62 lluvias de meteoritos nuevas para la ciencia

New Scientist / Ciencia Kanija
23/09/09

Una y otra vez, los biólogos encuentran un filón de especies en las profundidades del océano o en remotos rincones de la Tierra. Pero los astrónomos normalmente tienen que sudar sangres para hacer nuevos descubrimientos, observando una extraña supernova aquí o un par de planetas retrógrados allá.

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Ahora, investigadores de Canadá informan del hallazgo de una increíble cifra de 62 nuevas lluvias de meteoros, espectáculos de “estrellas fugaces que vuelven cada año cuando la Tierra pasa a través de la estela de restos dejada tras un cometa o asteroide.

Me sorprendí al encontrar tantas”, dice el líder el equipo Peter Brown de la Universidad de Ontario Occidental.

Da el crédito de la riqueza de descubrimientos a la naturaleza del estudio, el cual detecta los restos entrantes aproximadamente 10 veces menores de lo que pueden ser observados por el ojo, captando objetos de aproximadamente 0,1 milímetros de diámetro. El estudio, con sede cerca de Londres, Ontario, usa un radar para detectar la estela de gases ionizados producidos cuando las partículas de restos impactan en la atmósfera a asombrosas velocidades.

El estudio mide las rutas de las partículas de restos, permitiendo a los investigadores rastrear sus órbitas alrededor del Sol – y siguiendo potencialmente a sus cuerpos padres. “La razón principal para observar estos flujos es rastrearlos hasta sus orígenes”, dijo Brown a New Scientist.

‘Registro arqueológico’

A lo largo de siete años de observaciones, el proyecto ha identificado 117 lluvia de meteoros anuales, de las cuales 62 nunca se había informado antes.

Es interesante señalar que el equipo encontró asi la mitad de los 117 flujos observados en órbitas similares a las de otras lluvias de meteoros. Esto aumenta la sugerencia de una investigación anterior sobre que los objetos padre – en su mayoría cometas – probablemente se fragmentan en cuerpos menores que también arrojan una estela de restos – un proceso de fragmentación que puede tener lugar una y otra vez.

“En algunos casos, podemos aún rastrear [las estelas] hasta algunos objetos padre; en otros, no podemos ver ningún padre obvio”, dice Brown. Por ejemplo, su equipo encontró media docena de flujos vinculados al cometa Encke, el cuerpo padre de la conocida lluvia de meteoros de las Táuridas.

Las 62 nuevas lluvias propuestas se unen a las otras casi 300 que están esperando confirmación por parte de la Unión Astronómica Internacional, que hasta la fecha ha reconocido oficialmente 64 lluvia de meteoros.

Peter Jenniskens del Instituto SETI en California, que encabeza el grupo de la IAU a cargo de nombrar las lluvias de meteoros, dice que el nuevo hallazgo puede ser de gran ayuda a la ciencia: “Cada lluvia es un registro arqueológico de la actividad pasada de un cometa”.

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