Chiíes crean servicio de inteligencia paralelo al oficial USA-iraquí
Los Ángeles Times - mQh
16-04-2007
Bagdad, Iraq. Desconfiando de la agencia nacional de inteligencia de Iraq, que es financiada por la CIA, miembros del gobierno iraquí han fundado un servicio secreto ‘en las sombras' que, dicen sus críticos, sirve los intereses de un programa chií y ha creado en el país dos agencias de espionaje rivales.
El ministro de estado para la seguridad nacional, un chií llamado Sherwan Waili, ha levantado un servicio de espionaje que se jacta de tener alrededor de 1.200 agentes de inteligencia de un ministerio de segunda clase con un personal mínimo y un magro presupuesto, dicen funcionarios occidentales.
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"Tiene representantes en todas las provincias", dijo un diplomático occidental, hablando a condición de conservar el anonimato. "De momento, es una organización paralela ligeramente dudosa".
Funcionarios chiíes dicen que el ministerio está entregando información a al Qaeda y ex miembros del Partido Baaz de Saddam Hussein que no está siendo entregada por el Servicio Nacional de Inteligencia de Iraq SNII, el principal servicio secreto de Iraq.
El SNII fue fundado en la primavera de 2004 por la autoridad provisional de gobierno norteamericana y ha estado bajo el mando del general Mohammed Shahwani, un árabe sunní que participó en un intento de golpe de estado respaldado por la CIA, contra Hussein hace una década. En los últimos tres años, la agencia ha sido financiada por la CIA, dicen militares norteamericanos y funcionarios iraquíes.
El servicio depende directamente del primer ministro Nouri Maliki, chií, pero correligionarios en su gobierno desconfían de la agencia, que tiene agentes de la época de Hussein. Durante gran parte de 2005 y la primera parte de 2006, dijo Shahwani, fue excluido de reuniones de gabinete.
"La idea general es que el servicio de inteligencia no está funcionando o realizando sus tareas de manera apropiada", dijo el vicepresidente del parlamento, Khalid Attiya, chií.
Las dos agencias de espionaje corren el riesgo de convertirse en partidarios abiertos en la guerra civil de Iraq si los partidos políticos rivales no llegan a un acuerdo sobre cómo gobernar el país, advirtió un analista.
"Si no se llega a un compromiso importante, los servicios de seguridad se desbandarán a lo largo de líneas étnicas, religiosas y de partido", dijo Joost Hiltermann, director para Oriente Medio del Grupo Crisis Internacional. "Será un estado fracasado, como Somalia".
Desde su fundación, la agencia de Shahwani se ha opuesto a la nueva elite chií de Iraq. En septiembre de 2004, en el sur de Iraq sus hombres arrestaron al menos a cincuenta miembros de un partido chií llamado Hezbollah -pero sin vínculos con el grupo libanés del mismo nombre- y los detuvieron durante varios meses. En el mismo período, Shahwani acusó a uno de los principales políticos chiís del país, el Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, de estar en la nómina de pago de Irán y responsabilizó a su milicia por la muerte de diez de sus agentes.
La inquietud chií ha creado el servicio secreto paralelo que se remonta a la primavera de 2005, cuando Estados Unidos, receloso de los políticos chiíes con lazos con Irán, esquivó los esfuerzos del entonces primer ministro Ibrahim Jafari de encargarse del SNII.
Respaldo Norteamericano
Estados Unidos ha invertido fuertemente en la creación de un servicio de espionaje sólido y encargó a Shahwani, que fue un recurso crucial para los norteamericanos después de la caída del régimen de Hussein. Shahwani, que es dueño de una casa en Estados Unidos, les proporcionó acceso a viejos oficiales del ejército, y formó una unidad iraquí de fuerzas especiales, llamada ‘shahwanis', que lucharon en la batalla de noviembre de 2004 para recuperar Faluya de manos de los rebeldes sunníes.
El servicio de Shahwani "es financiado completamente por la Central de Inteligencia Americana, no por el gobierno iraquí", dijo un oficial norteamericano a condición de conservar el anonimato. "El financiamiento de Estados Unidos para el SNII llega a los tres billones de dólares para un período de tres años que empezó en 2004".
Interrogado sobre el financiamiento, el portavoz de la CIA, Paul Gimigliano dijo: "Como norma, la CIA no comenta en público los detalles de su relación con los servicios de inteligencia de otros países".
Tras fracasar en el intento de 2005 de remover a Shahwani, funcionarios chiíes trataron de llenar la brecha. Entonces el ministro de estado para la seguridad nacional, Abdul Karim Anizi, intervino ante Jafari para que convirtiera su puesto en un ministerio con todas las de la ley.
"Insistió en la creación del servicio. Fue muy activo. Ejerció un montón de presión y pidió convertir su puesto en un ministerio, pero la propuesta no prosperó", dijo un ex funcionario de gobierno, a condición de conservar el anonimato. "Empezó a reclutar informantes y simpatizantes. No podía ofrecerles salarios enteros, pero sí les podía conseguir privilegios del gobierno y construyó una red de informantes".
Cuando Anizi dimitió, fue remplazado por Waili. El servicio ha crecido dramáticamente el año pasado, dijo Waili, dándose vueltas con su limitado presupuesto oficial contratando a agentes por períodos.
La agencia defiende la visión de los extremistas chiíes en las reuniones de seguridad nacional, dicen observadores.
"Es ligeramente reaccionario, en un sentido chií", dijo el diplomático occidental. "Si hablas de la provincia de Anbar [sunní], ya sabes que va a adoptar una posición en gran parte poco caritativa hacia las tribus de Anbar".
Un funcionario norteamericano sugirió que algunos grupos religiosos se sentían frustrados por su incapacidad de controlar el SNII y usarlo en sus programas, y eso estaba nutriendo su insistencia en un servicio paralelo. El funcionario también implicó que Irán había tratado de socavar el SNII, en parte debido a sus estrechos lazos con Estados Unidos y la CIA.
"Puede haber alguna fricción por el modo de operación de este servicio -no opera sobre bases sectarias", dijo el funcionario norteamericano, a condición de no revelar su identidad. "Parece que hay gente en Iraq, y quizás en alguno de los países vecinos, a la que este hecho les molesta".
Un funcionario chií que trata temas relacionados con la resistencia, dijo que Waili estaba tratando de alejar su servicio de posturas religiosas, pero el problema lo tenían los que le rodeaban.
"Está tratando de alejarse todo lo posible del sectarismo y dice que este es un gobierno para proteger a la gente, pero algunos de sus agentes tienen puntos de vista extremistas", dijo el funcionario.
Waili dijo que sus principales objetivos eran reprimir a al Qaeda, baazistas, milicias y delincuentes. Pero su servicio no tiene un estatuto legal para espiar en el propio país ni pueden detener a personas, y está presionando por una ley que formalice sus actividades de vigilancia, convertirse en un ministerio entero y colocar al SNII financiado por la CIA, bajo su control. Pero la coalición chií gobernante no ha decidido todavía formalizar las atribuciones de Waili.
Los sunníes hablan con profunda desconfianza sobre el ministerio de Waili, describiéndolo como sectario.
"Pienso que los no-chiíes van a encontrar difícil ser aceptados en este ministerio. Es una organización no-profesional", dijo el legislador sunní independiente Mithal Alusi, que es un consultor informal de Maliki.
Alusi dijo que los hombres de Waili habían detenido a gente durante allanamientos.
En su operación más polémica, los agentes de Waili espiaron al menos a un miembro sunní del parlamento del que sospechaban de actividades terroristas. En el verano los agentes entregaron evidencias a la justicia iraquí en una campaña para despojar al jeque Abdel Nasser Janabi de su inmunidad parlamentaria.
Janabi, un clérigo fundamentalista, está acusado de ser responsable del asesinato de más de ciento cincuenta chiíes en el llamado ‘triángulo de la muerte', una región justo al sur de Bagdad, donde sunníes extremistas atacan regularmente a chiíes.
Autoridad Cuestionada
El presidente del parlamento, Mahmoud Mashadani, un aliado de Janabi, dijo que la investigación tenía motivos políticos, y era ilegal.
"La información depende del agente encubierto de un ministerio que ni siquiera tiene la autoridad jurídica para labores de vigilancia", dijo Mashadani.
Waili defendió sus acciones diciendo que sus agentes tienen la tarea oficial de reunir evidencias, y agregó que pueden participar en detenciones si son autorizados por el primer ministro. "Estamos haciendo nuestro trabajo de acuerdo a la ley y por el bien de la gente, y de momento no se ha dicho nada malo sobre nuestros agentes de seguridad", dijo.
El hecho es que Waili y el resto del gobierno chií no han realizado ninguna investigación sobre los legisladores chiíes sospechosos de estar implicados en los asesinatos sectarios.
Un político chií reconoció el problema. "Son cosas que han ocurrido que cuando tengamos paz, alguna gente tendrá que rendir cuentas", dijo el legislador, a condición de conservar el anonimato.
Al mismo tiempo, el SNII de Shahwani sigue enredándose en problemas con la elite chií.
La controversia más reciente de Shahwani implica acusaciones de que sus hombres secuestraron a un diplomático iraní en febrero en Bagdad. El ministro iraquí de relaciones exteriores, Hoshyar Zebari, dijo que había cuatro agentes de Shahwani implicados en el secuestro y habían sido detenidos.
Shahwani dijo al Times que los cuatro detenidos eran agentes suyos, pero que se encontraban en la zona en otra misión en los días del secuestro del diplomático iraní. Shahwani también acusó a los iraníes de inventar la historia del secuestro para poder secuestrar a uno de sus hombres que había estado espiando a su diplomático. El diplomático liberado dijo que fue secuestrado por una fuerza de seguridad iraquí y luego torturado por la CIA.
Tanto las agencias de Shahwani y Waili han sido acusadas de torcer la ley en un país que tiene un legado de golpes militares, regímenes autoritarios y agencias de seguridad inmunes.
"En Iraq, todo el mundo espía a todo el mundo, todos se matan entre sí", dijo Mashadani. "Todavía estamos viviendo en la cultura de Saddam".
Greg Miller en Washington contribuyó a este reportaje.
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