El volcán islandés amenaza con dos años de cenizas

Público
12/05/10

El volcán islandés Eyjafjalla, que ha descuajaringado el tráfico aéreo en Europa provocando pérdidas de más de 1.400 millones de euros, podría seguir dejando a centenares de miles de pasajeros en tierra hasta más allá de 2012.

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Los miembros de una expedición científica española, desplazada a Islandia la primera semana de mayo, alertaron ayer de que el volcán podría comportarse ahora como en el siglo XIX, cuando comenzó a escupir ceniza días antes de la Navidad de 1821 y no paró hasta el comienzo de 1823.

Los científicos, coordinados por el vulcanólogo José Luis Fernández Turiel, del CSIC, analizaron la actividad explosiva del volcán y estudiaron los datos de sus colegas de la Universidad de Islandia, que coordinan el seguimiento de la erupción del volcán. Según uno de los miembros de la expedición, el geólogo Domingo Gimeno, de la Universidad de Barcelona, la erupción "muy probablemente tendrá características y duración similares a la que comenzó en 1821 y terminó en 1823".

Los expertos españoles fueron testigos de la reactivación del volcán la semana pasada, cuando se creó la nube de cenizas que provoca ahora el cierre de algunos aeropuertos europeos. En su opinión, la segunda entrega de la erupción demuestra que la primera no fue un hecho aislado. Los almacenes del volcán, las cámaras magmáticas superficiales, siguen llenándose a través de una tubería por la que la lava asciende desde el manto terrestre, a unos 20 kilómetros de profundidad.

Para Gimeno, está "garantizado" que el volcán fastidiará las vacaciones a miles de europeos, ya que del grifo islandés seguirá manando magma a borbotones durante dos meses más "con seguridad". Los propios científicos se quedaron atrapados en el aeropuerto de Londres el pasado sábado, debido al cierre del aeropuerto de El Prat, en Barcelona.

El lunes a mediodía, los investigadores de la Oficina Meteorológica de Islandia y el Instituto de Ciencias de la Tierra de la universidad nacional detectaron una cadena de pequeños terremotos en las proximidades del Eyjafjalla que demuestran que la cañería del volcán sigue llenándose. En su último informe, publicado el lunes, los científicos islandeses que vigilan el volcán las 24 horas del día concluyeron que "no existen indicios de que la erupción vaya a concluir".

Otro de los miembros del equipo español, Juan Carlos Carracedo, insiste en que "probablemente la erupción se mantendrá durante meses o incluso años", aunque subraya que es imposible hacer una predicción fiable. Carracedo, director de la Estación Volcanológica de Canarias, advierte de que la erupción del Eyjafjalla puede ser sólo el preludio de algo "infinitamente más peligroso": la erupción del cercano volcán Katla, con un tamaño mucho mayor. Su colega Domingo Gimeno lo compara con una olla a presión. Cuando la válvula de vapor el Eyjafjalla se calle, la olla entera podría estallar.

El estallido del año 934

"Si el Katla entra en erupción, son palabras mayores", explica Carracedo. Su último estertor se observó en 1918 y los investigadores españoles avisan de que su ritmo histórico ha sido de una erupción cada 50 años. Además, el Eyjafjalla y el Katla tienen el hábito de actuar en tándem. El primero suele hacer de telonero del segundo, como ocurrió en 1823. La caldera del Katla mide más de diez kilómetros de lado y está cubierta por una capa de hielo de unos 500 metros de espesor. Su erupción en el año 934 produjo un chorro de lava de 18 kilómetros cúbicos, uno de los mayores registrados en todo el planeta en los últimos 12.000 años. Si el Katla se despierta, las cancelaciones de vuelos provocadas por su hermano pequeño parecerán una anécdota sin importancia.

Los miembros de la expedición española, que también ha contado con la presencia de dos vulcanólogos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, consideran la erupción del Eyjafjalla como una oportunidad para estudiar el funcionamiento de estos volcanes antes de que llegue, "tarde o temprano", la gran erupción. "Los vulcanólogos ya hemos dicho que la erupción puede durar meses o años, ahora son los meteorólogos los que tienen que trabajar en modelos matemáticos que permitan predecir cómo se moverán las cenizas", explica Carracedo.

Dinero de su bolsillo

El ajuste de los sistemas de predicción no es baladí. La falta de conocimiento científico hizo que a mediados de abril una quincena de países europeos cancelara decenas de miles de vuelos con el fin de reducir a cero el riesgo de un accidente aéreo por culpa de la nube de ceniza volcánica.

El coordinador del equipo español, Fernández Turiel, explica que el análisis de las cenizas recogidas en Islandia les permitirá "desvelar los secretos del volcán" en las próximas semanas. Conocer la densidad de estas partículas servirá para perfeccionar los modelos matemáticos que intentan adivinar cómo se moverá la nube volcánica por el espacio aéreo europeo. La ecuación es exacta: a mayor conocimiento científico, menor número de pasajeros obligados a dormir en el suelo de un aeropuerto.

La ciencia española, tan burocratizada que suele moverse con la lentitud de un dinosaurio herbívoro, ha reaccionado en esta ocasión con rapidez. Los investigadores han adelantado dinero de su bolsillo para ser uno de los primeros grupos en estudiar la erupción del Eyjafjalla. Ahora buscan financiación para otras cuatro campañas en Islandia.

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