Construcciones en Jerusalén ahondan diferencias
12/04/10
IPSNoticias
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dejó claro que pretende poner fin a la ocupación de Israel en Jerusalén oriental. Pero el estado judío no hace más que fortalecer el control que mantiene en ese territorio desde hace 43 años.
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Desde la anexión, tras la guerra árabe-israelí de 1967, la estrategia de apropiación de Israel se basa en cinco medidas: construir nuevos barrios judíos, frenar la construcción de viviendas palestinas, expulsar a los árabes de sus casas, demoler las que supuestamente ellos construyeron forma ilegal e instalar israelíes en barrios palestinos.
Pero la presión de Estados Unidos obtuvo ciertos logros. Las demoliciones cesaron hace seis meses, aunque no de forma oficial.
Las construcciones en Jerusalén oriental son el principal aspecto de la política de Estados Unidos para reiniciar las conversaciones con los palestinos. Washington presiona al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu para que dé una respuesta al respecto.
Pese a ser duramente criticado por Obama en su viaje a Estados Unidos, Netanyahu declaró de forma rotunda que seguirá la construcción en "todas las zonas de Jerusalén", sin restricciones.
"Seguiremos creciendo en el norte y sur del país y, por cierto, también en Jerusalén", expresó con más prudencia tras la Pascua judía.
Ultranacionalistas judíos intensifican su campaña en barrios palestinos con respaldo del gobierno.
Grupos de colonos empezaron a presionar para expulsar a dos familias palestinas más de sus casas.
Su iniciativa en el barrio Jeque Jarrah, cerca de la amurallada Ciudad Vieja, se enmarca dentro de un plan municipal mayor para demoler viviendas palestinas y construir 200 apartamentos para judíos.
Los colonos sostienen que las propiedades de las que fueron expulsadas las familias árabes fueron adquiridas "de forma legal". La posesión se basa en documentos del periodo otomano, lo que prueba que la tierra en disputa perteneció un siglo antes a la población judía.
Las familias palestinas comenzaron a vivir allí como "refugiados" tras la guerra de 1948, cuando se creó Israel. El conflicto terminó con Jerusalén oriental controlado por el estado judío.
Tras las guerra de 1967, los propietarios originales de los edificios, el Comité Comunitario de Judíos Sefaradíes, cedieron a una organización vinculada a colonos israelíes derecho para administrar la propiedad.
Un acuerdo mediado por la justicia clasificó a los residentes palestinos como inquilinos protegidos. Pero, al menos en un caso, los arrendatarios fueron expulsados por no pagar la renta.
Los colonos judíos lograron expulsar a tres familias palestinas de Jeque Jarrah y crearon un pequeño asentamiento.
El último caso es un ejemplo de cómo proceden los colonos.
Solicitaron a un tribunal de Jerusalén apoyo para que los palestinos "vaciaran de inmediato la propiedad, se fueran todos y se llevaran sus pertenencias".
También acusaron a los palestinos de "perturbar de forma regular y/o molestar y/o amenazar a sus vecinos", para tener más motivos para expulsarlos.
Hubo enfrentamientos diarios entre los nuevos residentes y los palestinos, quienes quedaron viviendo en tiendas de campaña en un terreno cercano a sus antiguas casas, y también entre judíos y palestinos y activistas internacionales.
En el documento que presentaron a la justicia, los colonos reafirmaron su intención de construir más casas en su enclave de Jeque Jarrah.
La expulsión de más familias palestinas, además de las 53 personas que ya perdieron sus hogares, es "peligroso y potencialmente destructivo", dijo a IPS la portavoz de Ir Amim, organización israelí que supervisa la política estatal en Jerusalén.
Hay planes para construir no menos de 50.000 viviendas para judíos en todo Jerusalén oriental, el doble de los que hay ahora. Israel ha tratado de que la población palestina se mantenga en unas 250.000 personas.
La expulsión de las tres primeras familias palestinas para entregar sus casas a colonos judíos provocó un escándalo internacional.
La actual confrontación entre Obama y Netanyahu se desató después de que la municipalidad de Jerusalén aprobó la construcción de 6.500 viviendas para judíos en el noreste de Jerusalén.
Antes, Estados Unidos reclamaba a Israel el cese total de la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania, pero mantenía de forma deliberada su ambigüedad sobre el futuro de las zonas que ocupan en Jerusalén oriental.
"Puede llamarlo justicia poética. Netanyahu decidió apoyar el reclamo de toda la ciudad que realiza Israel al respaldar el atrincheramiento ultranacionalista en barrios palestinos densamente poblados", señaló el analista israelí David Landau. "Le está saliendo el tiro por la culata", añadió.
"Si Netanyahu no hubiera respaldado los planes locos de los ultranacionalistas, Obama habría dejado pendiente la cuestión del futuro de Jerusalén oriental. Ahora lo culpan por cada casa nueva que se construye en cualquier lugar" del territorio ocupado, sostuvo Landau.
(FIN/2010)
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