Haitianos se abalanzan sobre autobuses gratuitos para salir de Puerto Príncipe
IAR Noticias
26/01/10
Familias enteras, incluyendo niños pequeños y ancianos en sillas de ruedas, esperaban el viernes en Puerto Príncipe la llegada de uno de los 34 autobuses gratuitos prometidos por el gobierno para abandonar la ciudad.
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En medio de los sonidos de las bocinas, Ronald Jean Frite, un joven de 25 años que escuchó acerca de estos autobuses gratuitos a través de comentarios de gente en la calle, explica que espera juntarse con su familia en el centro de Haití. "Es evidente que esto es una ayuda", dice sonriendo mientras toma asiento en la primera fila de uno de los autobuses donde los pasajeros conversan y ríen. "Allí donde voy no hay nada para hacer, pero al menos podré comer. En la capital no hay más nada".
El gobierno de Haití anunció el jueves la puesta en marcha de un servicio de transporte gratuito para realojar a quienes no tienen hogar y transportar a las decenas de miles de personas perjudicadas por el poderoso sismo que asoló el país el 12 de enero.
Ronald Jean Frite tuvo suerte. Muchos otros haitianos expresan su cólera y afirman que no hay ningún autobús disponible para llevarlos al destino que ellos eligieron, como Cap-Haitien y Port-de-Paix, al norte de la isla.
"Mis padres murieron con el derrumbe de nuestra casa", dice Josèphe Scarlie, 17 años. La joven, que está sentada cerca de un bolso color rosado lleno de ropa, cuenta que duerme en la calle desde que ocurrió el sismo. "Mis amigos me dieron dinero para comer pero no para tomarme un autobús. Y ahora que estoy aquí no hay bus gratuito", dice Scarlie, quien está acompañada de un primo adolescente, su único pariente de la capital que sobrevivió al terremoto.
Desde que ocurrió el sismo, cientos de personas fueron transportadas fuera de Puerto Príncipe por autobuses públicos de pago pintados de colores vivos y cubiertos de eslóganes religiosos y mensajes románticos. Estos autobuses seguían repletos el viernes, con equipaje y otros objetos apilados en los techos. Pero su presencia, al lado de los autobuses gratuitos brindados por el gobierno, es un condimento más para la frustración de muchos haitianos.
"Este autobús va hacia Cap Haïtien y es allí donde quiero ir", dice Marise Villmar, una mujer de 36 años con cabello gris, mientras señala con el dedo un autobús que está listo para partir. "Pero me pregunto cómo podría conseguir 600 gourdes (16 dólares) para pagarlo", agrega con despecho.
Hubo momentos más aterradores para los haitianos el viernes, cuando un par de réplicas breves, pero relativamente fuertes sacudieron la capital ya devastada.
Presos del pánico, algunos residentes abandonaron sus hogares por temor a una repetición de los derrumbes, que la semana pasada mataron al menos a 111.499 personas.
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