¿Adieu, Presidente Abbas?

Osama al-Sharif
The Star
Traducido para Rebelión por Loles Oliván
27/11/09

Resulta irónico que probablemente la única petición directa y seguramente sincera a Mahmud Abbas para que se quede y revoque su decisión de no participar en las elecciones del próximo año no haya venido de sus aliados árabes y occidentales sino del presidente israelí, Shimon Peres.

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El anuncio de Abbas la semana pasada de que no se presentará a un segundo mandato como presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha recibido reacciones encontradas de amigos y enemigos, leales y disidentes. Pero en general, pocos han lamentado su presunta salida de escena mientras que muchos de sus críticos, palestinos y otros, afirman que su reciente comunicación no es más que una estratagema.

Ha habido palabras duras contra el hombre que tomó las riendas hace cinco años tras la muerte de Yaser Arafat. Comentándolo en la revista Foreign Policy bajo el provocativo título de "¡Ya era hora, Abbas!”, Sari Makdisi, un académico palestino con sede en California, escribió: "El anuncio de que Mahmud Abbas ha decidido no presentarse a la reelección como jefe de la Autoridad Palestina debe tomarse como un alivio para todos los palestinos. De hecho, la salida de Abbas, abre una oportunidad muy necesaria para hacer un balance de cómo están las cosas y evaluar el curso futuro de la lucha palestina".

Pero no todos están de acuerdo en que la denominada fase Abbasi de la lucha palestina por el reconocimiento y la liberación esté a punto de acabar. La alegría que muchos palestinos han expresado, incluido Hamas, por la muerte política de este hombre puede ser prematura. Un columnista en un diario jordano prevé que la salida de Abbas allane el camino para el regreso de Abu Mazen.

Tácticas para mantener el control

Esta no será la primera vez que Abbas haya empleado una táctica. En varias ocasiones anteriormente ha amenazado con abandonar el escenario únicamente para ser "persuadido" de que su presencia era esencial para la resistencia de la causa palestina. Incluso aunque no se presente a las próximas elecciones presidenciales, el presidente elegido va a tener que responder ante él en tanto que presidente de la OLP y presidente de su comité ejecutivo. También mantiene su puesto de jefe de Fatah, la facción palestina más grande, y es previsible que mantenga el simbólico título de Presidente del Estado de Palestina.

Ésta es probablemente la razón por la que la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, reaccionó a la decisión reciente de Abbas diciendo que EEUU trabajará con él en calidad de lo que sea. El año pasado, cuando las conversaciones de reconciliación estaban empantanadas, Abbas fue capaz de consolidar su control sobre las principales instituciones nacionales, incluida la OLP, Fatah y el Consejo Nacional de Palestina mediante la implantación de sus leales en puestos clave.

Pero en su reciente anuncio, Abbas no ha ocultado su frustración con las políticas israelíes y el fracaso para relanzar las conversaciones de paz. También ha advertido de que puede verse obligado a adoptar nuevas medidas, que algunos analistas consideran que pueden incluir una sorpresiva decisión de disolver la ANP. Abbas tiene todo el derecho a sentirse agraviado, si no por las manipulaciones de Israel durante muchos años, por lo que la mayoría de los palestinos creen que es la traición de EEUU, especialmente por la Administración Obama. La visita de la secretaria de Estado Clinton a la región, que incluyó una reunión con Abbas en Abu Dhabi y una visita a Israel, Marruecos y Egipto, culminó en un amplio retroceso para los palestinos, sobre todo en la cuestión de las colonias. Incluso se considera que Egipto, que disfruta de una relación especial con la ANP de Abbas, ha cedido a las presiones de EEUU al alinearse con la posición de Washington y con la del gobierno de Netanyahu al respecto de que las conversaciones de paz deben reanudarse sin condiciones previas.

Balance patético

El balance conjunto del término de la presidencia de Abbas que había expirado a principios de este año es patético. Al suceder a Arafat, se suponía que era el hombre de confianza de EEUU y un negociador con el que los israelíes estaban acostumbrados a trabajar. Había renunciado a los actos de violencia/resistencia palestina y en varias ocasiones denunció las tácticas de Hamas. Sin embargo, bajo su control los palestinos se han dividido más y se han desanimado. No ha conseguido ganar ninguna concesión significativa de los israelíes —ni siquiera la liberación de miles de detenidos palestinos— y, finalmente, cuando fue contra el gobierno electo de Hamas perdió el control de Gaza. El papel de la ANP durante el ataque israelí en Gaza a principios de este año sigue siendo sospechoso. Su posición sobre el informe Goldstone en Ginebra fue un escándalo. La capacidad de Abbas para liberar a la ANP de la corrupción y mantener la unidad de Fatah ha resultado débil.

Sin luz al final del túnel, Abbas se ha visto acorralado. El anuncio de que se celebrarían nuevas elecciones presidenciales y legislativas el próximo año en ausencia de un acuerdo con Hamas en Gaza ha provocado críticas de todos lados. Sus más acérrimos críticos lo acusan de servidumbre a Israel y a EEUU.

¿Fin de Oslo?

Así que, ¿se va Abbas realmente o es que tiene un plan? No ha tenido nunca cualidades optimistas como dirigente que pudieran preocupar a sus enemigos o atraer la simpatía de su pueblo. Ahora se está estableciendo el escenario para un nuevo acuerdo, uno cuyo control podría perder fácilmente. Si, por el contrario, decide disolver la ANP y se aparta, podría lanzar una bomba en vivo en el regazo de Israel. Pero, ¿puede dejar de hacerlo? La Administración Obama tiene que expiar sus pecados y podría haber comenzado ya el proceso de reparación a través de un nuevo canal. Los informes de que Obama puede haber dado al primer ministro palestino Salam Fayad luz verde para declarar unilateralmente un Estado palestino han enviado ondas de choque a través de Israel. La iniciativa de Fayad sigue una ruta hacia el objetivo de un Estado palestino diferente de la que Abbas ha seguido durante muchos años. No está claro que ambos estén coordinando sus movimientos.

Si Abbas y el proceso de Oslo están viviendo sus últimos días, ¿cuál será la alternativa? Sólo se puede especular pero lo que está claro hoy es que Abbas ha lanzado una piedra a un estanque. Tenemos que esperar a que comience el efecto dominó antes de que podamos pronunciarnos.

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