¡Socorro! ¡Alto el fuego!

Ury Avnery, zope.gush-shalom.org (22-12-2007)
Rebelión, traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R. (24-12-2007)

Hamás propone un alto el fuego simultáneo: Acabar con el lanzamiento de Qassam y el final de las incursiones y los asesinatos. Expertos de seguridad israelíes apoyan la aceptación de esta oferta, pero no se atreven a decirlo. El personal dirigente de la seguridad no quiere parar –como siempre-. Olmert contesta: «No hay nada que hablar».

Esto es un crimen contra los habitantes de Sderot, contra los habitantes de Gaza, contra todos nosotros. ¡Sí, hay que hablar!
(anuncio de Gush Shalom publicado en Haarez el 21 de diciembre de 2007).
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Olvidemos los misiles Qassam. Olvidemos el fuego de mortero. No son nada comparados con lo que Hamás nos ha lanzado esta semana:

El jefe del gobierno de Hamás en la Franja de Gaza, Ismail Haniyeh, se ha acercado a un periódico israelí y ha propuesto un alto el fuego. No más Qassam, no más morteros, no más atentados suicidas, no más incursiones militares israelíes en la Franja, ningún «asesinato selectivo» de líderes. Un alto el fuego total. Y no sólo en la Franja de Gaza, sino también en Cisjordania.

La dirección militar estalló en cólera: «¿Quién se piensa que es ese bastardo? ¿Cree que puede detenernos con semejantes trucos sucios?»

Esta es la segunda vez en pocos días que se hace un intento de frustrar nuestros planes de guerra.

Hace dos semanas la inteligencia estadounidense declaró, en un informe fidedigno, que Irán había detenido sus trabajos para fabricar la bomba atómica hace ya cuatro años.

En vez de exhalar un suspiro de alivio, los funcionarios israelíes reaccionaron con manifiesto enojo. Desde entonces todos los comentaristas en Israel, así como nuestra gran red de plumas contratadas por todo el mundo, han intentado minar este documento. Es mendaz, sin fundamento, motivado por una agenda oculta, siniestra.

Pero milagrosamente el informe sobrevive indemne. Sin un rasguño.

El informe, por lo que parece, ha barrido del tablero cualquier posibilidad de un ataque militar estadounidense o israelí a Irán. Ahora viene la iniciativa de paz de Haniyeh y pone en peligro la estrategia de nuestra clase dirigente militar con respecto a la Franja de Gaza.

Una vez más el coro del ejército continúa. Generales con y sin uniforme, corresponsales militares, corresponsales políticos, comentaristas de toda índole y género, políticos de izquierda y derecha, todos están atacando la oferta de Haniyeh.

El mensaje es: ¡No debe aceptarse bajo ninguna circunstancia! ¡Ni siquiera debe ser estudiado! Al contrario: la oferta demuestra que Hamás está a punto de romperse y por consiguiente hay que intensificar la guerra, estrechar el cerco de Gaza y asesinar a más dirigentes palestinos; de hecho, ¿por qué no matar al propio Haniyeh? ¿A qué estamos esperando?

Una paradoja inherente al conflicto desde el principio está operando aquí: si los palestinos son fuertes es peligroso hacer la paz con ellos. Si son débiles no hay ninguna necesidad de hacer la paz con ellos. De cualquier forma, deben ser arrasados.

«¡No hay nada de que hablar!» declaró rápidamente Ehud Olmert. Puesto que todo está bien, la sangría puede seguir.

Y ciertamente sigue. En la Franja de Gaza y sus alrededores se libra una pequeña guerra cruel. Como de costumbre, cada bando afirma que sólo está reaccionando a las atrocidades del otro lado.

El lado israelí asegura que está respondiendo a los Qassam y los morteros. ¿Qué estado soberano podría tolerar ser bombardeado por cohetes mortales desde el otro lado de la frontera?

Verdaderamente, los miles de cohetes sólo han matado a un pequeño número de personas. En las carreteras hay cien veces más de muertos o heridos, pero los Qassam siembran el terror, los habitantes de Sderot y alrededores piden venganza y que refuercen sus casas, lo que costaría una fortuna.

Si los Qassam realmente molestaran a nuestros líderes políticos y militares, habrían saltado sobre la oferta de alto el fuego. Pero los líderes realmente no se preocupan de lo que le está pasando a la población de Sderot, fuera, en la «periferia» geográfica y política, lejos del centro del país. No tiene peso político ni económico. A los ojos de los dirigentes su sufrimiento es, en definitiva, tolerable. También tiene un importante lado positivo: suministra un pretexto ideal para las acciones del ejército.

El objetivo estratégico israelí en Gaza no es acabar con los Qassam. Seguiría siendo el mismo aunque ni un solo Qassam cayera en Israel.

El objetivo real es dividir a los palestinos, lo que significa romper Hamás.

El método es simple, incluso primitivo: estrechar el cerco por tierra, mar y aire hasta que la situación en la Franja se vuelva completamente intolerable.

La paralización total de suministros, excepto el mínimo requerido para impedir la inanición, ha reducido la vida a un estadio inhumano. No hay ninguna importación o exportación efectiva, la vida económica ha caído en el marasmo, el coste de la vida ha subido a lo más alto. El suministro de combustible ya ha sido reducido a la mitad y está planeado hundirlo todavía más. El suministro de agua puede cortarse a voluntad.

La actividad militar está aumentando gradualmente. El ejército israelí dirige incursiones diarias y emplea tanques y excavadoras blindadas para roer los límites de las áreas habitadas y arrastrar a los combatientes palestinos a una confrontación cara a cara. Se están matando entre cinco y diez combatientes palestinos todos los días, junto con algunos civiles. Todos los días se secuestran habitantes para sacarles información. El propósito declarado es agotar, acosar y desgastar, y quizás también prepararse para la reconquista de la Franja; aun cuando los jefes del ejército quieren evitar esto a casi cualquier precio.

Uno tras otro los líderes y comandantes palestinos son asesinados desde el aire. Cada punto de la Franja está expuesto a los aviones israelíes, helicópteros artilleros y aviones no tripulados. La tecnología moderna permite a «los chicos de la muerte» rastrear a quienes están señalados para ser asesinados; y una amplia red de denunciantes y agentes, algunos de ellos bajo coacción, que ha sido bien construida de antemano, completa el cuadro.

Los jefes del ejército esperan que apretando todos esos tornillos puedan empujar a la población local a levantarse contra Hamás y las otras organizaciones combatientes. Toda la oposición palestina a la ocupación se derrumbará. Todo el pueblo palestino levantará sus manos rindiéndose y se someterá a la misericordia de la ocupación que podrá hacer cuanto le plazca; confiscar tierras, ampliar los asentamientos, construir muros y barricadas y despedazar Cisjordania en una serie de enclaves semiautónomos.

En este plan de Israel el trabajo reservado para la Autoridad Palestina es el de subcontratistas de la seguridad israelí a cambio de un flujo de dinero que salvaguardará su control de los enclaves.

Al final de esta fase del conflicto israelopalestino, se supone que el pueblo palestino quedará dividido en pedazos y desvalido frente a la expansión israelí. El choque histórico entre la fuerza imparable (la empresa sionista) y el objeto inmóvil (la población palestina) acabará con el aplastamiento de la oposición palestina.

Para tener éxito en esto hay que jugar un juego diplomático sofisticado. Bajo ninguna circunstancia se puede perder el apoyo de la comunidad internacional. Al contrario, el mundo entero, guiado por EEUU y la UE, debe apoyar a Israel y sus acciones deben parecer como una lucha justa contra el terrorismo palestino, parte integrante del «terrorismo internacional».

La conferencia de Annapolis y después la reunión de París han sido pasos importantes en esta dirección. Casi todo el mundo, incluida la mayoría del mundo árabe, ha acompasado el paso al plan israelí; quizás inocentemente, quizás cínicamente.

Los acontecimientos después de Annapolis se han desarrollado como se esperaba: no se ha iniciado ninguna negociación, ambas partes están simplemente jugando con imágenes. El mismo día después de Annapolis, el gobierno israelí anunció proyectos de grandes construcciones más allá de la Línea Verde. Cuando Condoleezza Rice masculló algunas palabras de oposición, se anunció que los planes habían sido archivados. La verdad es que continúan a toda velocidad.

¿Cómo engañan Olmert y sus colegas al mundo entero? Benjamin Disraeli dijo una vez sobre cierto político británico: «El auténtico y honorable caballero sorprendió a sus oponentes bañándose en la mar y se llevó sus ropas». Nosotros, los pioneros de la Solución de los Dos Estados, podemos decir esto sobre nuestro gobierno. Ha robado nuestra bandera y se ha envuelto en ella para esconder sus intenciones.

En último lugar, ahora existe un acuerdo general mundial de que la paz en nuestra región debe estar basada en la coexistencia del Estado de Israel y el Estado de Palestina. Nuestro gobierno se desliza sobre él y aprovecha este acuerdo con otro objetivo totalmente diferente: el dominio de Israel en todo el país y convertir los centros de población palestinos en una serie de bantustanes. Esto es, de hecho, la Solución de un Estado (El Gran Israel) con el pretexto de la Solución de los Dos Estados.

¿Puede tener éxito este plan?

La batalla de Gaza oscila continuamente. A pesar de la gran superioridad militar del ejército israelí, no es unilateral. Incluso los comandantes israelíes señalan que las fuerzas de Hamás se vuelven más fuertes. Entrenan duro, sus armas se vuelven más eficaces y muestran mucho valor y determinación. Parece que la caída de sus comandantes y combatientes en una sangría constante no está afectando su moral. Esa es una de las razones por las que el ejército israelí está conteniéndose de lanzarse a la reconquista de la Franja de Gaza.

Dentro de la Franja, las dos organizaciones principales disfrutan de un amplio apoyo popular; la manifestación para recordar a Yasser Arafat organizada por Fatah y la contramanifestación de Hamás reunieron ambas a centenares de miles de participantes. Pero parece que la gran mayoría de los palestinos desea la unidad nacional para luchar juntos contra la ocupación. No quieren la coacción religiosa, pero tampoco tolerarán un liderazgo que coopere con la ocupación.

El gobierno puede estar muy equivocado al contar con la obediencia de Fatah. Al competir con Hamás, Fatah puede sorprendernos volviéndose una organización combatiente otra vez. El dinero que fluye hacia la Autoridad Palestina no puede impedirlo. Ze'ev Jabotinsky era más sabio que Tony Blair cuando dijo hace 85 años que no se puede comprar a un pueblo entero.

Si el ejército israelí invade Gaza para reconquistarla, la población estará tras los combatientes. Nadie puede saber cómo reaccionará si la miseria económica se endurece. Los resultados pueden ser inesperados. Experimentos con otros movimientos de liberación indican que la miseria puede romper una población, pero también puede fortalecerla.

Esto es, por decirlo sencillamente, una prueba existencial para el pueblo palestino -quizás la más severa desde 1948-. También es una prueba para la política taimada de Ehud Olmert, Ehud Barak, Tzipi Livni y los jefes del ejército.

Así, no es posible que se lleve a efecto un alto el fuego. Al principio Olmert lo rechazó. Después se negó esto. Luego se negó la negación.

Los habitantes de Sderot probablemente se habrían alegrado si se hubiera aceptado un alto el fuego. Pero por otro lado, ¿quién se molesta en preguntarles?

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