Cinismo, shock y respuesta

Jonathan Lucero Córdova
El Telégrafo
19/10/08

Naomi Klein no se detiene con la aseveración de que los tiempos de crisis son aprovechados para realizar negocios oscuros y repudiables sin despertar las alarmas ciudadanas. Sostener un régimen de terror sistemático y de zozobra permanente, es un ejercicio que, lejos de ser espontáneamente perverso, se realiza con la idea de producir un escenario de crisis permanente que permita la hegemonía de los experimentos económicos atentatorios a la sociedad civil y ampliamente redituables para la plutocracia de turno. Desde Chile en tiempos de Pinochet, hasta Tiananmen, China, en 1989, los regímenes de terror produjeron el escenario propicio para que las más salvajes ideas neoliberales sean implementadas.

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El progreso económico de China se ha producido a costa de la espantosa opresión y la constante intimidación de los trabajadores en las fábricas, quienes se hallan lo suficientemente asustados como para no lograr organizarme en búsqueda de derechos laborales.

Sin ir muy lejos, detrás de los publicitados números positivos en el crecimiento económico de Perú y Colombia, se trata de ocultar a cientos de migrantes de ambos países que cruzan sus fronteras para dirigirse al nuestro, los unos con la idea de que trabajar como empleados domésticos será más redituable que ser un obrero de la compañía Pinto, y los otros en calidad de refugiados.

Pero lo particular del país en que vivimos, es que en el momento del feriado bancario del ‘99, es decir, el día que en Ecuador se desbordó el plan del terror, bastó que un alcalde defensor de los más grandes estafadores locales, apareciera en un balcón vociferando “yo no me ahuevo jamás”, para que miles de guayaquileños regresaran a sus casas a esperar pacientemente que les devuelvan su dinero. Algunos siguen esperando. Un día de oscura recordación para los verdaderos “madera de guerrero”, quienes aprendieron la valiosa lección de nunca a más creer en los maullidos que un felino lanza desde un tejado.

Lo importante en este punto de la historia sería comprender por qué Latinoamérica ha sido la gestora de un sistema político y económico que, al parecer, se contrapone al hegemónico. La respuesta que podríamos hallar, es que a lo largo del siglo pasado, la región se constituyó como la matriz de los experimentos de la implementación de la “Doctrina del SOC” y la posterior explotación neoliberal grosera y despiadada de todo aquello capaz de producir algún tipo de beneficio.

La respuesta de los intelectuales latinoamericanos y de la sociedad civil tardó en llegar. Pero llegó. Sin la más mínima voluntad de afirmar que el camino que sigue América Latina aseguraría victoria alguna, es necesario reconocer que éste se ha gestado al calor de la sangre de los inocentes y las cenizas de la dignidad de los habitantes de una región que tímidamente empieza a creer en aquello de salir del papel de víctimas y empezar a construir su propio destino. Eso sí, ojalá estemos ya curados de caer en la trampa de los cantos de sirena de quienes han hecho del atraco masivo su modus vivendi.

Jonathan Lucero Córdova es investigador en psicología, columnista invitado

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