Los gigantes del petróleo

Ricardo Gómez Muñoz
ATTAC Madrid
26/06/08

Tres grandes petroleras ‘globales’ (Exxon Mobil, RD/Shell y BP) controlan una cuota de mercado del 50% de la producción internacional de petróleo. En 2005 alcanzaban unas ventas cercanas al billón de dólares (el 60% fuera de sus países) y empleaban a más de 300.000 personas. Estas empresas lideran el ránking del mercado bursátil junto a General Electric, Vodafone y General Motors. El valor de sus activos superaba en 2005 los 630.000 millones de dólares.

El lobby petrolero, que agrupa a las principales empresas petroleras privadas, es en sí mismo un poder autónomo dentro del sistema mundial. Su capacidad de presión incide muy directamente en las políticas de EE UU y de la UE. Exxon Mobil asegura en buena parte su organización y financiación.

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Las actuaciones de este lobby petrolero son inequívocas con respecto al medio ambiente, la sostenibilidad del planeta y el cambio climático. En la Cumbre de Johannesburgo (2002) sobre desarrollo sostenible, el lobby petrolero presionó a Bush para que se desmarcara de los objetivos de esta Cumbre y le instó a oponerse a cualquier decisión contraria a los intereses petroleros y a bloquear cualquier avance en la firma de nuevos tratados sobre medio ambiente.

La influencia de este lobby petrolero, financiado por Exxon Mobil, ha sido decisiva para que 2.000 millones de personas no tengan acceso a la energía y para que todo el planeta esté expuesto a los impactos del cambio climático.

BP en la Guerra de Iraq

En las horas y días anteriores a que EE UU y Gran Bretaña invadieron Iraq, un equipo de ingenieros de la British Petroleum (BP) en Kuwait había adiestrado a las tropas de combate del 516 Equipo de Especialistas Royal Engineers en el manejo de los campos petroleros de Iraq. Tan pronto como las tropas se hicieron con el sur del país, Robert Spears, un escocés gerente de BP, fue comisionado por el Gobierno británico para ayudar a dirigir el trabajo de reconstrucción de las refinerías.

En julio, BP había obtenido ya su recompensa : uno de los primeros buques cisterna de petróleo salía desde el sur de Iraq. BP había conseguido el 25% de la venta inicial de ocho millones de barriles de las existencias actuales de petróleo iraquí. El mes anterior, Chevron había enviado la misma cantidad de petróleo desde el sur de Iraq.

Con anterioridad, ingenieros jubilados de la Royal Dutch/Shell Group habían ayudado en la formación de las tropas invasoras en Nottingham, Inglaterra. En el momento en que los yacimientos petrolíferos fueron incautados al Gobierno iraquí por los invasores, los trabajadores de las empresas fueron militarizados por el Ejército británico y enviados al sur de Iraq para ayudar a la reconstrucción. Shell, junto con Chevron, BP y otros siete gigantes del petróleo, han obtenido desde entonces contratos fabulosos para explotar la producción del crudo del ‘nuevo Iraq’. “Estamos apalancando al sector privado”, había comentado entonces Robert Crear, general de brigada de EE UU al Wall Street Journal. Este militar estaba a cargo de las tareas de “reconstrucción” en Iraq.

Nigeria: crimen y expolio de la Shell

Desde 1956, cuando Shell inició la explotación de su primer pozo en el delta del Níger, la presencia de compañías petroleras ha supuesto para la población local pobreza, malnutrición, degradación social y medioambiental, violencia y muerte. Las compañías petroleras representan una amenaza medioambiental para las comunidades vecinas del delta del Níger. Las diferentes formas de contaminación que generan hacen imposible el desarrollo de la agricultura y la pesca.

También es muy difícil obtener agua potable. La tierra, la lluvia y los ríos están contaminados por la explotación petrolera y la quema de gas al aire libre, que provoca lluvia ácida convirtiendo la industria petrolera de Nigeria en la mayor fuente de calentamiento global del mundo. Para defender su tierra y su vida, la población local se ha venido enfrentando a las compañías petroleras. Esta protesta ha significado el castigo y la represalia de muchas comunidades por las fuerzas de seguridad privadas de las compañías y por el Ejército, que no ha dudado en quemar poblados enteros y disparar a manifestantes.

Y es que el Gobierno no ha querido arriesgar sus relaciones con las petroleras y el maná que representaban. Una de las acciones más brutales llevadas a cabo en los ‘90 fue la detención, el juicio arbitrario y la muerte de ocho activistas, entre los que estaba Ken Saro-Wiva, líder del movimiento protagonizado por la población ogoni. Nigeria, que obtiene el 80% de sus ingresos de la exportación del petróleo, acumula una deuda externa que supera el 90% del PIB y siete de cada diez personas viven por debajo del umbral de la pobreza.

El eje del petróleo

La invasión de Iraq para hacerse con sus campos de petróleo fue una consecuencia lógica de la Administración estadounidense en la aplicación de su política exterior de rapiña y control de los recursos mundiales. George Bush y Dick Cheney han liderado durante años un “eje de petróleo” que integra a la cúspide del poder mundial. De hecho, estos gobernantes han definido la seguridad nacional estadounidense como “el acceso al petróleo”.

El improbable ‘éxito’ de la Guerra en Iraq podría renovar para EE UU el acceso a reservas de petróleo, que son casi tan grandes como las de Arabia Saudita, lo que podría romper la influencia y los acuerdos de los países de la OPEP.

Al mismo tiempo, la persistencia de este eje del petróleo proporciona grandes beneficios a políticos y gobernantes estadounidenses y mundiales, íntimamente relacionados con compañías del negocio del petróleo como Exxon Mobil, Halliburton, Chevron- Texaco, Shell o BP, por citar las más relevantes. En conclusión, son los Gobiernos y las Administraciones, como es el caso de EE UU, las que definen los conceptos de seguridad nacional o mundial sirviendo con ello a los intereses de las empresas, lo que otorga beneficios para unos pocos. Más allá de todo este negocio, no queda nada claro quién puede beneficiarse de estas políticas y situaciones.

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