La Resistencia al Shock de Latinoamérica

Naomi Klein
The Nation/SOTT.net
Traducción SDLT
8/11/07

En menos de dos años, el arrendamiento de la base militar de EUA más grande en Latinoamérica llegará a su fin. La base está en Manta, Ecuador, y Rafael Correa, el presidente izquierdista de ese país, ha anunciado que renovará el arrendamiento "con una condición: que nos dejen poner una base en Miami - una base ecuatoriana. Si no hay algún problema teniendo soldados extranjeros en territorio nacional, estoy seguro que nos dejarán tener una base ecuatoriana en los Estados Unidos."

Ya que una base militar en South Beach parece algo lejano, es muy probable que la base en Manta, que sirve como un área para organizar "la guerra contra las drogas", pronto cerrará. La postura desafiante de Correa no se trata, como algunos lo han tildado, de anti-americanismo. Por el contrario, es parte de una serie de medidas tomadas por los gobiernos latinoamericanos para hacer al continente menos vulnerable a shocks y crisis provocadas externamente.

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Este es un desenvolvimiento crucial porque por los últimos treinta y cinco años en Latinoamérica, tales shocks externos han servido para crear las condiciones políticas requeridas para justificar la imposición de la "terapia de shocks" -- la constelación de medidas económicas de "emergencia" muy amigables para las corporaciones, tales como privatizaciones a gran escala y grandes recortes presupuestales en materia social que debilitan al estado en nombre del libre mercado. En uno de sus ensayos más influyentes, el fallecido economista Milton Friedman articuló la panacea táctica del capitalismo contemporáneo, lo que llamo la doctrina del shock. Observó que "solo una crisis -- real o percibida -- produce un cambio verdadero. Cuando esta crisis ocurre, las acciones que se sigan dependen de las ideas que se encuentren en boga o circundantes".

Latinoamérica siempre ha sido el laboratorio para esta doctrina. Friedman primero aprendió cómo explotar una crisis de gran escala a mediados de los 1970s, cuando aconsejó al dictador chileno el General Augusto Pinochet. No solo estaban los chilenos en un estado de shock después de la toma de poder de Pinochet al destronar al presidente socialista Salvador Allende; el país también estaba tambaleándose con una severa hiperinflación. Friedman aconsejó a Pinochet imponer una veloz transformación de la economía -- recortes de impuestos, comercio libre, privatización de servicios, recortes al gasto social y desregulación. Era el intento de adaptación capitalista más extremo jamás propuesto, y se convirtió en la revolución de la Escuela de Chicago, ya que muchos de los más altos consejeros y ministros de Pinochet habían estudiado con Friedman en la Universidad de Chicago. Un proceso similar sucedió en Uruguay y Brasil, también con la ayuda de graduados y profesores de la Universidad de Chicago, y unos años después, en Argentina. Estos programas de terapia de shock económicos fueron llevados a cabo mediante otro tipo de shocks, menos metafóricos -- en celdas de tortura, a menudo por soldados y policías entrenados por EUA, y dirigidos contra aquellos activistas que se oponían a la revolución económica.

En los 1980s y 90s, a medida que las dictaduras daban pie a frágiles democracias, Latinoamérica no escapó de la doctrina del shock. En vez de eso, nuevos shocks prepararon el terreno para otra ronda -- el "shock de la deuda" de principios de los 80s, seguido de una ola de hiperinflación así como una repentina caída de los precios de materias primas de las cuales dependían las economías.

En Latinoamérica hoy día, sin embargo, las nuevas crisis son evitadas y los viejos shocks son diluidos -- una combinación de tendencias que no solo están haciendo al continente más resistente de cara al cambio, sino que también modelan un futuro más resistente a la doctrina del shock.

Cuando Milton Friedman murió el año pasado, la conquista global por un capitalismo sin ataduras, que ayudó a lanzar en Chile tres décadas antes, se encontraba en desorden. Las esquelas lamentando su fallecimiento lo alababan, pero muchos estaban temerosos que la muerte de Friedman marcara el fin de una época. En el diario canadiense National Post, Terence Corcoran, uno de los más devotos discípulos de Friedman, especulaba si el movimiento global, que el economista había inspirado, continuaría. "Como el último gran león de las economías de libre mercado, Friedman deja un vacío...No hay nadie con hoy día que tenga una estatura similar. ¿Sobrevivirán a largo plazo los principios, por los que Friedman peleó, sin una nueva generación de liderazgo intelectual sólido, carismático y capaz? Es difícil decir."

Ciertamente luce poco probable. Los herederos intelectuales de Friedman en los Estados Unidos -- el grupo de expertos neoconservadores que usaron la crisis del 11 de Septiembre para lanzar una pujante economía privatizada de guerra y al "Departamento de Seguridad Nacional" ("Homeland Security") -- estaban en su punto mas bajo en su historia. El pináculo del movimiento político había sido la toma del Congreso estadounidense por parte de los republicanos en 1994; y solo nueve días antes de la muerte de Friedman, la perdieron de nuevo con los Demócratas. Los tres factores clave que contribuyeron a la derrota Republicana en las elecciones de medio término de 2006 fueron la corrupción, los malos manejos de la Guerra de Irak y la percepción, mejor articulada por Jim Webb, candidato ganador al Senado por el partido Demócrata, que la nación había derivado hacia "un sistema clasista, que no se había visto desde el siglo diecinueve".

En ningún lugar estaba el proyecto económico sumergido en una crisis mas profunda que donde comenzó: Latinoamérica. Washington siempre había considerado al socialismo democrático como un rival más peligroso que al comunismo totalitario, el cual era fácil de desacreditar y convertir en útil enemigo. En los 1960s y 70s, la táctica favorecida para lidiar con la inconveniente popularidad de la economía nacionalista y el socialismo democrático era tratar de igualarlos con el Stalinismo, borrando deliberadamente las diferencias entre ambos puntos de vista. Un ejemplo evidente de esta estrategia lo encontramos en los primero días de la cruzada de Chicago, muy dentro de los archivos desclasificados chilenos. A pesar de la propaganda pintando a Allende como un dictador del estilo soviético, las verdaderas preocupaciones de Washington sobre la victoria de Allende fueron reveladas en un memorando de Kissinger a Nixon en 1970: "El ejemplo interpuesto por un gobierno Marxista electo en Chile sin duda tendrá un impacto en -- y sentaría un precedente para -- otras partes del mundo, especialmente Italia; el esparcimiento de fenómenos similares por todos lados se convertiría en un efecto para el balance mundial y nuestra propia posición en el." En otras palabras, Allende necesitaba ser sacado antes de que su tercera vía se extendiera.

Pero el sueño que Allende representaba nunca fue derrotado. Fue temporalmente silenciado, empujado bajo la superficie mediante miedo. Es por eso que ahora, Latinoamérica emerge de sus décadas de shocks, las viejas ideas están resurgiendo -- junto con los "esparcimientos similares" que Kissinger tanto temía.

Para el año 2001, el cambio era imposible de negar. A mediados de los 1970s el legendario periodista argentino Rodolfo Walsh había considerado a la ascendencia del plan económico de la Escuela de Chicago bajo el mandato de la junta como un paso para atrás, no una derrota permanente, de la izquierda. Las tácticas de terror usadas por la milicia habían puesto a su país en estado de shock, pero Walsh sabía que ese shock, por su misma naturaleza, es un estado temporal. Antes que fuera baleado por agentes de seguridad en las calles de Buenos Aires en 1977, Walsh estimó que tomaría de veinte a treinta años para que los efectos del terror retrocedieran y los argentinos retomaran el camino, su coraje y confianza, y pelearan por la equidad económica y social. Fue en el año 2001, veinticuatro años después, que Argentina protestó contra las medidas de austeridad impuestas por el FMI y luego procediera a cesar a cinco presidentes en solo tres semanas.

"La dictadura justo acabó!" declaraba la gente en ese tiempo. Eso significaba que había tomado diecisiete años para que el legado del terror se destiñera-- justo como Walsh lo había predicho.

En los años siguientes, ese coraje renovado se esparció a otros laboratorios de shocks en la región. Y a medida que la gente se deshacía del miedo colectivo que fue instalado con tanques de guerra y bastones eléctricos, con recortes repentinos y fugas de capital, muchos demandan más democracia y control sobre los mercados. Estas demandas representan la amenaza más grande para el legado de Friedman porque retan su postura central: que el capitalismo y la libertad son parte del mismo proyecto indivisible.

Los mas reacios oponentes de la economía neoliberal en Latinoamérica han estado ganando elección tras elección. El presidente venezolano Hugo Chávez, con la plataforma de "socialismo del siglo veintiuno", fue re-elegido en el 2006 para un tercer periodo con el 63 por ciento de los votos. A pesar de los intentos de la Administración Bush de pintar a Venezuela como una pseudo-democracia, una encuesta reveló que el 57 por ciento de los venezolanos están contentos con el estado de su democracia, un porcentaje de aceptación únicamente por debajo del de Uruguay, donde la coalición izquierdista del Partido Frente Amplio ha sido elegido para gobernar y donde una serie de referéndums han bloqueado una serie de privatizaciones. En otras palabras, en los dos estados Latinoamericanos donde el voto ha resultado en verdaderos retos para el Consenso de Washington, los ciudadanos han renovado su fe en el poder de la democracia para mejorar sus vidas.

Desde que Argentina se colapsó en el 2001, la oposición a la privatización se ha vuelto un tema definitorio en el continente, capaz de crear gobiernos o destruirlos; para finales del 2006, prácticamente estaba creando un efecto dominó. Luiz Inácio Lula da Silva fue re-elegido como presidente de Brasil en gran parte porque turnó el voto a un referéndum sobre privatización. Su opositor, del partido responsable de las mayores privatizaciones en los 90s, recurrió a vestirse como un corredor de autos NASCAR socialista, usando una gorra de béisbol y una chaqueta cubierta de logotipos de las compañías públicas que aún no se habían vendido. Los votantes no fueron persuadidos, y Lula obtuvo el 61 por ciento de los votos. Poco después en Nicaragua, Daniel Ortega, anterior cabecilla del Movimiento Sandinista, hizo de los frecuentes apagones el centro de su campaña ganadora; la venta de la compañía nacional de electricidad a la firma española Unión Fenosa después del huracán Mitch, afirmó, era la fuente del problema. "¿Quién trajo a Unión Fenosa a este país?", exclamó. "El gobierno de los ricos lo hizo, aquellos que están al servicio del capitalismo barbárico”.

En noviembre de 2006, las elecciones presidenciales de Ecuador se convirtieron en algo similar a un campo de batalla ideológico. Rafael Correa, un economista de izquierda de 43 años, ganó el voto contra Álvaro Noboa, un magnate bananero y uno de los hombres más ricos del país. Con "We're Not Gonna Take It" (No lo aceptaremos), canción del grupo Twisted Sisters como su melodía de campaña, Correa llamó al país a "sobrepasar las falacias del neoliberalismo". Cuando ganó, el nuevo presidente de Ecuador declaró que "no era fan de Milton Friedman". Para entonces, el presidente boliviano Evo Morales ya se acercaba al final de su primer año de mandato. Después de enviar al ejército a recuperar los pozos de gas del pillaje de las multinacionales, se dirigió a nacionalizar parte del sector minero. Ese año en Chile, bajo el liderazgo de la presidenta Michelle Bachelet, --que había sido prisionera del régimen de Pinochet -- estudiantes de preparatoria protagonizaron una ola de protestas contra el sistema de dos capas introducido por los Muchachos de Chicago. Los mineros de cobre pronto realizaron huelgas también.

En diciembre de 2006, un mes después de la muerte de Friedman, los líderes Latinoamericanos se reunieron en una cumbre histórica en Bolivia, sostenida en la ciudad de Cochabamba, donde un levantamiento popular contra la privatización del agua forzó a Bechtel a salir del país años antes. Morales abrió la sesión con un llamado a cerrar "las venas abiertas de Latinoamérica". En referencia al libro de Eduardo Galeano Las Venas Abiertas de Latinoamérica: Cinco Siglos de Pillaje a un Continente, un recuento del violento despojo que convirtió a un continente rico en uno pobre. El libro fue publicado en 1971, dos años antes que Allende fuera separado del cargo por tratar de cerrar esas venas al nacionalizar las minas de cobre de su país. Ese evento introdujo una nueva era de furioso saqueo, durante la cual las estructuras construidas por los movimientos pro-desarrollo fueron desposeídas, desnudadas y vendidas.

Hoy en Latinoamérica se está retomando el proyecto que fue brutalmente interrumpido hace todos esos años. Muchas de las políticas seguidas son familiares: nacionalización de los sectores clave de la economía, reformas agrarias, grandes inversiones en educación, alfabetización y en el sector salud. No hay ideas revolucionarias, pero con una visón de gobierno que no se disculpa en su búsqueda por la igualdad, son ciertamente un reproche a la afirmación de Friedman, formulada en 1975 en una carta a Pinochet que "el más grande error, en mi opinión, fue...creer que es posible hacer el bien con el dinero de otras personas".

Los movimientos contemporáneos Latinoamericanos, trazando una larga historia de rebeldía, no son réplicas directas de sus antecesores. De todas las diferencias, la más impactante es una puntual consciencia de la necesidad de protección de los shocks que funcionaron en el pasado --golpes de estado, los terapeutas de shock extranjeros, los torturadores entrenados en EUA, así como los shocks de deudas y colapsos de moneda. Los movimientos masivos en Latinoamérica, los cuales han dado pie a una ola de victorias electorales para los candidatos izquierdistas, están aprendiendo cómo construir absorbentes contra estos shocks en sus modelos de organización. Están, por ejemplo, menos centralizados que en los 1960s, haciendo más difícil una paralización del movimiento al eliminar a unos cuantos líderes. A pesar del abrumador culto a la personalidad alrededor de Chávez, y sus cambios controversiales para centralizar los poderes a nivel de estado, las redes progresistas en Venezuela están al mismo tiempo altamente descentralizadas, con el poder dispersado en las bases y a nivel comunidades, a través de miles de consejos comunitarios y cooperativas. En Bolivia, los movimientos indígenas que pusieron al frente a Morales funcionan de manera similar y han claramente establecido a Morales no tiene su apoyo incondicional: los barrios apoyarán mientras se mantenga verdadero a su mandato democrático, y ni un minuto mas. Este tipo de acercamiento fue el que permitió a Chávez sobrevivir el intento de golpe de estado en 2002: cuando su revolución se vio amenazada, sus seguidores llegaron hasta de las partes mas remotas alrededor de Caracas para demandar que fuera reinstaurado, un tipo de movilización popular que no ocurrió en los golpes de estado de los 1970s.

Los nuevos líderes de Latinoamérica también están tomando medidas fehacientes para bloquear cualquier intento golpista apoyado por EUA que pueda terminar con sus victorias democráticas. Chávez ha dejado entredicho que cualquier amenaza de la extrema derecha en la provincia de Santa Cruz contra el gobierno de Morales, será suficiente para enviar tropas venezolanas que ayudarán a defender la democracia Boliviana. Mientras tanto, los gobiernos de Venezuela, Costa Rica, Argentina, Uruguay y Bolivia han anunciado que dejarán de enviar estudiantes a la Escuela de Las Américas (ahora llamada Instituto del Hemisferio Oeste para la Cooperación sobre Seguridad) -- el infame centro de entrenamiento policial y militar en Fort Benning, Georgia, donde muchos de los mas notorios asesinos aprendieron tácticas "antiterrorismo", para luego ser enviados directamente contra campesinos en El Salvador y obreros automotrices en Argentina. Ecuador, aparte de cerrar la base militar estadounidense, también ha decidido cortar relaciones con la Escuela. Es difícil ignorar la importancia de estos avances. Si la milicia estadounidense pierde bases militares y programas de entrenamiento, su poder para inflingir shocks en el continente se ve fuertemente erosionado.

Los nuevos líderes de Latinoamérica están también preparándose mejor para los tipos de shocks producidos por mercados volátiles. Una de las fuerzas mas desestabilizadoras en las décadas recientes fue la velocidad con la que el capital se va de un lugar, o cómo un repentino desplome en los precios de las materias primas puede devastar a todo un sector agropecuario. Pero en gran parte de Latinoamérica estos shocks ya habían sucedido, dejando atrás fantasmales desarrollos industriales y grandes porciones de tierra en barbecho. La tarea para la nueva izquierda, por tanto, ha sido tomar los restos de la globalización y ponerlos de nuevo en marcha. En Brasil, el fenómeno se aprecia mejor en el millón y medio de agricultores del Movimiento de Personas sin Tierras (MPT), que han formado cientos de cooperativas y reclamado tierra inutilizada. En Argentina, es mas claro el movimiento de las "compañías recuperadas", 200 negocios en bancarrota que han sido resucitados por sus trabajadores, quienes los han convertido en cooperativas democráticas. Para las cooperativas, no hay miedo de enfrentar un shock económico al momento que los inversionistas huyan, porque los inversionistas ya se han ido.

Chávez ha hecho de las cooperativas en Venezuela su prioridad política, dándoles el derecho de primer rechazo en contratos gubernamentales y ofreciéndoles incentivos económicos para comerciar con otros. En el 2006 había más o menos 100,000 cooperativas en el país, empleando a 700,000 trabajadores. Muchas son piezas de la infraestructura estatal --casetas de cobro, mantenimiento de autopistas, clínicas -- que se entregan a las comunidades para que las administren. Es una lógica inversa al outsourcing gubernamental: en vez de licitar partes del estado a grandes corporaciones perdiendo con eso el control democrático, la gente que usa esos recursos recibe el poder de manejarlas, creando al menos en teoría, trabajos y mas servicios sociales sensibles. Muchos de los críticos de Chávez han ridiculizado estas iniciativas tachándolas de regalos y de subsidios injustos, por supuesto. Pero en una era donde Halliburton trata al gobierno de EUA como su cajero automático personal por seis años, con retiros por $20 billones en contratos para Irak solamente, rechazando contratar trabajadores locales ya sea en el Golfo Pérsico o en Irak, para luego expresar su gratitud hacia los contribuyentes estadounidenses moviendo sus oficinas corporativas a Dubai (con todos los beneficios hacendarios y legales), los subsidios directos de Chávez hacia personas comunes se ven considerablemente menos radicales.

La protección más significativa para futuros shocks (y por tanto para la Doctrina de Shocks) surge de la emergente independencia de las instituciones financieras de Washington, el resultado de una mayor integración entre los gobiernos regionales. La Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA) es la respuesta del continente al Tratado de Libre Comercio de las Américas, el ahora enterrado sueño corporativista de una zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. A pesar que ALBA aún está en pañales, Emir Sader, un sociólogo brasileño, describe sus promesas como, "un ejemplo perfecto del libre comercio genuino: cada país provee lo que mejor produce, y recibe lo que mas necesita, independientemente de los precios del mercado global". Así Bolivia provee gas a precios de descuento; Venezuela ofrece petróleo fuertemente subsidiado a países mas pobres y comparte su conocimiento para desarrollar reservas; Cuba envía miles de doctores para que den atención médica en todo el continente, mientras entrena a estudiantes de otros países en sus escuelas de medicina.

Es un modelo muy diferente del tipo de intercambio académico que comenzó en la Universidad de Chicago a mediados de los 1950s, cuando cientos de estudiantes Latinoamericanos aprendieron una ideología rígida y luego fueron enviados a casa uniformemente a través del continente. El más grande beneficio es que el ALBA es esencialmente un sistema de intercambio en donde cada país decide por ellos mismos qué materias primas o servicios son valiosos en vez de dejar que los comerciantes en Nueva York, Chicago o Londres establezcan los precios por ellos. Eso hace al comercio menos vulnerable al tipo de fluctuación repentina que ha dañado a las economías de Latinoamérica en el pasado. Rodeada de aguas turbulentas, Latinoamérica está creando una zona de relativa calma y predictibilidad, un logro presumido imposible en la era de la globalización.

Cuando un país enfrenta un recorte económico, esta creciente integración significa que no necesariamente tiene que ir al FMI o al departamento del Tesoro de EUA para conseguir un préstamo. Esto es afortunado, ya que en el 2006 la Estrategia de Seguridad Nacional de EUA puso en claro que para Washington, la doctrina de shocks está muy viva todavía: "Si las crisis ocurren, la respuesta del FMI debe reforzar la responsabilidad de las decisiones de cada país", declara el documento. "Un re-enfoque del FMI fortalecerá las instituciones mercantiles y la disciplina de los mercados sobre las decisiones financieras". Este tipo de "disciplina de los mercados" solo puede ser forzada si los gobiernos acuden a Washington por ayuda. Como Stanley Fischer, ex-director administrativo sustituto del FMI, explicó durante la crisis financiera Asiática, el prestamista solo puede ayudar si se le pide, "pero cuando [un país está] sin dinero, no tiene muchos lugares a donde ir". Este ha dejado de ser el caso. Gracias a los altos precios del petróleo, Venezuela ha surgido como el mayor prestamista de países en desarrollo, permitiéndoles evitar ir a Washington. Aún más significativo, este diciembre marcará el lanzamiento de una alternativa regional a las instituciones financieras de Washington, un "Banco del Sur" que hará préstamos a países miembros y promoverá la integración económica entre ellos.

Ahora que pueden ir a otro lado por ayuda, los gobiernos de la región están evitando al FMI, con consecuencias dramáticas. Brasil, por mucho tiempo amarrado a Washington por su enorme deuda, está negándose a entrar a un nuevo acuerdo con el Fondo. Venezuela está considerando retirarse del FMI y del Banco Mundial, y aún Argentina, quien anteriormente fuera el "pupilo modelo" de Washington se ha unido a la tendencia. En el Informe de Gobierno de este 2007, el presidente Nestor Kirchner (desde entonces sucedido por su esposa, Cristina) dijo que los acreedores extranjeros le habían dicho, "Usted debe de tener un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para pagar su deuda". Nosotros respondimos, "Señores, somos soberanos. Queremos pagar la deuda, pero de ninguna manera tendremos un acuerdo con el FMI". Como resultado, el FMI, supremo y poderoso en los 1980s y 90s, ya no es una fuerza en el continente. En el 2005 Latinoamérica representaba el 80 por ciento del portafolio total de préstamos; el continente ahora representa solo el 1 por ciento -- un cambio radical en dos años.

La transformación va más allá de Latinoamérica. En solo tres años, el portafolio de préstamos del FMI se ha reducido de $81 billones a $11 billones, con casi todo yendo a Turquía. El FMI, un paria en países donde ha tratado a las crisis como oportunidades para generar ganancias, se está marchitando.

El Banco Mundial enfrenta igualmente un futuro precario. En Abril, Correa reveló que ha suspendido todos los préstamos del Banco y nombró al representante de la institución en Ecuador persona non-grata --un paso extraordinario. Dos años antes, Correa explicó, el Banco Mundial había usado un préstamo de $100 millones para rechazar una legislación económica que hubiera redistribuido las ganancias petroleras entre los pobres. "Ecuador es un país soberano, y no toleraremos la extorsión de esta burocracia internacional", dijo. Mientras tanto, Evo Morales anunció que Bolivia renunciaría a la corte de arbitraje del Banco Mundial, cuerpo que permite a las corporaciones multinacionales denunciar a los gobiernos nacionales por medidas que afecten sus ganancias. "Los gobiernos de Latinoamérica, y creo del mundo, nunca ganan los casos. Las multinacionales siempre ganan”, dijo Morales.

Cuando Paul Wolfowitz fue forzado a dejar el cargo de Presidente del Banco Mundial en Mayo, estaba claro que la institución necesitaba tomar medidas desesperadas para salvarse de la profunda crisis de credibilidad. En medio del escándalo Wolfowitz, diario Financial Times reportó que cuando los administradores dispensaban sugerencias en el tercer mundo, “ahora eran sujetos de burla”. Añada el colapso de las pláticas de la Organización Mundial de Comercio en 2006 (con declaraciones como “la globalización está muerta”), y pareciera que las tres principales instituciones responsables de imponer la ideología de la Escuela de Chicago, detrás de la máscara de la inevitabilidad económica, están al borde de la extinción.

Resulta razonable que la revuelta contra el neoliberalismo estaría más avanzada en Latinoamérica. Como los habitantes del primer laboratorio de shocks, los latinoamericanos han tenido más tiempo de recuperar la postura, para entender cómo la política de shocks funciona. Este entendimiento es crucial para que una nueva política sea adoptada en nuestros tiempos. Cualquier estrategia basada en explotar la ventana de oportunidad abierta por un shock traumático – el principio central de la doctrina de shocks – recae fuertemente en el elemento de sorpresa. Un estado de shock es, por definición, un momento donde hay un vacío entre los veloces eventos y la información que existe para explicarlos. Aún, tan pronto como tengamos una nueva narrativa que ofrece una perspectiva de esos eventos, nos reubicamos y el mundo comienza a tener sentido de nuevo.

Una vez que la mecánica de la doctrina de shock sea entendida profunda y colectivamente, comunidades enteras se vuelven menos sujetas a ser tomadas por sorpresa, mas difíciles de confundir – resistentes al shock.

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