Crisis 2009 - Apuntes para el debate

Antxon Mendizabal
Rebelión
05/02/09

Al comienzo estaba la pobreza. Los trabajadores/as norteamericanos pobres que no pudieron pagar las hipotecas subprime. Entre ellos/as una fuerte proporción del mundo afro y de las gentes indo-latino-americanas. Una pequeña selección de la gran masa empobrecida y marginada de nuestro planeta. Más al fondo estaban los atentados del 11 de Septiembre. Y tras ellos/as el Islam y las religiones y culturas excluidas y/o dominadas. Los habitantes de la pobreza y de la miseria, las razas y culturas excluidas, las naciones oprimidas, las religiones y civilizaciones dominadas, representan la vivencia del sufrimiento de los condenados de la tierra. Ellos están siempre presentes en nuestros grandes acontecimientos. Son el espejo doliente de nuestra historia, bienestar y civilización. Y ellos nos pidieron antes y nos exigen ahora, estar presentes y ser protagonistas de nuestras soluciones.

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La Crisis Financiera

800.000 millones de dólares vehiculiza el Estado en Estados Unidos para refinanciar su sistema monetario y salvar la gran banca y grandes entidades financieras de la crisis. Incluye también en ese montante el programa de rescate a su industria automotriz. 200.000 millones de estos dólares estarán destinados a incentivar e impulsar las demandas de las familias. Los analistas consideran también que esta es la mayor crisis financiera de los Estados Unidos de América. Los planteamientos no son muy diferentes en el caso europeo, donde la Comisión Europea ha propuesto una inyección de 200.000 millones de euros y se discute vehiculizar cerca de dos billones de euros con el mismo objetivo de salvar su sistema financiero.

Es evidente que las grandes cantidades financieras removidas para estos menesteres entran en contradicción con la sistemática “imposibilidad” de encontrar fondos cuando estos han sido solicitados para satisfacer grandes necesidades sociales y humanas. Así, hace menos de una década Naciones Unidas fracasaba en su intento de recoger los 70.000 millones de dólares con los que se comprometía a salvar la gran hambruna que afecta a cerca de 1000 millones de personas en nuestro planeta.

Sin embargo el resultado final de las medidas ya tomadas o en proceso de aplicación depende de la veracidad del diagnóstico realizado. Y ello merita una reflexión adicional sobre este aspecto, que comienza por redefinir las grandes magnitudes que intervienen en esta crisis.

Los Factores que Estructuran la Crisis

El primer paso de la reflexión consiste en reconsiderar los factores que inciden en esta crisis. Citaré cinco que a mi juicio son indispensables:

- El primero es la financiarización. La fisura del sistema comienza por la financiarización y los créditos hipotecarios” suprime de alto riesgo” han materializado el vehiculo de esta fisura. Todos los analistas coinciden en ello, pero es necesario ir más lejos. En efecto, es conocido que la burbuja financiera reflejaba y refleja una realidad estructural marcada por la autonomía del capital financiero respecto a la economía real; resultado a su vez de la caída en la tasa de beneficio medio en los sectores productivos de los países industrializados. Los datos mostraban además que la especulación, que no crea valor, dominaba el sistema y que menos del 5% de las transacciones de capital cubría los cambios de bienes y servicios de la economía real. Ello converge con una modalidad de crecimiento, en lo que se ha venido en denominar la “nueva economía” en la que el “valor de la acción” marca la pauta de la acumulación. De manera que las presiones de los accionistas reorientan las grandes transformaciones en la organización del trabajo y la adquisición de activos financieros en la bolsa o en la propia empresa (compra de acciones para completar los sistemas de jubilación) estructuran un mundo del trabajo asentado en salarios bajos y en la obtención de los mayores beneficios posibles.

- Esta modalidad de crecimiento converge a su vez con los 30 años de imposición del modelo neoliberal que en base a la estricta dominación de la lógica del mercado concentra la producción y la riqueza en sectores, regiones y oligopolios del mundo, agudizando enormemente las diferencias sociales tanto en el interior del occidente capitalista como entre el Primero y el Tercer Mundo. Aquí, la lucha contra la inflación sustituyó a la búsqueda del pleno empleo, y descendió por doquier la demanda de las familias. La existencia de 1300 millones de personas que viven hoy en la pobreza absoluta o de la mitad de la humanidad que vive con menos de 2 dólares al día en una época de grandes logros tecnológicos y científicos, refleja a su vez la carencia de “poder de compra” de una parte considerable de la humanidad provocada por el propio sistema.

- Ello agudiza la crisis sistémica de sobreprodución que está en la base de todo el proceso. La crisis de sobreproducción estaba latente desde los años 70 como consecuencia de la reconstrucción de Europa, de la industrialización de Brasil y otros países latinoamericanos, y del desarrollo de Japón y los dragones asiáticos. Se manifestaba también en la declinante tasa de beneficio medio que originó las deslocalizaciones y el ajuste de ésta época.El auge productivo en la época actual de grandes potencias emergentes como Brasil, Rusia, India y sobretodo China, así como la sobreproducción de la propia economía atlántica combina estos elementos obligando al capitalismo a un nuevo ajuste.

- Los cambios estructurales de la Globalización, marcados por la emergencia de un mundo multipolar (Unión Europa, Rusia, América del Sur, China, India, mundo arabo-islámico, ect.) creando a veces organismos alternativos (ALBA, BancoSur, Telesur, ect) . En este contexto remarcaríamos tres claves de especial significación. En primer lugar el declive de la hegemonía de los Estados Unidos de América. Un déficit estructural (comercial y presupuestario) asentado en un keynesianismo militar que mantiene periódicas intervenciones militares y un imperio con bases militares en el conjunto del planeta ha fracasado en el intento de utilizar su superioridad militar, tras el atentado de las torres gemelas, para imponer unas relaciones políticas que permitan recuperar su hegemonía económica mundial. Las derrotas militares en Irak y Afganistán (tampoco ha triunfado la resistencia) permiten vaticinar el definitivo declive de la hegemonía estadounidense. Asistimos en segundo lugar al poderoso proceso de deslocalizaciones productivas e internacionalización empresarial que recupera la declinante tasa de beneficio utilizando el ejército de reserva mundial, reubicando los procesos productivos en función del valor añadido de sus producciones junto a los nuevos y antiguos mercados y en función de la relación :salario/productividad ofertada por los diferentes espacios. Aquí habría que considerar que las producciones baratas procedentes de China que invaden nuestros mercados son producidas por empresas occidentales Asistimos en tercer lugar al ascenso económico del eje del Pacífico, con una población superior a los 3200 millones de personas, transformado ya en el centro de la acumulación mundial y en donde China, India y Japón son los grandes actores que financiando la deuda de Estados Unidos permiten la reproducción económica de ésta última. Interesados hasta hoy en el sostenimiento de la actual economía mundial, cualquier variación de la actitud de estos últimos contendientes puede provocar desequilibrios de gran alcance en las relaciones económicas, políticas y monetarias del mundo actual.

- Las derivaciones de la crisis financiera hacia la crisis energética y alimentaria. La especulación aumenta el riesgo financiero de los mercados financieros y ante el riesgo muchos inversores huyen de los mercados financieros e invierten en sitios rentables y con especulación fácil: el petróleo y los bienes alimentarios, provocando fuertísimas subidas de los precios energéticos y alimentarios. La demanda de carburantes de países como China e India y las guerras realizadas por USA en Oriente Medio, se combina con esta especulación para explicar el período de una gran alza de los productos energéticos y del petróleo. Las estadísticas indican también que en el año 2007 el precio del maíz subió su precio hasta un 130% y que el precio del arroz, que es un alimento básico para la mitad de la humanidad, se multiplicó por 4. La fuerte demanda de comestibles de países como China, India y Brasil, así como la explotación y uso de los biocombustibles que llevan al límite la disponibilidad de tierras para los alimentos y las propias subidas del precio del petróleo que influyen en la producción, transporte y valor de los alimentos, son también causas fundamentales de estas subidas. 50 millones de personas caerán en la hambruna y 33 países han sufrido problemas políticos y desórdenes sociales a raíz de esta crisis.

- Remarcaríamos finalmente la crisis ecológica que nos ha mostrado con claridad meridiana como un sistema económico y productivo que explota los recursos al exclusivo servicio de las corporaciones multinacionales, los grandes estados y el capital financiero sin más límites que la capacidad de demanda existente ha agotado los recursos(petróleo y materias primas) y acumulado, en un breve período de tiempo, un conjunto de desastres medioambientales de los que el cambio climático es su expresión más actualizada. Sólo en lo que afecta a la biodiversidad, los indicadores ecológicos muestran que a comienzos del milenio se pierden unas cincuenta mil especies por año. En estas condiciones, la exigencia del Norte de mantener a toda costa el control y el monopolio del 85% de los recursos hoy existentes entra en contradicción con la aspiración al desarrollo de las potencias emergentes que cuestionan la escasez de recursos que les ha sido adjudicada.

Diagnóstico y Alternativas

Es vital por lo tanto el diagnóstico de la crisis actual. Si la crisis deriva exclusivamente de la financiarización, la alternativa necesaria y/o urgente pasa por una regulación de los mercados financieros, el control y/o propiedad pública de las entidades estatales y supra-estatales del sistema bancario, la desaparición de los paraísos fiscales, la transformación de entidades como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la aplicación de tasas (tipo “tasa tobin”) a las transacciones del capital financiero y otras parecidas. Pero si la crisis es como algunos creemos una crisis sistémica de sobreproducción, las anteriores medidas tienen una eficacia limitada y se trata esta vez de solventar las deficiencias de demanda en los países occidentales y de manera muy especial en el Tercer Mundo, suprimiendo la deuda externa y realizando grandes inversiones que permitan la recuperación económica del Tercer Mundo. Se trata de aplicar medidas que cambien de manera significativa la relación entre las rentas de trabajo y las rentas del capital a favor de las primeras en el capitalismo occidental y aumenten de manera significativa el poder adquisitivo de las grandes masas de excluidos/das en la economía -mundo.

Pero la eficacia de estas medidas se confronta con las necesidades derivadas de la crisis ecológica. La crisis ecológica cuestiona la base material que reproduce la vida en nuestro planeta, y la gravedad del problema nos plantea que no nos enfrentamos solo a una crisis financiera, ni a una clásica crisis sistémica de sobreproducción y ni siquiera a una crisis del modo de producción. La crisis ecológica desvela la mala resolución de la contradicción dialéctica entre los nuevos descubrimientos tecnológico-científicos y su aplicación social y cuestiona de manera definitiva la relación con la naturaleza de nuestra civilización. Se trata por lo tanto de una crisis de civilización. A mi juicio, la crisis actual es una crisis de sobreproducción, planteada a través de un modelo de crecimiento asentado en la financiarización, que ha generado una crisis ecológica de alcance planetario. Nuestra alternativa como pueblos en lucha y como militantes del socialismo del nuevo milenio es orientar a la transformación de nuestro sistema socio-productivo en la perspectiva de la consideración de esta crisis de civilización.

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