Ex-diputada afgana: “España apoya a los señores de la guerra, a los traficantes y a los criminales en Afganistán”

Emma Gascó Falque
Periódico Diagonal
13/11/08

“El Parlamento afgano es peor que un establo. Muchos de sus miembros son los asesinos y los enemigos del pueblo afgano”. Estas declaraciones en una entrevista televisiva fueron la excusa que dio pie a la expulsión de Malalai Joya del Parlamento en mayo de 2007. Poco después, esta joven diputada pidió perdón en público a los animales de establo “por compararlos con criminales”.

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No era la primera vez que Malalai Joya señalaba a los asesinos. En 2003 consiguió tomar la palabra en la asamblea tradicional afgana, la Loya Jirga, para exigir que los señores de la guerra que dominan la asamblea fueran juzgados. A esa intervención le sucedieron las amenazas de muerte y de violación, los insultos y cuatro intentos de asesinato. Pero Joya se había ganado el respeto de los habitantes de Fará, su provincia, que la eligieron como diputada en las elecciones de 2005.

Esta “musulmana laica”, como ella misma se define, pudo ejercer sólo dos años como diputada. Su discurso es demasiado incómodo. “Represento a los que luchan por una democracia real, a los que no tienen nada. (…) En Afganistán nos enfrentamos a dos grandes enemigos: los de aquí y los de fuera. Los de fuera financian y negocian con los de dentro. Queremos que se vayan las tropas de ocupación y poder concentrarnos en el enemigo interno. (…) Luego no será fácil acabar con los criminales, pero al menos sólo lucharemos contra un único enemigo”.

Cuando le preguntan por la situación de la mujer, la diputada explica: “Antes iba con burka, ahora llevo burka y una escolta de cinco hombres armados”. Cada semana Joya cambia de casa, cuando deja de ser segura. A menudo recibe amenazas telefónicas. Le han quitado el pasaporte diplomático y a Kabul volverá de incógnito, para esquivar a aquellos que quieren hacerla callar.

Algunas personas le aconsejan que no vuelva. “Pero mi sitio está allí”, afirma Joya. Hija de un estudiante de medicina, ha pasado casi 15 años en campos de refugiados, debido a la invasión de la URSS en 1979. Cuando volvió a Fará, unos amigos le trajeron una bolsa llena de cartas. Eran de la gente a la que ella había enseñado a leer y escribir en el campo de refugiados. “No puedo dejar de luchar por toda esa gente”.

D.: Has recurrido la decisión del Parlamento afgano por la que se te expulsa. ¿Cuál es tu situación actual?
M.J.: Mi expulsión es ilegal. El artículo 70, que fue aprobado para este caso particular, va completamente en contra de la libertad de expresión. Pero los parlamentarios democráticos son poquísimos. Ha sido difícil encontrar un abogado defensor, por seguridad y por recursos económicos. Ahora que ya lo tengo, ni siquiera le permiten cruzar la puerta del Parlamento. Lo último que le han transmitido es que puedo volver si me disculpo por haberles criticado, pero no pienso disculparme por decir la verdad.

D.:
¿Cuáles son tus críticas al Parlamento afgano?
M.J.: Las elecciones de 2005 se realizaron a punta de pistola. El Parlamento está dominado por señores de la guerra, traficantes de opio y criminales de guerra, que son títeres de EE UU y sus aliados. Estos criminales –los antiguos títeres de Rusia, los fundamentalistas que incentivó la CIA, etc.– deberían ser juzgados. Sin embargo, tres generaciones distintas de asesinos se han unido y, como representan el 80% de los escaños, han conseguido aprobar una ley de amnistía para sí mismos. Por si fuera poco, muchos siguen perpetrando crímenes. Tres comandantes violaron a una mujer y le orinaron en la boca delante de su familia. Por sus vínculos con el Parlamento gozan de total impunidad. Un comandante, Piram Qul, ha matado a dos niños, de seis y siete años, de forma brutal: los ató con piedras y los tiró al río. Cuando la gente encontró los cadáveres se echó a la calle. ¿Pero quién escucha a la gente?

D.: ¿Qué opinas de Karzai?
M.J.: Karzai es un títere de EE UU. Para las elecciones, había dos candidatos con posibilidades: un conocido criminal de guerra y Karzai, que en su momento prometió no venderse. La situación del país es cada día más difícil y Karzai quiere aumentar las tropas, porque el tema central es la seguridad y no la democracia. La gente le ridiculiza, dice que ni siquiera es alcalde de Kabul. Son los partidos fundamentalistas los que controlan los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El propio Karzai ha admitido que hay títeres de Irán y Rusia en el Gobierno. Los únicos que están satisfechos con Karzai son los países cercanos, porque acumulan poder, y EE UU, que quiere mantener una situación de inestabilidad en la zona por su propia política estratégica.

D.: ¿Cuál es la actuación de Karzai respecto al tráfico de opio?
M.J.: La palabra más apropiada para describir Afganistán hoy es ‘infierno’. La política que llevó a cabo la CIA transformó el país en un sistema de mafias del opio. Se cultiva el 93% de toda la producción mundial. Cuatro personas del Gobierno son señores de la droga y las tropas estadounidenses también han entrado en este sucio negocio. Es un secreto a voces. Sin ir más lejos Ahmed Wali, el hermano de Karzai, al que llaman pequeño Bush, es un conocido traficante de opio en Kandahar.

D.: ¿Qué hace España en Afganistán?
M.J.: Como es aliada de EE UU, hace lo mismo: crímenes de guerra. No puedo encontrar una palabra más explícita. España está apoyando a los señores de la guerra, a los traficantes de opio y a los criminales de guerra en Afganistán. Nos dan una imagen muy negativa de lo que significa la democracia para España. Las tropas de ocupación deben abandonar nuestro país. Apoyan a fascistas como Jomeini, Mussolini o Pinochet. Vergüenza debería darle a Bush y a sus aliados haber invadido Afganistán y estar apoyando a esta gente.

D.: ¿Cuál es la situación de la mujer?
M.J.: Es horrible. En estos 30 años de guerra no habíamos estado tan mal nunca. En las ciudades grandes algunas mujeres siguen teniendo acceso a la educación y a un trabajo. Pero el problema de la seguridad es tan grave, hay tantas violaciones que muchas tienen miedo de salir a la calle. El 87% afirma haber sufrido agresiones, la mayoría de carácter sexual. Los secuestros y las bodas forzadas están a la orden del día. Los ejemplos de agresiones brutales son mu- chos: amputaciones de dedos, de nariz y orejas, quemaduras con agua hirviendo... La impunidad es total. No es de extrañar que el 95% de las mujeres sufra depresión y que el índice de suicidios se haya disparado.

D.: ¿Mejorará la situación con Obama como presidente de EE UU?
M.J.: Obama ha declarado que sacará las tropas de Iraq y que aumentará las de Afganistán. No creo que nada mejore gracias a él. Creo que decepcionará a muchas personas de todo el mundo, sobre todo a la gente de su propio país (creo que conviene separar a los ciudadanos de los gobernantes que toman decisiones erróneas). La política estratégica de EE UU está diseñada desde hace 60 años por la CIA. Las manos de los gobernantes estadounidenses están llenas de sangre. Las manos de Obama no serán una excepción.

D.: ¿Cuál es tu opinión del trabajo que realizan las ONG extranjeras?
M.J.: En nuestro país levantas una piedra y sale una ONG. La mayor parte son corruptas, tanto las extranjeras como las nacionales. Afganistán es como una vaca, cada cual quiere su trozo. Se supone que se han invertido más de 18.000 millones de dólares en la reconstrucción, pero el dinero ha acabado en las manos de unos pocos. En la Conferencia de París de este año se han prometido 21.000 millones de dólares. Pero ese dinero no sólo no llegará nunca, sino que fortalecerá a los enemigos del pueblo afgano y agudizará la brecha entre pobres y ricos. Ramazan Bashardost, ministro de Planificación del primer Gobierno de transición, denunció la corrupción entre las ONG y quiso cerrarle la puerta a muchas, pero Karzai se opuso, así que Bashardost dimitió. Ahora se prepara para las próximas elecciones presidenciales y está recibiendo mucho apoyo.

D.: No perteneces a ningún partido, ¿quién te apoya?
M.J.: Me apoyan hombres y mujeres pobres, que creen en la democracia y están hartos de los señores de la guerra. También los intelectuales afganos democráticos, fuera y dentro del país, y la sociedad civil de países extranjeros, que me dan voz y me ayudan a pagar mi escolta. Si hoy estoy viva es gracias a ellos. Incluso han amenazado de muerte a un periodista que me hizo una entrevista hace poco. Esto demuestra que son vulnerables. Yo no tengo miedo a la muerte, le tengo miedo al silencio político, que lleva a la injusticia y esconde la verdad. Un día todos moriremos, pero la verdad es poderosa, no se puede esconder. Nadie podrá silenciar la voz del pueblo afgano. Hay muchas Malalais anónimas en Afganistán, mucho más valientes que yo. Ellas son el futuro de Afganistán.

Afganistán, Estado tapón

Según Joya, la naturaleza de las guerras de Iraq y Afganistán no es diferente: “La principal causa de la guerra de Iraq es el control del petróleo. Afganistán se ocupa por dos motivos: para controlar a los poderes asiáticos (Irán, India, Pakistán, China…), gracias a su situación geográfica, y para controlar el negocio del opio. Han convertido el país en el centro de la mafia de la droga, mucho más que en el periodo de los talibanes”. La diputada hace hincapié en que la industria del opio mueve 600.000 millones de dólares al año y satiriza sobre la relación entre las tropas y los talibanes. “Juegan al gato y el ratón con los terroristas. Mi gente bromea con el hecho de que la superpotencia mundial y sus 40 aliados no puedan vencer a un puñado de talibanes, hombres de mentalidad medieval, que además fueron ‘creados’ por la propia CIA. En las noticias, cuando sale que han muerto 15 o 20 talibanes, en realidad son víctimas civiles”.

Las víctimas civiles de la OTAN

Según Marc Herold, experto en Afganistán, “las muertes de civiles por ataques aéreos no son accidentes o errores; están perfectamente calculados”. Herold es autor del libro Afganistán como un espacio vacío. El perfecto Estado Colonial del siglo XXI. Joya hace referencia al listado de víctimas que lleva el profesor Herold (www.avmp.info) y recuerda los peores casos del pasado verano: “El 6 de julio EE UU bombardeó una boda en la provincia de Nengarhar, mataron a 47 civiles, incluyendo a la novia. Todavía no se han pronunciado al respecto. El 22 de agosto, en un bombardeo en un pueblo del oeste, murieron 90 personas”. Según datos de la ONU, 60 de estos muertos eran niños. La diputada añade: “Ni siquiera tenemos libertad de prensa para denunciar lo que ocurre. El caso de Parwiz Kambakhsh lo demuestra claramente. Se le encarceló por descargar un artículo de una página web iraní y se le amenazó con ser ahorcado. Al final le han condenado a 20 años de cárcel”.

Futuro político

“En los últimos 30 años, en Afganistán se han cometido toda clase de atrocidades en nombre del socialismo, la religión, la libertad y la democracia”, explica Joya. “Para salir de la situación actual lo que el país necesita es apoyo internacional, no tropas de ocupación. Si toda esta política no cambia, el próximo presidente será un candidato al que apoye la mafia y EE UU”. Hace unas semanas Joya se entrevistó con afganos residentes en Gran Bretaña. “Me han pedido que me presente a las elecciones. Ya antes, tras mi primera intervención en la Loya Jirga, hubo gente que me animó a presentarme. Entonces tenía 25 años, ahora tengo 30. Ni siquiera podría por mi edad. Pero la gente no ve mi edad. Esto demuestra lo contrarios que son a los señores de la guerra. Pero, si en un futuro me presentara tengo clara una cosa: no seré una marioneta y no tendré ningún vínculo con la mafia”.

El Gobierno y el Parlamento afgano: una pequeña muestra

Yunus Qanuni

Presidente del Parlamento. Ministro de Defensa durante el sangriento año de 1992. Señalado por la ONU como uno de los responsables de expulsar ilegalmente a familias pobres en Kabul para construir mansiones, entre las que se encuentra la Embajada de España en Afganistán.

Abdul Karim Khoram

Ministro de Cultura, Información, Turismo y Juventud. Miembro de la milicia favorita de Ronald Reagan, Hezbe Islami, del caudillo Gulbuddin Hekmatiar. Afirmó en 2007 que “los periodistas suponen un peligro mayor que los talibanes”. Se negó a ser fotografiado “por una mujer”.

Abdul Karim Khalili

Vicepresidente. Ministro de Economía entre 1993 y 1995, época particularmente sangrienta. Líder de Hezbe Wahdat, partido creado y apoyado por Irán. En 2007 encabezó una manifestación donde 20.000 muyahidines gritaron “¡Muerte a Malalai Joya!” y “¡Muerte a los Derechos Humanos!”.

Abdul Rashid Dostum

General. Empezó a las órdenes del gobierno prosoviético y ha sido aliado de casi todos los bandos. Recientemente ha sido cesado de su cargo de jefe del Estado mayor del Ejército por secuestrar, torturar y violar con una botella a Akbar Bai, caudillo rival.

Abdul Rabi Rasul Sayyaf

Parlamentario. Uno de los primeros anfitriones de Bin Laden. Según The Guardian, en junio de 2006, “en vísperas de la masacre de civiles chiítas en Afshar en 1993, el líder yihadi Abdul Rasul Sayyaf dijo a sus subordinados: ‘No dejéis ni uno con vida, matadlos a todos”.

Burhanuddin Rabbani

Parlamentario. Líder del partido Jamiate Islami, grupo con sangriento historial de brutalidades contra el pueblo afgano. Presidente afgano entre 1992 y 1996, cuando Kabul se convirtió en un amasijo de ruinas. Sólo en 1994, fallecieron más de 25.000 civiles kabulíes.

En Diagonal Web puedes escuchar la conferencia que la diputada afgana impartió en Madrid

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