La manipulación mental

Benito Montás Dominguez
primicias.com.do
22/02/08

“Miente, miente, que al final algo queda... “”Cuanto más grande sea la mentira, más gente la creerá...” Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi.

La manipulación mental es un método más o menos eficaz dependiendo de los individuos, su objetivo es hacer admitir informaciones cualesquiera a otra persona, repitiéndoselo hasta que el objetivo sea alcanzado.

En el caso de las masas es particularmente eficaz, donde el sentimiento, nacionalista o religioso, se invoca y, asimismo, donde la población está pobremente educada y se les ha limitado el acceso a los medios de comunicación independientes. Para ello se recurre a la censura y la propaganda, y al cultivo de una particular retórica en el lenguaje denominada desinformación.

SDLT: Para más información, ver Ponerología Política: Una Ciencia de La Naturaleza del Mal ajustada a Propósitos Políticos.

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La manipulación se realiza a través de los medios de información sobre la población; estos pueden, efectivamente, tener a largo plazo el efecto de imponer el punto de vista deseado sobre los que ven o escuchan dichos medios de comunicación.

Paúl Joseph Goebbels, figura clave del régimen nazi, en la Alemania hitleriana, su jefe de propaganda, conocido por sus dotes de gran retórica y su capacidad persuasiva, promovió la depuración de los ambientes culturales y la más extensa difusión de los mitos del nazismo.

A comienzo de la segunda guerra mundial, prohibió que se escucharan emisoras extranjeras y contribuyó con numerosas medidas propagandísticas a que el pueblo alemán mantuviera la fe en la victoria final. Cuando las noticias de los frentes no podían ocultar las derrotas militares, con eufemismos, Goebbels apeló a la solidaridad, la confianza y la voluntad de vencer.

Goebbels, ciertamente, era un genio de la propaganda. Algunos de sus principios son hoy en día usados como herramienta propagandística. Como el principio de simplificación y del enemigo único, es decir, adoptar una única idea, individualizar al adversario en un único enemigo.

Así, el principio de la transposición o, lo que es lo mismo, cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, responder ataque con ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan". Como, también, el principio de la vulgarización, usado cuando la capacidad receptiva de las masas es limitada, su comprensión escasa, teniendo gran facilidad para olvidar; en estos casos, la propaganda debe ser popular, adaptada a los niveles menos inteligentes de la población.

También está el principio de orquestación, conducente a que la propaganda debe limitarse a pocas ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre coincidiendo sobre el mismo concepto. De ahí la frase "Si una mentira se repite, suficientemente, acaba por convertirse en verdad". Además, existe el principio de silenciar, consistente en acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, al mismo tiempo que realizar la contra propaganda con la ayuda de medios de comunicación afines.

Goebbels, creía en el principio de la inyección, que es cuando la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales, por tanto, se trata de difundir argumentos que puedan arraigar actitudes primitivas. Se fundamentó, igualmente, en el principio de la unanimidad, que es llegar a convencer a mucha gente para que crea que piensa 'como todo el mundo', creando una falsa impresión de unanimidad.

De este modo, en el comportamiento político, cualquier parecido con hechos o actuaciones en el actual proceso es pura coincidencia.

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