Un país en guerra demasiado ligado a los EEUU y a la droga

Gennaro Carotenuto
Giannimina
Traducido del italiano para Rebelión por Gorka Larrabeiti
24/10/08

Hoy día México es el mayor narcoestado del mundo, peor que Colombia. En 2007 los muertos de la guerra entre carteles han sido 2.700; ayer se anunció que en los ocho primeros meses de 2008 se ha llegado a 3000 muertos. Ejecuciones en masa, cabezas cortadas, auténticas batallas con armamento de guerra, ríos de dinero que contaminan la vida pública: así es el código de esta guerra totalmente ignorada por la prensa italiana. México es actualmente un infierno cuya población vive ahogada entre los narcotraficantes, la crisis económica y partes del Estado que se muestran cómplices de los carteles de la droga. De ahí que el 40% de la población (cifra equivalente a los habitantes de España entera) sopese seriamente la posibilidad de marcharse de su país, gobernado por la derecha neoliberal y filoestadounidense de Felipe Calderón, que actúa con mano dura y sin éxito a la vez que tiene manga ancha con los narcodólares.

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Uno de cada cinco mexicanos declara que conoce personalmente a algún narcotraficante; para cuatro de cada cinco el narcotráfico forma parte de la cultura nacional. Grupos musicales como “Los tigres del Norte” o temas como “Contrabando y traición” son hitos de un género musical que triunfa: el narcocorrido. Los narcos tienen hasta un santo protector, san Jesús Malverde, oriundo de Sinaloa. Pero la cultura narco no es sólo un género de entretenimiento comparable a nuestros neomelódicos. Uno de cada diez mexicanos dice haber sido víctima de algún caso de violencia relacionada con el narcotráfico; uno de cada tres conoce a alguna víctima.

Son datos impresionantes que dan medida de lo difícil que resulta orientarse en la espiral en la que ha caído uno de los países más extraordinarios del mundo, desde que los carteles colombianos empezaron a usarlo en los años 80 como vía de tránsito, y más tarde, el 1 de enero de 1994, debido a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, una especie de colonización económica del país, que se tradujo en un desastre económico, la ruina del campo y la pérdida de puestos de trabajo.

Los 14 millones de mexicanos que se han visto obligados a emigrar desde entonces y los miles y miles de muertos en las guerras entre narcos son prueba del fracaso de un proyecto neoliberal de país que debería abandonarse cuanto antes. Sin embargo, el neoliberismo, que ha machacado literalmente la vida de una generación de campesinos mexicanos incapaces de competir contra las ayudas y más ayudas que recibe la agricultura estadounidense, y que los empuja a emigrar o a apuntarse a la mano de obra del narcotráfico, aunque sólo sea como contrabandista o como carne de cañón, no es sino una de las caras de una de las peores crisis morales y materiales en la historia de este país.

Ya en los años 20, en la época del prohibicionismo en los Estados Unidos, México sufrió un aumento de la criminalidad ligada al contrabando de alcohol. Luego, hasta los años 70, siguió habiendo siempre algo de contrabando de marihuana y tulipán hacia el norte. La fase actual del narcotráfico arranca en los 80 y evoluciona hasta alcanzar cifras enormes: hoy el 60% de toda la cocaína consumida en los Estados Unidos proviene o bien pasa por México. Desde el 94 en adelante, el NAFTA, Tratado de Libre Comercio con los EEUU, se convirtió en el detonador de la situación presente. El narcotráfico sirvió de alternativa para la despoblación del campo. Como consecuencia de todo ello, hoy día se vive una economía débil en un Estado igualmente débil, lo que hace que los ingresos de la droga resulten claves para dominar, a través de la ramificación, la economía así como la política del tercer país más poblado del continente, tras Estados Unidos y Brasil. La guerra mexicana y la transformación de una de las 12 primeras economías del mundo en un narcoestado acaso sea hoy la noticia más subestimada del sistema mediático no ya italiano, sino mundial.

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