Estados Unidos emprende una guerra de hambre contra Somalia
Glen Ford
Black Agenda Report
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
06/03/10
Con casi la mitad de la población de Somalia al borde del hambre, EE.UU. está impidiendo que la ONU entregue la desesperadamente necesitada ayuda alimentaria. Según documentos obtenidos por el New York Times, los estadounidenses exigieron que las agencias dedicadas a la ayuda alimentaria les garantizaran que no iban a pagar tasas “en los controles de carreteras, puertos, almacenes, pistas de aterrizaje u otros puntos de tránsito” que estuvieran a cargo de los combatientes de la resistencia shabab. Ya que los shabab y otras milicias controlan más de la mitad del área en conflicto, la complicidad de las Naciones Unidas con las condiciones estadounidenses sumergirá en una situación de hambre a unos tres millones de personas. En efecto, si la ayuda internacional se restringe a las zonas controladas por el régimen-títere apoyado por EE.UU., sólo unas pocas barriadas de Mogadiscio, la capital, dispondrán de alimentos.
...Siga leyendo, haciendo click en el título...
Los títeres somalíes de EE.UU. son incapaces siquiera de defenderse ellos mismos y mucho menos de mantener un gobierno y sus infraestructuras en funcionamiento. Cinco mil soldados de la Unión Africana (UA) –integrados en gran medida por ugandeses, las tropas de choque de EE.UU. en África- mantienen el control del aeropuerto, el principal nexo del régimen con el mundo exterior. Según las Naciones Unidas, los soldados de la UA en están implicados en “tiroteos indiscriminados” contra los civiles.
Como la posición de los títeres somalíes de EE.UU. resulta ya insostenible, EE.UU. está presionando sobre el sistema de entrega de alimentos de la ONU, lo que acarreará el castigo de todo el pueblo somalí. Los fondos que EE.UU. entregó a la ONU en 2009 para la ayuda alimentaria fueron tan sólo la mitad de los entregados en 2008. En 2007, los funcionarios de la ONU declararon que Somalia sufría la “peor crisis humanitaria de África… peor que la de Darfur”, como consecuencia de la invasión etíope que EE.UU. promovió a finales de 2006. De ese modo y manera, durante los tres últimos años, Estados Unidos ha estado emprendiendo continuas guerras contra el pueblo de Somalia, bien directamente o por representación, bajo el disfraz de la “guerra contra el terror”.
El funcionario de la ONU encargado de las operaciones humanitarias en Somalia, Mark Bowden, ha manifestado que Washington está escudándose en la acusación de que los combatientes shabab estaban malversando la ayuda de las Naciones Unidas y que andaban un tanto “descentrados”. Un portavoz de la Casa Blanca declaró que no era EE.UU. sino los shabab los que estaban negando el acceso a la ayuda alimentaria a los somalíes a causa de su guerra contra el “gobierno” de Mogadiscio. Lo cual no es más que una macabra variante de la excusa que los estadounidenses ofrecen rutinariamente cuando masacran civiles: que los “insurgentes” utilizan civiles como “escudos humanos”, obligando así a los estadounidenses a matarles.
Cuando el representante de las Naciones Unidas Mark Bowden se quejó a los funcionarios en Washington de que estaban reteniendo los alimentos que debían llegar a Somalia, se le dijo: Eso va más allá de nuestras posibilidades. Lo que significa que las órdenes llegan desde mucho más arriba, probablemente de la Embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice, la acólita más destacada del gobierno estadounidense de la “intervención militar humanitaria”, una doctrina que Rice ha distorsionado hasta la obscenidad máxima en el Cuerno de África.
“La intervención militar humanitaria” postula que es deber de las grandes potencias –es decir, de EE.UU. y sus aliados- intervenir en los asuntos de países más débiles si sus gobiernos no pueden, o no quieren, satisfacer las necesidades de su pueblo. Conocida también como “responsabilidad para proteger” -o “R2P”-, la doctrina, por definición, no necesita de consentimiento alguno por parte de las poblaciones a las que se propone someter. La R2P puede invocarse inmediatamente contra “estados fallidos”, según los defina el interventor “humanitario” y “protector”. En efecto, una vez que se declara que un estado es “fallido”, las grandes potencias están obligadas a intervenir, según la lógica del R2P. Todo perfectamente orquestado, sobre todo porque es EE.UU. quien de hecho ha conseguido que el débil estado nacional “fracasara”.
Tal fue el caso en 2006, cuando finalmente emergió un estado en ciernes en el centro y sur de Somalia organizado por un movimiento denominado Tribunales Islámicos. Cuando los Tribunales Islámicos derrotaron a los señores de la guerra que EE.UU. apoyaba y consiguieron llevar algo de paz, ley y orden a esa parte de Somalia, los estadounidenses instigaron y financiaron una invasión de los etíopes, hundiendo a Somalia en una “crisis humanitaria”.
De adscripción política demócrata, Susan Rice abogó por una mayor intervención militar estadounidense en el Cuerno de África que incluyera el bloqueo aéreo y naval de Sudán. Los desvaríos de Rice, modulados por motivos diplomáticos, se convirtieron en política estadounidense tras la elección de Obama. Se dedicaron a reclutar en Kenia a miles de somalíes étnicos y a enviarles al otro lado de la frontera común para que integraran las fuerzas del gobierno-títere somalí (Véase: “U.S. Sows Seeds of Wider War in East Africa”, BAR, 17 de noviembre de 2009), aunque, al parecer, todo eso tuvo pocos efectos militares en Somalia. Tales reclutamientos, en cambio, lo que sí lograron fue socavar la cohesión nacional keniata al promover que los somalíes étnicos se identificaran, no en relación a Kenia, sino hacia el estado vecino. Y lo que es mucho más inquietante, EE.UU. presionó al Consejo de Seguridad de la ONU para que impusiera sanciones contra Eritrea por haber proporcionado supuestamente apoyo material a los shabab somalíes, una acusación que Eritrea niega con toda contundencia (Véase “Who Demonizes Eritrea and Why?”, BAR, 16 de febrero de 2010).
Cada acción que EE.UU. emprende en el Cuerno de África parece haber sido calculada para acabar con la estabilidad de algunas de las naciones constituyentes de la región o, en el caso de Somalia, para impedir que pueda emerger un estado nacional, a menos que esté nombrado a dedo por Washington. (En Sudán, EE.UU. e Israel llevan mucho tiempo trabajando en aras de fraccionar el país más grande de África).
Incapaz de encontrar o crear un hombre de paja somalí capaz de derrotar a los shahab, EE.UU. se dedica ahora a asediar al pueblo somalí, a matarle de hambre para conseguir someterlo. Al negarse a autorizar la entrega del grano amontonado en los almacenes de Mombasa, en Kenia, el régimen estadounidense está revelando ser menos humanitario que Gengis Khan.
0 comentarios:
Publicar un comentario