Con sus propias palabras: deshumanizando a la gente de Irak

Adel Safty, ZNET (11-10-2007) - Traducido por Miguel Montes Bajo y revisado por Eva Calleja

Algunos de los testimonios con mayor credibilidad contra la guerra de Irak vienen de lo propios soldados americanos de los que se espera inflijan los horrores de la guerra a la gente de Irak.

Recientemente, los Veteranos de Irak Contra la Guerra confeccionaron una lista con diez razones por las que se oponen a la guerra. Entre estas razones están: "La guerra de Irak está basada en mentiras y engaños", "La guerra de Irak viola la ley internacional" y "el abrumador número de muertes de civiles que ocurren a diario en Irak".
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De manera significativa, los Veteranos de Irak Contra la Guerra, también incluyen como una razón principal para su oposición a la guerra el hecho de que la guerra deshumaniza a la población iraquí, que se ven "sujetos a controles humillantes y violentos, registros y redadas en sus casas a diario".

Esta deshumanizadora realidad diaria en el Irak ocupado fue extensamente documentada en una importante investigación publicada por The Nation (30 de julio) en la que se entrevistó a cincuenta veteranos estadounidenses de la guerra de Irak.

La investigación de The Nation, cuentan lo editores, "marca la primera vez que tantos testigos oculares de dentro del ejército de EE. UU. con nombres y apellidos han sido reunidos en un lugar para corroborar abiertamente sus aseveraciones".

El panorama que surge de las entrevistas es el de una guerra colonial brutal y depravada y una ocupación opresiva, en claro contraste con como la administración Bush y los medios de comunicación influyentes han estado describiéndola.

Los testimonios de los veteranos revelaron un patrón de comportamiento que mostraba una cruel indiferencia por las vidas de los civiles iraquíes, y una constante deshumanización del pueblo iraquí. "Docenas de los entrevistados", afirma el informe, "fueron testigos de como civiles iraquíes, incluyendo niños, morían a causa del fuego estadounidense. Algunos participaron en tales matanzas...". Aunque muchos de los entrevistados dijeron que tales actos fueron perpetrados por una minoría, describieron esos actos como comunes y que con frecuencia quedaban sin denunciar.

El especialista Jeff Englehart de Colorado que sirvió con la Tercera Brigada en Baquba, al noreste de Bagdad, resumió la actitud general hacia los iraquíes: "Mientras estaba allí" dijo "la actitud general era, un iraquí muerto es sólo un iraquí muerto más".

El especialista Michael Harmon, de Brooklyn, que sirvió en el 167 Regimiento Armado en Al-Rashidiya, cerca de Bagdad, contó el momento decisivo para él: "Un artefacto casero explotó, los soldados empezaron a disparar a todas partes y dieron a un bebé. El bebé me miró, no estaba llorando, no estaba haciendo nada, sólo me miró como... Sé que no podía hablar. Puede sonar a locura, pero parecía como si me preguntara por qué. Ya sabes, ¿por qué tengo una bala en la pierna...? Fue como, ya está, basta... Esto es ridículo".

En su búsqueda de insurgentes, las fuerzas estadounidenses suelen efectuar redadas en barrios sospechosos entre la medianoche y las cinco de la mañana. La mayoría de las veces no encuentran nada, pero dejan tras de sí un rastro de destrucción, pánico y humillación.

El Sargento John Bruhns, de Filadelfia, que sirvió en Bagdad y en Abú Ghraib, y participó en redadas en cerca de 1.000 casas iraquíes, describe la rutina:

"Coges al hombre de la casa. Lo sacas de la cama delante de su mujer. Le pones contra la pared. Tienes soldados jóvenes... corren a las otras habitaciones y cogen a la familia, y tú los agrupas a todos juntos. Entonces entras en una habitación y la haces trizas... y coges al hombre de la casa, y lo tienes encañonado, y le dices al intérprete que le pregunte: '¿Tenéis armas? ¿Tenéis propaganda antiestadounidense...?'

"Normalmente dicen que no, porque normalmente esa es la verdad", dijo el Sargento Bruhns. "Y si encuentras algo, entonces le detienes. Si no encuentras nada, dices 'siento haberles molestado, buenas noches'. De modo que acabas de humillar a este hombre delante de toda su familia, les has aterrorizado y has destrozado su casa. Entonces vas a la puerta de al lado y haces lo mismo en cien casas".

La humillación que describen los veteranos se vio acentuada debido a las degradantes ideas racistas y estereotipadas que muchos soldados tienen sobre los árabes y el Islam: "Del mismo modo, era muy común", dice el Especialista Englehart, "que los soldados de EE. UU. les llamaran cosas peyorativas, como montacamellos, Johnny Yihad o también , negros de la arena".

Los soldados americanos que tomaron parte en las patrullas vecinales les contaron a los entrevistadores que a menudo tiraban a dar. El sargento Patrick Campbell, de Camarillo, California, que participó en muchas patrullas vecinales, "dijo que su unidad había disparado a menudo y sin previo aviso a civiles iraquíes en un intento desesperado de repeler los ataques".

Los entrevistados le contaron a The Nation que el asesinato de iraquíes desarmados era común. Tales asesinatos a veces se justificaban incriminando falsamente a inocentes de terroristas. Las tropas estadounidenses colocaban fusiles AK-47 al lado de los cadáveres para que pareciera que los civiles a los que acababan de disparar eran combatientes.

El Especialista de caballería Joe Hatcher, de San Diego, que sirvió en el Cuarto de Caballería en Ad Dawar, a mitad de camino entre Tikrit y Samarra, dijo: "todos los polis buenos llevan un arma desechable. Si matas a alguien y está desarmado, la dejas encima de él". Los que sobrevivían a esos tiroteos se encontraban prisioneros acusados de insurgentes.

La irracionalidad de la guerra colonial, la humillación, deshumanización y la perdida de vidas inocentes que causa, el precio en vidas malgastadas, destrozadas y las profundas heridas emocionales que inflige en quienes perpetran los crímenes; éstas y otras incomprensibles realidades avocan preguntas sin respuesta, conmovedoras en su relevancia, mordaces en su simplicidad: "Las carnicerías, todos los civiles muertos, los cuerpos reventados que vi", dijo el especialista Englehart. "Empecé... empecé a pensar, ¿por qué? ¿Para qué todo esto?"

El Profesor Adel Safty es Profesor Visitante Distinguido en la Academia Siberiana de Administración Pública, en Novosibirsk, Rusia. Es el autor de From Camp David to the Gulf, Montreal, New York, y Leadership and Democracy, New York.

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