El vergonzoso negocio de vender teléfonos móviles a niños

Dsalud
02/09/09

Francia estudia crear una ley para proteger a los menores de la contaminación electromagnética. El Reino Unido y Finlandia recomiendan que los niños no usen teléfonos móviles. Bélgica reduce considerablemente los límites de exposición a las ondas. ¿Y España? En nuestro país no sólo no se limita ni se recomienda que los niños no usen los móviles sino que se permite que se vendan modelos diseñados expresamente para ellos. A pesar de que estudios recientes concluyen que hasta los fetos resultan afectados y al nacer esos niños tienen problemas emocionales y de hiperactividad.

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En los últimos años el uso de teléfonos móviles entre la población infantil se ha extendido de manera tan injustificada como alarmante. De hecho cada vez se usan a edades más tempranas. Los datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio ponen de manifiesto que en España el 50,65% de los niños de entre 10 y 15 años tiene móvil, porcentaje que asciende al 78,4% para los jóvenes de entre 16 y 17. Algo que los padres que se los proporcionan justifican alegando que gracias a ellos tienen mejor localizados y/o controlados a sus hijos pero en juego entran también ciertos convencionalismos sociales: en una sociedad ultracompetitiva como la nuestra no llevar móvil al colegio es a veces hasta motivo de rechazo por parte de los compañeros de clase. Lo cierto sin embargo en este caso -como en tantas ocasiones- es que el “remedio” puede ser peor que la “enfermedad”. Los teléfonos móviles presentan riesgos que hay que tener en cuenta sobre todo cuando quien los utiliza es un menor en fase de formación cuyo cerebro está desarrollándose. Un estudio elaborado por el Defensor del Menor de Madrid, por ejemplo, afirma que en la actualidad un porcentaje significativo de los jóvenes de entre 11 y 17 años presenta ya problemas de concentración en el colegio y, a veces, ansiedad y empobrecimiento del lenguaje. Agregando que los niños adoptan además conductas de adultos y no viven su niñez de manera plena.

PAÍSES QUE LIMITAN EL USO DEL MÓVIL

Lo paradójico es que mientras la industria sigue negando que las radiaciones de las antenas, teléfonos móviles y aparatos WiFi sean peligrosas hay ya gobiernos dispuestos a reaccionar porque saben la verdad. El Ejecutivo francés de Nicolás Sarkozy, por ejemplo, estudia restringir el uso de los teléfonos portátiles en los colegios; no sólo en las aulas, medida que ya tomó hace algunos meses, sino en todas las instalaciones educativas. El Gobierno galo primero prohibió la venta de móviles fabricados específicamente para niños y después limitó el uso de estos aparatos por parte de menores de diez años. De momento el ejecutivo de Sarkozy se mantiene a la espera de las conclusiones de un amplio estudio que ha encargado y deja en manos de los colegios la decisión de valorar el uso o no de los móviles en los centros educativos. Lo que no obsta para que el Gobierno francés haya decidido exigir que en el futuro todos los teléfonos móviles se vendan con auriculares de manos libres a fin de alejar la radiación del cerebro de los usuarios. Claro que algunos municipios franceses importantes ya habían adoptado previamente acciones de protección de la infancia dada la pasividad del Gobierno central. El Ayuntamiento de Lyon, por ejemplo, llevó a cabo en las pasadas navidades una campaña de publicidad contra el uso de este tipo de tecnología por los niños.

En ese mismo periodo de tiempo el organismo finlandés que se encarga de estudiar los efectos de las radiaciones electromagnéticas recomendó limitar el uso de los teléfonos móviles por parte de los niños. Y el Gobierno británico emitió una recomendación parecida. Aunque lo cierto es que ninguno de los dos estados, ante la presión de la industria, se ha decidido a legislar al respecto.

El profesor Francisco López, del Colegio Público José A. Labordeta de Zaragoza, es uno de los docentes que ha decidido denunciar públicamente lo que está pasando: “El riesgo para la salud de las radiaciones electromagnéticas en los niños es mucho mayor porque al no haber completado su desarrollo físico les afectan más. Así lo entendió el Consejo Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido que informó de su peligrosidad, sobre todo para el tejido craneal, en un informe que fue determinante para que a principios del 2005 se retirara del mercado en Gran Bretaña y Holanda un teléfono móvil diseñando para niños de cuatro a ocho años”. Por otro lado, la región de Bruselas ha obtenido la aprobación de la Corte Constitucional de Bélgica para establecer los límites de emisión de ondas electromagnéticas. El litigio belga concluyó hace pocos meses y se establecieron tres voltios por metro (V/m) como límite cuando la normativa anterior permitía 40 V/m. Además cada región podrá poner el límite que considere necesario. No es que sea un gran logro -recordemos que Liechtenstein estableció a comienzos de septiembre del 2008 su máximo de emisión en 0,6 V/m- pero no deja de ser un paso adelante en la lucha por la protección de las radiaciones electromagnéticas.

¿Y EN ESPAÑA?

España, obviamente, sigue siendo diferente. Porque que una empresa de telefonía móvil como Movistar utilice el “todo vale” como modus vivendi ya no extraña a nadie pero que esté comercializando un móvil específicamente diseñado para niños -el modelo MO1 de Imaginarium- es para muchos expertos el colmo de la desvergüenza. Es más, mediante campañas de publicidad se han encargado de convencer tanto a los niños como a sus padres de que tener móvil es lo más natural del mundo. A ello hay que sumar que algunos padres valoran mucho estos aparatos y suelen utilizarlos con frecuencia delante de sus hijos por lo que debido a la tendencia de éstos a imitar a sus mayores se les incita a tener uno cuanto antes. De ahí que numerosos padres se hayan apuntado a la moda de regalar a sus hijos un móvil en el cumpleaños, la comunión o las navidades sin analizar las repercusiones que ello puede tener para su salud.

En suma, hay que decirlo sin tapujos: la crueldad en los negocios no tiene límites. El móvil que Imaginarium y Movistar han desarrollado para los más pequeños se denomina MO1 y está pensado para que lo utilicen infantes a partir de ¡seis años! Y como se trata –dicen- de un móvil “pensado para la comunicación entre padres e hijos” tiene botones directos llamados Papá y Mamá. Fabricado con materiales resistentes -de vivos colores para captar la atención de los críos- tiene funciones limitadas y controladas por los padres porque en realidad es un objeto diseñado para éstos ya que gracias al servicio Localízame se puede saber en todo momento dónde se encuentra el aparato. Pues bien, una de las organizaciones vascas que trabaja en asuntos relacionados con la contaminación electromagnética, Antena No de Getxo (Vizcaya), se puso en contacto -a través de Gorka Arteagabeitia- con la compañía Imaginarium para hablarles de las posibles consecuencias nocivas para la salud infantil del aparato que venden y la respuesta de Olga López, responsable de marketing de la corporación, fue la siguiente: “Agradecemos que se haya puesto en contacto con nosotros a través de nuestra página web. Comentarle que todos los artículos que comercializa Imaginarium cumplen los más estrictos controles de calidad, tanto legales como a los que los sometemos en laboratorios propios”.
En suma, a Imaginarium no le importa si sus móviles son o no peligrosos para la salud de los niños. Les basta con afirmar que son de buena calidad, emiten ondas electromagnéticas como todos los demás y cumplen con la ley. Del potencial peligro para los infantes no quieren saber nada. Y es que si el día de mañana causan problemas a los niños podrán alegar que ellos no tiene responsabilidad alguna porque eran legales.

Silvia Manzana, otra persona preocupada por el aumento en los últimos años de la contaminación electromagnética -lo suyo es el ciberactivismo pues está en una de las organizaciones más combativas de nuestro país, la Asociación de Afectados por Campos Electromagnéticos (ACACEM)-, también escribió en su día a Imaginarium: “Me sorprende ver en el último catálogo de Imaginarium un teléfono móvil para niños. Un teléfono móvil no es un juguete y en un momento de grandes dudas por parte de mucha gente y habiéndose publicado numerosos informes médicos sobre los efectos sobre la salud -por no hablar de la adicción psicológica que supone en muchos casos- de su uso y abuso, sobre todo por parte de los niños, me parece una irresponsabilidad la creación y comercialización de MO1. Les supongo enterados de que en el Reino Unido está especialmente prohibida la venta de móviles para niños así como la publicidad de éstos dirigida a niños y adolescentes. En Estados Unidos se obliga a los fabricantes a informar a los usuarios sobre los posibles efectos de su uso sobre la salud. Con la telefonía móvil no se juega y la posibilidad de crear necesidades y adicciones que pueden representar daños para la salud física y psíquica -actual y futura- de los niños debería ser motivo suficiente para comprender que Mo1 no debería existir; y todavía menos ofrecerse en un catálogo de juguetes educativos”. Jamás le contestaron.

“Me parece recordar que en los catálogos para otros países, a los que también se podía acceder a través de su web, el MO1 no estaba -nos diría Silvia Manzana-. O sea, que aparte de todas las demás consideraciones me hice la reflexión de que a algunos padres se les informa más y a otros menos. Y que a unos niños se les protege más y a otros menos. Depende del país, depende de la campaña de marketing, depende… Todo depende. No he vuelto a comprar en Imaginarium. Lo malo es que si sigo en mi particular boicot a unos y otros por razones éticas, ecológicas, prácticas o de simple protesta me voy a quedar pronto sin sitios donde adquirir siquiera lo básico. Mire, en la escuela de mi hijo han tenido que prohibir el uso de móviles en horario escolar… ¡y se trata de una escuela de primaria! Dicen, con muy buen criterio, que ya hay teléfonos a disposición de los niños si tienen que llamar a casa. Lo incoherente es que los maestros sí usan el móvil en horario escolar y ni siquiera lo tienen desconectado mientras dan clase lo que significa dar un mensaje muy contradictorio a mi parecer”.

Lo lamentable es que pese a las advertencias de los grupos que trabajan contra la polución electromagnética existen otras organizaciones no gubernamentales dedicadas a la infancia que no dudan en firmar convenios con las empresas de telefonía. Es el caso, por ejemplo, de Telefónica Móviles y Aldeas Infantiles SOS España, entidad que recibirá de la operadora un euro por cada paquete que ésta venda de sus móviles a niños. Lo que indica que sus responsables son, cuando menos, unos inconscientes o unos ignorantes.

Algo por otra parte muy extendido. En Bilbao, en un paraje muy apreciado por sus ciudadanos llamado Artxanda, hay una gigantesca torre de antenas base de telefonía y repetidores parabólicos que está ¡junto a una zona infantil de juegos! Y a nadie parece importarle a pesar de que según José Miguel Lozano, miembro de la plataforma ACACEM, la instalación era en origen propiedad de la empresa Retevisión y “produce una emisión de ondas electromagnéticas que puede calificarse de disparatada pues las medidas han llegado a 31,5 V/m” (recuérdese que Liechtenstein tiene regulada un máximo de emisión de 0,6 V/m).

PELIGRO GENOTÓXICO, DAÑOS EN EL ADN

En suma, muchos padres prefieren tener a sus hijos “controlados” dándoles un teléfono móvil a pesar del riesgo que ello puede tener sobre su salud y eso es algo que aprovechan muy bien las compañías que no dudan en ofrecer lo que algunos ya califican de “servicios envenenados”. Padres que evidentemente ignoran los trabajos de investigadores como Manuel Portolés, bioquímico del Hospital La Fe de Valencia que ha estudiado bien el asunto y es uno de los científicos que más ha contribuido a divulgar la verdad entre la población, especialmente a través del diario Levante. Así que para quienes se encuentren despistados sobre los efectos de la radiación electromagnética de la telefonía he aquí unos párrafos entresacados de uno de sus artículos: “Existe abundante literatura científica sobre las consecuencias para la salud de vivir alrededor de una instalación de telefonía móvil (véase en estas mismas páginas La onda herziana, un experimento global, 22 de marzo de 2007).

A modo de muestra recuerdo los estudios de Eger y Wolf que coinciden, ya en 2004, en establecer un aumento del cáncer (4 veces más) en radios de 300 metros alrededor de estaciones base de telefonía móvil o el estudio financiado por la Unión Europea (Proyecto Reflex, 2005) que demostró en más de diez laboratorios diferentes que la radiación electromagnética de la telefonía móvil es capaz de romper el ADN, nuestra información genética; tras estos resultados la financiación (tres millones de euros) fue suspendida. Hoy hasta la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) incluye a los campos electromagnéticos de baja frecuencia (más pequeña que las microondas de la telefonía móvil) como posible cancerígeno (categoría 2B); aunque para muchos investigadores, según los últimos datos, debería de estar en la categoría 1”.

Rotunda denuncia. Contundente más bien. Y es que los padres deberían saber que es verdad que hay otros “estudios” que aseguran lo contrario, que el peligro es mínimo o inexistente, pero se trata de trabajos tras los cuales se halla ¡la propia industria! Portolés, en cambio, es un científico independiente y es muy claro: “Sólo sobre su genotoxicidad (alteraciones del ADN celular) se han publicado un centenar de trabajos.

Y según el 60% de los mismos las radiaciones electromagnéticas producen daños en el ADN. Y eso que un 26% de ellos, que no son pocos, estaban financiados por el sector de las telecomunicaciones. En contraposición, la industria ha pagado ¡el 83%! de los estudios que indican que las ondas electromagnéticas no causan esos daños. Bueno, pues desde 1990 una de las revistas más importantes del sector, Radiation Research, ha publicado uno solo de los trabajos que indican la genotoxicidad de las radiaciones y 21 de los que niegan que sea así. En suma, parece que algo huele a podrido en la ciencia electromagnética”.

En cuanto a cómo afectan las radiaciones a los niños se lo preguntamos directamente.

Y esto es lo que nos contestó Postolés: “Es de suponer que la radiación electromagnética debe afectarles más pues los niños, al tener aun tejidos en desarrollo -como el nervioso-, son más vulnerable a cualquier tóxico y la radiación electromagnética es genotóxica. A este riesgo potencial hay que sumar el abuso que de esta tecnología se realiza a estas edades por lo que no es de extrañar que en el futuro próximo se asocie al fracaso escolar. Algunos investigadores aconsejan ya por eso que los móviles se prohíban a los menores de 16 años. Especialmente porque se añade al actual cóctel electromagnético del hogar –en un suma y sigue- debido a la proliferación de la tecnología Wireless Fidelity o WiFi, a las conexiones sin cables y a los sistemas de comunicación de voz/datos tipo Bluetooth, PDAs, WiMax y otros que utilizan campos electromagnéticos de frecuencia similar o mayor que la telefonía móvil”.

BIBLIOTECAS Y MUSEOS SIN WIFI

El problema es tan real y acuciante que al igual que ya hay universidades y colegios de medio mundo que han decidido no implantar los sistemas inalámbricos en sus recintos –en especial el WiFi- otras autoridades se plantean hacer lo mismo en bibliotecas y museos. Es el caso de algunos de París (Francia) y Salzburgo (Austria) donde han decidido una moratoria en su implantación aplicando el llamado Principio de Precaución. En España, en cambio, estos sistemas continúan proliferando. A pesar de que los datos sobre su impacto negativo en la salud son cada vez mayores.

En el 2008, por ejemplo, se demostró que la radiación de la telefonía móvil también altera la expresión de proteínas en la piel humana (BMC Genomics). Y que tiene efectos neurobiológicos ya que puede modificar los parámetros de atención y memoria (Occupational and Environmental Medicine). Y que hay una clara asociación con tumores -malignos y benignos- de la glándula paratiroides, encargada de controlar el calcio y fósforo sanguíneos (American Journal of Epidemiology).

Por otra parte, el trabajo científico conocido como BioInitiative Report –probablemente el más amplio e importante de los últimos años- ha dejado bien claro que los efectos biológicos de las radiaciones electromagnéticas sobre la salud se producen a niveles de exposición muy inferiores a los decididos por las autoridades como “límites públicos de seguridad”. Se trata de hecho del informe que sirvió al Parlamento Europeo para llamar la atención de los gobiernos sobre el peligro de la contaminación electromagnética y lo realizó un grupo de trabajo denominado Bioiniciativa integrado por científicos, investigadores y profesionales de salud pública de muy diversos países. En total, catorce expertos más otros doce críticos externos al trabajo. Hasta la Agencia Europea de Medio Ambiente aportó al mismo un capítulo basado en un estudio de la propia institución. ¿Y a qué conclusiones llegó este trabajo que, entre otras cosas, analizó los resultados de 200 trabajos anteriores? ¿Se constató si pueden provocar daños las radiaciones electromagnéticas? La respuesta es clara: el informe lo afirma. En el caso de los niños, objeto de este reportaje, asevera que hay “pocas dudas” de que una exposición continuada a ellos puede ser causa de leucemia infantil. Es más, agrega que “existen evidencias de que otros tipos de cánceres infantiles pueden estar causados por los campos electromagnéticos”.

Solo nos resta decir que para sus autores las personas que llevan utilizando habitualmente teléfono móvil desde hace diez años o más tiene bastantes posibilidades de terminar desarrollando un tumor cerebral maligno.
Cabe recordar en este sentido que ya en julio de 2008 la publicación científica Epidemiology publicó un trabajo sobre la exposición prenatal y posnatal a la telefonía móvil que fue efectuado por investigadores de las universidades de California (EEUU) y Aarhus (Dinamarca) que centraron su estudio en analizar si tras estar expuestos en el seno materno durante el embarazo a radiaciones electromagnéticas procedentes de teléfonos móviles existía luego en los niños nacidos, cuando llegaban a los siete años, problemas de comportamiento. Y tras estudiar más de 13.000 casos se concluyó que sí, que entre los que sufrieron radiaciones prenatalmente existían más problemas emocionales y casos de hiperactividad.

CONSUMIDORES CRÍTICOS

¿Y que hacen las organizaciones de consumidores? Pues algunas han criticado la comercialización de móviles para niños y han denunciado el actual intento de ampliar el negocio fomentando el consumismo a edades tempranas… pero no todas. De hecho en la presentación pública del ya mencionado modelo MO1 de Movistar e Imaginarium la compañía telefónica contó con el “aval” de Aldeas Infantiles y de la ¡Unión de Consumidores de España (UCE)! Vamos, ¡como para fiarse a partir de ahora de lo que diga o haga esa organización!

Afortunadamente las demás actuaron con ética. La portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), Ileana Izvernieceanu, no dudó en calificarla de “una idea aberrante”. Es más, consideró “algo de locos” vender un móvil a un niño de ocho años. Izvernieceanu se mostró convencida de que la única razón de la iniciativa es económica aunque se haya intentado hacer creer que era un método para dar “seguridad” a los padres. “Como el 90% de la población ya tiene móvil quieren ampliar la cuota de mercado captando a los niños”, denunció. Para la OCU Telefónica Móviles “se ha saltado en este caso la ética a la torera” y la consecuencia será que habrá niños “consumidores desde pequeños, enganchados al móvil y a los mensajes” cuando tanto psicólogos como psiquiatras “certifican que es innecesario que un niño de ocho años realice llamadas”.

También la Federación de Consumidores en Acción (FACUA) emitiría un comunicado en el que calificaba los móviles infantiles de “grave irresponsabilidad a nivel sanitario y educativo” y acusó a la compañía de “enriquecerse a costa de niños cada vez más pequeños obviando los estudios científicos que desaconsejan que utilicen teléfonos móviles”.

Y en parecido sentido se pronunció la Asociación de Amas de Casa Consumidores y Usuarios (CEACCU) a través de Isabel Ávila quien alertó de “lo peligroso que resulta crear hábitos de consumo injustificados a edades tan tempranas”.

Terminamos indicando que a juicio de esta revista los padres deberían impedir -o al menos limitar enormemente- el uso de móviles por sus hijos. Aunque las autoridades sanitarias se dediquen en este asunto -como tantas otras veces en que hacer lo debido implica molestar a empresas poderosas- a mirar hacia otro lado.

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