Sri Lanka impidió a la ONU acceder a civiles antes de identificar a los rebeldes
Adnmundo
25/05/09
Las autoridades de Sri Lanka no permitirán el acceso al personal humanitario de Naciones Unidas a los campos de desplazados por la guerra contra los Tigres Tamiles hasta que no encuentren a los rebeldes escondidos entre los civiles.
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El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió el sábado, tras visitar un campo de refugiados que alberga a 200.000 tamiles, que se dé a su personal un "acceso inmediato y sin trabas" a los desplazados por un conflicto que duró casi tres décadas y finalizó hace una semana con la derrota de la guerrilla.
Ban también pidió a las autoridades srilanquesas, según un comunicado conjunto divulgado el domingo, que investiguen las acusaciones de violación de los derechos humanos presuntamente cometida durante la ofensiva final contra los Tigres de Liberación del Eealam Tamil (LTTE). A lo que el gobierno de Colombo respondió que "tomará medidas para tratar esas quejas".
Grupos de defensa de los derechos humanos acusaron al ejército de bombardear indiscriminadamente la zona rebelde sin tener en cuenta a la población y a los LTTE de retener a los civiles como escudos humanos y de ejecutarlos si intentaban escapar. Tras visitar el campo de desplazados de Menik Farm, Ban afirmó que los refugiados viven hacinados y con "falta de comida, agua e instalaciones sanitarias".
El Gobierno srilanqués respondió a su petición de acceso afirmando que "cuando las condiciones mejoren, en particular en lo relativo a la seguridad, no habrá objeciones a la ayuda" humanitaria.
Rajapakse advirtió de "la probable presencia de Tigres Tamiles infiltrados entre el gran número de personas que acudió a las áreas gubernamentales".
El Gobierno de Sri Lanka describe los campos de desplazados como "aldeas de asistencia social" y afirma querer reinstalar a todos los civiles desplazados cuanto antes, pero los activistas tamiles aseguran que se trata de "campos de concentración" en los que la población está presa tras barreras de alambrada.
El presidente srilanqués también aseguró a Ban Ki-moon que tratará de solucionar los conflictos étnicos que originaron la guerra entre las tropas gubernamentales y los separatistas tamiles, en la que murieron entre 80.000 y 100.000 personas.
En los últimos meses de combates, Rajapakse había ignorado los reiterados llamamientos de Naciones Unidas a un alto el fuego y siguió adelante con la ofensiva que aplastó a los Tigres a pesar de las voces de alarma que hablaban de una "catástrofe humanitaria".
Unos 300.000 tamiles abandonaron sus hogares y caminaron por selvas y pantanos huyendo de los combates, para acabar en los austeros campos de desplazados establecidos por el gobierno.
Las agencias de ayuda humanitaria se quejan de que en los últimos días incluso se les impidió el limitado acceso que tenían a los refugiados tamiles, a los que no pudieron distribuir ayuda alimentaria.
Velupillai Prabhakaran, el fundador del LTTE muerto en los últimos combates, fue incinerado y sus cenizas arrojadas al mar, afirmó el domingo el jefe del ejército, el general Sarath Fonseka.
La controversia que rodeó a la muerte de Prabhakaran continuó el domingo, cuando un diario estatal afirmó que las primeras informaciones según las cuales había muerto el pasado lunes mientras intentaba huir en una ambulancia fueron una treta de los Tigres para desviar la atención del ejército, que en realidad encontró su cadáver el martes en la selva.
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