Por qué gane quien gane, seguirán vigentes los ejes claves de la "doctrina Bush"

IAR Noticias
03/11/08

Paralelo al proceso electoral en EEUU, se desarrolla un show mediático destinado a hacer creer a las mayorías mundiales que la primera potencia capitalista, empantanada en Irak y Afganistán, con su sistema financiero pulverizado por la crisis y al borde de una recesión económica de efectos imprevisibles, se puede recrear así misma generando nuevas expectativas y cambios de política a nivel mundial con la administración que asuma en enero de 2009.

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Desde el punto de vista de la realidad estratégica que afronta la potencia regente del sistema capitalista, sólo se trata de ilusionismo fabricado para incautos.

Para entender lo que sigue a la era de Bush, hay que entender primero qué fue lo que empezó con la era de Bush en materia de política estratégica del Estado imperial USA.

El segundo punto a entender es: cuáles son los ejes claves que rigen la política estratégica del Estado norteamericano, a punto de expirar el mandato de Bush.

El tercer punto a entender es: quién controla los resortes reales de decisión del Imperio norteamericano en "crisis" y a punto de sustituir una administración por otra.

A) Que empezó con Bush

La administración Bush, tras el 11-S, no solamente instaló un nuevo sistema de control político y social por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra fría") basado en la "guerra contraterrorista" que sirvió de justificación a las nuevas estrategias expansionistas del Imperio norteamericano y de las trasnacionales capitalistas.

En términos geopolíticos y militar-estratégicos, con la utilización de la leyenda mediática de Bin Laden y el peligro del "terrorismo internacional", a partir del 11-S el Imperio norteamericano (potencia locomotora unipolar del planeta desde la caída de la URSS) sustituía aspectos claves de su supervivencia como Estado imperial.

En un planeta sin guerras inter-capitalistas, ya casi sin conflictos armados (al margen de Irak, Afganistán y Medio Oriente), la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirvió (y sirve) para alimentar y justificar las estrategias expansionistas del Imperio norteamericano, para crear nuevos y potenciales mercados a la trasnacionales capitalistas de EEUU y Europa, y para mantener en funcionamiento a los complejos militares industriales que han encontrado en la "guerra contraterrorista" su nueva tajada ganancial en el negocio armamentista.

Es decir que, desde el punto de vista del dominio geopolítico militar, la leyenda de Bin Laden y el "terrorismo internacional" fue utilizada por Washington para justificar la existencia de un nuevo "enemigo estratégico" que fundamentó una nueva doctrina de seguridad nacional (de las "guerras preventivas") que se empezó a instrumentar con las invasiones a Afganistán y a Irak.

Hoy el uso "multifunción" de la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo internacional", excede las fronteras de EEUU y se convierte en lógica esencial de preservación política, militar y económica del sistema capitalista en su conjunto.

B) Los ejes claves de la "doctrina Bush"

En primer lugar, el nuevo "enemigo estratégico" (el "terrorismo"), vino a compensar la figura que había desaparecido con la caída de la Unión Soviética y que entonces legitimaba con su presencia (y en el marco de la Guerra Fría) las guerras de invasión y la carrera armamentista, las cuales engordaban las ganancias de las megacorporaciones del Complejo Militar Industrial y de los bancos de Wall Street, quienes desde siempre habían lucrado con las "reconstrucciones" de los países conquistados.

En segundo lugar, la leyenda mediática de Bin Laden sirvió para justificar una nueva "doctrina de seguridad nacional" estadounidense que tiene al "terrorismo internacional" y a las dictaduras del "eje del mal" que lo protegen como el justificativo esencial de las "guerras preventivas" que la maquinaria militar norteamericana lanzó después del 11-S para apoderarse de mercados y de recursos naturales, principalmente petróleo.

En tercer lugar, la leyenda mediática de Bin Laden sirvió a su vez, a la administración Bush para establecer un sistema de control político y social (realizado mediante la manipulación de conducta colectiva con el miedo al terrorismo) que fue utilizado tanto dentro de EEUU como fuera de sus fronteras cada vez que Washington necesitaba imponer su estrategia imperial o conseguir consenso internacional.

En cuarto lugar, con la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo de Al Qaeda" Washington elaboró una nueva "hipótesis de conflicto militar" con la cual funcionan no solamente los ejércitos y policías de los países dependientes (como es el caso de América Latina) sino también los de las potencias capitalistas centrales, principalmente de la Unión Europea, socias encubiertas de las depredaciones y conquistas militares del Imperio yanqui.

En quinto lugar, y a nivel control político social (tanto en países dependientes como en las potencias centrales) la "guerra contraterrorista" sirvió de justificación y de base argumental para la elaboración de legislaciones represivas y de "criminalización" de los conflictos sociales asociándolos con "actividades terroristas".

En este escenario, los ocho años de gestión de Bush al frente del Imperio USA se sintetizaron en un proyecto de dominio geopolítico-económico bifronte:

A) Por un lado Washington exporta (al mundo periférico) los lineamientos del "proyecto democracia" con gobiernos, de izquierda o de derecha elegidos en las urnas, y generalmente "críticos" a Bush, que ejecutan niveladamente el programa económico dictado por las necesidades de los bancos y trasnacionales que controlan los sistemas económicos productivos de sus países, y B) por otro, exporta la "guerra contraterrorista" nivelada y aceptada planetariamente por todos los gobiernos como nueva hipótesis de conflicto mundial tras la desaparición de la URSS y el 11-S, y mediante la cual Washington controla y mantiene subordinado al Pentágono los aparatos militares y policiales del mundo periférico.

En resumen, con el "proyecto democracia" (ejecutado por gobiernos civiles) Washington mantiene la "gobernabilidad" del sistema sin golpes de Estado y casi sin represión militar, y con la "guerra contraterrorista" mantiene alineados a los ejércitos mientras las corporaciones del complejo militar industrial movilizan el negocio armamentista, sin el cual la economía estadounidense colapsaría.

B) Los resortes de decisión

¿Puede el próximo presidente de EEUU cambiar los lineamientos estratégicos de la política exterior desarrollados durante los ocho años de gestión Bush?

Los dos candidatos ya definieron la respuesta:

A) Tanto Obama como MacCain, de llegar a la Casa Blanca ya ratificaron que van a continuar con la "guerra contraterrorista" iniciada por Bush.

B) Ambos, con distintos discursos, coinciden en la continuidad de las ocupaciones de Irak y Afganistán.

C) Tanto Obama como MacCain, en Israel y en el foro de la AIPAC (el centro del poder sionista que controla el sistema capitalista), prometieron continuar y profundizar la estrategia para terminar con el "peligro iraní" en Medio Oriente, y con el "peligro terrorista" en el resto del mundo.

Como se puede observar, los tres ejes claves de la política exterior iniciada (y mantenida) por Bush durante ocho años van a permanecer invariables gane Obama o gane MacCain.

Y esto se debe a una razón principal: Las políticas estratégicas de supervivencia imperial están por encima de la voluntad personal (o del discurso electoral) del eventual gerente que ocupe la Casa Blanca.

Primera conclusión probada en forma histórica y estadística: En EEUU, la potencia locomotora del capitalismo sionista a escala global, no gobiernan los presidentes o los partidos, sino la élite económica-financiera (el poder real) que controla la Reserva Federal, el Tesoro, Wall Street, el Complejo Militar Industrial y Silicon Valley.

Segunda conclusión probada en forma histórica y estadística: La política exterior y la política interna de EEUU (los niveles de decisión estratégica) no la dirigen los presidentes o los partidos sino el establishment económico-financiero que controla la Casa Blanca y el Congreso a través de sus "lobbyes" y operadores que actúan sobre los partidos, los legisladores, los funcionarios y condicionan las decisiones presidenciales.

Tercera conclusión probada: Terminada las luces artificiales de la campaña electoral, demócratas y republicanos dejan de agredirse y se complementan en un diseño de política estratégica de Estado en defensa de los intereses de las grandes corporaciones económicas que marcan el accionar de las políticas internas y de la conquista de mercados encubierta en las "guerras preventivas" contra el "terrorismo".

Según la teoría y el mito oficial: los demócratas (históricamente tan militaristas e invasores como los republicanos) serían la cara "progresista" de EEUU, y los republicanos la cara "militarista e invasora" del Imperio norteamericano.

Ambos partidos, en cambio (y como está demostrado históricamente), son las versiones "alternativas" ("liberal" y "conservadora") del mismo Imperio que se turnan periódicamente para administrar la Casa Blanca y ejecutar sin miramientos las políticas de conquista imperial (militar o "democrática") que requieren los intereses del capitalismo trasnacional sionista asentado en Wall Street.

Demócratas y republicanos se turnan en la administración del Imperio: Cuando asumen la presidencia los republicanos (como ahora), los demócratas juegan de "oposición crítica", y viceversa, sin que varíen para nada las matrices funcionales del sistema capitalista estadounidense basamentado en la conquista imperial de mercados y de recursos estratégicos, ya sea por la vía militar (invasiones) o por la vía "democrática" (gobiernos sometidos).

Tomemos dos ejemplos "alternativos" inmediatos: El "malo" Bush (republicano) invadió y conquistó Irak y Afganistán, y el "bueno" Clinton (demócrata) su predecesor, bombardeó y conquistó Yugoslavia (hoy Serbia) y ejecutó los primeros bombardeos contra Irak, preparatorios de la invasión posterior.

Resumiendo: El show electoral-mediático para generar una expectativa de "cambio de rumbo" de la primera potencia imperial, es un entretenimiento para incautos y cerebros embrutecidos por las grandes cadenas televisivas.

Gane quien gane (sea Obama o MacCain): La herencia es la "guerra contraterrorista" y la administración de la crisis global generada por las políticas depredadoras del Imperio norteamericano y sus socios sionistas de las potencias europeas.

Obama, Clinton o McCain son apenas "más de lo mismo": El que se suba al sillón de la Casa Blanca deberá administrar para las petroleras, las armamentistas y los bancos y trasnacionales que diseñan entre bambalinas las grandes operaciones de conquista de mercados y de apoderamiento de recursos estratégicos que no pueden detenerse en ningún momento.

Como lo determina la lógica implacable del sistema capitalista imperial norteamericano que necesita seguir invadiendo y depredando para sobrevivir.

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