Los megacriometeoros y la conexión climática

Revista del Aficionado a la Meteorología
30/06/08

Un equipo de científicos españoles y del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil han publicado por primera vez un estudio conjunto sobre el conglomerado de hielo, conocido como ‘megacriometeoro’, que cayó sobre el tejado de una fábrica de Mejorada del Campo (Madrid) el 13 de marzo de 2007. Los resultados del trabajo, que aparecen en el último volumen de la revista Journal of Environmental Monitoring, indican que esta formación helada, de un peso aproximado de 10 kilogramos, se formó “inequívocamente” por la congelación de vapor de agua procedente de la atmósfera. Los especialistas consideran que los ‘megacriometeoros’ podrían ser nuevas señales del cambio climático.

Comentario SDLT: Más información acerca de este fenómeno en "Meteoritos, asteroides y cometas: daños, desastres, heridas, muertes y encuentros muy cercanos".

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El investigador principal del proyecto, Jesús Martínez Frías, del Centro de Astrobiología -una institución mixta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA)-, explica a SINC que la importancia del estudio del ‘megacriometeoro’ de Mejorada radica en la colaboración multidisciplinar que se ha alcanzado entre los expertos del Laboratorio de Medio Ambiente del Servicio de Criminalística (SECRIM) de la Guardia Civil y los científicos del CSIC y de diversas universidades, que han desarrollado un gran número de técnicas analíticas complementarias. Esta labor conjunta puede servir como modelo de actuación en otros casos similares.

En el año 2000 cayeron numerosos ‘megacriometeoros’ en diversos puntos de España, y los medios de comunicación se hicieron eco de estos sucesos, junto a algunos casos de fraude científico. Desde entonces los científicos comenzaron a registrar los impactos. “Entre los años 2001 y 2008 se han contabilizado 9 casos en nuestro país, y unos 70 a nivel mundial”, informa Martínez Frías, quien recuerda que estos conglomerados de hielo podrían suponer un riesgo para las personas y los bienes materiales, especialmente para la aviación.

Francisco Alamilla, químico del Laboratorio de Medio Ambiente del SECRIM, señala a SINC que la caída del ‘megacriometeoro’ de Mejorada no causó daños personales, pero sí materiales sobre el tejado de la nave industrial donde impactó, por lo que los propietarios cursaron una denuncia. Hasta el lugar de los hechos se desplazó un equipo de la policía judicial de la Guardia Civil, que realizó una inspección ocular, valoró los desperfectos y levantó un acta oficial. Estos procedimientos, junto a la rápida congelación de las muestras y su traslado al laboratorio, permitieron mantener la cadena de custodia del material helado y dotar de rigor a la investigación.

Megacriometeoro caído el 13 de marzo de 2007 sobre un techo de Uralita –que aplastó tal y como se aprecia en la fotografía– de una nave industrial de Mejorada del Campo (Madrid).

Los especialistas del SECRIM descongelaron algunas fracciones de la muestra y midieron algunos valores. “Enseguida nos dimos cuenta de que era agua de lluvia, y los resultados de los análisis y las pesquisas previas también nos permitieron descartar que se tratara de una broma o una gamberrada”, dice Alamilla. En el informe pericial de la Guardia Civil se propone que el trozo de hielo que impactó sobre la fábrica tiene su origen en un proceso atmosférico.

El químico del SECRIM indica que cuando sospecharon que se trataba de un fenómeno atmosférico enseguida contactaron con Martínez Frías y los expertos del CSIC. Los análisis fisico-químicos, microbiológicos y de metales realizados por la Guardia Civil se complementaron con otros desarrollados en el Centro de Astrobiología, en Madrid, y en la Estación Experimental del Zaidín (CSIC), en Granada, donde se estudió la composición isotópica. En el estudio también han participado investigadores de los departamentos de Geología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid y de la Facultad de Biología de la Universidad de La Laguna (Tenerife).

Los científicos descartan, por su tamaño, texturas y características hidroquímicas e isotópicas, que el ‘megacriometeoro’ de Mejorada se pudiera haber formado por condensación de agua en las alas u otras estructuras de un avión, ni que proceda de las aguas residuales de las aeronaves, ya que no han encontrado ningún componente orgánico en las muestras. Trozos de hielo como este ya caían antes de que se inventaran los aviones, explica Martínez Frías, “aunque sí es cierto que a partir de la década de los 50 se incrementó espectacularmente el número de impactos en todo el mundo”. Hay registros en países como Australia, Japón, India, Sudáfrica, Suecia, Estados Unidos o Argentina.

Señales del cambio climático

El término ‘megacriometeoro’ fue acuñado conjuntamente por Martínez Frías y el climatólogo de la Universidad de Wisconsin-Whitewater (EE UU), David Travis, que lo presentaron oficialmente en un congreso internacional sobre catástrofes medioambientales celebrado en la Universidad Brunel (Reino Unido) en 2002. “Está claro que el hielo de estos conglomerados tienen un origen inequívocamente troposférico”, explica el experto del CSIC, por lo que es erróneo denominarlos aerolitos (fragmentos de materia cósmica que caen sobre la Tierra), como a menudo los definen los medios de comunicación.

Hasta el momento no hay una explicación científica satisfactoria que aclare cómo comienza el proceso de nucleación inicial en estos trozos de hielo, ni cómo van creciendo después o cómo pueden mantenerse en la atmósfera si pesan varios kilos. “Pero el caso es que caen”, dice Martínez Frías. Los expertos consideran que hay que monitorizar y seguir estudiando los ‘megacriometeoros’ de modo multidisciplinar, no sólo por el peligro que representan, sino también porque podrían ser los indicadores de riesgos medioambientales más serios.

Estos fenómenos atmosféricos extremos suelen coincidir con comportamientos anómalos en la tropopausa (frontera entre la troposfera y la estratosfera), donde se producen extrañas ondulaciones de los vientos -que cambian bruscamente de dirección y velocidad-, así como con un incremento de la humedad y anomalías en la capa de ozono. Todo esto hace pensar a los científicos que los ‘megacriometeoros’ podrían ser, como desde enero de 2000 vienen proponiendo diversos artículos científicos, un nuevo tipo de señales o huellas del cambio climático.

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