España: Libertad Digital tacha de “hitlerianos” a un grupo de universitarios

Tercera Información
13/06/10

Fernando Díaz hace, en la edición del 7 de Junio de Libertad Digital, una interesante crónica reportajeada de unos actos de protesta contra un ciclo de conferencias Hispano-Israelíes en la Universidad Autónoma de Madrid. La subjetividad del texto era de esperar, puesto que nadie puede ni tiene por qué abstraerse completamente del mundo que le rodea. La parcialidad deliberada y el ánimo de socavar la imagen de determinados colectivos son más reprochables en este caso, sobre todo teniendo en cuenta las argucias semánticas que ha empleado el autor del texto.

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Lo más grave es, probablemente, la acusación de antisemitismo contra los manifestantes. Casi cuesta escribir para lectores instruidos que la palabra alude a cuestiones raciales y culturales mientras que el movimiento de repulsa contra el estado de Israel es esencialmente político, y contra el estado. No es lo mismo un estado que una etnia o grupo religioso, o lo que quiera que sea esa amalgama étnico-cultural a la que conocemos como pueblo judío. Y lo cierto es que estos jóvenes no fueron a una sinagoga a robar kipás fueron a la ubniversidad a mostrar su repulsa contra un representante político (aunque finalmente este no compareciera) y ante ciudadanos de un estado. Se esté o no de acuerdo con el acto, me parece perfectamente legítimo responsabilizar a los ciudadanos de un estado, especialmente los preeminentes, por los actos políticos del estado al que pertenecen, es un modo más de lucha social.

Si el acto hubiera desembocado en violencia estaríamos hablando de otra cuestión. Pero, tal como se ve en el video que acompaña al texto, los manifestantes tienen un comportamiento bastante inocuo en términos generales, exceptuando a cuatro de esas criaturas que siempre, un poco pasadas de ánimo, ponen en peligro a sus compañeros de causa en las manifestaciones. Pero eso debió tomarse por anecdótico y no por la tónica en vista del comportamiento de la mayoría de manifestantes.

Sin embargo el ánimo del escritor era atacar, incluso ridiculizar y criminalizar hasta el punto de ver un “linchamiento” donde apenas hubo algunos lances subidos de tono. De nuevo uno se plantea dónde compran sus diccionarios algunos periodistas para llamar linchamiento, que es una acción que sólo se puede emprender contra personas, a los escasos empujones que le dieron al coche. Nótese que en el subtítulo puede leerse “han linchado a un coche patrulla” aunque, como digo, el linchamiento es una acción que semánticamente sólo puede ejercerse contra personas. El término se incluyó sin duda para fomentar un trasvase semántico en la mente del lector, que acabará concluyendo que se ha producido un linchamiento independientemente del objeto de dicha acción.

En adelante se ceba con la imagen del colectivo asociando ideas con maestría para que la audiencia termine por pensar lo que debe. Un “batasuno” por aquí, un “hitleriano” por allá y, como quien no quiere la cosa, pongo en boca de un guarda que este campus es muy de izquierdas. Así ahondo en ese cliché irracional y totalitarista de la izquierda obviando su verdadera naturaleza y logros, sustituyendo el extremo anecdótico por la masa prudente y razonable aunque, por supuesto, activista.

El texto pudo haber sido una fina y equilibrada ironía sobre las excepciones que actuaron fuera de lo socialmente aceptable, pero el autor prefirió arremeter contra todo un colectivo, socavar la imagen de la izquierda con razón o sin ella. Y tanto es así, que al final se deslizó un término que explica mejor que ningún otro quién estaba en el punto de mira del autor. El joven que dijo no considerarse “antisistema”. Me atrevo a decir que el chico dijo, en realidad, antisemita o si no fue así, se me antoja intrascendente el dato aportado. Pero el autor estaba a lo suyo, decía antisemitismo, decía universitarios pero en realidad andaba defendiendo el intocable orden establecido y se le escaparon los dedos en un automatismo.

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