¿Es usted antisemita? - Mi interés por Israel
Vijay Prashad
Counterpunch
Traducido para Rebelión por LB
30/04/10
No soy israelí. No soy palestino. Ni judío, ni árabe, ni musulmán. Nunca he estado en Jerusalén, ni en Ramallah. Tampoco estoy seguro de que vaya a estar nunca. No tengo parientes que vivan allí, ni familia que una vez fuera o viniera de allí. Tengo un amigo que vive allí, pero lo conocí en Calcuta cuando éramos niños, hace ya más de cuarenta años. Ya no recuerdo ni su aspecto.
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Es una buena pregunta: ¿por qué te preocupas tanto por Israel y los palestinos? Si te preocupa la humanidad, ¿por qué no te concentras en los Grandes Lagos de África, donde cerca de seis millones de personas han sido asesinadas desde 1998 en lo que se denomina la Guerra Mundial Africana? (La cifra de seis millones proviene del Comité de Rescate Internacional y está impugnada por el Proyecto de Seguridad Humana, cuyos propios números sugieren que el exceso de mortalidad en el Congo es inferior a un millón de personas). Por supuesto que me importa esa guerra, cuya escala es mucho mayor que lo que ocurre en Gaza y Cisjordania (el número total de la población palestina de los territorios ocupados es inferior a la cifra máxima calculada de muertos en el Congo, cuya estimación más baja duplica la cifra de la población de Gaza). No considero que los abusos israelíes en los territorios ocupados sean muy diferentes de las acciones de EEUU en Irak y Afganistán, por ejemplo.
Mi interés por Israel es, sin embargo, simplemente diferente del interés que me provocan otras injusticias en otros lugares. Existe un conjunto particular de razones por las que me hallo comprometido con la lucha de los palestinos contra los excesos israelíes.
1.- Como estadounidense
Desde hace ya varios años soy miembro de la junta del Proyecto de Prioridades Nacionales (nationalpriorities.org). Recopilamos datos federales para demostrar lo mal que el gobierno se gasta nuestros impuestos y cómo gasta mucho más dinero en armas que en cualquier otra cosa. Actualmente el gasto militar estadounidense representa más de la mitad del gasto militar mundial, y los EEUU poseen un arsenal capaz de arrasar todo el planeta. El gasto militar actual de EEUU representa aproximadamente el 7,5% de su PIB, una cifra mucho mayor que nunca. Corre por ahí una necia teoría según la cual semejante gasto generaría un "multiplicador militar". Eso es parcialmente cierto por lo que se refiere al sector militar (pues son las industrias auxiliares las que se benefician de este gasto), pero la magnitud del gasto militar en el conjunto del presupuesto neutraliza esa ventaja.
No creo que el gasto militar sea irracional. Es perfectamente racional para un sistema irracional. Nuestra clase dirigente prefiere procurar estabilidad por la vía del gasto militar antes que hacerlo mediante cualquier otro gasto que aumente la solidaridad social (asistencia sanitaria universal, potente educación pública desde la guardería hasta el doctorado, etc.). En realidad, la clase dominante considera que cualquier gasto que fomente esa solidaridad es un reproche a su propia deslumbrante superioridad (cualquier idea de comunidad/solidaridad social podría poner a los pasajeros que se hacinan en los vagones de tercera en contra del grupo que viaja en primera clase). La obscenidad se convierte en algo normal para impedir que nosotros, los individuos, formemos una verdadera sociedad (invirtiendo el dictum de Margaret Thatcher: "Mire, la sociedad no existe. Solo existen hombres y mujeres individuales, y familias”).
Una parte del presupuesto del gobierno de los EEUU (financiado también con mis impuestos) va a parar a fuerzas militares fuera de los Estados Unidos. Éste tampoco es un gasto irracional. En 1968 Samuel Huntington, en su obra El orden político en las sociedades cambiantes, argumentó que los Estados que venían de la colonización solamente tenían una institución capaz de impulsar la modernización social: el ejército. De una manera extraña, el libro de Huntington era una requisitoria contra el colonialismo, que había perpetrado sociocidio en sus colonias. Huntington y su colega Lucien Pye abogaron por que los EEUU apoyaran el proceso de "modernización militar". De ese modo, una gran parte de nuestros impuestos fue a parar a regímenes nocivos, desde el de Pinochet hasta el de Suharto, y ahora a regímenes formalmente no militares pero igualmente autoritarios, como el Mubarak en Egipto y, me atrevería a decir, el de Netanyahu en Israel.
Mubarak emplea el arsenal que le financia EEUU para dirigirlo contra su propio pueblo y sellar la frontera con Gaza; Netanyahu utiliza sus propios juguetes de guerra contra los palestinos, lo cual, a su vez, hace que la población israelí permanezca física y moralmente rehén de su hipermilitarizado entorno. Egipto recibe [de EEUU] cerca de 2.000 millones de dólares, más de la mitad de ellos en ayuda militar directa y el resto en ayuda económica que le permite al gobierno egipcio desviar sus recursos propios para cuestiones de seguridad interna y compra de armamento. Es una situación espantosa. Hasta [la guerra de] Irak, Israel fue el mayor receptor de ayuda estadounidense —más de 100.000 millones de dólares durante los últimos cincuenta años, la mitad de esa cantidad en ayuda militar—. En los últimos diez años la ayuda económica estadounidense a Egipto e Israel se ha reducido, al tiempo que ha aumentado la ayuda militar. En 2008, por ejemplo, los EEUU dieron a Israel 2.380 millones dólares en ayuda militar y prácticamente cero dólares en concepto de ayuda económica (lo que se conoce como los Fondos de Apoyo Económico: 39,7 millones de dólares fueron a Migración y Asistencia a los Refugiados).
Acabo de leer el trabajo de Norman Finkelstein titulado `Esta vez hemos ido demasiado lejos’: Verdad y Consecuencias de la Invasión de Gaza (O/R, 2010), así como una gran parte del informe de Sir Richard Goldstone. Norman Finkelstein ha sido injustamente fustigado y difamado como persona de escasa fiabilidad. Leyendo su libro no se entiende por qué. Es un análisis forense y prudente. Finkelstein basa su análisis en informes elaborados por varias organizaciones de derechos humanos integrados en el establishment, en datos de las Naciones Unidas, en el informe Goldstone y en declaraciones de soldados israelíes. No existen adjetivos suficientes para describir la ignominia que significó la llamada "guerra" en Gaza (2009). Se pueden encontrar más invectivas [que en Finkelstein] en el diario israelí Ha'aretz, obra de periodistas como Amira Hass y Gideon Levy. Finkelstein toma las 594 páginas del informe Goldstone y redacta lo que equivale a un resumen ejecutivo de 154 páginas, con un maravilloso epílogo que nos permite atisbar la razón por la que se ha desatado semejante tormenta contra Goldstone, un respetado jurista sudafricano y sionista de toda la vida. Goldstone demolió los mitos israelíes sobre la “guerra”, demostrando que no hubo ninguna razón para lanzar la Operación Plomo Fundido ni para utilizar el inmenso poder militar de Israel (financiado y suministrado por los EE.UU.) contra una población civil mayoritariamente desmilitarizada. El informe Goldstone califica de ilegal el bloqueo israelí [de la Franja de Gaza] y reprende a Israel por atacar a civiles y utilizar fósforo blanco. El informe detalla minuciosamente la forma en que Israel atacó innecesariamente la mezquita de al-Maqadmah, la escuela al-Fakura y otros lugares. Las pruebas acumuladas llevaron a Goldstone a remitir el asunto a la Corte Penal Internacional.
La destrucción de Gaza no entra dentro del ámbito del informe Goldstone. Ya era una sociedad reducida a su esqueleto. La notable historia gráfica no-ficcional de Joe Sacco titulada Notas de Gaza (Metropolitan Books, 2009) describe la visita del caricaturista a la franja de Gaza en 2002 y 2003. El propósito inicial de Sacco era investigar la matanza de palestinos que perpetró el ejército israelí en 1956. Sin embargo, antes de llegar a esa historia debe contarnos cuál es la deprimente situación de Gaza hoy. Todo esto ocurre antes de que Hamas tomara el poder en 2007 y mucho antes de la guerra de 2009. Incluso entonces la situación era ya deplorable, igual que lo era en 1956. La población de Gaza —una inmensa favela más que otra cosa— no ha conocido un momento de respiro. Finkelstein viajó allí en junio de 2009, seis meses antes de la invasión israelí, y también él detalla las deplorables condiciones de vida en la Franja. Sin embargo, la gente de Gaza sigue resistiendo. "Ningún palestino de aquellos con los que estuve mostró enojo o tristeza por lo que había ocurrido. La gente parecía tranquilamente resuelta a reanudar su vida tal como era antes de la invasión [bajo el gobierno de Sharon], a pesar del ininterrumpido bloqueo que pesaba sobre ellos". La gente que aparece en el cómic de Sacco es igualmente humana, pero se puede sentir la ira, la frustración y la futilidad. Un tema recurrente en el cómic de Sacco es la demolición de viviendas realizada por el ejército israelí. Hay una imagen en la que se ve a una mujer hablando en su casa con Sacco mientras que un gigantesco bulldozer pulveriza las casas palestinas no muy lejos de allí. La mujer dice: "Nos hemos alejado y hemos vuelto, alejado y vuelto. Si tuviéramos dinero hace mucho tiempo que habríamos alquilado algo en otro lugar. ¿Qué haría usted en mi lugar?". Al rato, su casa ha desaparecido. Tengo una estantería repleta de historias similares. Su lectura se hace insoportable.
Todo esto es consecuencia no sólo del secuestro de la opinión pública y del Estado de Israel por parte de la derecha, sino también por la cruel luz verde de Washington y por sus verdes billetes. Eso es precisamente lo que más me indigna: que la ocupación de Gaza y Cisjordania esté siendo financiada con mis impuestos. La Ley de Ayuda Exterior de EEUU de 1961 (PL 87-195) incluye una cláusula sobre la financiación militar: "No podrá suministrarse ninguna ayuda al amparo de este apartado [de la ley] al Gobierno de ningún país involucrado en un patrón consistente de graves violaciones de derechos humanos internacionalmente reconocidos". La farisaica indignación del establishment dirigente estadounidense se reserva solo para el atacante suicida; nada relevante se dice de la utilización ilegal de dinero de los impuestos para financiar las violaciones de derechos humanos que perpetra Israel.
2.- Como indio.
En 2003 publiqué en la India un libro titulado Namaste Sharon: Hindutva y sharonismo bajo la hegemonía estadounidense (LeftWord). Cuando en 1998 los partidos del hinduismo político se hicieron con el control de Nueva Delhi, sus principales dirigentes dirigieron su mirada hacia Tel Aviv en busca de inspiración. El BJP(1), cuyo programa es abiertamente islamófobo, desarrolló la idea de que los israelíes habían encontrado una solución mágica para su propio vecindario y para su propia población árabe, solución que podría servir de modelo para el sur de Asia y la India. Lo que Israel había ideado era un puño de hierro que incluía la construcción de un muro alrededor de su territorio y la promesa a los árabes bajo su control de ser expulsados o molidos a palos si hacían demasiado ruido en demanda de multiculturalismo o igualdad. El principal admirador de la vía israelí era el líder del BJP, LK Advani, que se desplazó a Tel Aviv para absorber algo de la fuerza de Netanyahu. En 1995 Advani se fue a Israel, tomó notas de su visita a los generales y regresó a la India empapado del vocabulario de persecución y terrorismo. Cinco años más tarde, Advani regresó a Israel, esta vez como ministro del Interior de la India. En la Embajada de la India Advani dijo: "En los últimos años venimos enfrentándonos a un creciente problema de seguridad interna. Nos preocupa el terrorismo transfronterizo ejecutado por agentes vicarios de Pakistán. Compartimos con Israel una percepción común del terrorismo como amenaza, más grave aún si se combina con el fundamentalismo religioso. Nuestra determinación común para combatir el terrorismo es la base de nuestras conversaciones con Israel, cuya reputación en el tratamiento de estos problemas está ampliamente reconocida". Advani se ganó la sonrisa de Netanyahu.
Israel envió a la India a un grupo de agentes del Mossad para que echaran una mano al partido político del hinduismo. El ex embajador israelí en la India, Yehoyada Haim, admitió que los israelíes ayudaron a la India en 1999 durante la guerra de Kargil contra Pakistán y en otros episodios similares, aunque se apresuró a añadir que: "Cuanto menos hablemos de estas cosas mejor para nuestros dos países". Yo escribí mi libro para revelar algunas de estas conexiones, la mayoría de ellas facilitadas por Advani y su doppelgänger [doble fantasmagórico], Netanyahu. En el año 2000, Haim elogió al indio que muchos consideran como cercano al Likud: “El Sr. Advani es un hombre muy singular. Me gusta mucho. Ideológica y personalmente me recuerda a algunas figuras de una generación anterior de israelíes. Se alegró mucho de poder ver en persona los métodos que hemos desarrollado para luchar contra el terrorismo. También se reunió con el jefe del Mossad. Ahora vamos a examinar qué métodos contraterroristas son apropiados para la India. Por ejemplo, Israel está totalmente cercado por las vallas electrónicas más sofisticadas, pero ¿cómo puede hacer lo mismo la India en una selva o en lo alto de una montaña? El jefe del Mossad tomó notas y ahora está haciendo sus deberes (sobre la India)".
No sólo el BJP importó los métodos contraterroristas del Mossad, sino que los partidos políticos hindúes han adoptado también la teoría geopolítica de Tel Aviv sobre el terrorismo. Y, de forma más práctica, durante el reinado del BJP, e incluso bajo el ulterior gobierno del Partido del Congreso(2), la India se ha convertido en un gran importador de armas israelíes. En 2009 el comercio militar bilateral entre los dos países alcanzó los 9.000 millones de dólares. La India es uno de los principales clientes de la industria armamentística israelí, otra fuente de financiación proporcionada desde muy lejos para mantener la ocupación del cuarteado territorio palestino. Es preciso aclarar que, mientras que el BJP está ansioso por lograr una convergencia ideológica con Tel Aviv (como explico en mi libro Namaste Sharon), el Partido del Congreso no lo tiene tan claro. Como dice Yiftah Shapir, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Tel Aviv, la India es no es un aliado fiable, ya que “no ha renunciado por completo a su identidad como país no alineado (…) El comportamiento de la India en la arena internacional no indica que se pueda confiar en ella para ayudar a Israel en cualquier situación difícil. La posición de la India sobre todos los aspectos del conflicto árabe-israelí no es neutral, sino más bien decididamente pro-palestina”. Un verdadero amigo de Israel debe ser alguien dispuesto a bajar la testuz ante cada capricho israelí, como los EEUU. La India aún no reúne los requisitos necesarios.
Yo escribo sobre Israel para desmontar su mito. Israel ha sido incapaz de doblegar el espíritu palestino, o el mundo político palestino, o la amenaza de violencia contra sus propios ciudadanos. Por el contrario, el ejército israelí sólo ha sido capaz de poner el pie en la garganta de los palestinos, quienes a pesar de ello siguen siendo capaces de hacer oír sus quejas y gritar sus sueños. No creo que Nueva Delhi pueda aprender ninguna lección de Tel Aviv. Las escandalosas acciones militares de la India en Cachemira y sus innecesarios empeños contra las tribus de la India central son ejemplos de los excesos propios de la India. [Para seguir cometiéndolos, la India] Necesita poca ayuda. Lo que se necesita para una solución progresista es otro tipo de ejemplo: acuerdos políticos y reconocimiento de los agravios e intereses mutuos.
También escribo sobre Israel con la esperanza de que otros se sumen a la campaña para poner fin a nuestra subvención de sus violaciones de derechos humanos, tanto la subvención que procede del contribuyente estadounidense como la del gobierno de la India (vía compra de armamento israelí). Israel depende de los contribuyentes estadounidenses. Su ocupación militar de Cisjordania y Gaza sólo es posible gracias al desembolso de los EEUU. Si le falta nuestro apoyo económico será incapaz de continuar como hasta ahora.
Supongo que también escribo como ser humano. Pero desde este punto de vista las acciones de Israel no tienen nada de particular. Son simplemente un ejemplo más de la violencia moderna. Como lo expresó Jigar hace cinco décadas:
Kya hai ke Qayamat es mein-e-Daur taraqqi, Jigar
Aadmi sí aadmi ka haq ada Hota nahin.
[Qué trágico, Jigar, que en esta era de progreso,
La gente no asuma la tarea que corresponde a los seres humanos.]
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Vijay Prashad es catedrático de la cátedra George y Martha Kellner de Historia Sudasiática y Director de Estudios Internacionales en el Trinity College, Hartford, CT. Su libro más reciente, Las Naciones más oscuras: una historia popular del Tercer Mundo, ganó el Muzaffar Ahmad Book Prize de 2009. De él acaban de publicarse las ediciones sueca y francesa. Puede contactarse con él en: vijay.prashad trincoll.edu
NOTAS:
(1) BJP: Bharatiya Janata Party (Partido Popular Indio). Fundado en 1980, es uno de los dos mayores partidos políticos de la India. Se presenta a sí mismo como adalid de los valores socio-religiosos de la mayoría hinduista del país, así como de las políticas sociales conservadoras y de una fuerte inversión en defensa. Su respaldo se ve fortalecido por un amplio abanico de organizaciones nacionalistas hindues, informalmente denominadas como Sangh Parivar (Liga de organizaciones nacionalistas), donde el Rashtriya Swayamsevak Sangh juega un importante papel.
Desde su creación, el BJP ha sido el principal oponente de Congreso Nacional Indio, formando alianzas regionales para contrarrestar las corrientes de izquierda apoyadas frecuentemente por el mismo. El principal banderín de enganche del BJP es el Hindutva, que significa literalmente hinduidad.
El BJP, a la cabeza de la coalición Alianza Democrática Nacional, gobernó la India entre 1998 y 2004, con Atal Bihari Vajpayee como Primer Ministro. Actualmente el BJP y sus aliados se encuentran en la oposición.
(2) Partido del Congreso: Nombre con el que se conoce al Congreso Nacional Indio (CNI), uno de los principales partidos políticos de India . Fundado en 1885 , el Partido del Congreso lideró el Movimiento de Independencia indio, con alrededor de 15 millones de personas participando en la organización y otros setenta millones apoyando la lucha contra el Imperio Británico. Tras la llegada de la Independencia en 1947 , el CNI se convirtió en el principal partido del país. Durante la 14ª legislatura (2004 - 2009), sus 145 diputados forman el mayor contingente parlamentario. El partido a su vez lidera la coalición de gobierno apoyado por el Frente de Izquierda.
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