Segunda noche de enfrentamientos en un barrio de la periferia parisina
Gara
Villiers-le-Bel era escenario ayer de la segunda noche de enfrentamientos tras la muerte el domingo de dos jóvenes arrollados por un coche policial. Los vecinos recibieron como una ofensa el anuncio de la Fiscalía de que investigará a los policías «por homicidio involuntario y no asistencia a personas en peligro». No se creen la versión oficial.
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Grupos de jóvenes encapuchados se enfrentaban ayer, por segundo día consecutivo, a la fuerte presencia policial en la entrada de la banlieue de Villiers-le-Bel, situada a 20 kilómetros del centro de París.
La Policía, reforzada con cientos de agentes a última hora de la tarde, lanzaban pelotas de goma y gas lacrimógeno a los jóvenes y estos respondían con botellas incendiarias y piedras.
Fuentes policiales cifraron en media docena los coches incendiados, entre ellos un vehículo policial. Un segundo fue saqueado por los manifestantes.
Antes, una marcha silenciosa recordó a primera hora de la tarde de ayer a Moushin y Larami, de 15 y 16 años de edad. Su muerte desató el domingo por la noche la ira de los habitantes del suburbio de Villiers-le-Bel, que se saldó con 25 policías y un bomberos heridos, siete detenidos, numerosos coches quemados y una comisaría calcinada. Las autoridades seguían ayer negándose a facilitar el número de manifestantes heridos en los choques, que se prolongaron durante más de seis horas.
Ya para entonces era aún más visible la ya habitual ocupación policial del suburbio parisino, una circunstancia que, para muchos, fue el desencadenante del «accidente» entre la minimoto y el vehículo policial. En Villiers-le-Bel, la mayoría cree que la Policía chocó a propósito con los dos jóvenes para proceder a una detención o identificación «tranquila», una práctica, al parecer, habitual en los suburbios. La cólera ciudadana ha obligado al Gobierno a lanzar la investigación oficial, aunque, lógicamente, las autoridades hablan en todo momento en que se trade un «desgraciado accidente».
La marcha volvió a reflejar situaciones ya conocidas desde que hace dos años los suburbios estallaran por la muerte de otros dos jóvenes en circunstancias no aclaradas suficientemente hasta la fecha. Al igual que hace dos años, la mayor parte de los periodistas no fueron bienvenidos y los manifestantes obligaron a los equipos televisivos a abandonar el barrio. Pero los pocos periodistas que pudieron hablar con los vecinos comprobaron de primera mano que la utilización de la expresión «homicidio involuntario» por parte de la Fiscalía al lanzar la investigación ha contribuido a avivar aún más si cabe la cólera de Villiers-le-Bel, precisamente porque muchos creen que el choque fue provocado de forma voluntaria o intencionada por la patrulla policial. A esa percepción se ha sumado el hecho de que el padre de Larami, uno de los dos jóvenes fallecidos, haya denunciado que un policía amenazó a su hijo la pasada semana.
La ministra francesa de Interior, Michele Alliot-Marie, reconoció que había ordenado reforzar la presencia policial, pero negó que ello obedeciera a una operación de «relación de fuerza con los violentos o a que el Gobierno temiera una extensión del conflicto por los suburbios vecinos», tal y como sucedió hace dos años. «A veces hay que tener una presencia masiva y visible como elemento de disuasión», añadió.
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