Basta de deshonra

Robert Brice
Texas explorer
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
21/04/08

Ted Westhusing era un verdadero creyente. Y ese fue su defecto fatal.

Coronel del Ejército de EE.UU., Westhusing tenía un buen puesto enseñando inglés en la Academia Militar de EE.UU. en West Point. Era un católico devoto que iba a la iglesia casi cada domingo. Tenía mujer y tres niños pequeños.

No tenía que ir a Iraq. Pero Westhusing era tan creyente que se presentó como voluntario para lo que consideró una causa noble. En West Point, Westhusing buscó a personas opuestas a la guerra y trató de cambiar sus opiniones. “Creía absolutamente en que ésta era una guerra justa,” dijo un oficial que le era cercano. “Estaba totalmente entusiasmado por esta misión.” Su período de servicio en Iraq debía durar seis meses.

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Cerca de un mes antes de la fecha en la que debía volver a su familia – el 5 de junio de 2005 – Westhusing fue hallado muerto en su remolque en Camp Dublin en Bagdad. Era el soldado estadounidense de más alto rango muerto en Iraq. El informe sobre la muerte de Westhusing del Comando de Investigación Criminal del Ejército la explicó como una “herida de bala perforante en la cabeza y la Forma de Muerte fue suicidio.”

Tenía 44 años.

En la tragedia en permanente aumento de la segunda guerra de Iraq, la tragedia de Ted Westhusing es sólo una en decenas de miles. Cuatro años de guerra han diezmado Iraq. Su economía e infraestructura están en la ruina. Decenas de miles, tal vez cientos de miles, de iraquíes han muerto. Cientos de miles más han huido del país. Más de 20.000 soldados estadounidenses han sido heridos, y más de 3.000 muertos. Sin embargo, entre todas esas tragedias, entre todo el sufrimiento y el dolor, sobresale la historia de Westhusing. Muestra como la vida de un hombre, y las fervientes creencias que la definían, fueron aplastadas por la corrupción y el engaño que vio a su alrededor.

La desilusión que mató a Ted Westhusing forma parte de la factura que EE.UU. pagará mucho después de que retire sus últimos soldados de Iraq.

Unos 846 soldados estadounidenses murieron en Iraq en 2005. De ellos, 22 fueron suicidas. El suicidio de Westhusing, como casi todos los demás, dejó a los supervivientes haciendo las mismas preguntas: ¿Por qué? ¿Y qué fue lo que condujo a los sobrevivientes a una desesperación semejante? En el caso de Westhusing las respuestas van mucho más allá de sus luchas personales y directamente al corazón de los objetivos de EE.UU. en Iraq.

Cuando estuvo en Iraq, Westhusing trabajó para uno de los generales más famosos de las fuerzas armadas de EE.UU., David Petraeus. En enero, Petraeus fue nombrado por el presidente Bush para dirigir todas las fuerzas de EE.UU. en Iraq. Como jefe de contraterrorismo y operaciones especiales bajo Petraeus, Westhusing supervisó la tarea más importante que enfrentaban las fuerzas armadas de EE.UU. en Iraq entonces y ahora: el entrenamiento de las fuerzas de seguridad iraquíes.

Todos los objetivos fijados por Bush y su banda de partidarios neoconservadores – un Iraq democrático, un país seguro que pudiera sustentarse y gobernarse, un país capaz de reconstruirse con su vasta riqueza petrolera, un sitio dirigido por gobernantes laicos pro-occidentales que pudieran proveer un contrapeso para los extremistas islamistas en la región – dependen de la capacidad de EE.UU. de “levantar” el ejército y la fuerza policial iraquíes. Sin un aparato de seguridad fiable, no es posible lograr ninguno de esos objetivos.

Cuando llegó a Iraq, Westhusing descubrió que al igual que el resto de la sociedad iraquí, los militares y los policías iraquíes estaban divididos por la religión. El odio religioso, suníes contra chiíes – combinado con la corrupción que impregna la sociedad iraquí – hacían que su tarea fuera imposible.

Dos años antes de que Westhusing partiera a Bagdad, había terminado su disertación para el doctorado en filosofía en la Universidad Emory en Atlanta. Se concentró en el honor y la ética en la guerra. Westhusing quería comprender areté – la antigua palabra griega que significa virtud, habilidad, y excelencia. Su búsqueda del entendimiento del concepto era, pensaba, una parte central de su existencia. “Nacido para ser guerrero, deseo esas respuestas no sólo por razones filosóficos, sino para conocerme a mí mismo,” escribió.

Westhusing no encontró excelencia o virtud en Iraq.

El hecho lo evidencia una pila de cinco centímetros de alto de documentos, obtenidos durante los últimos 15 meses bajo la Ley de Libertad de la Información, que suministran numerosos detalles sobre el suicidio de Westhusing. Los documentos incluyen entrevistas con colegas de Westhusing, diagramas de su dormitorio, entrevistas con miembros de su familia, e informes parcialmente modificados del Comando de Investigación Criminal y del Inspector General del Ejército. Los documentos repiten la historia contada por amigos de Westhusing: “Algo que vio [en Iraq] lo llevó a esto,” dijo en una entrevista un oficial del Ejército cercano a Westhusing. “La suma de lo que vio que sucedía lo impulsó” a tomar su propia vida. “Está muerto porque creía en el deber, el honor, en el país.”

El oficial dijo que “la fuerza de carácter era la característica definidora de Ted. Era su integridad inquebrantable.” Esa integridad, dijo, fue también el mayor defecto de Westhusing. “Para ser un verdadero defecto, la personalidad tiene que tener mucha fuerza. Y esa característica causó su perdición.”

Westhusing nació en Dallas, como uno de siete hijos. Fue a la escuela primaria en La Porte, cerca de Houston, hasta la 7ª clase, cuando su familia se mudó a Tulsa. Era un estudiante extraordinario. Fue escolta titular en el equipo de baloncesto en Jenks High School, Becario Nacional de Mérito, y devoto cristiano. Trabajaba duro. Era tan devoto del baloncesto que lanzaba 100 tiros en suspensión cada mañana antes de ir a la escuela. Su trabajo, ética, notas, y reputación lo permitieron elegir sus universidades. Fue aceptado en Notre Dame y Duke. Eligió West Point. El padre de Westhusing había servido en la Guerra de Corea y después había estado en la Reserva de la Armada.

Westhusing llegó a West Point en 1979, año de mucha agitación. La academia todavía pasaba por los temblores secundarios de un gran escándalo de engaño. Había un tremendo énfasis en la ética y la veracidad. A Westhusing le encantó. Como estudiante de primer año, fue representante de honor de su compañía en el comité de cadetes. En 1983, durante su año de egreso, fue seleccionado como capitán de honor de toda la escuela, una posición que lo convirtió en el responsable de más alto rango de ética dentro del cuerpo de cadetes. En esa posición, Westhusing ayudó a arbitrar todas las violaciones de honor que se presentaban al comité. Ese año, se graduó tercero de su clase.

De West Point, pasó a servir en la 82 División Aerotransportada. Fue a escuelas de Ranger y Aerotransportados, y pasó períodos en Italia, Corea del Sur y Honduras. Aprendió a hablar ruso e italiano. Y continuó su búsqueda de excelencia intelectual. En 2000, fue a Emory para un magíster en filosofía. En 2002, se mudó a Austin para participar en una clase de seis semanas en griego clásico en la Universidad de Texas. Westhusing y su profesor de griego en la UT, Thomas Palaima, trabajaron como consultores en un documental de la televisión sobre el caballo de Troya.

En West Point, Westhusing se sentía bien en su trabajo de enseñanza. No tenía motivos para hacer otra cosa. Estaba en la cumbre de su profesión y haciendo un trabajo que le encantaba. Pero, a fines de 2004, recibió un llamado de un antiguo comandante en la 82 División Aerotransportada preguntando si quería ir a Iraq. Westhusing no dudó antes de decir que sí. El padre de Westhusing, Keith Westhusing, contó más tarde a T. Christian Miller, periodista del Los Angeles Times, que su hijo quiso ir a Iraq para “obtener verificación.” Su ida lo convertiría en un mejor soldado, cita Miller a su padre en su reciente libro sobre la corrupción en Iraq “Blood Money” [Dinero sangriento]. Una estadía en Iraq “prestaría autenticidad a su estatus, no sólo como soldado, sino como instructor en West Point.”

Otro oficial que trabajó con Westhusing en West Point dijo en una entrevista que antes de partir a Iraq: “Ted nunca alteró su creencia de que la misión en Iraq era justa y que estaba siendo realizada correctamente; me dijo personalmente que se quedaría más que los seis meses asignados, si fuera necesario. Pero antes de partir, se involucró en un intenso debate con el máximo profesor de filosofía en el departamento. Ted creía en su misión, mientras que su homólogo tenía varias dudas sobre si la Operación Libertad Iraquí cumplía con los estándares de una guerra justa.”

La esposa de Westhusing, Michelle, dijo posteriormente a investigadores que su marido creía que “ir a Iraq lo convertiría en un mejor profesor cuando enseñaba a cadetes que probablemente irían a ese país... Pensaba que estábamos haciendo algo fenomenal en Iraq.”

El primer paso en la partida de Westhusing fue Fort Benning, Georgia. Pasó por su examen médico, recibió su equipamiento, y trabajó en su técnica de tiro. Después de tanto tiempo en las aulas, no brillaba en esa capacidad. Según documentos obtenidos a través de la Ley de Libertad de la Información, Westhusing logró sólo 170 puntos en la distancia de combate con pistola cuando lo examinaron el 15 de enero de 2005. Si hubiera conseguido sólo 20 puntos menos, no habría sido calificado.

Sin embargo, las primeras semanas de Westhusing en Iraq fueron, escribió a un amigo, “una gran aventura.” Su título formal era: director de contraterrorismo/operaciones especiales, Equipo de Ayuda al Entrenamiento de la Policía Civil, Comando de Transición Multinacional de Seguridad – Iraq. Le gustaba trabajar de cerca con sus homólogos iraquíes y parecía llevarse bien con los contratistas de U.S. Investigations Services (USIS), basados en Virginia, una compañía privada de seguridad con contratos por un valor de 79 millones de dólares para ayudar a entrenar a unidades de la policía iraquí que realizaban operaciones especiales. (Los propietarios de USIS incluyen al Grupo Carlyle, la poderosa firma de capital privado entre cuyos inversionistas se contaba a George H.W. Bush y al ex Secretario de Estado James A. Baker III.) En otro mensaje a un amigo en EE.UU., dijo que “si no tienes un carácter fuerte y diferencias el bien del mal, te irás de este lugar con tu estima personal devastada y se dañará a invaluables seres humanos.”

Westhusing trabajó bajo la supervisión de dos generales del ejército, Joseph Fil, general de división (dos estrellas) y Petraeus, teniente general (tres estrellas). Petraeus estaba impresionado por Westhusing. En 2005, Petraeus se había convertido en un regalón de los medios de información de EE.UU. gracias, en parte, a su éxito en la ayuda a estabilizar y reconstruir el norte de Iraq. A Petraeus le gustó lo que veía en Westhusing y lo ascendió de teniente coronel a coronel de pleno derecho. En un correo electrónico de marzo de 2005, Petraeus escribió a Westhusing que ya había “excedido las elevadísimas expectativas que todos tenían en su persona.”

Aunque el ascenso fue importante, Westhusing estaba cada vez más aislado. No tenía, como lo describe un compañero oficial de West Point, un “compinche de batalla,” una persona que “vele por su amigo física y psicológicamente.” La falta de apoyo personal comenzó a desgastar a Westhusing. Sus amigos en EE.UU. comenzaron a ver como su ánimo ensombrecía. Westhusing comenzó a tener conflictos cada vez más beligerantes con los contratistas de USIS. Había constantes problemas con los gastos de USIS, y Westhusing se vio forzado a encarar afirmaciones de que USIS había visto o participado en el asesinato de iraquíes. Recibió una carta anónima afirmando que USIS estaba engañando en todo momento a los militares, que varios cientos de armas asignadas al programa de entrenamiento contraterrorista habían desaparecido, y que una serie de radios, cada una de las cuales costaba 4.000 dólares habían también desaparecido. La carta concluía que USIS no estaba “suministrando aquello por lo cual se les paga” y que toda la operación de entrenamiento era “un fracaso total.”

Westhusing estaba asolado. Incluso si las acusaciones eran exactas, había poco que hacer. Iraq no tenía un sistema judicial en funcionamiento, y había problemas sobre la jurisdicción en caso de que los contratistas fueran acusados. Westhusing escribió a su familia, informándoles sobre los problemas con los contratistas, y dijo que tenía que hablar con un abogado sobre los problemas que estaba encontrando.

A fines de mayo, Westhusing comenzaba a sentirse abatido por lo que veía. Empapado en – y en una creencia total – el credo de West Point de que un cadete no “mentirá, engañará o robará, ni tolerará a los que lo hacen,” Westhusing se encontró rodeado de contratistas que no estaban interesados en sus ideales. Pidió a sus familiares que rezaran por él. En un llamado telefónico a su mujer, Michelle, que estaba en West Point, Westhusing le dijo que pensaba decir a Petraeus que se iba a ir. Ella le rogó que sólo terminara su período y volviera a casa.

Westhusing dejó de hacer ejercicios, comenzó a mascar tabaco, y se veía cada vez más retraído. Sus compañeros notaron que estaba inquieto. En la noche del 4 de junio, una de las contratistas que trabajaba con Westhusing dijo que se veía “muy cansado como si no hubiera estado durmiendo,” y estaba “desanimado” y rascándose “bastante” sus piernas. La misma persona dijo que Westhusing había comenzado a “jugar con y a examinar su arma” y que parecía “hipnotizado” por su pistola. La misma contratista mencionó que Westhusing hablaba de un continuo problema con los iraquíes que ingresaban al programa de entrenamiento contra el terrorismo. El programa siempre corría riesgo de ser infiltrado por miembros de milicias iraquíes, bandas criminales, y otros elementos. Westhusing pidió a la contratista su opinión sobre “una selección de los estudiantes antes del curso.” La contratista dijo que después de la conversación, Westhusing estuvo sentado en la oficina y “dijo fuerte que no sabía cómo solucionar el problema del tema de la selección... Sólo me habló una vez directamente. Dijo: ‘Simplemente no veo una manera de resolver este problema.’”

Unos pocos minutos después, la contratista dijo que Westhusing “se levantó y comenzó a examinar de nuevo su arma” durante unos cinco minutos. La mañana siguiente, el 5 de junio, Westhusing tuvo una reunión en Camp Dublin con los contratistas y otra con personal del gobierno. En la segunda reunión expresó su disgusto con “contratistas a la busca de dinero” y dijo que “no había venido a Iraq para esto.” Westhusing debía partir de Dublin después de almuerzo. Cuando no se presentó para una reunión, uno de los contratistas fue a buscarlo. Aproximadamente a las 1.15 de la tarde, descubrieron a Westhusing en el remolque 602A. Cerca de su cuerpo había una nota dirigida a sus comandantes, Petraeus y Fil. Escrita en grandes letras mayúscula, decía:

“Gracias por decirme que fue un buen día hasta que les informé, [Nombre redactado] – Sólo estáis interesados en vuestra carrera y no dais apoyo alguno a vuestro equipo – ningún apoyo msn (de misión) y no os importa. No puedo apoyar una msn que lleva a la corrupción, a abusos de los derechos humanos y a mentirosos. Estoy sumido en la deshonra – ya no. No me presenté como voluntario para apoyar a contratistas corruptos, a la busca de dinero, ni para trabajar para comandantes que sólo están interesados en sí mismos. Vine para servir honorablemente y me siento deshonrado. No confío en ningún iraquí. No puedo vivir de esta manera. Todo mi amor a mi familia, mi esposa y mis preciosos hijos. Os amo y sólo confío en vosotros. La muerte antes de seguir siendo deshonrado. La confianza es esencial – no sé en quién seguir confiando. [sic] ¿Por qué servir si uno no puede cumplir la misión, si uno ya no puede seguir creyendo en la causa, si todo esfuerzo y aliento por tener éxito se ve ante mentiras, falta de apoyo y egoísmo? Ya no. Reevaluaos, comandantes. No sois lo que creéis que sois y lo sé.

CORONEL Ted Westhusing

La vida requiere confianza. Ya no existe la confianza para mí, aquí en Iraq.


Parece que poco después de escribir la nota, aproximadamente a las 13 horas, hora de Bagdad, Westhusing tomó la pistola automático Beretta de 9 mm que había recibido cinco meses antes en Fort Benning, la colocó tras su oreja izquierda, y apretó el gatillo.

Después de la muerte de Westhusing hubo mucha especulación. Algunos miembros de la familia y amigos comenzaron a preguntarse si había sido asesinado. Westhusing debía partir a EE.UU. el 7 de julio. Pero se mató el 5 de junio. ¿Por qué, se preguntaron, no iba a aguantar sólo un mes más?

Gran parte de la especulación se concentró en USIS y los contratistas. ¿Tenía evidencia Westhusing que los contratistas querían silenciar? Hubo historias contradictorias de los contratistas sobre cómo descubrieron el cuerpo de Westhusing. Un encargado dijo que la primera vez que fue a buscar a Westhusing después de almuerzo el 5 de junio, la puerta a la pieza de Westhusing estaba con llave. Pero en una segunda visita, dijo, encontró la puerta sin llave. Además, una de las primeras personas que encontraron a Westhusing en su habitación, un contratista militar, movió la pistola de Westhusing de su posición original, afirmando que lo había hecho por motivos de seguridad. Nunca hicieron una prueba de residuos de pólvora a esa persona.

Aunque hubo algunos detalles extraños sobre su muerte, la investigación del Ejército concluyó rápidamente que fue un suicidio. Un psicólogo del Ejército que estudió el caso de Westhusing concluyó que a pesar de su superior intelecto, su capacidad de aceptar el hecho de que algunos estadounidenses sólo estaban en Iraq por el dinero era “sorprendentemente limitada. No pudo ajustar su mentalidad de la noción militar de completar una misión no importa el coste, no pudo cambiar su creencia de que hacer lo justo porque era lo único correcto, debería ser el único motivador para las empresas.”

Doce días después del encuentro del cuerpo de Westhusing, investigadores del Ejército hablaron con Michelle Westhusing. Ella les dijo que la nota de suicida encontrada cerca del cuerpo de su esposo correspondía “casi textualmente” a las discusiones que ella había tenido con él, y que la letra correspondía a la de su marido. Dijo que Westhusing había “perdido fe en sus comandantes” y que “no confiaba en la lealtad de los iraquíes ni a la distancia a la que podía escupir.”

Al preguntarle los investigadores si tenía algo más que agregar, respondió: “La único que realmente deseo es que ustedes vayan a cada uno de los que aparecen en esa carta y hablen con ellos. Pienso que Ted entregó su vida para que todos sepan lo que estaba sucediendo. Tienen que llegar al fondo del asunto, y espero que todas esas cosas malas sean limpiadas.”

Parece que Michelle no logró su deseo.

En septiembre de 2005, el inspector general del Ejército concluyó una investigación de afirmaciones hechas en la carta anónima a Westhusing poco antes de su muerte. No encontró ninguna base para ninguno de los problemas mencionados. Aunque el informe ha sido modificado en algunos sitios, está claro que la investigación apuntaba a determinar si Fil o Petraeus habían hecho caso omiso de la corrupción y los abusos de los derechos humanos que supuestamente ocurrían dentro del programa de entrenamiento para personal de seguridad iraquí. El informe, aprobado por el vice-jefe de estado mayor, el general de cuatro estrellas Richard Cody, concluyó que “comandos y comandantes operaron en un entorno cultural y ético iraquí que a menudo tiene diferencias con las prácticas occidentales.” Dijo que ninguno de los miembros de la unidad “aceptó corrupción institucional o abusos de derechos humanos. Miembros de la unidad, y específicamente [nombre modificado] y [nombre modificado] emprendieron la acción apropiada cuando se informó sobre corrupción o abuso.”

El contexto, la colocación y el tamaño relativo de los nombres modificados sugieren fuertemente que se refieren a Petraeus y Fil.

En noviembre pasado, Fil volvió a Iraq. Ahora es el general comandante de la División Multinacional en Bagdad y de la 1ª División de Caballería.

El 12 de febrero, Petraeus se hizo cargo del comando de todas las fuerzas de EE.UU. en Iraq. Ahora lleva 4 estrellas. Y desde 2005, el principal trabajo de Petraeus será fortificar a los asediados policías y militares. Lo dejó en claro en una carta abierta a soldados y civiles de EE.UU. que sirven en Iraq, que hizo distribuir el día en el que se hizo cargo. Su carta declaró que: “Hombro a hombro con nuestros camaradas iraquíes, conduciremos una campaña esencial para mejorar la seguridad del pueblo iraquí. Junto con nuestros asociados iraquíes, debemos derrotar a los que se oponen al nuevo Iraq.”

Robert Bryce, de Austin, es un escritor colaborador con el Observer.

Corrupción y las fuerzas de seguridad iraquíes: Una descripción cronológica reciente:

Ted Westhusing se suicidó en junio de 2005, después de desesperarse por su incapacidad de crear una fuerza de seguridad efectiva en Iraq. Desde entonces, los problemas con el aparato de seguridad iraquí sólo han empeorado.

Verano de 2006:

Los militares de EE.UU. llegan a sospechar tanto de la policía iraquí que comienzan a entregar tarjetas a residentes de Bagdad diciéndoles que llamen a los cuarteles de EE.UU. – no a la policía iraquí – si ven a policías involucrados en “misiones sospechosas.”

Octubre de 2006:

El gobierno iraquí suspende a toda una brigada policial en Bagdad por su presunta participación en actividades de escuadrones de la muerte.

Día de Navidad 2006

Cientos de soldados británicos lanzan un asalto contra una comisaría de la policía iraquí en Basora. El ataque – una de las mayores operaciones militares británicas desde el inicio de la guerra – apuntaba a un grupo de policías conocido como la “unidad de crímenes serios.” Justo después del combate, un portavoz británico dijo que el ataque fue esencial porque la unidad policial “estaba realizando serios crímenes en lugar de prevenirlos.” Los informes dijeron que la unidad estaba involucrada en una serie de actividades criminales y que rutinariamente torturaba y asesinaba a sus cautivos. Se decía que la unidad estaba respaldada por el Ejército del Mahdi, la milicia leal al clérigo chií Muqtada al-Sader.

Enero de 2007

George W. Bush anuncia planes para enviar 21.500 soldados más a Iraq. La parte crucial de su plan: Incrementar el entrenamiento para fuerzas de seguridad iraquíes. En su discurso del 11 de enero sobre su escalada, Bush declara que los soldados adicionales “ayudarán a los iraquíes a edificar un Ejército más grande y mejor equipado – y que aceleraremos el entrenamiento de fuerzas iraquíes, lo que sigue siendo la misión de seguridad esencial de EE.UU. en Iraq.”

Luis Carlos Montalván, capitán del Ejército de EE.UU., que pasó dos períodos de servicio en Iraq, escribió un artículo de opinión para el New York Times en el que dice que “el nivel de corrupción en las Fuerzas de Seguridad Iraquíes es asombroso.” Montalván, quien pasó gran parte de su tiempo en Iraq trabajando con unidades policiales y militares iraquíes, escribe que vio a comandantes iraquíes que se guardaban la paga de soldados inexistentes en el ejército iraquí. También dice que oficiales en la fuerza de policía “aceptan el contrabando de petróleo y de preciosos suministros para la reconstrucción a través de las fronteras porosas de Iraq.” El mayor problema, según Montalván, es la inmensa cantidad de soldados “fantasma” en la nómina del ejército iraquí. Dice que en algunas unidades del ejército, un 30% de los soldados son en realidad “fantasmas.”

Febrero de 2007

Según el periodista Martin Smith, cuyo documental “Gangs of Iraq” [Bandas de Iraq] será emitido por PBS en abril, EE.UU: ha gastado 14.000 millones de dólares en esfuerzos de entrenamiento de militares y policías en Iraq.

Emergen más detalles sobre el ‘suicidio’ del coronel Ted Westhusing en Iraq

Wayne Madsen
23/01/06

Días antes de su supuesto suicidio por una herida de bala “auto-infligida” en un remolque en Camp Dublin, Iraq, el miembro del Consejo de Honor de West Point y entrenador de fuerzas policiales y de seguridad iraquíes, coronel Ted Westhusing informó en un correo electrónico a EE.UU. que “suceden cosas terribles en Iraq.” También dijo que esperaba volver vivo a EE.UU. A Westhusing le faltaban tres semanas de su período de servicio en Iraq cuando supuestamente se mató en junio de 2005.

Vale la pena señalar que después de la muerte de Westhusing, dos altos generales del Ejército, ambos responsables por el entrenamiento de fuerzas iraquíes, el general Dave Petraeus, comandante del Comando Multinacional de Transición de Seguridad Iraq (MNSTCI), y el general de división Joseph Fil, comandante de la 1ª División de Caballería, fueron rápidamente transferidos sin mucho ruido, a Fort Leavenworth, Kansas y a Fort Hood, Texas, respectivamente.

Fuentes informadas informan que cuando murió Westhusing estaba listo para denunciar fraude que involucraba a US Investigations Services (USIS), una compañía del Grupo Carlyle. También había descubierto vínculos entre directores de USIS y eventos clandestinos que involucraban el escándalo Irán-Contra de los gobiernos de Reagan y Bush I. Westhusing además vinculó a USIS con el asesinato ilegal y tortura de iraquíes. Personas de USIS a las que Westhusing estaba investigando tenían las llaves de su remolque. Además, el guardaespaldas personal de Westhusing recibió permiso de ausencia poco antes de la muerte del coronel.

El informe oficial del Ejército de EE.UU. sobre la muerte de Westhusing contenía una serie de falsedades, según personas cercanas al caso. Lo más importante, el informe del Ejército declaró que Westhusing había comunicado electrónicamente su interés en obtener balas de punta hueca. La bala que mató a Westhusing era de punta hueca. Sin embargo, la declaración del Ejército fue falsa, según una fuente informada. Además, el Ejército rebuscó en el historial de servicio de Westhusing y entrevistó a una serie de colegas a fin de urdir una historia que hiciera sonar plausible un suicidio.

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