El control mundial de almas

Alfredo Toro Hardy
Rebelión
18/09/09

En los últimos lustros el sector de los servicios dejó de ser el pariente pobre de la economía mundial, para transformarse en el de más rápido crecimiento y sofisticación tecnológica. Dentro de este sector el binomio información-entretenimiento, es decir la multimedia, ha alcanzado particular relevancia. En su obra Jihad vs. McWorld, uno de los libros más incisivos publicados en los noventa, Benjamin Barber advertía que la economía ha pasado de “los bienes a los servicios, de la baja tecnología a la alta tecnología, de la industria pesada a la industria suave, de lo real a lo virtual, del cuerpo al alma” (New York, 1996).

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La multimedia se dirige, efectivamente, hacia las almas de los seres humanos. Según Barber, en el pasado el capitalismo tenía que capturar a las instituciones políticas y a las elites para controlar tanto las políticas como la filosofía dominantes y, por esa vía, construir una ideología apta para promover sus intereses. De acuerdo con sus palabras: “Hoy, en cambio, elabora como uno de sus productos más rentables a la ideología misma”.

A partir de los años ochenta la multimedia evidenció un proceso de concentración de proporciones gigantescas. En su obra The Media Monopoly, Ben Bagdikian señalaba que, al terminar la Segunda Guerra Mundial, el ochenta por ciento de los periódicos en los Estados Unidos eran controlados por propietarios independientes, al tiempo que para 1989 el ochenta por ciento de dichos periódicos habían pasado a ser controlados por unos pocos conglomerados. De igual manera, refería que en 1981 veinte corporaciones controlaban alrededor de un 50 por ciento de las once mil revistas que se publicaban en los Estados Unidos y que, para 1989, esas veinte corporaciones habían quedado reducidas a tres (Boston, 1992).

En la actualidad la multimedia global evidencia una clara estructura piramidal. En su vertice encotramos a unos pocos conglomerados que de manera oligopólica controlan la parte de león de este sector a escala planetaria. Entre ellos sobresalen Time-Warner-CNN-AOL, Walt Disney-ABC, Sony, Viacom, Bertelsmann, News Corporation o General Electric-NBC. Dichos conglomerados se hallan inmersos en las áreas de la televisión directa, satelital y por cable; la producción cinematográfica; el negocio discográfico; el negocio editorial; la prensa escrita y la Internet.

En un segundo nivel sobresalen empresas como Dow Jones, Gannet, Hearst o Advance Publications en America del Norte; Kirch Group, Havas, Mediaset, Hachette, Prisa o Canal Plus en Europa y Globo, Televisa, Clarín, o Grupo Cisneros en América Latina. Finalmente aparecen los conglomerados de cobertura más estrictamente nacional que abarcan también las distintas vertientes de la información y el entretenimiento.

La pirámide mediática antes referida defiende un mismo tipo de valores y difunde un mismo tipo de mensaje. Como bien señalaba Barber, la ideología misma es su producto más rentable. La suya es una industria cuyo poder radica en la definición de parámetros de credibilidad u ostracismo. Una industria que se maneja sobre una dinámica maniquea de héroes y villanos.

Afortunadamente frente a ella insurge el ciudadano organizado o consciente, por intermedio de la prensa alternativa y de la blogosfera. Abandonado a su propia suerte, el ciudadano no tuvo otro recurso que el de organizarse. Ello ha propiciado el que una sociedad de los David haya ido cobrando fuerza de manera paralela a la de los Goliat. Gracias a la tecnología de la información y a las posibilidades ilimitadas de unir a la gente que ésta genera, ha surgido una vanguardia muy particular.

Una de las expresiones más notorias de esta realidad es la llamada “blogosfera”, donde circulan los “blog” o “vitacoras”. Esto es, publicaciones “online” operadas gracias a sencillas herramientas y con frecuencia por una sola persona. Los casos de Marcos Moulitsas o Joshua Micha Marshal, en Estados Unidos, son los más relevantes. En solitario, ambos manejan medios visitados diariamente por cientos de miles de internautas. En el mundo de habla hispana sobresale este medio, Rebelión, conducido por un grupo de intelectuales y académicos españoles y que evidencia alrededor de ciento cincuenta mil entradas diarias tanto en España como en América Latina. De hecho, es difícil visualizar como en el mediano y largo plazo los grandes diarios, compuestos por miles de empleados, tecnología costosa y elaborados mecanismos de distribución, podrán competir contra medios que combinan gran audiencia y costos de funcionamiento insignificantes.

La aplanadora uniformadora de los grandes consorcios de la información comienza a estrellarse contra la voz independiente de medios como los citados. De no ser por ellos el control mundial de las almas resultaría absoluto e inapelable.

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