Irán cada vez más cerca de completar su programa nuclear

Piotr Goncharov
RIA Novosti
12/12/08

Las recientes conclusiones hechas por centros analíticos de Washington sobre el programa nuclear iraní o más exactamente, sobre sus avances hacia la obtención del ciclo nuclear completo han tenido gran resonancia y conmoción.

Según los expertos estadounidenses, Irán ha obtenido avances muy notables en este campo y estos logros empeoran mucho la situación internacional.

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El estado de las cosas es tal, que a la comunidad internacional sólo le queda elegir entre dos variantes posibles.

O bien se resigna desde ya al hecho de que Irán tendrá dentro de los próximos seis meses la cantidad suficiente de uranio necesario para fabricar una bomba nuclear, o espera a que se cumpla ese plazo para que la misma noticia sea difundida de forma oficial y competente por entidades como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Un último informe del director de la OIEA Muhamed El Baradei reveló que en el plazo de dos o tres meses, Irán producirá uranio de bajo nivel de enriquecimiento en las cantidades suficientes para fabricar una carga nuclear.

Reconocer que Irán está a un paso de la posibilidad potencial de obtener una bomba atómica ha dividido a la comunidad de expertos estadounidense en dos grupos, los pesimistas y los optimistas moderados.

Los primeros bajo la batuta del ex embajador de EEUU ante la ONU John Bolton en debates recientes sobre el potencial nuclear iraní, afirmó que ya nada puede impedir que Irán se convierta en un país con posibilidades técnicas de fabricar armamento nuclear.

Durante la presentación de un informe-proyecto sobre la estrategia de EEUU en Oriente Medio, los optimistas moderados indicaron que la situación se puede controlar si EEUU deja de perder el tiempo, y reconoce a Irán como "potencia regional".

Bolton argumenta su pesimismo con el hecho de que tanto el actual presidente estadounidense George W. Bush como el presidente electo Barack Obama han hablado mucho de que la Casa Blanca no tolerará que Irán pueda fabricar armas nucleares, pero ni Bush pudo, y Obama no podrá emprender medidas concretas para lograr ese objetivo.

En lo que respecta a Israel, el país más interesado en impedir que Irán logre desarrollar el ciclo nuclear completo es poco probable que se decida a atacar los objetivos nucleares iraníes. Sobre todo porque esto hay que hacerlo antes del 20 de enero, es decir, antes de que Obama tome posesión como presidente de EEUU.

Los optimistas moderados consideran que las ambiciones nucleares de Irán se limitan a que su país sea reconocido como potencia dominante en la región del Golfo Pérsico.

Esa circunstancia permitirá a EEUU la concertación de un dialogó con Teherán en cuanto a las fronteras de influencia en la región del golfo, incluso esas conversaciones podrían incluir al menos otros cuatro aspectos claves como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el desarrollo de la componente civil del programa nuclear, asuntos de seguridad regional y la regulación del conflicto árabe-israelí.

La propuesta de que EEUU e Irán conversen sobre esos cuatro asuntos no es nada nuevo.

Desde hace tiempo, Moscú recomendó a la Casa Blanca emprender conversaciones directas con Teherán para invitarla a participar en proceso de regulación del conflicto palestino-israelí, solucionar de manera conjunta el desarrollo del programa nuclear iraní y establecer los incentivos que podría recibir a cambio de renunciar a su programa para el enriquecimiento de uranio.

Cuando el Kremlin insistía en esa propuesta, Irán todavía no había comenzado el programa de enriquecimiento de uranio. Ahora, Teherán tiene en funcionamiento entre 4.000 y 6.000 centrifugadoras para enriquecer uranio.

Es evidente que se perdió una buena ocasión. Incluso si Obama decide emprender negociaciones directas con Teherán, esto no quiere decir que el Gobierno del país persa aceptará renunciar a su programa para procesar uranio.

Al respecto de conversaciones, Teherán ya declaró que se pueden hablar únicamente del inicio de consultas "sin condiciones previas".

Es posible que Bolton tenga mucha razón, cuando lamentó que los países que negociaron con Irán (Sexteto) no pudieron ponerse de acuerdo a tiempo en relación a la posibilidad de imponer sanciones de alto rigor, incluido el aislamiento económico y político con el fin de obligar a Teherán a revertir su programa de enriquecimiento de uranio.

Entre tanto, en lo que se refiere a la seguridad mundial juego se ha puesto mucho, en primer lugar el régimen global contra la proliferación nuclear.

En las actuales circunstancias, el único instrumento que impedirá a Irán desarrollar la fabricación de armas nucleares será su propia voluntad política, como insistentemente asegura el gobierno de Teherán. Pero los países vecinos no pueden interpretar esas promesas como garantía fiable de seguridad.

En consecuencia, es posible que la comunidad se pregunte cuál país después de Irán declara sobre su derecho a desarrollar el ciclo nuclear completo con fines pacíficos y quedar a un paso de la creación de armas nucleares, ¿Arabia Saudita, Egipto o Turquía?

Pero lo más importante es otra cosa.

El principio de la contención nuclear ya es anticuado y actualmente, los postulados que rigen el régimen de disuasión nuclear hacen que cada vez es más posible el peligro de que aparezca nuevo armamento nuclear.

El régimen contra la proliferación nuclear está encaminado a impedir la difusión del armamento nuclear y no sobre los asuntos concernientes al papel de disuasión del armamento nuclear.

En la práctica, esto quiere decir que los países firmantes al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares rechazan la creación, difusión, aumento, modernización y también estar a favor de su paulatina destrucción del arsenal nuclear. Es decir, defienden exactamente lo contrario a lo que persigue el programa nuclear iraní, que se desarrolla incluso en el marco del mismo tratado.

Ahora, el nuevo presidente de EEUU tendrá dos variantes diferentes para resolver el problema nuclear iraní.La primera conocida como los cinco principios, prevé negociaciones desde una postura de fuerza, incluida la variante militar.

La segunda variante hace hincapié en los esfuerzos diplomáticos con el reconocimiento incluido del liderazgo regional de Irán.

Y de nuevo el interrogante. ¿Podrá Obama sacar ventaja al tiempo que perdió su antecesor y resolver el asunto con Irán por los medios políticos?

O, ¿Tendrá la voluntad suficiente para imponer la primera variante a pesar a todo?.

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