Y los terremotos seguirán

Prensa Latina
01/04/10

El pasado 27 de febrero, Chile sufrió un terremoto de magnitud 8,8 grados en la escala de Richter, uno de los cinco más poderosos de los que haya registro. Cerca de 500 personas murieron.

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Especialistas indicaron que el temblor liberó unos 50 gigatones de energía y fracturó casi 550 kilómetros de la zona de falla. Aseguran además que desplazó a varias ciudades de ese país y también de Argentina y Brasil.

Concepción y Santiago de Chile se movieron unos 27 centímetros hacia el suroeste, Buenos Aires unos 2,5 hacia el oeste, afirmaron investigadores de las universidades del estado de Ohio, Memphis y Hawai, del Instituto de Tecnología de California en Estados Unidos, la Universidad de Concepción y del Centro de Estudios Científicos en Chile.

Otras urbes como la chilena Valparaíso, y Mendoza, en Argentina, así como la lejana Fortaleza, en Brasil, también cambiaron su posición, agregaron los científicos tras analizar y comparar las mediciones de estaciones de GPS ubicadas en la región, antes y después del movimiento telúrico.

Al estudiar los datos comprobamos el desplazamiento que tuvo lugar durante el sismo, explicó Mike Bevis, profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad del Estado de Ohio.

Por su parte, un investigador de la NASA señaló que la intensidad del terremoto fue tal que desplazó ligeramente (unos ocho centímetros) el eje de la Tierra. Esto traerá un acortamiento en la duración de los días, revelaron.

Según datos, desde el pasado 27 de febrero el día terrestre dura 1,26 millonésimas de segundo menos que antes.

Días antes, otro terremoto de gran magnitud afectó Haití. El 12 de enero, el país caribeño sufrió un movimiento de 7,0 grados. Más de 200 mil personas perdieron la vida por la catástrofe.

Investigadores aseguran que no existe relación alguna entre ambos sucesos. Se trata de dos sacudidas originadas no sólo muy lejos una de la otra, sino en marcos tectónicos muy diferentes. Su coincidencia en el tiempo ha sido producto de la casualidad, resaltan.

En el caso de Chile, ubicado en el llamado Cinturón de Fuego del Pacífico; el terremoto ocurrió entre las placas tectónicas de Nazca y la Sudamericana, una de las zonas sísmicas más activas del planeta.

El epicentro se situó a una profundidad de unos 35 kilómetros y a unos 100 kilómetros de Concepción, la gran ciudad más cercana.

Por su parte, en el de Haití, las placas que actuaron fueron la del Caribe y la de Norteamérica. La rotura se produjo a lo largo del sistema de fallas Enriquillo-Plantain Garden, a una profundidad de 13 kilómetros.

Estos hechos simplemente, obedecen a las órdenes de una naturaleza que sólo responde a sus propias normas, las que marca la geología, aseguran.

Las estadísticas confirman la ocurrencia de un terremoto de magnitud superior a ocho al año -puede ocurrir uno o ninguno-, mientras que pueden registrarse entre 15 ó 18 de magnitud entre siete y ocho.

Por otra parte, científicos que analizaron ambos sismos, consideraron por qué a pesar de la gran magnitud del que sacudió a Chile, relativamente pocas personas murieron, en comparación con los fallecidos en territorio haitiano.

Los estrictos estándares de construcción, unido al saber actuar ante un movimiento telúrico, jugaron un importante papel en evitar mayor número de víctimas en la nación suramericana. Además, el temblor comenzó lentamente y fue ganando fuerza, con lo que mucha gente pudo protegerse, indicaron geólogos estadounidenses.

Hubo un tiempo, entre 20 y 30 segundos, durante el cual las personas pudieron darse cuenta de la gravedad del momento, señalaron.

En Puerto Príncipe no sucedió así. La mala construcción predominante, la ausencia de planes ante una amenaza sísmica y la falta de estructura social contribuyeron a multiplicar los decesos.

Los edificios colapsaron instantáneamente, sin que los inquilinos pudieran escapar, destacó el doctor Walter Money, de la US Geological Survey (la agencia estatal estadounidense de sismología).

Actualmente se puede estimar con una alta fiabilidad el peligro de terremoto en cualquier zona del planeta, aún cuando todavía no es posible asegurar cuando será, ni que magnitud tendrá.

De ahí que se deban instaurar medidas de prevención encaminadas a disminuir el impacto del desastre en los posibles escenarios. Ello incluye educación de la población, desarrollo de normativas constructivas, sistemas de alerta temprana, protección de instalaciones y servicios críticos, entre otros.

Hay que estar preparados. Los terremotos seguirán sucediendo en el mundo, aunque algunos son sólo sensibles a los instrumentos de medición.

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