La Trampa del Comercio Justo
Alicia Sánchez
Aporrea.org
29/8/08
Una vez más la estrategia dominante está montada. Desde los centros de poder del mundo no se acepta que las regiones tradicionalmente a su servicio, hemos decidido cambiar el rumbo y obedecer a nuestros intereses como pueblo libre y soberano. Es por ello que ante cualquier intento que pueda conducirnos a la independencia, nos llega desde el hemisferio norte un modelo, de forma atractiva, pretendiendo seducirnos bajo la premisa de saber hacerlo mejor, tener experiencia y fundamentalmente haber establecido y comprobado los parámetros y procedimientos que rigen el éxito en cuestión. Así parecen ser las pretensiones de la Certificación Orgánica para productos agrícolas y del denominado Comercio Justo. El propósito es obtener productos cultivados en nuestras tierras, destinados al hemisferio norte, donde un grupo de consumidores está dispuesto a adquirirlos a precio de exclusividad. El Comercio Justo se nos presenta como un "puente de solidaridad entre los países consumidores del hemisferio norte y los países productores del hemisferio sur". Tal afirmación representa en esencia lo que este vínculo comercial plantea: un mecanismo técnico comercial concebido por los países del Norte, para asegurarse, proveniente del hemisferio sur, el suministro de alimentos producido bajo normas y características de calidad determinadas.
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De este hecho se desprenden un sin número de consideraciones, todas apuntando a mantener el desequilibrio que históricamente ha restringido la existencia del "bienestar económico y social" a un grupo reducido de países, a expensas de sumir en diferentes grados de pobreza a un gran grupo de naciones. Entre estas consideraciones pueden mencionarse:
a) Intromisión en los asuntos internos de los países del sur, especificamente en sus planes de desarrollo, al pretender orientar la producción agrícola de determinados rubros tropicales hacia la exportación, sin considerar las insatisfacción de la demanda interna.
b) Incremento de la vulnerabilidad de la seguridad alimentaria, al pretender que la prioridad del destino de los productos sea la exportación, lo que va en detrimento de la soberanía alimentaria.
c) Dependencia tecnológica, al exigir el cumplimiento de determinadas normas y especificaciones para la producción. Es decir al definir el modelo productivo que debe seguirse para obtener la certificación de comercio justo se está determinando el soporte tecnológico requerido. Es necesario aclarar, que aún cuando los postulados del comercio justo referidos a ambiente y género pueden coincidir con la visión de un modelo productivo sustentable y sostenible, esta construcción debe ser propia, respondiendo a nuestras condiciones específicas y no derivada de la exigencia de un vínculo comercial.
El comercio justo plantea el reconocimiento a la producción agrícola orgánica bajo un incentivo adicional, lo que le resta importancia al significado del modelo productivo agroecológico. Por otro lado, siendo que la certificación orgánica es otorgada por entes extranjeros a un costo muy alto, el beneficio adicional que representa este reconocimiento estaría restringido a quienes puedan pagar por esta certificación.
Es oportuno señalar que deben unirse esfuerzos institucionales para iniciar la legislación para la agricultura orgánica venezolana, con miras a obtener un procedimiento normado oficialmente que conduzca a la Certificación Orgánica Nacional y que esta pueda ser reconocida internacionalmente.
La existencia de sólo una experiencia certificada de comercio justo en Venezuela a diferencia de un mayor número en México, Perú y Colombia, no significa que estamos desaprovechando una oportunidad del comercio mundial. Más allá de consideraciones superficiales, el estudio de nuestra realidad agrícola es complejo y su verdadera oportunidad está en las políticas públicas actuales y en la respuesta institucional que se dé a los pequeños productores, ya que nunca antes había existido la posibilidad real de superar los modelos productivos vencidos traídos de otras latitudes y desarrollar nuestro propio modelo de agricultura sustentable y sostenible.
El comercio justo no admite subsidios y medidas proteccioniostas para los productos que certifica, lo cual es una gran contradicción, ya que son del conocimiento público las medidas proteccionistas con que los Estados de los países del hemisferio norte protegen y privilegian a su agricultura.
Es urgente divulgar entre las instituciones vinculadas al sector agrícola venezolano el verdadero significado del comercio justo, ya que siendo tomado sólo por su nombre da lugar a interpretaciones erróneas que pueden conducir a decisiones desacertadas y lamentables.
El modelo agrícola venezolano que debe constituirse, en cualquiera de sus modalidades: orgánica, semi intensiva o conuco, entre otras, es un instrumento fundamental para el desarrollo local que surgirá al encuentro del cambio socio político venezolano. Por ello, iniciativas para la diversificación e innovación agrícolas dirigidas a aprovechar las inexploradas oportunidades comerciales existentes en los mercados internacionales, deben considerarse a la luz de la historia de nuestra participación en el comercio mundial y por tanto deben ser cuidadosamente abordadas, con la finalidad de aprovechar al máximo sus beneficios inmediatos, mediatos y a largo plazo. No se trata de dar respuesta a una necesidad externa que tendría quizás muy buenos beneficios actuales, pero sin favorecer nuestras capacidades tecnológicas que garanticen un buen desempeño futuro. ¿Cómo podríamos justificar acuerdos en los que nuestros productos agrícolas sean exportados para su procesamiento y permanecer como espectadores de un proceso industrial que generaría beneficios socio económicos, probablemente muchos más amplios que la producción primaria?
La sostenibilidad de un sistema agrícola se ve favorecido por la transformación de sus productos y la diversificación de los mercados. No es recomendable producir para un sólo mercado particular.
La ventaja dada por las condiciones agrológicas para ciertos productos agrícolas, necesariamente debe garantizarse a través de las capacidades tecnológicas, no sólo relativas al proceso productivo en sí mismo sino para la transformación. La oportunidad del comercio justo radica en la producción y comercialización directa con el productor, ¿significa que fundamentalmente se compraría la producción agrícola sin ninguna transformación?. Esto no parece modificar la estructura del comercio mundial, ya que suplir materia prima es algo que los países tropicales vienen haciendo desde tiempos remotos, para luego adquirir los productos elaborados.
aliciasanchez75@hotmail.com
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