Rusia y EEUU comparten "enemigo": Al Qaeda estuvo en Moscú

Manuel Freytas
IAR Noticias
30/03/10

Para los expertos hay dos razones centrales (opcionales) que explicarían la reaparición sangrienta del "terrorismo" en Rusia: A) Que la CIA esté "desestabilizando" a Moscú en el contexto de la "guerra fría". B) Que los servicios secretos estén preparando el retorno de Putin al poder total en las próximas elecciones. Sin embargo, Moscú y la versión oficial del atentado dicen otra cosa. Ni la CIA ni la ex KGB. Los responsables son el "terrorismo" checheno y Al Qaeda. EEUU y Rusia, en "guerra fría" por el control de los mercados y los recursos estratégicos coinciden en un objetivo común: Al Qaeda y el "terrorismo islámico" son los grandes "enemigos de la humanidad". Y esto tiene una explicación lógica y matemática: Tanto EEUU como Rusia necesitan del "terrorismo" para alimentar sus complejos militares, desarrollar sus estrategias comerciales expansivas, justificar operaciones políticas internas y externas, y dirimir sus conflictos estratégicos sin llegar a la confrontación militar abierta. Tanto para Washington como para Moscú, la "guerra contraterrorista" es la clave, el factor central, sobre el cual se articulan sus estrategias de competencia y supervivencia como potencias.

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El "terrorismo" es la herramienta clave de lo que viene.

Con la "guerra contraterrorista" como paraguas común, las potencias capitalistas, en guerra por la supervivencia y los mercados, van a ir ajustando y encubriendo sus guerras (por ahora "frías" y asimétricas) por el control geopolítico de los recursos estratégicos del planeta.

Este es el "gran escenario" motivador del atentado del lunes en el metro de Moscú que mató a más de 40 personas y marcó una nueva irrupción sangrienta del "terrorismo" en el escenario mundial.

El atentado le sirvió a Putin (el verdadero poder en las sombras) para movilizar al gran aparato de seguridad y de inteligencia ruso (la columna vertebral de su poder) y militarizar el país declarando una guerra a muerte contra el "terrorismo" caucásico, hermano de sangre de Bin Laden y Al Qaeda.

Tras el atentado suicida, el primero en Moscú desde 2004, el gobierno ruso volvió a imponer rigurosas "medidas de seguridad" en los aeropuertos, estaciones de ferrocarril y el transporte por toda Rusia, mientras en Moscú las autoridades movilizaron a casi un millar de militares para patrullar las calles y líneas de metro.

"La política de aplastamiento del terror en nuestro país y la lucha contra los terroristas continuará. Proseguiremos las operaciones contra los terroristas sin vacilaciones y hasta el final", señaló el presidente Medvédev.

El presidente ruso se mostró convencido de que los terroristas querían causar la "desestabilización de la situación en el país y en la sociedad", según las agencias rusas.

"Esto, evidentemente, es la continuación de la actividad terrorista", dijo Medvédev, quien lamentó que las medidas antiterroristas adoptadas hasta ahora fueran "obviamente, insuficientes".

Los servicios secretos rusos y la fuerzas de seguridad culparon del atentado al "terrorismo checheno" que intentó vengarse del asesinato de sus principales jefes por parte de los servicios rusos, entre ellos su líder histórico, Shamil Basayev, muerto en una emboscada.

Completando la "vinculación", el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, afirmó el lunes que en el atentado intervinieron militantes de Al Qaeda que operan en la frontera entre Pakistán y Afganistán.

"Según los datos preliminares, los atentados fueron cometidos por grupos terroristas que tienen relación con el Cáucaso Norte y Al Qaeda. Esta es la versión principal", señaló Alexandr Bórtnikov, jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB).

La simbiosis "contraterrorista"

Para la mayoría de los expertos, a la hora de buscar un "alma gemela" de Bush en la cruzada "contraterrorista" internacional aparece en el escenario Wladimir Putin, ex presidente de Rusia y ex jefe de la KGB soviética, que hoy, convertido en primer ministro, sigue controlando el poder de la Rusia capitalista con mano de hierro.

Tanto Bush como Putin, construyeron sus gestiones de gobierno, y superaron sus etapas más críticas y más duras, a partir de la "guerra contra el terrorismo".

Vladimir Putin, de 59 años, presidente de Rusia desde el año 2001 hasta el 2008, consolidó su liderazgo y su gestión presidencial a partir del combate contra el "terrorismo checheno", y Bush proyectó su administración combatiendo al "eje del mal" representado por Bin Laden y la red Al Qaeda, y contra todo lo que se asociara al "terrorismo musulmán" por el planeta.

Curiosamente, en ambas ramas "terroristas", Al Qaeda y el fundamentalismo checheno, sus principales líderes, coinciden en una misma génesis. Su fragua común fue la CIA y la guerra en Afganistán de la época del Imperio Soviético. (Ver: La conexión Bush-Al Qaeda-terrorismo checheno).

Y las "coincidencias" adquieren consistencia si se considera que el terrorismo checheno es el "hermano menor" de la red Al Qaeda, y que ambos se formaron dentro de una matriz histórica común: la guerra de Afganistán contra el Imperio Soviético, donde, junto con los talibanes, fueron entrenados por la CIA para derrocar al gobierno rojo de ese país en la década del ochenta.

Hoy Bush ya no está en el poder, pero la "guerra contraterrorista" como estrategia del Estado imperial es conducida por Obama.

Putin, como primer ministro, y controlando el poder desde las sombras, escudado en su discípulo y hombre de confianza, el presidente Medvédev, prepara su regreso triunfal en las próximas elecciones presidenciales.

Y hay una coincidencia con el atentado del lunes: Putin viene descendiendo en su popularidad en las encuestas, y su fuerza política perdió votos y adhesión en las recientes elecciones.

Como Bush hijo, Vladimir Putin concentró su administración presidencia de siete años en dos temas claves: la seguridad y los servicios de inteligencia, a los que asignó, fuertes presupuestos del Estado.

En julio de 2004 Putin aprobó la reforma de los servicios secretos que dotó al FSB, el heredero de la KGB, de más poderes y creó un todopoderoso Ministerio de Seguridad Estatal en Rusia. La reestructuración consolidó al FSB, bastión de Putin, en la cúspide de la pirámide del poder ruso.

Con George W. Bush en la presidencia de EEUU, la alianza "contraterrorista" Bush-Putin continuó desarrollándose, aunque las relaciones se "enfriaron" en los tramos preparatorios de la invasión a Irak, país con el cual el gobierno ruso mantenía fuertes relaciones comerciales.

Como Bush, Putin tuvo su propio "Bin Laden", pero en versión chechena.

Se trata de Shamil Basayev, guerrero "independentista" para el periodismo desinformado, agente infiltrado de la CIA en los grupos islámicos, para los expertos. Bin Laden y Basayev compartieron destinos y luchas en el eje Pakistán-Afganistán-Chechenia infiltrado por la CIA.

Como Bin Laden, Basayev aparece y desaparece, nunca pudo ser capturado, y sus cruzadas terroristas, con centenares de muertos en su historial, siempre tienen a Putin como su beneficiario político principal.

Así como el 11-S en EEUU fue la fragua para la "guerra contraterrorista" de Bush, la masacre de Beslam (con el consecuente exterminio militar de sus ejecutores) consolidó la imagen de Putin como "presidente de la guerra" ante la sociedad rusa, a quien la matanza en la escuela la puso en un estado de psicosis, parecido al que vivían los estadounidenses después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

Como Bush, Putin tuvo su propio "Bin Laden", pero en versión chechena.

Se trató del asesinado Shamil Basayev, guerrero "independentista" para el periodismo desinformado, agente infiltrado de la CIA en los grupos islámicos. Para los expertos. Bin Laden y Basayev compartieron destinos y luchas en el eje Pakistán-Afganistán-Chechenia infiltrado por la CIA.

Como Bin Laden, Basayev aparecía y desaparecía, durante años (antes de ser asesinado) nunca pudo ser capturado, y sus cruzadas terroristas, con centenares de muertos en su historial, siempre tuvieron a Putin como su beneficiario político principal.

Las cíclicas apariciones de Basayev fueron para Putin lo que las apariciones de Bin Laden representaron para Bush y EEUU: siempre llegaron en momentos políticos difíciles.

Tras la masacre del colegio de Beslam, en 2004, atribuida a Basayev, Putin anunció una guerra sin cuartel contra el "terror internacional".

"Estamos tratando con una intervención directa del terrorismo internacional contra Rusia, con una total, cruel y todopoderosa guerra que una y otra vez se cobra las vidas de nuestros compatriotas", dijo en un discurso televisivo, donde compareció ante las cámaras vestido de negro.

Así como el 11-S en EEUU fue la fragua para la "guerra contraterrorista" de Bush, la masacre de Beslam (con el consecuente exterminio militar de sus ejecutores) consolidó la imagen de Putin como "presidente de la guerra" ante la sociedad rusa, a quien la matanza en la escuela la puso en un estado de psicosis, parecido al que vivían los estadounidenses después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

Las coincidencias "contraterroristas"

De alguna manera, y si se trazaran paralelismos, Shamil Basayev y el "terrorismo" chechenio, después de un largo camino por las intrincadas redes de conexión de la CIA con el terrorismo islámico, jugaron, para Putin, el mismo rol que jugó Bin Laden y Al Qaeda para Bush después de los atentados del 11-S en Nueva York.

Así como la masacre autoadjudicada por Bin Laden le dio a Bush el argumento para invadir Afganistán, la matanza de 2004 en el colegio de Beslam,reivindicada por Basayev, le permitió a Putin cumplir su objetivo: reforzar su aparato de inteligencia y seguridad, consoliadr su poder interno y lanzar una nueva guerra contra el "terrorismo checheno".

A Bush, al Pentágono, a los contratistas del Complejo Militar Industrial, a los financistas de Wall Street, Bin Laden y su "omnipresencia terrorista" les brindó la justificación para dos guerras de conquista de mercados en manos del "eje del mal".

A Putin, al complejo militar ruso, a las petroleras, a la oligarquía financiera y armamentista, Shamil Basayev y el "terrorismo" chechenio, con su sombra terrorista macabra, les sirvieron para centralizar el poder de Moscú en la Federación Rusa y lanzar "guerras preventivas" y de conquista de mercados "amenazados" por el fundamentalismo "terrorista".

Para Bush (hoy Obama) tanto como para Putin, la lógica "contraterrorista" se sustenta en una lógica capitalista de mercado.

Detrás de cada cruzada bélica "antiterrorista" de EEUU, están los fabricantes de armas que extraen su ganancia capitalista de los hoy US$ 1,4 billones, del presupuesto militar y de seguridad estadounidense.

Detrás de la "guerra contraterrorista" USA están las petroleras y gasíferas que explotan y regulan los mercados multimillonarios del petróleo y la energía. Están los megabancos y megagrupos de inversión de Wall Street (Citigroup, Goldman Sachs y J.P.Morgan-Chase) que embolsan fabulosas sumas "financiando" las "reconstrucciones" de los países arrasados por los misiles y las bombas "inteligentes".

Putin, un producto reciclado del ex KGB soviético, intenta seguir el mismo camino. Emergente de las cenizas del Kremlin y de la Guerra Fría,el "presidente de la guerra" reconvertido en primer ministro, pilotea una Rusia que se proyecta hacia la consolidación de un Imperio forjado a partir de la vieja sociedad capitalista de las armas, el petróleo y las finanzas.

Para los expertos hay dos razones centrales (opcionales) que explicarían la reaparición sangrienta del "terrorismo" en Rusia: A) Que la CIA esté "desestabilizando" a Moscú en el contexto de la "guerra fría". B) Que los servicios secretos estén preparando el retorno de Putin al poder total en las próximas elecciones.

Ambas versiones son potables, cierran lógicamente, y hasta podrían ser complementarias.

El "terrorismo" es la variable de ajuste que juegan (y van a seguir jugando) Washington y Moscú para dirimir sus conflictos internos y externos.

Con un detalle: Dentro del cerrado dispositivo de seguridad e inteligencia ruso, controlado con mano férrea por Putin, difícilmente el "terrorismo" checheno (vía CIA) podría infiltrarse en Moscú sin la "luz verde" del FSB ruso.

Putin necesita levantar su imagen y reconvertirse en el próximo presidente de Rusia. Ese es el principo ordenador central del atentado del lunes en Moscú.

(*) Manuel Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.

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