De la masacre a la decadencia - Beirut convertida en "paraíso turístico" de la farándula capitalista

IAR Noticias
25/08/09

A Beirut, capital de Libano, ya no la bombardean y destruyen desde el aire con misiles israelíes, sino con alienación y decadencia capitalista exportada por el negocio turístico y la farándula. Lo que en julio-agosto de 2006 fue la capital emblemática de una masacre militar imperial de características inéditas, hoy se ha convertido en una decadente expresión fiestera de "Sodoma y Gomorra" en el Medio Oriente.

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La ciudad que sólo hace tres años fue el escenario de uno de los peores y más impunes genocidios de civiles indefensos de la historia, hoy está señalada por el New York Times Travel como "primer destino turístico" en Medio Oriente 2009.

En agosto de 2006, y luego de 34 días de masacre área israelí ininterrumpida, Líbano contabilizaba más de 1.100 muertos (30% niños) , cerca de 4.000 heridos, una catástrofe humanitaria de características inconmensurables, miles de familias destruidas, una economía e infraestructura colapsadas, rutas, puentes y pueblos convertidos en escombros, que quedaban como testimonio de la demencia criminal de una potencia invasora, Israel, cuyas tropas genocidas regresaron a casa sin que nadie sometiera a su gobierno y a sus jefes militares a un juicio internacional por crímenes de lesa humanidad, como los judíos hicieron con los nazis derrotados en la Segunda Guerra Mundial.

Finalmente, Israel, quien coronó la masacre arrojando bombas de racimo sobre la población civil, y aunque pudo disfrazar su derrota con una "salida diplomática" en la ONU, perdió la batalla militar terrestre con Hezbolá, quedó como una potencia genocida serial ante el mundo, terminó con su mito de "Israel potencia", y ningún tribunal capitalista no ha juzgado hasta ahora al estado genocida sionista por crimen de lesa humanidad.

Tres años después, agosto de 2009, la agencia France Presse califica a Beirut como "la ciudad del pecado".

"¿Adónde van todos los fiesteros para pasarlo bien?", preguntaba el decadente rapper norteamericano Snoop Dogg en el Fórum de Beirut el jueves pasado. "A Beirut, Líbano", coreaban al unísono los presentes.

En la fiesta del concierto del verano -describe la corresponsal del diario EEl Mundo de España- "Amplias camisetas de rugby se entremezclaban con ceñidos vestidos escotados, hermanados por el olor a sudor y a tabaco del asfixiante recinto y por el delirio que suscitó el rapper norteamericano Snoop Dogg, dispuesto a agitar mentes y cuerpos ya de por sí entregados".

De acuerdo con lo que describe la corresponsal Mónica Prieto, "comer o cenar en la ciudad se ha convertido en algo imposible salvo disponer de reserva, y en muchos locales de moda es imposible obtener plaza si no se avisa con una antelación de varias semanas".

"Mientras el resto de los países -continúa la corresponsal de El Mundo<- sólo ofrecen arguiles (pipas de agua) y sórdidos locales con versiones tecno de la música local, Beirut promete sexo y alcohol, eventos culturales y juerga, playas de arena dorada --y agua contaminada; dice el chiste local que con lo que se encuentra en el mar se puede preparar un fattoush-- y montañas aptas para los deportes más atrevidos, una apreciada gastronomía y una afición por los excesos nocturnos excepcional en el mundo árabe". En Beirut los atascos a partir de la medianoche son tan importantes, sobre todo en el centro de la ciudad, como los del mediodía y la entrada en las principales terrazas está reservada a los VIP, que pagan 1.000 euros (y a veces, 10.000 euros) por una botella de champagne. "Cada noche está siendo una interminable fiesta en Beirut, que agota su mejor verano en mucho tiempo y se consagra como ciudad rebelde y principal destino turístico de Oriente Próximo. Los complejos turísticos a pie de playa abren sus puertas por el día para permitir a los turistas tostarse al sol -en demasiadas ocasiones, al ritmo de un DJ- y por la noche para que beban en bañador escuchando trance.

Los restaurantes hacen turnos extenuantes para hacer frente a una demanda imparable, y los bares no respetan horario alguno de cierre", señala la corresponsal. En la misma ciudad donde hace tres años se removían escombros para retirar a los centenares de cadáveres que dejó la masacre aérea israelí de 31 días, un turista le confiesa a El Mundo que "A diferencia del resto de Oriente Próximo, en el Líbano comprar sexo es tan fácil como acudir a Maameltein, cerca de Junieh, donde numerosos prostíbulos ofrecen los servicios de chicas locales o del Este europeo. Las drogas no son difíciles de encontrar --el valle de la Bekaa es considerado la principal reserva de hachís de la región-- y el alcohol es tan común como el agua". "En las playas privadas se celebran verdaderas orgías", confía un turista francés a la corresponsal de El Mundo. "Una vez que cae la noche, las cervezas son sustituidas por drogas y el volumen de la música se dispara. Allí se puede ver de todo".

En cuanto a las fiestas públicas, más comedidas, compiten en 'glamour' empleando todos los recursos, desde Paris Hilton a los DJ's europeos de moda, pasando por las noches temáticas -hip hop, salsa, música electrónica, trance... y eventos que intentar destacar por su originalidad como la 'noche del cuero y la fusta' o la 'noche del taxi' organizada por SkyBar, cuya entrada incluye los servicios de un amable taxista que evite el engorroso brete de conducir ebrio. "Este ambiente sólo beneficia a Líbano", reflexiona una camarera mientras sirve copas a destajo. "Quién sabe si éste será nuestro último verano en paz".

Según los datos de la Central General de Trabajadores de Líbano, el 54% de la población libanesa roza el umbral de la pobreza, y mientras los barrios lujosos del centro de Beirut cuentan con electricidad durante las 24 horas para satisfacer la fiesta de Sodoma y Gomorra, los barrios pobres de Beirut (donde la masacre israelí cobró su mayor cantidad de víctimas) sólo tienen energía eléctrica 6 horas al día. En términos económicos, el "éxito turístico" de Beirut es confirmado por fuentes oficiales. El Ministerio de Turismo libanés espera que dos millones de turistas hayan pasado por el país antes de que acabe el verano --según un informe del Banco Byblos, en los primeros siete meses de 2009 el turismo aumentó en un 57,3% respecto a todo 2008--, el flujo de viajeros ha aumentado en un 29% respecto al año pasado, y en la capital no queda ni una habitación libre. "Es la mejor estación que vivimos en los últimos 15 ó 20 años, gracias a la estabilidad de la que goza el país hasta ahora", explica Pierre Ashkar, presidente del Sindicato de Hostelería libanés.

"(En Beirut) la tasa de ocupación hotelera ha llegado al 100%, y en la región del Gran Beirut ha superado el 70% en los últimos seis meses", prosigue Ashkar. "Lo tenemos todo reservado para las fiestas de Año Nuevo y con una larga lista de espera", confiaba Joanne Zarife, responsable de marketing del Hotel Intercontinental Mzaar, uno de los principales resort de sky del país.

Esta afluencia masiva de turistas contrasta con la indiferencia y el silencio de las sociedades mundiales y de sus gobiernos durante una masacre militar en continuado de 31 días consecutivos, donde fueron asesinados, heridos y/o desmembrados miles de niños, mujeres y ancianos, agregado el desastre humanitario y medio ambiental producido por las bombas de racimo. "Tras cuatro años de pausa obligada por los atentados, los bombardeos de Israel, la revuelta de un grupúsculo islamista (Hezbolá, la organización que derrotó a los tanques israelíes) que puso en jaque al país y un amago de guerra civil, la capital libanesa vuelve a imponerse como destino predilecto de todo Oriente Próximo, especialmente de una juventud encorsetada por la tradición y la religión que necesita divertirse", señala la corresponsal de El Mundo.

El 5 de agosto de 2006, siete días antes del alto el fuego, con el total silencio de la ONU, y después de 24 días de bombardeos consecutivos, con casi 1000 muertos, 3500 heridos, su economía destruida, su infraestructura devastada, en catástrofe humanitaria, Líbano, fue sometido a 250 ataques aéreos y 4000 misiles arrojados en sólo 7 horas por las fuerzas israelíes que desarrollaban la estrategia de "huir atacando". Los observadores, corresponsales y testigos citados por agencias daban cuenta de que el país virtualmente estaba siendo desmolido, sin luz, sin agua, con carreteras cortadas, con puentes destruidos, medio ambiente afectado por los explosivos, la gente huyendo desesperada, en tanto que Beirut, la capital, se encontraba aislada, con sectores demolidos, a oscuras, y con decenas de cadáveres sepultados bajo los escombros.

Sobre ese país fantasma, testigo elocuente de la complicidad internacional con el genocidio de una potencia demente y criminal, los aviones israelíes aumentaron su nivel de poder destructivo a niveles que asombraron a los analistas y organizaciones internacionales que se encontraban sobre el terreno. Tres años después, Beirut, la capital del Líbano, se ha convertido en la Sodoma y Gomorra capitalista de Medio Oriente. Y sufre una nueva devastación -esta vez no física sino mental-, donde los misiles israelíes fueron sustituídos por un objeto de destrucción aún más peligroso: La decadencia alienante del sistema capitalista que no destruye cuerpos sino neuronas.

Y así como Libano fue en 2006 un laboratorio avanzado del exterminio militar en masa, hoy su capital se ha convertido en un módulo experimental avanzado del exterminio cerebral en masa con drogas, alienación, fiestas decadentes, farándula y sociedad de consumo capitalista exportada desde las mismas potencias que convalidaron la masacre de 2006 con su silencio cómplice en la ONU. "Que tiemblen todas las capitales del Golfo. Beirut ha regresado al negocio del turismo tras años de inestabilidad política, y lo ha hecho con tal fuerza que nada puede arrebatarle la corona de rey absoluto de la fiesta", señala con alegría la corresponsal del diario El Mundo.

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