España: "Gritamos y gritamos, pero mi padre falleció sin ser atendido"

La Opinión
21/12/09

José Mendoza Plasencia, pensionista de 73 años, empezó a sentirse mal el pasado jueves pasadas las diez de la noche cuando se encontraba en su casa de Agulo, La Gomera. Le faltaba aire y se sentía cansado, muy cansado. Ya le había ocurrido en otras ocasiones anteriores debido a sus achaques de salud. De hecho, hacía tres semanas lo tuvieron que llevar al centro más cercano, el de Mulagua, en Hermigua, a unos 15 minutos en coche. Entonces pudo recibir oxígeno y superar la crisis sin grandes inconvenientes, pero por un detalle clave a diferencia de la última crisis: en aquella ocasión llegó antes del cierre del centro de salud, que se produce a las 22 horas.

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Pepe Mendoza, como lo conocían en el pueblo, murió de un infarto al corazón esperando infructuosamente a que la enfermera de guardia abriera la puerta y que el médico se desplazara desde su dominicilio al ambulatorio, a alrededor de media hora en vehículo de distancia. El óbito se produjo en el coche de su hija Nanci, a la que su mujer había llamado para que los llevara a Mulagua. "Fue horrible, horrible", recuerda Nanci Mendoza, de 41 años, en declaraciones ayer a La Opinión de Tenerife.

"Nos cansamos de gritar y hasta mi madre se hizo una herida en la mano de los golpes desesperados que dio en la puerta del centro", matiza. "Mi padre fue consciente en todo momento. Preguntaba si ya había llegado el médico, pero nada. Ni había médico, porque el centro estaba cerrado, ni contestaba la enfermera que se supone estaba de guardia. A los veinte minutos, en frente mismo del ambulatorio, dentro del coche, en medio del frío, sin nadie que nos pudiera ayudar, mi padre empezó a temblar. No sabía qué hacer, hasta que se me murió allí mismo, sin recibir atención".

Su hermano Óscar Mendoza quiso manifestar su indignación por lo ocurrido a este diario. "Póngalo claro: las graves carencias en la atención sanitaria por culpa de los responsables políticos hacen que la vida no valga nada en el norte de La Gomera", señaló, para añadir: "No queremos dinero ni venganza; sólo queremos que los políticos asuman sus responsabilidades y que mi padre sea la última persona que muera en las Islas en estas penosas circunstancias".

La familia Mendoza centra sus denuncias en los siguientes puntos: la falta de guardias presenciales en el centro de salud de Mulagua, que hace que no haya ningún médico de 22 horas a 8 de la mañana; el hecho de que éste sea el único centro para los habitantes de dos municipios de La Gomera, los de Agulo y Hermigua, con un total de 3.300 empadronados; y el que se mantuviera este déficit asistencial cuando hace unos meses un chico de unos 37 años murió en circunstancias similares. Los Mendoza señalan directamente a las políticas restrictivas del Gobierno de Canarias. "A los políticos esto les preocupa poco, porque tienen su seguro privado.

Pero mi padre era un hombre pobre, que trabajó toda la vida y pagó sus impuestos, y no tenía privilegios. Y mire cómo ha muerto", censuró Óscar, para pedir a las autoridades que "se dejen de policías autonómicas y demás pajaritos preñados y pongan toda su atención en asuntos tan vitales como la Sanidad. Esto no puede repetirse".

La muerte de José Mendoza fue conocida el pasado sábado después de que la diputada del PSC-PSOE, Rosa Guadalupe Jerez, anunciara que preguntará en sede parlamentaria a la consejera de Sanidad, Mercedes Roldós, para que aporte la información precisa sobre las circunstancias que rodearon el fallecimiento de este hombre de 73 años, que trabajó como guarda forestal. "Roldós tiene que dar explicaciones, asumir o exigir responsabilidades y ser consciente de que estas carencias que padece La Gomera no pueden continuar más".

Óscar no entiende por qué los centros de Playa Santiago y Valle Gran Rey sí tienen guardias presenciales y el de Hermigua no. No comprende semejante vacío que expone a los vecinos al riesgo de perder la vida como su padre, como tampoco comprende la familia que la enfermera de guardia de Mulagua abriera el ambulatorio unos 25 minutos después de estar golpeando la puerta, apenas un par de minutos después de la muerte de José Mendoza.

La enfermera "abrió tarde" la puerta del centro

Haber vivido la muerte de un ser tan cercano con la impotencia de no poder hacer nada ha sido un golpe del que todavía no se han repuesto Isidora Segredo y Nanci Mendoza, esposa e hija de José Mendoza, fallecido el jueves por un infarto mientras ellas gritaban por ayuda y atendían como podían al hombre en un coche aparcado frente a la misma puerta del centro de salud de Hermigua. A Nanci le cuesta recordar lo ocurrido. "Todavía tengo nervios de aquella noche. Venga a gritar, allí, solas, sin nadie en la calle, en medio de la oscuridad, mi madre y yo... Menos mal que aparecieron unos chicos que nos echaron una mano...".

La mujer, peluquera de 41 años , recuerda con especial frustración el momento en el que la enfermera por fin abría la puerta del centro: "Mi madre tenía las manos moradas de los golpes a la puerta. Alguien del 112 nos dijo por teléfono que insistiéramos, que tenía que haber un ATS de guardia, mientras el médico se dirigía hacia allí. Pero nada, hasta que apenas un par de minutos después de la muerte de mi padre, de repente, aparece la enfermera con una silla de ruedas. No sé qué hacía. Debía estar durmiendo".

Nanci Mendoza relata que el médico, conocido de su padre, sólo pudo certificar la muerte al llegar unos 35 minutos después de darse la alarma. "Por un momento perdí los papeles", reconoce Nanci, si bien matiza que "el médico nos dijo que esto era por culpa de las políticas de restricciones de la consejería de Sanidad. Nos los dijo así mismo". Por eso, la familia centra sus críticas en las carencias sanitarias que padecen los gomeros, sobre todo los que residen en el norte de la Isla. Nanci y su hermano Óscar indican que "no es un problema nuevo" y que las denuncias "vienen de muchos años atrás".

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