Las Condiciones Necesarias Para la Vida Pueden Existir en Algunas Lunas de Júpiter y Saturno

Scitech News / Amazings
05/03/10

Los científicos habían pensado hasta ahora que la vida sólo podría originarse dentro de una franja orbital en torno al Sol, la llamada "zona habitable" del sistema solar, donde la incidencia del calor solar es la idónea para que un planeta ubicado en dicha franja no sea ni demasiado caliente ni demasiado frío para que el agua líquida pueda existir en su superficie. Sin embargo, según un nuevo estudio, ciertas evidencias obtenidas en misiones recientes de la NASA sugieren que las condiciones necesarias para la vida podrían existir en algunos de los satélites, ricos en hielo, de Saturno y Júpiter.

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Tal como señala Francis Nimmo, profesor de ciencias terrestres y planetarias de la Universidad de California en Santa Cruz, si estas lunas son habitables, ello cambiaría la actual creencia sobre la exclusividad de la zona orbital habitable como único lugar donde la vida puede existir. Por tanto, se modificaría de manera sustancial el concepto acerca de cómo y dónde podemos encontrar vida fuera del sistema solar.

Europa, satélite de Júpiter, y Encelado, luna de Saturno, han atraído particularmente la atención, debido a indicios de que podrían existir océanos de agua líquida bajo sus superficies heladas. Esto, más los hallazgos de exóticas comunidades biológicas en las fumarolas hidrotermales de las profundidades oceánicas de la Tierra, sugieren que estos satélites helados podrían albergar vida en la actualidad.

Las superficies heladas podrían estar resguardando océanos profundos, y mediar en el flujo de materiales y energía entre esas lunas y el espacio.

Varias líneas de evidencia apoyan la presencia de océanos en los subsuelos de Europa y Encelado.

El agua líquida no es fácil de encontrar fuera de la zona orbital por la que circula la Tierra. Pero las fuerzas de marea originadas por la cercanía de otros astros podrían preservar de la congelación a los océanos bajo la superficie. Tanto Europa como Encelado tienen órbitas excéntricas que alternativamente los acercan o alejan de sus respectivos planetas. Estas órbitas crean un tira y afloja de energía gravitacional entre los planetas y sus satélites.

Las fuerzas de marea producen fricción y energía geotérmica. Este mecanismo también haría restregar el hielo de la superficie contra sí mismo en los lugares donde haya fisuras profundas, generando calor y fundiendo el hielo. Los géiseres de Encelado parecen originarse a partir de esta clase de actividad, y las cuantiosas grietas en la superficie de Europa sugieren la acción de placas geológicamente activas.

Una capa helada externa resulta crucial para conservar los océanos que en estas lunas podrían albergar vida. Las capas de hielo además escudarían a los océanos de la frialdad del espacio y de la radiación dañina para los organismos vivos.

Tanto el núcleo como la superficie de estas lunas son fuentes potenciales de los "ladrillos" químicos necesarios para la vida. La radiación solar y los impactos de cometas dejan una película química en las superficies. Para sostener a los organismos vivos, estas sustancias tendrían que pasar a los océanos del subsuelo, y esto puede ocurrir periódicamente alrededor de las fisuras en la capa de hielo en las lunas con cubiertas de hielo relativamente delgadas, como Europa y Encelado. Las sustancias orgánicas y los minerales también podrían fluir de los núcleos de estas lunas. Estos nutrientes podrían mantener comunidades como las que se ven alrededor de las fumarolas hidrotermales en la Tierra.

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