Los afrouruguayos buscan equidad racial.

Caoba

De acuerdo con los datos oficiales de 1996 surgidos de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas, en el Uruguay viven 164.200 personas afrodescendientes y de raza negra, que representan el 5,9% de la población del país; registros que en los primeros resultados de la edición 2006 de dicha encuesta, ascienden, al identificar el 9,1% de la población su ascendencia como afro o negra. Esta población presenta condiciones de vida y oportunidades de desarrollo notoriamente inferiores al resto de los uruguayos, existiendo datos que lo confirman.
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Las diferencias se deben a consecuencias sociales, económicas y culturales, de la postergación heredada de los tiempos de esclavitud, y de la discriminación racial persistente en las sociedades modernas. A ello contribuyó además, el desarrollo como modelo de nación, que define a Uruguay como un país de inmigrantes europeos, con una sociedad homogénea e integrada, y la ausencia de componentes de origen indígena o africano, concebida como valor distintivo del resto de las sociedades de América. Todo esto provocó la invisibilización o la sub valoración del estatus, el rol y la presencia de los afrouruguayos en la sociedad, y las inequidades resultantes de ello.


En Uruguay, la acción de organizaciones sociales como MUNDO AFRO, ACSUN, ADACAU, CECUPI, AFRICANÍA y otras, han logrado un avance en la consideración pública de la necesidad de encarar políticas concretas para mejorarlas condiciones de vida de la población de origen afro.

Basado en ideologías excluyentes y matrizado por la esclavitud, el racismo es un fenómeno de conformación histórica con fuertes consecuencias económicas y sociales y con un componente cultural muy importante. La ignorancia del aporte afrodescendiente a la conformación nacional y a la identidad cultural de Uruguay, la insuficiente difusión del mismo o los contenidos estereotipados o directamente degradantes con los que se han encarado algunos conceptos han fundamentado la discriminación en la sociedad, quien ha asignado un rol secundario a las personas de raza negra, asumido a menudo de manera inconsciente.

Discriminación en cifras

*Con 164.000 afrodescendientes en Uruguay (6% de la población del país), no hay ningún jerarca estatal o municipal de raza negra.

*Las posibilidades laborales de las personas negras se limitan a trabajos manuales no calificados, sobre todo en el rubro de servicios.

*El ingreso tiene color: Las personas negras ganan 20% menos que las blancas.

*El 40% de las mujeres negras se desempeña en el servicio doméstico.

*Más del 40% de las mujeres negras ha sido objeto de diferentes formas de violencia.

*Las personas negras presentan el mayor nivel de deserción en todos los niveles de enseñanza.

*Mayoritariamente, la comunidad negra sólo alcanza a cursar la educación primaria.

*El 50% de las mujeres negras no accede a la educación secundaria.

*El 16% de las jóvenes negras comenzaron a trabajar antes de los 15 años.

*Niñas y niños negros son rechazados por un 15% de sus compañeros de clase.

*Dos de cada tres niños negros tienen problemas de baja autoestima o desvalorización.

Fuente: INE, CEIAF y Encuesta de Mujeres Afrouruguayas

Ello es palpable en las condiciones materiales de pobreza en la que vive la mayoría de ellos, en su ubicación en el mercado laboral, con importante proporción en el desempeño de las tareas menos remuneradas y valoradas, y alta concentración en el servicio doméstico, así como en el menor acceso, permanencia y egreso exitoso del sistema educativo. Su cantidad de años de estudio es sensiblemente menor al conjunto de la población, la mitad alcanzó sólo la educación primaria, y los niveles de deserción del resto del sistema educativo, especialmente en la Universidad, son sensiblemente superiores a la media de la población.

En relación a ello aparece como problema adicional, los niveles de baja autoestima y frustración que padece la población negra, contribuyen al hecho de que «no se ve presente en los libros y relatos construyendo el país» aportando a su cultura, ni aparece prácticamente en puestos de relevancia social.

El desarrollo hacia una sociedad más justa y solidaria, supone la superación de inequidades sociales vinculadas a factores de naturaleza económica, pero también de las diversas formas de desigualdad, discriminación y dominación con profundas raíces culturales planteadas en la sociedad separando a las personas por motivos de raza, género u orientación sexual, empobreciendo nuestras relaciones humanas y el legítimo ejercicio de derechos.

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