Huelga de los inmigrantes en Italia contra la xenofobia y el racismo
Julio Alganaraz
Clarín
03/03/10
Emocionante ver los miles y miles de globos color amarillo que, entre vivas y aplausos, se elevaron al cielo al culminar las manifestaciones que en 60 plazas italianas realizaron tantos inmigrantes que decidieron celebrar "una huelga de 24 horas, de Italia sin nosotros". Los paros fueron más bien individuales aunque en las industrias de Brescia y de Bolonia hubo medidas significativas y que contaron con la solidaridad de italianos amigos de los "sin derechos". Pero la jornada puso en el centro del escenario a los casi cinco millones de extranjeros que viven en Italia en un ambiente cada vez más racista y xenófobo que los tolera con dificultad.
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"Somos hombres y mujeres como ustedes", decían algunos carteles en el barrio del Esquilino, frente al viejo palacio de la embajada argentina en Roma, donde se reunieron los primeros grupos.
"Nosotros pagamos también vuestras jubilaciones", gritaba un grupo de senegaleses. Cierto. Los inmigrantes aportan el 9,7% del PBI. En dólares son más de 250 mil millones. Los extranjeros hacen los aportes de la seguridad social y en un país envejecido dan oxígeno al sistema de jubilaciones porque son pocos los inmigrantes en la edad de la pensión.
Edda Pando, una ecuatoriana que vive y trabaja hace muchos años en Italia grita por los micrófonos. "Hoy creo que por fin nos ven, que hemos llegado al punto de no retorno. Existimos y somos personas, tenemos hijos que han nacido aquí y a los cuales no les reconocen la ciudadanía italiana".
Jean, un senegales, da su testimonio y se le caen las lágrimas. "Todos los días viajo en subte y siento las miradas de desprecio, el vacío que me hacen. Y yo quisiera hablar, explicar cuanto quiero integrarme. He ido a la universidad en mi país, soy sano. Pero muchos creen que somos sucios, que traemos enfermedades".
La victoriosa centroderecha de Silvio Berlusconi, el primer ministro, hizo aprobar en mayo último una ley restrictiva y represora contra la inmigración. La crisis global ha aumentado el recelo, la hostilidad y el miedo por parte de los locales de perder el trabajo. Pero los inmigrantes hacen los trabajos que los italianos no quieren realizar. Ahora hay más de dos millones de desocupados y el horizonte es negativo".
Muchos inmigrantes llevan años aquí, pero no logran integrarse. Alquilar una vivienda es una aventura cara y para los inmigrantes las dificultades son mucho mayores. Y en las escuelas ha sido implantada una restricción odiosa, que pone un techo de 30% de participación en las clases de los chicos y adolescentes extranjeros. La gran mayoría son nacidos en Italia, pero como rige la ley de la sangre y no del suelo, se puede nacer y seguir siendo extranjero. "Nosotros tenemos permisos de trabajo, pero los tramites son una vergüenza", explica Edelmira, una peruana. "En los departamentos para extranjeros de la policía retardan la consigna de las renovaciones y siempre estamos al borde de la clandestinidad. Estos abusos tienen que terminar", reclama enojada.
En Nápoles marcharon respondieron a la convocatoria más de veinte mil extranjeros e italianos solidarios. Además de la marcha de Roma, hubo concentraciones importantes en Turín y Milán, donde la xenófoba Liga Norte de Umberto Bossi, principal aliado de Berlusconi organizó una contramanifestación en Milán.
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