Ningunas vacaciones en Europa para los criminales de guerra israelíes

Escrito por Michael Warschawski
Centro de Información Alternativa
Traducido del inglés por Carlos Sanchis
Publicado por Rebelión
09/12/07

Avi Dichter, Ministro israelí de Seguridad Interior y, anteriormente, jefe de los Servicios Generales de Seguridad de Israel (SGS) es un hombre valeroso, por lo menos cuando se ocupaba de los interrogatorios de los palestinos detenidos y esposados. Un hombre con mucha sangre en sus manos, es mucho menos valeroso cuando se enfrenta a la posibilidad de ser arrestado por la policía británica.

En su trayecto a Gran Bretaña, Dichter fue informado que podría ser arrestado para ser investigado sobre crímenes de guerra de los que es sospechoso, cometidos mientras era jefe delos Servicios Generales de Seguridad. Al final decidió que era más seguro quedarse casa.

No es esta la primera vez que un funcionario de la seguridad israelí es obligado a cancelar su visita a Gran Bretaña, gracias a la concienciación del movimiento británico de solidaridad y de un grupo de abogados, dirigido por el letrado Daniel Machover.

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En septiembre del 2005, el general Doron Almog fue obligado a quedarse en el avión que lo trajo a Londres, después de que fuera informado de que había una orden de arresto contra él por el asesinato de líder palestino Salah Sh'hadeh y por otros crímenes; en febrero del 2006, el general Aviv Kokhavi canceló sus estudios en Gran Bretaña porque se le informó que podía ser detenido por crímenes de guerra cometidos mientras sirvió como alto mando en los territorios palestinos ocupados. Antes de los casos británicos, Ariel Sharon tuvo que posponer una visita a Bélgica, por las mismas razones.

En Gran Bretaña, un ciudadano, y no sólo la Fiscalía del Estado, puede interponer una demanda y conseguir una orden de arresto para los sospechosos de ser criminales de guerra. Es por lo qué cada vez más generales y funcionarios israelíes de seguridad tienen que borrar Londres de su programa de viaje, ya sea para una conferencia, como Dichter, o para estudios como Kokhavi.

Gracias, Daniel, por recordar a nuestros líderes que en nuestro mundo no debe haber impunidad, y que los criminales de guerra pueden tener, más tarde o más temprano, que pagar por sus violaciones de los derechos humanos y de la ley internacional. Gracias camaradas míos, británicos y belgas por obligar cada vez más a los israelíes sospechosos de ser criminales de guerra a que se sientan mal recibidos fuera de las fronteras de su país, donde tienen que quedarse bajo una especie de arresto domiciliario. Estos criminales no tienen por que quejarse demasiado, porque ellos todavía tienen la posibilidad de pasar sus vacaciones en las islas Mariscal y en Micronesia, y, por supuesto, en los Estados Unidos.

Otro criminal de guerra va a abandonar el país: el anterior Jefe de Estado, el Teniente General Moshe Yaalon, viajará a Francia la próxima semana. Es innecesario describir la sangre que hay en sus manos. Insto al movimiento de solidaridad francés a seguir el ejemplo de los movimientos de solidaridad británicos y belgas, para abrir los procedimientos necesarios que habiliten su arresto cuando aterrice en el Aeropuerto Charles de Gaulle y para someterlo a juicio, si hay pruebas suficientes sobre su responsabilidad en tales crímenes de guerra. El Centro de Información Alternativa está, por supuesto, preparado para proporcionar todo el material necesario para estar seguros que la justicia sea atendida.