, hambruna, codicia, sequía, etc.
La eliminación final del respaldo en oro del dinero papel, fue la última paja que derrumbó el castillo de naipes de los banqueros. Pero antes de que colapsara el castillo de naipes, el capitalismo estalló en un último despliegue de gloria desvergonzada.
Los 25 años entre 1982 y 2007 fueron la expansión más prolongada en la historia del capitalismo. Debía, sin embargo, ser la última; porque la expansión estaba basada en cantidades mal destinadas e históricamente excesivas de crédito – y Davos ocupó el centro del escenario en el despliegue de ese “logro” excesivo.
Es natural que al llegar el fin del sistema de banqueros, los banqueros hayan recogido la mayor parte de los despojos y así fue, por lo menos por un cierto tiempo. El mayor espectáculo de Davos fue en 2007, el triunfo momentáneo de banqueros de pie sobre el mundo del comercio global cuyos beneficios y productividad habían proclamado cada vez más como suyos.
El triunfo de los banqueros, sin embargo, debía ser tan corto como espectacular. La era de las bonificaciones de mil millones de dólares pagadas a banqueros tenía que ocurrir en el apogeo de su triunfo, un triunfo que tuvo que ser tan breve como lucrativo, porque poco después, tanto los bancos como los mercados de capital se derrumbaron.
DAVOS ENTONCES Y AHORA
En enero de 2008 cuando escribí “Davos, Debt & Systemic Failure” [Davos, deuda y falla sistémica], la contracción crediticia de agosto tenía sólo seis meses. Pero ese año, los crecientes efectos de la contracción crediticia arrasarían Wall Street, la City [de Londres], y los centros financieros del mundo con la misma ferocidad destructora que los recientes incendios forestales en Melbourne, Australia.
En el año anterior, 2007, había parecido que la infinita liquidez suministrada por los bancos centrales aseguraría beneficios infinitos para los bancos inversionistas. ¡Cómo se equivocaron! Pero, entonces, no lo sabían. Pronto, lo supieron.
Lo que sigue es un pasaje de mi artículo de 2008 “Davos, deuda y falla sistémica” que explica por qué sería sólo cosa de tiempo antes de que fallaran los fundamentos de los mercados de capital:
Davos, deuda y falla sistémica
Occidente y Oriente se encuentran
La dieta preferida de la mayoría de los asistentes en Davos es una mezcla inspirada en la fusión de deuda individual, gubernamental y corporativa combinada con un fricasé de libre mercado de ligera supervisión regulatoria combinado con una salsa blanca de crédito de banco central que se disuelve instantáneamente cuando va pareado con un riesgo de contraparte equivalente.
La reunión de enero 2008 en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial es similar a la reunión de 1957 en Palermo, Sicilia, de las familias criminales estadounidense y siciliana de la Cosa Nostra que se reunieron para discutir problemas y oportunidades comunes. La notable diferencia es que los de la Cosa Nostra viven fuera de la ley, mientras que los del Foro Económico Mundial en Davos la imponen.
Los de Davos, sin embargo, comparten un problema común con la Cosa Nostra – el éxito de ambos depende de sistemas inherentemente inestables. El modelo de la Cosa Nostra se basa en la violencia y la codicia que son tanto su fuerza como su debilidad. El capitalismo, la fuente de la riqueza para los de Davos, se basa en la codicia y en la deuda apalancada, una combinación tan poderosa y efectiva como el sistema de la Cosa Nostra – e igual de inestable.
EL SISTEMA FALLA
Los sistemas inestables pueden funcionar durante años sin tener problemas serios. Pero con el tiempo, los sistemas inestables siempre terminan por romperse. Hoy somos testigos de un tal fallo sistémico. Los mercados crediticios globales se están ralentizando y contrayendo. El sistema capitalista responsable por la expansión económica y la riqueza está desorientado.
La deuda, en los sistemas capitalistas, es un artilugio maravilloso. Es decir, hasta que no puede ser pagada. Bajo el capitalismo, el crédito aviva la expansión pero lo hace a un precio. Al expandir el capitalismo, el crédito se convierte en deuda y mientras mayor es la expansión, mayor es la deuda.
LA EXPANSIÓN GENERA EL FIN
El defecto fatal del capitalismo se hace evidente sólo en sus etapas avanzadas. A medida que madura el capitalismo, se manifiesta su inestabilidad sistémica inherente. La expansión misma del capitalismo pone en movimiento su desaparición. El talón de Aquiles del capitalismo es su necesidad perpetua de expandir.
Sólo la expansión perpetua del capital puede crear suficientes flujos de capital para atender el servicio de, y redimir, deudas creadas, cuyo coste siempre aumenta debido al interés compuesto acumulado que se cobra. Mientras toda ralentización es causa para preocupación, una contracción augura algo mucho peor.
MIEDO EN DAVOS
LO QUE IMPORTA UN SOLO AÑO DE DIFERENCIA
Hace un año, el humor en Davos era de confianza tranquila, casi presumida. La continua expansión económica parecía ser interminable, los beneficios de los banqueros de inversiones, desnatados de la superficie de las empresas productivas era mayor que nunca. El patrimonio privado, el equivalente para el banquero de inversiones de la especulación inmobiliaria, era el juego más popular.
Ya no. Hoy en día en Davos, el perfume de Armani va mezclado con el fuerte olor de la ansiedad producido por la caída de los mercados y los futuros inciertos. La preocupación ha reemplazado a la confianza. Actualmente la mayor feromona en Davos es el miedo.
Davos no será lo mismo el próximo año. Si tiene intenciones de ir, no se olvide de llevar un perfumen de ambiente.
Eso fue entonces. Ahora, el principal fenómeno en Davos es el pánico. Instituciones de Wall Street como
Bear Stearns y Lehman Bros se han evaporado (apropiadamente Davos es la ciudad más elevada de Europa) y el sector financiero, antes el rey de los depredadores, lucha por sobrevivir. El perfumen de ambiente ya no será más efectivo en Davos que el éxito de bancos centrales en la recuperación de economías que ahora están en deflación.
LOS BANCOS CENTRALES Y EL COLAPSO SISTÉMICO
Los bancos centrales están empeñados ahora en un combate de vida o muerte, un combate que no pueden ganar. Cuando EE.UU. sacó el oro de los fundamentos ficticios del dinero fiat de los bancos centrales, se firmó la condena a muerte del dinero fiat. La ejecución en sí sólo sería cosa de tiempo.
El combate de los bancos centrales por mantener la ficción de que el papel moneda era tan bueno como el oro está tan condenado como la esperanza de que más crédito de los bancos centrales resolverá el problema que creó demasiado crédito de los bancos centrales.
La última y única esperanza restante de los bancos centrales es prolongar el valor del dinero papel mediante el uso de cortinas de humo y de espejos para ocultar su valor disminuyente. La estrategia es tratar de eliminar tanta evidencia de esa disminución como sea posible.
Tal vez no exista mejor descripción de la estrategia de los bancos centrales que el siguiente pasaje del ensayo de Peter Warburton de abril de 2001: “The Debasement Of World Currency--It Is Inflation But Not As We Know It” [La degradación de la moneda mundial – es inflación pero no como la conocemos]:
Los bancos centrales están empeñados en una batalla desesperada en dos frentes.
Lo que vemos actualmente es una batalla entre los bancos centrales y el colapso del sistema financiero librada en dos frentes. En un frente, los bancos centrales presiden sobre la creación de liquidez adicional para el sistema financiero a fin de contener la marea de incumplimiento de pagos de deuda que de otra manera sobrevendría. En el otro, incitan a los bancos de inversión y a otras partes dispuestas a apostar contra un aumento en los precios del oro, el petróleo, los metales básicos, las materias primas suaves o cualquier otra cosa que pueda ser considerada como un indicador de valor inherente. Su objetivo es privar al observador independiente de todo parámetro fiable contra el cual medir el valor en erosión, no sólo del dólar de EE.UU., sino de todo el dinero fiat. Igualmente, sus acciones tratan de rehusar al inversionista la oportunidad de protegerse contra la fragilidad del sistema financiero pasando a un mercado en libre comercio de activos no financieros.
[Nota: La explicación de Warburton de la estrategia de los bancos centrales es importante, a saber: “Su objetivo es privar al observador independiente de todo parámetro fiable contra el cual medir el valor en erosión, no sólo del dólar de EE.UU., sino de todo el dinero fiat. Igualmente, sus acciones tratar de rehusar al inversionista la oportunidad de protegerse contra la fragilidad del sistema financiero pasando a un mercado en libre comercio de activos no financieros.]
Es importante reconocer que los bancos centrales han comprobado que la batalla en el segundo frente es mucho más fácil de librar que la primera. En noviembre pasado, calculé el tamaño de la existencia total de instrumentos de deuda global en 90 billones de dólares para mediados del año 2000. ¿Cuánto capital se necesitaría para controlar los mercados combinados de oro, petróleo y materias primas? Probablemente, no más de 200.000 millones de dólares, utilizando derivados. Además, no es necesario que los bancos centrales libren la batalla ellos mismos, aunque las ventas de oro y los arrendamientos de oro de los bancos centrales ciertamente han contribuido a la causa. La mayoría de los grandes bancos de inversiones del mundo se han excedido en sus operaciones comerciales con su capital de un modo tan flagrante que si los bancos centrales perdieran la batalla en el primer frente, sus títulos perderían todo su valor. Porque su suerte está entrelazada con la de los bancos centrales, los bancos de inversión son participantes dispuestos en la batalla contra el aumento de los precios del oro, el petróleo y las materias primas.
[Nota: Aquí, Warburton nos ha dado el motivo que subyace al papel del banco de inversión en el mantenimiento de precios bajos de las materias primas. Esto se refiere especialmente al oro, ya que el oro es la medida tradicional de la emergencia monetaria.]
Los bancos centrales, y particularmente la Reserva Federal de EE.UU., están desplegando su artillería pesada en la batalla contra un colapso sistémico. Ha sido su principal preocupación durante por lo menos siete años [desde 1994]. Sus objetivos inmediatos son impedir que el mercado de bonos del sector privado cierre sus puertas a prestamistas nuevos o refinanciadores y prevenir una ruptura técnica en los Dow Jones Industrials. Es absolutamente vital que se mantengan abiertos los mercados de bonos cuando la rentabilidad corporativa está contra las cuerdas. Mantener estable el índice bursátil es esencial para proteger la riqueza del sector doméstico y mantener la expectativa de futuros beneficios. Mientras se puedan lograr esos objetivos, el valor del dólar de EE.UU. también puede ser estabilizado en relación a otras monedas, a pesar de los extraordinarios desequilibrios en el comercio exterior.
De nuevo, en este caso vale la pena repetir la última frase de Warburton: “Mientras se puedan lograr esos objetivos, el valor del dólar de EE.UU. también puede ser estabilizado en relación a otras monedas, a pesar de los extraordinarios desequilibrios en el comercio exterior.”
Warburton escribió lo arriba mencionado en abril de 2001 y la relevancia de su comentario es aún mayor hoy que entonces. Entonces, los dos objetivos de los bancos centrales eran: (1) asegurar que los inversionistas en bonos siguieran financiando el mercado de bonos del sector privado, y (2) asegurar que no ocurriera una ruptura técnica en el Dow Jones.
Ahora, las dos cosas han ocurrido a pesar de los mejores esfuerzos de los bancos centrales. La contracción crediticia de 2007 congeló los mercados de bonos corporativos, donde el sector privado obtiene la mayor parte de su financiamiento, y el segundo objetivo, evitar la ruptura del Dow, fue violado en octubre y septiembre de 2008. El colapso sistémico como lo predijo Warburton está ocurriendo actualmente.
¿Dónde deja esto a los banqueros centrales? A mi juicio, más vale que comiencen a buscar trabajo. Mientras la gente crea que los banqueros pueden resolver sus problemas, conservarán su empleo. Pero cuando la gente termine por comprender el papel que los banqueros jugaron en la actual crisis, ellos y sus cómplices en el gobierno podrían ser procesados por su poco escrupuloso saqueo del comedero público y, ahora también porque para empeorar las cosas han destruido el comedero después de terminar de saquearlo.
Cuando haya terminado esta era, no se sabe lo que harán los banqueros, ya que son hombres de negocios notoriamente malos. Los banqueros logran su considerable éxito no por su talento empresarial sino por su singular proximidad al crédito y su capacidad de apalancar esa proximidad para lograr beneficios excesivos. Privados de esa ventaja, los banqueros tendrán que ganarse la vida en un terreno parejo – una capacidad que nunca antes ha sido probada.
EL ASCENSO DEL ORO
El profesor Antal Fekete señaló que cuando el precio del oro comience a subir rápidamente hacia sus alturas finales, será tiempo de tragedia; porque cuando el oro estalle hacia arriba, colapsarán las economías edificadas alrededor del dinero papel y los activos de papel. El sufrimiento humano entonces y después será inmenso.
Los intentos con cortinas de humo y espejos de los bancos centrales de postergar el día del ajuste de cuentas han fracasado. El humo se despeja ahora de la obnubilación premeditada de las verdades económicas de los bancos centrales, y sus espejos que previamente reflejaron pura ficción se han quebrado y enturbiado.
Ahora es sólo cosa de tiempo antes de que la gente se dé cuenta de lo que ha ocurrido más allá de su entendimiento. La inmensa factura está vencida y debida por todas las deudas incurridas en la ventanilla de los banqueros. La pagarán.
Las monedas de oro y plata ya desaparecieron de los suministros de los comerciantes minoristas a medida que el público trata cada vez más de proteger el valor en disminución de lo que han ahorrado. Pronto lo mismo valdrá para las barras de oro de 1.000 onzas que son compradas por los muy ricos.
La actividad económica tal como la conocemos se paralizará el día en el que la gente se dé cuenta de que el dinero carece de valor. Lo que suceda después ya ha sucedido antes. El trueque inicia el movimiento de bienes y servicios hasta que se presenta un medio de cambio digno de confianza para tomar el lugar del papel envilecido de los banqueros.
El colapso de la moneda es una historia recurrente. El que hayamos negado su realidad, no significa que no ocurra. La negación es muy poderosa pero, a fin de cuentas, no cambia nada excepto la capacidad de responder efectivamente.
Nuestro deseo de que el oro logre su justo precio en la actual crisis que se acelera es moderado por nuestro entendimiento de que cuando llegue ese día, la carnicería y el sufrimiento humanos serán sin precedentes. Es mejor, por lo tanto, comprar oro y plata siempre cuando sea posible y esperar pacientemente que las cosas se pasen como quieran. Y lo harán.
VERDADES ECONÓMICAS
En su maravilloso y definitivo y extremadamente leíble libro (por lo menos para mí) “Grunch of Giants,” (Design Science Press, 1983) Buckminster Fuller escribe sobre la historia del poder y del dinero de un modo que explica nuestro actual sistema económico.
La palabra “Grunch” de Bucky es un acrónimo de “gross” [bruto] (GR) Universal (UN) “cash heist” [atraco por dinero] (CH) y la palabra “Giants” [gigantes] es una referencia a las corporaciones modernas y los que las controlan. En la página 18, Bucky recuenta una conversación con uno de los “gigantes”, un amigo suyo que era un retoño de la familia JP Morgan.
Me dijo: “Bucky, te quiero mucho, así que lamento tener que decirte que nunca tendrás éxito. Andas por ahí explicando en términos simples lo que la gente no ha estado comprendiendo, cuando la primera ley del éxito es: “nunca simplifiques las cosas si las puedes complicar.”
Las raíces de la economía moderna están entrelazadas con engaño institucional en una escala masiva porque las recompensas materiales son tan grandes. Por ello, el intento de establecer la verdad sobre el dinero no es tarea fácil; y no es facilitada por los que se benefician con su engaño.
Por eso la discusión de ideas antitéticas a aquellas de los que están en posiciones de poder se encuentran ahora sólo en los márgenes de la sociedad. Los escritores y los lectores tienen que buscar en libros que no se encuentran fácilmente, como “Grunch of Giants” de Buckminster Fuller (agotado, todavía se consigue en
www.bfi.org, “Debt & Delusion—Central Bank Follies That Threaten Economic Disaster” de Peter Warburton (reeditado y disponible actualmente en edición de lujo de WorldMetaView Press) y “The Future of Money” de Bernard Lietaer (publicado en 1999 por Random House y nunca vendido en EE.UU., actualmente agotado).
Los que detentan el poder lo conservan porque los que no lo tienen no comprenden la dinámica del poder que opera en el mundo en que viven. Por lo tanto, el control económico sobre los muchos en beneficio de los pocos ha continuado, no importa la forma que tome la economía.
Estamos al final de una época extraordinaria, el fin de la era del crédito. En 1981, Bucky Fuller predijo el colapso de las actuales estructuras del poder en tándem con una crisis sin precedentes que transformaría la humanidad.
Esa época, el colapso de las estructuras del poder mundial, ha llegado ahora. Lo que viene es la transformación; y cuando pase finalmente la crisis – y así será – el mañana será un día mucho mejor. La conciencia, la comunidad, la fe y un poco de oro y plata será algo invaluable en los días por venir.
Copyright © 2009 Darryl Schoon
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