El fantasma de la Depresión recorre la eurozona

David Gow
The Guardian
Traducción al español para Rebelión por Àngel Ferrero
06/01/09

Los europeos, los jóvenes sobre todo, saludaron a la peor crisis económica en medio siglo y a una crisis financiera que aparentemente no tiene fondo con disturbios desde Atenas a Kiev a finales del pasado 2008. Los obreros salieron con paso desconsolado de sus fábricas de automóviles, neumáticos, acero, productos químicos, plásticos y cemento, que cierran sus puertas tras ellos durante las siguientes dos, tres o incluso cuatro semanas, desde Antwerp a Zaragoza.

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Europa continental, que se engañó a sí misma todo el otoño creyendo que era inmune a los peores excesos y el infarto del capitalismo anglosajón, se sintió sombría, deprimida y oprimida en Navidad. Solamente en las iluminadas calles comerciales los consumidores, impulsados por el ponche y un euro fuerte en sus carteras, se engañan a sí mismos en unas fiestas que durarán muy poco.

Si la eurozona y el resto de Europa terminaron el 2008 con un toque de atención, con el 2009 comienzan a cobrar forma las más terribles pesadillas de los 500 millones de ciudadanos de la Europa de los 27. El fantasma de una depresión económica al estilo de la ocurrida en la década de los 30 está presente en muchas personas. Los analistas prevés una contracción económica del 3% a pesar de la posibilidad de que el Banco Central Europeo (BCE) recorte los tipos de interés a un porcentaje de casi cero durante este año.

El desempleo podría dispararse y alcanzar a millones de personas este año y en el 2010 a medida que los empresarios, cuyos índices de confianza son los más bajos desde hace de 15 a 30 años, cierren empresas, oficinas y fábricas enteras. El consumo, mantenido en algunos países a flote sobre todo por los incrementos de salario y la baja inflación, probablemente se congele.

Cuatro décadas después de los sucesos en París que llevaron al General de Gaulle a buscar refugio temporal en Baden-Baden, el miedo a que estudiantes y otros grupos se enfrenten al orden en las calles en una primavera “caliente” de protestas ha calado en lo más hondo de los líderes políticos.

La ansiedad por las crecientes tensiones económicas y sociales son más fuertes en el sur de Europa, donde la recesión, que todavía no se ha desarrollado del todo, amenaza con ser más profunda y duradera. Reformas estructurales largo tiempo aplazadas han sido frenadas en seco. Este hecho salió a la luz en la cumbre de la UE de mediados de diciembre cuando Silvio Berlusconi y José Luis Rodríguez Zapatero así se lo expresaron al presidente de turno, Nicolas Sarkozy, quien inmediatamente aplazó las reformas en los liceos al menos un año. “Cuando tienes una depresión económica como ésta, una desesperación social como ésta, todo lo que hace falta [para que la situación prenda] es una cerilla”, dijo Laurent Fabius, el antiguo premier socialista de Francia.

Apocalíptico

Todo suma para que el telón de fondo a las celebraciones -probablemente silenciosas y privadas, aunque públicamente promocionadas a bombo y platillo -, del décimo aniversario del euro, cuando Eslovaquia se convierte en el decimosexto país en adoptar la moneda común, sea apocalíptico. El BCE no diseñará una nueva política monetaria, incluyendo los costes de los préstamos, para 328 millones de europeos.

La sangría económica del 2009, que muy probablemente se prolongue hasta el 2010, inevitablemente dará lugar a que los analistas y políticos euroescépticos alerten de la implosión inminente de la eurozona. Podría aventurarse que las divergencias, exacerbadas por la recobrada competitividad alemana y su economía fiscal, se harán insostenibles. Muchos economistas dudan cabalmente de que esto ocurra, tanto por razones políticas como económicas. Pero la afirmación de la UE de que el euro -una moneda que abandona su infancia y se encamina hacia su edad adulta- ha traído estabilidad económica, una baja inflación, 16 millones de nuevos empleos y un desempleo menor y reducido el déficit presupuestario, será contradicha por los acontecimientos. Alemania, la mayor economía de la eurozona, ha sido testigo de lo que Tom Mayer, el principal economista del Deutsche Bank, llama “una competición en la devaluación” de las previsiones. Los principales institutos económicos apuntan a una contracción de entre el 2 y el 2'7%, mientras que el ministerio de economía federal admite en un memorándum una caída del 3% en la peor de las previsiones.

El desempleo, en mínimos históricos, podría crecer con un millón de personas a finales del 2010 a medida que el país experimente la peor recesión desde la fundación de la República Federal en 1949. En Francia, la segunda mayor economía de la eurozona, donde el desempleo juvenil -especialmente entre los jóvenes inmigrantes- provocó los disturbios del 2005, la recesión ya ha llegado para quedarse.

También lo ha hecho en Italia, España, Irlanda y Holanda, donde Nout Wellink, presidente del BCE, contempla la posibilidad de una contracción del 2% antes de una recuperación parcial en el 2010. Europa del este, que había gozado de un crecimiento meteórico desde la entrada de ocho de los países del antiguo bloque comunista en la UE, está siendo absorbida por el agujero negro de la recesión.

España, donde las ventas de automóviles se desplomaron a su mitad en noviembre, está viéndose forzada por el colapso de su boom inmobiliario, que atrajo a 3'5 millones de trabajadores inmigrantes, a hacer encajar nuevas restricciones a los asalariados. Irlanda, el tigre céltico devenido babuino deflactado, se las está teniendo que ver con una contracción del 4% y con un desempleo del 10%.

Los gobiernos de la Eurozona, que ya han empleado más de un billón de dólares (cerca de un billón de libras esterlinas) para rescatar bancos y garantizar pasivos, no parecen demasiado preocupados en destinar dinero a la economía real y prefieren en su lugar ganar intereses aparcando su dinero en el BCE.

El resultado de todo ello es que el relajamiento fiscal y monetario continuará durante este año. Enero verá el pistoletazo de salida de la campaña de las elecciones generales en Alemania y un nuevo paquete de estímulos de entre 40 mil y 50 mil millones de euros después de las duras críticas que recibió el anterior programa de 12 mil millones de euros. Es algo prácticamente seguro que Sarkozy incrementará el paquete de ayudas de su gobierno a 26 mil millones de euros. Tanto el uno como el otro seguirán centrados en la construcción de obras públicas como carreteras y escuelas, y evitarán los estímulos al estilo británico como recortar el impuesto del IVA. Sarkozy es uno de los últimos conversos a la probidad fiscal a la alemana.

Mayer, favorable a recortes “temporales, específicos y concretos” en los impuestos, cree que los recortes por valor de 25 mil millones de euros reclamados por el ministro de economía alemán Michael Glos son políticamente prohibitivos. Pero alerta que “el problema con los proyectos de infraestructuras es que requieren de mucho tiempo para implementarlos.”

Howard Archer, de Global Insight, revisará su previsión para la eurozona que predice una contracción del 1'5% en enero. Afirma: “Alemania es un país donde los consumidores tienen dinero para gastar y el gobierno tiene espacio para efectuar mayores estímulos en la economía. Pero los ministros no parecen sintonizar con esta idea, e incluso se muestran reacios a la misma.”

A pesar de las persistentes dudas sobre la efectividad de los tipos de interés a prácticamente el 0%, como ocurre en los Estados Unidos, Japón y muy pronto también en el Reino Unido, ambos prevén que el BCE los recortará todavía más. Archer ve un recorte del 0'5% en enero y dice: “no estoy seguro de si las reducirán completamente a cero. El consenso [entre especialistas] se sitúa alrededor del 1'5%, pero el consenso se mueve constantemente.”

El bache económico

Mayer ha trazado un tipo del 0'75% como límite del BCE. “Tendrán que recortar: no porque quieran, sino simplemente porque se verán obligados por los datos; porque claramente se han visto superados por los acontecimientos.” Argumenta que cuanto más duro suene el BCE en cuestiones relativas a la inflación y la estabilidad en comparación con la Reserva Federal, más fuerte será el euro, y con un euro más fuerte, peores las perspectivas económicas. “Una revalorización del 10% es equivalente a un incremento de los tipos del 1%”, asegura.

Para Alemania, campeón mundial en exportaciones, esto amenazaría al grueso de sus manufacturas, que ya atraviesan un bache con el euro a 1'40 dólares. Y la llamada de sus vecinos para tomar medidas para estimular la demanda en Alemania y en el resto de Europa no hará más que crecer en intensidad.

Casi dos décadas después de su unificación, la élite política alemana se ha visto tentada de invertir el lema de Kohl y Genscher “una Alemania europea” por una “Europa alemana”, rechazando los planes de rescate de sus socios y añadiendo de paso nuevas tensiones sociales y económicas. Pero eso debería cambiar este año. Los halcones alemanes del BCE como Jürgen Stark, su economista en jefe, están preocupados porque la estabilidad de la eurozona está amenazada por la “laxitud” fiscal. Puede que incluso se vean tentados de crear una zona de “moneda fuerte” como una suerte de nuevo marco alemán. Pero Mayer, nacido en Alemania, insiste que los costes económicos y, por encima de éstos, los políticos, serían demasiado altos, especialmente sabiendo que el nacionalismo económico de 1930 abrió las puertas a la Gran Depresión.

David Gow es editor de la sección de economía de The Guardian.

Àngel Ferrero es miembro de Rebelión, Sin Permiso y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.

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