Un hongo parásito fuerza a hormigas zombi a morir en el sitio ideal
Journals / EFN
14/09/09
Un estudio desvela nuevos detalles sobre un inquietante hongo parásito que controla la voluntad de las hormigas que se convierten en sus víctimas, obligándolas a desplazarse hasta el lugar donde para el hongo resulta idóneo que la víctima muera. El estudio, dirigido por David P. Hughes de la Universidad Harvard, revela la asombrosa precisión con la que el hongo manipula la conducta de sus víctimas.
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Cuando una hormiga carpintera es infectada por el hongo, conocido como Ophiocordyceps unilateralis, la víctima sigue viva, aunque no por mucho tiempo. Y mientras, el hongo controla firmemente la voluntad de la hormiga. Hace que salga de su hormiguero, a gran altura en las copas de los árboles, y avance hacia abajo, internándose en las hojas de plantas pequeñas o árboles recién brotados en la vegetación cercana al suelo. La hormiga entonces se aferra al lado de una hoja orientado hacia el suelo, y fallece poco después, permaneciendo sujeta a la hoja mediante sus mandíbulas.
Tras la muerte de la hormiga, el hongo sigue creciendo dentro del cadáver. Pasados unos días, un estroma (la estructura fúngica que alberga los órganos productores de esporas) brota desde la parte trasera de la cabeza de la hormiga. Una semana o dos más tarde, el estroma comienza a expulsar esporas hacia el suelo del bosque. Cada espora posee el potencial de infectar a otro desafortunado que pase por allí.
Durante más de cien años, los científicos han sabido de la habilidad atemorizante de estos parásitos para convertir a las desprevenidas hormigas en zombis. Pero Hughes y sus colegas han descrito con detalle el control asombrosamente preciso que el hongo tiene sobre sus víctimas.
En un bosque de Tailandia, el equipo de Hughes descubrió que las hormigas carpinteras infectadas se hallan casi invariablemente en la cara inferior de las hojas que están a 25 centímetros del suelo. Pero aún hay más: La mayoría de las hormigas se hallan en las hojas que brotan del lado noroeste de la planta.
Los investigadores han descubierto que la temperatura, la humedad y la luz solar en estos puntos presentan aparentemente los valores óptimos para que el hongo crezca y se reproduzca. Cuando los investigadores colocaron hojas con hormigas infectadas en posiciones más altas o en el suelo del bosque, el parásito no logró desarrollarse apropiadamente.
El hongo manipula con exactitud las hormigas infectadas para que mueran justo donde el parásito prefiere estar, haciendo que cada hormiga recorra un largo trecho durante las últimas horas de su vida.
Pero lograr que la hormiga muera en el sitio correcto es sólo la mitad de la batalla, tal y como descubrieron los investigadores al examinar algunas víctimas.
El hongo ha desarrollado toda una gama de estrategias espectaculares para conservar la posesión de sus preciados recursos.
Mientras se despliega dentro del cadáver, el hongo convierte parte de los tejidos de la hormiga en azúcares que utiliza para crecer.
Pero deja intactos los músculos que controlan las mandíbulas para asegurarse de que la hormiga se mantenga aferrada con ellas a la hoja. El hongo también preserva el caparazón externo de la hormiga, creciendo entre las grietas y rendijas para reforzar los sitios débiles.
Al hacer esto, el hongo crea una capa protectora que no permite la entrada de microbios u otros hongos.
Una vez completados todos estos trabajos, ya puede pasar con seguridad a la actividad de buscar nuevas víctimas.
Aparentemente, las hormigas carpinteras tienen algunas defensas contra este hongo. El método más eficaz para evitar la infección parece ser permanecer lo más lejos posible de las víctimas. Quizás por eso, estas hormigas establecen sus hormigueros en la cubierta forestal de los bosques, a gran altura respecto al área donde crece el hongo.
Los mecanismos y señales que el hongo utiliza para controlar la conducta de la hormiga siguen siendo un misterio.
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