Un hombre gracioso en un mundo sin gracia

Amy Goodman
Democracy Now
Traducido por Ángel Domínguez
25/06/08

Con la muerte de George Carlin a los 71 años de edad, el mundo perdió esta semana a uno de sus mejores comediantes. Carlin desarrolló su carrera de comediante stand-up durante medio siglo, tiempo durante el cual no dejó de innovar, apuntando con su inteligencia y su genio hacia los que ostentan el poder. Dejó una huella en nuestra cultura, nuestros medios de comunicación y nuestro país a través de su continuo flujo de monólogos que atravesaban tanto a instituciones de izquierda como de derecha, al gobierno y a las empresas como a la iglesia. Editó 22 discos de humor, que le valieron cinco nominaciones a los Emmy y le hicieron ganar cuatro Grammys. Fue el primer “presentador invitado” del programa “Saturday Night Live” en 1975 y apareció en 130 emisiones de “The Tonight Show”. Protagonizó 14 especiales de la cadena HBO y escribió tres libros que se convirtieron en best-seller. También dejó una marca indeleble en la emisora de radio en la que comencé mi carrera como periodista, la emisora de Radio Pacifica WBAI 99.5 FM de la ciudad de Nueva York.

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El 30 de octubre de 1973, WBAI emitió el monólogo de Carlin “Palabras Sucias”. Carlin escribió en su sitio web, georgecarlin.com: “Un solitario moralista profesional se queja a la FCC; la FCC emite una advertencia de sanción a la emisora. La emisora va a los tribunales”. Aquella batalla legal duraría cinco años, llegaría hasta la Corte Suprema y determinaría las normas para las leyes de indecencia en los medios, que hasta el día de hoy siguen siendo enérgicamente discutidas. No fue ni accidente ni coincidencia que parte del material más polémico de este comediante iconoclasta se emitiera a través de WBAI, de Radio Pacífica. La cadena Pacifica Network fue fundada en Berkeley, California, en 1949, y su emisora KPFA fue la primera emisora verdaderamente financiada por los oyentes.

Por aquel entonces, la radio era tan abrumadoramente comercial que Lew Hill, fundador de Pacifica, y otras personas consideraban que no tenía valor alguno. Como Hill escribió en su “Theory of Listener Sponsored Radio” (Teoría de la radio patrocinada por los oyentes), “Si queremos que la radio mejore, la premisa básica debe ser que los artistas y los pensadores tengan un lugar en el que trabajar-con-libertad”.

El 3 de julio de 1978, la Corte Suprema dictaminó que la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) podía penalizar a WBAI por su emisión del monólogo de Carlin, argumentando que la emisión de palabras relacionadas con el sexo o la excreción (por ejemplo, mear) cuando podía haber niños escuchando el programa estaban prohibidas. Los jueces de la Corte Suprema William Brennan y Thurgood Marshall manifestaron su desacuerdo, y destacaron la “deprimente incapacidad [de la Corte] para apreciar que en un país de pluralismo cultural como el nuestro hay muchas personas que piensan, actúan y hablan de forma diferente a los miembros de este tribunal, y que no comparten sus frágiles sensibilidades”. Notablemente, 30 años después, este mismo asunto se pone en consideración de una Corte Suprema decididamente más conservadora.

Recientes episodios de “lenguaje inadecuado” en boca de famosos como Bono, Cher y Nicole Richie motivaron que la FCC intentara conseguir un aumento de su poder para penalizar a las emisoras. George Carlin llamó la atención sobre lo que era realmente indecente en nuestra sociedad: el comportamiento de los poderosos.

En efecto, salpicaba sus monólogos con malas palabras. Estaba enfadado. Él, al igual que Pacifica, le dieron voz a puntos de vista disidentes y necesarios que estaban casi por completo excluidos de los principales medios de comunicación. George decía: “Estados Unidos fue fundado sobre una muy básica doble moral. Este país fue fundado por dueños de esclavos que querían ser libres. ¿Tengo razón? Un grupo de dueños de esclavos que querían ser libres, así que asesinaron a un montón de blancos ingleses para poder seguir siendo dueños de sus negros africanos, de modo de poder aniquilar al resto de los indígenas de piel roja y avanzar hacia el oeste y robarles el resto del terreno a los morenos mexicanos, para disponer así de un lugar desde donde despegar y lanzar sus armas nucleares sobre los amarillos japoneses. ¿Saben cuál debería ser el lema de este país? Enséñanos un color, y lo eliminaremos”.

Su prolífica obra continuará inspirando a las generaciones venideras.

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